28 minute read
EL UNIVERSO FAMILIAR DE LUZ
26
Katherin Triana
Advertisement
Marco Tulio Amorocho, su padre
Detrás de Luz, una extraordinaria mujer, hubo un hombre excepcional que, de manera decisiva, incidió en la forma en que ella desde pequeña asumiría con gran apertura las conversaciones, el aprendizaje, la pasión por el conocimiento y la equidad de género.
Marco Tulio Amorocho Moreno, hijo de Sotero Amorocho C. y Evangelina Moreno, nació el 29 de octubre de 1883 en Palmar, un pequeño municipio con espesa vegetación enclavado en el departamento de Santander, dentro de lo que se conoce como la provincia comunera; en ese lugar, en 1781, se había gestado la insurrección de los comuneros a manos de Manuela Beltrán. El albor de su vida se dio paralelamente al de la guerra de los Mil Días. Desde los seis hasta los diecinueve años, un joven Marco Tulio enfrentó la cruda realidad de la guerra política colombiana al pausar sus estudios debido a las necesidades económicas por las que atravesaba su familia.
Después de la Guerra de los Mil Días las pertenencias de mis abuelos quedaron arrasadas; mi padre era una persona cuyos valores estaban centrados en la vida, el interés, el desarrollo humano, la actividad, en suma su objetivo era buscar aperturas para lograr posibilidades. Así fue como decidió venirse a Bogotá donde trabajó y “creció”, además, tuvo la oportunidad de estar en contacto con círculos y personas con valores humanos e intelectuales, y, cuando económicamente pudo, mandó por sus hermanas para abrirles otras posibilidades; no por sus hermanos, quienes vinieron después. Él sabía el significado de la guerra, pero su pensamiento era crítico, lo que le permitía desarrollar sus intereses y no quedar ajeno —como un observador—, disociado de lo que veía. Era un hombre activo. Por eso pudo, al llegar desprevenidamente a la ciudad, es decir, sin proyectos preconcebidos, conseguir lo que consiguió.1
Aproximadamente desde 1911 Marco Tulio se estableció en Bogotá y la vida de joven adulto la dedicó expresamente a la política. Su pensamiento siempre fue muy liberal, sin embargo, al ver que este partido político no llenaba
1 “Luz Amorocho. Pionera de las arquitectas colombianas. Una conversación con Circe Sencial”, En Otras Palabras (Bogotá) 5 (junio de 1998 - enero de 1999): 132.
Retrato de Marco Tulio Amorocho Moreno. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán
Centro (1922-1942) 27
sus expectativas, decidió irse por la corriente socialista y así trabajar por los artesanos, una de las clases sociales más importantes para la estructura económica del país, pero la que más problemas tenía en materia de derechos.
Para inicios del siglo XX, los artesanos y todas aquellas personas que tuvieran pequeños negocios o talleres domésticos predominaban en la estructura productiva de ciudades como Bogotá. Según el censo de 1912, al menos 8.968 personas se ocupaban en artes y oficios, o eran aprendices2 . Prontamente el término de artesano quedaría atrás para dar paso al de obrero, pero en un contexto político y económico, este término abarcó a muchas más personas: trabajadores asalariados, campesinos e incluso a los industriales. La inclusión de estos otros personajes al panorama impulsó la necesidad de mejorar las condiciones de las clases trabajadoras y, al ver que ningún partido político ofrecía buenas garantías, se comenzaron a gestar nuevas organizaciones que trabajaron a favor de los obreros.
Entre 1910 y 1911 se creó la primera organización de trabajadores bajo el nombre de Unión Nacional de Industriales y Obreros, la cual estuvo dotada de un programa con alcances definidos que pretendía proteger a la clase trabajadora; como por ejemplo: “fomentar el adelanto moral y material de los obreros, impulsar la construcción de viviendas sanas y baratas, mejorar la beneficencia pública e impulsar la construcción de hospitales, […] trabajar por la genuina representación de obreros e industriales en los cuerpos legislativos, […] y propender por la expedición de leyes que favorecieran a la “persona, el domicilio y la propiedad del obrero”3. Esta organización fue el impulso que se necesitó para crear, para las mismas fechas, el Partido Obrero.
En la conformación del nuevo partido que funcionaba en Bogotá, participaron diversos sectores económicos, sociales y políticos que tenían como propósito alcanzar la protección del Estado. Dentro de los dirigentes más importantes se encontraban figuras que enarbolaron concepciones socialistas como Pablo Emilio Mancera y, por supuesto, Marco Tulio Amorocho. Desafortunadamente, para 1913 el partido y la Unión Obrera fracasaron, pues se vieron arrastrados por los ideales de las filas liberales, mientras que personajes como Marco Tulio señalaban la importancia de conservar la independencia y diferenciar a los obreros de los partidos tradicionales, pues, a
2 Renán Vega, “Luchas y movilizaciones artesanales en Bogotá (1910-1919)”, 30; ensayo parte de una investigación sobre la protesta popular en Colombia, cuyo resultado es el libro Gente muy rebelde (Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002), 61-63. 3 Vega, “Luchas y movilizaciones”, 34, cursivas en el original.
28
pesar de los intentos, estos no lograron desarrollar políticas que favorecieran verdaderamente a los trabajadores.
Así, para mayo de 1913, se fundó una nueva Unión Obrera, con estatutos muy similares a los de la anterior de Industriales y Obreros, pero con la diferencia de que esta admitiría a cualquier persona que estuviera convencida de la necesidad del mejoramiento moral, intelectual y material de las clases proletarias. Promulgaba ideas novedosas para la época: por primera vez en Colombia se planteaba el defender a los trabajadores de ambos sexos y se incluía a la mujer como componente importante en la economía y la política. También era indispensable que todos aquellos que quisieran pertenecer a la Unión fueran hombres libres de todo fanatismo político y religioso.
La nueva Unión trajo grandes resultados, porque para las elecciones de 1915, en las que se designaron concejales en Bogotá, tres obreros fueron elegidos, entre ellos, el señor Amorocho. Si bien los liberales y los conservadores confabularon contra estos obreros para nombrarlos en tareas de su conveniencia y ponerlos en diversos puestos administrativos, Marco Tulio no se dejó amedrentar. Trabajó fuertemente por denunciar, a través de diversas cartas, acuerdos y escritos, las fallas e irregularidades que se presentaban en los proyectos y presupuestos de la ciudad. Su estadía en el Concejo y las artimañas de los otros partidos le valieron a la renovada Unión dar un paso adelante y prepararse para una fase abiertamente socialista, que se presentó en 1916 bajo el nombre de (un nuevo) Partido Obrero (Socialista).
Para esta fase, en el marco de la conferencia sobre el Partido Socialista a finales del 16, Marco Tulio Amorocho hizo un intento interesante por definir el socialismo en el país, pues existía una confusión entre este término y el de anarquismo. Se trató de un ensayo por comparar las nociones de patria que tienen los socialistas y ciertas concepciones chauvinistas:
El Chauvinista, el nacionalista, el burgués, el capitalista, conciben a la patria como una entidad que guarda con las naciones vecinas y las lejanas la misma relación que el individuo de hoy, en la sociedad de hoy, guarda con su allegado o con otro individuo cualquiera. […] La sociedad actual está organizada para la rapiña y el dolo, y las patrias, las naciones contemporáneas se conciben y se hacen obrar también en consonancia con esa organización. […] El socialismo quiere que la paz entre las naciones sea como la paz entre los componentes sociales. El concepto de patria para los socialistas es un concepto de cariño, que no excluye, pero que más bien cultiva y exalta el amor a la humanidad.
Firma de Marco Tulio Amorocho en documento presentado al Concejo de Bogotá (1916). Archivo Distrital, Fondo Concejo de Bogotá.
Centro (1922-1942) 29
[…] Yendo ahora a las prácticas socialistas tales cuales ellas son para conquistar esos ideales altísimos que son su bandera, encontramos que ellas son a la vez fuerza contra la ambición burguesa y de propaganda por su doctrina.
Cada socialista es un apóstol del más sublime de los idealismos humanos, pero hay que entender que esos idealismos no son utópicos, no van a prosperar en el país de la quimera. No. La paz y la justicia son compatibles con el organismo del hombre, y si los obreros, los asalariados, los proletarios, los hombres de alma generosa nos reunimos bajo la tolda del socialismo, como seremos lo más y los mejores, obtendremos la coronación de nuestras esperanzas.4
Sin embargo, al igual que el partido homónimo de principios del 10, este tuvo una carencia de liderazgos representativos, por lo que, para las elecciones de 1917, sus miembros decidieron unirse a la Unión Republicana. Líderes obreristas destacados como Marco T. Amorocho, Ramón Casanova, Manuel A. Reyes o Bernardino Rangel se quedaron al margen en este segundo intento por constituir el partido, el cual vería su fin ese mismo año.
A pesar de sus avances en política, para septiembre de 1916 Marco Tulio Amorocho decidió ir un paso más allá para ayudar a los obreros y artesanos. Junto con Pedro Elías Gómez Uribe, Julio Linares, Temístocles Mendoza, Aquileo Noriega, Rafael Reyes Daza y Martín Silva (este último presidente de la Sociedad de Industriales y Obreros), la señorita María Luisa Amorocho y la
4 Renán Vega, Gente muy rebelde (Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002), 61-63.
30
señora Clemencia Moreno de Villa y otras personas más, constituyeron una sociedad comercial anónima a la cual llamaron Mutualidad Obrera, que tenía por objeto principal “la venta a comisión de artículos manufacturados en el país, y avance de fondos sobre artefactos y artículos que se le consignen; la explotación del ramo de negocios relacionados con la actividad obrera nacional, prestando así ayuda al proletariado y a la industria nacional, y al establecimiento de cajas de ahorros para obreros”5 .
Esta sociedad estuvo compuesta por una junta directiva de cinco miembros: Pedro Elías Gómez Uribe, como presidente; Pedro Elías Mora, como segundo gerente; y Marco Tulio Amorocho, Julio Linares y José Joaquín Munévar como los tres miembros restantes. Según el Diario Oficial de 1916, la sociedad tenía un término de duración de cinco años, que se podía ampliar o terminar dependiendo de la Asamblea de Accionistas, pérdidas de capital o guerras.
[…] mis padres eran de Santander, sin embargo, ellos se vinieron a conocer aquí en Bogotá. Por circunstancias bien especiales, mamá vino una vez de vacaciones y conoció a papá, que estaba ya radicado aquí hacía varios años, en una reunión en la casa de unos amigos comunes de ellos. Allí papá, como dicen, le echó el ojo a mamá y después de algún tiempo, cuando ya mamá vivía aquí, empezaron su relación que terminó en un matrimonio en el que se tenían un gran respeto, amor e inmensa ternura.6
El 1.º de enero de 1918 Marco Tulio contrajo nupcias con la señorita Ana Lucía Carreño Phillips, hija de Roque Julio Carreño y Adelaida Phillips Arenas, en la ciudad de Bucaramanga. Meses más tarde darían la bienvenida a su primera hija, Beatriz Amorocho Carreño, quien aparentemente murió joven7 .
Gracias a su amplia trayectoria política, Amorocho gozaba de una gran reputación tanto en Bucaramanga, Socorro y el Palmar como en Bogotá. Su estadía en Santander no se extendió más de un año, pues los intentos fallidos de 1918 y 1919 por consolidar un Sindicato Nacional Obrero y reconstruir el decaído Partido Obrero, además de la subida al poder de Marco Fidel Suárez
5 Cf. en el Diario Oficial del 26 de septiembre de 1916, año LII, n.o 15904, 8, donde el notario 5.o del Circuito de Bogotá certificó, por el instrumento número 783, la composición y consolidación de la sociedad comercial. 6 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública. Historia de vida de Luz Amorocho, primera arquitecta de Colombia”, realizada por Ramiro Ariza Picón. Trabajo académico. Universidad Nacional De Colombia. Facultad De Ciencias Humanas. Departamento De Historia. s.f. 7 En la genealogía de la familia Phillips aparece este dato del nacimiento de Beatriz, pero no es nombrada en otros relatos familiares. Por esta razón, se deduce que pudo morir muy joven y quizás Luz no alcanzó a conocerla.
Marco Tulio y Ana Lucía Carreño en Bogotá, ca. 1930. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
Centro (1922-1942) 31
perteneciente al Partido Conservador, pusieron en la mira la necesidad de subsanar las nuevas políticas económicas que afectaban de manera directa a artesanos, obreros y a las clases más necesitadas. Para lograrlo se necesitaba del liderazgo y las ideas de Marco Tulio, por eso se trasladó a la capital con su familia, a una casa ubicada en el barrio Santa Inés.
Para este periodo, el país vivió una época de constante revolución social en la que los obreros fueron los protagonistas de una oleada de huelgas reprimidas violentamente por el Gobierno, y cuyas peticiones se asentaron en la idea de derechos y no caridades del Estado. Desde el Sindicato Nacional Obrero y la Confederación de Acción Social se convocó una Asamblea Obrera en Bogotá, y Marco Tulio fue uno de sus dirigentes (presidente del Congreso Obrero). Esta asamblea se reunió de manera habitual durante los primeros meses de 1919, con el objetivo de organizarse y consolidar influencia y gremios de trabajadores en la ciudad.
Tanto el país como Bogotá atravesaron duras condiciones económicas y sanitarias. Los obreros, especialmente los artesanos, sufrían de manera directa los rigores del desempleo, la gripe y la competencia desleal que suponía el capitalismo. Para las celebraciones del 7 de agosto, fecha en la que se conmemoraba la batalla de Boyacá, el presidente consideró la compra de nuevos uniformes para el Ejercito Nacional de confección extranjera. La idea de comprar 8.000 uniformes en el extranjero desencadenó un malestar general en los gremios obreros, quienes tenían las condiciones y ofrecían calidad para hacerlo. Por eso desde inicios del mes de marzo se comenzaron a organizar marchas que denunciaron el carácter antipopular de la compra y el despilfarro que esta suponía, por lo que se exigió que la elaboración de los uniformes se les otorgara a artesanos locales.
El 16 de marzo de 1919 fue el día designado por la Asamblea Obrera para protestar masivamente, con el objetivo de hablar con el presidente y convencerlo de derogar esta decisión que afectaba a los artesanos, y se resaltó que sería una marcha pacífica. Los días anteriores estuvieron muy agitados. El Gobierno estaba a la defensiva, alertaba a la sociedad y tachaba la marcha como un “motín contra el orden social”, e incluso, el 15 de marzo, se dio a conocer una resolución que aplazaba la compra de los uniformes con la esperanza de evitar la protesta. Sin embargo, por torpezas del mismo Gobierno, esta decisión tomada en horas de la tarde no se dio a conocer y la marcha continuó programada para el día siguiente.
A las tres de la tarde se dio inicio a la marcha que se venía preparando desde muy temprano en la mañana del 16. Los obreros se aglomeraron en la plaza de
32
Los Mártires y comenzaron a marchar hasta la plaza de Bolívar. Un símbolo más que visible era la gran bandera blanca que estaba al frente de las columnas de marchantes y que representaba el deseo de llevar la jornada de una manera pacífica. Se reunieron alrededor de 4.000 manifestantes que pretendían llegar hasta el Palacio de la Carrera para escuchar el discurso de Suárez y negociar con él la elaboración de los uniformes. Marco Tulio, como vocero de los obreros, tenía la tarea de hacer llegar a los oídos del presidente las quejas, reclamos y peticiones de los manifestantes.
Después del desastroso intento de discurso con el cual el presidente Suárez trató de calmar los ánimos de los marchantes, se tomó la decisión de reunirse con los dirigentes obreros en privado (Alberto Manrique Páramo, Marco Amorocho y otros delegados). Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo, pues el Gobierno estaba reacio a reversar la compra y acceder a las demandas obreras; culpaba a estos dirigentes como responsables de la situación acontecida ese día y los amenazaba con iniciar procesos judiciales en su contra. Ante lo sucedido, los obreros salieron del palacio y comunicaron la decisión a la multitud, la cual, enardecida, entre gritos y arengas, tiró piedras a las ventanas del palacio y rompió algunos vidrios.
La respuesta de la guardia presidencial fue desafortunada, pues comenzó a disparar indiscriminadamente contra la multitud. La correría se extendió hasta la plaza de Bolívar, donde se le pidió al ministro de Guerra detener la masacre. En un corto tiempo ya había numerosos heridos y varios muertos, entre ellos el líder obrerista Gabriel Chaves, brutalmente asesinado por el mismo ministro de Guerra, Pedro Sicard Briceño. Días después, en varios periódicos, revistas y hasta en la radio, se relató lo ocurrido ese 16 de marzo y se calificaron los actos como un atentado contra el pueblo trabajador, como una masacre: la Masacre Artesanal de Bogotá.
Este evento desafortunado para las filas socialistas en Colombia trajo consigo un espíritu de lucha y fortaleza. Desde las sociedades, asambleas e incluso desde el naciente Partido Socialista, se consignaron himnos y se establecieron juramentos de fidelidad y adhesión a la corriente, que se tomó como una ideología y forma de vida. Para el 1.º de mayo del mismo año, Marco Tulio presentó uno de los primeros juramentos importantes del partido:
“¿Juráis libremente por vuestra palabra de honor, ante esta reunión de hombres honrados y libres, cumplir leal y fielmente el cometido que se os ha confiado, y trabajar por la organización y encauzamiento de las fuerzas socialistas de Colombia, defender los intereses del proletariado, disposiciones que el
Centro (1922-1942) 33
Grabado sobre los enfrentamientos del 16 de marzo de 1919, conocido como la Masacre de los Artesanos en Bogotá. Bogotá Cómico, año III, serie IX, n.o 82, 22 de marzo, 1919. Biblioteca Nacional.
34
partido acuerde por medio de las Asambleas y Congresos socialistas legítimamente constituidos y reunidos, y juráis fidelidad a la Plataforma fundamental que se os entrega como canon del partido socialista?”.
Luego de la respuesta afirmativa, […] continuó:
“Como así lo juráis, en nombre de los proletarios que os piden amparo, en nombre de los obreros que os ofrecen ayuda y cooperación, y en nombre de los idealistas que confían en vuestro altruismo, os constituyo mandatarios de Partido Socialista y miembros del Directorio que ha de llevarlo a la reivindicación de todos los derechos”.8
Meses más tarde, Marco Tulio Amorocho, junto con figuras políticas y sociales de renombre como Laureano Gómez y Eduardo Santos, encabezaron las listas de candidatos a la Cámara de Representantes, y formaron una coalición denominada La Alianza Progresista. Para este momento, a Marco Tulio se le vio como un líder socialista y revolucionario; la representación de las extremas rusas. Uno de los jefes más activos del proletariado en el país. Sus propuestas para aspirar a la Cámara apuntaron a reivindicaciones sociales, a la igualdad universal, al apoyo a los menesterosos y al cuidado de la clase obrera.
Papá era un hombre en el cual se podía resumir ese tipo de persona que es liberal en todo el sentido de la palabra, tanto en su pensar como en su actuar, sus pensamientos estaban de acuerdo a sus acciones y viceversa, y se regían por un liberalismo casi manchesteriano, radical del siglo XIX, y así mismo era su actuar. Papá fue un hombre muy instruido a pesar de que su educación fue truncada por la necesidad económica, pero él, por ejemplo, aprendió a leer y escribir francés prácticamente solo, con la ayuda de un diccionario, y también un poco de inglés y alemán, […] era un tipo muy inteligente, yo confiaba mucho en la inteligencia de él y en las respuestas que me podía dar acerca de casi cualquier tema. Además, era muy tolerante con las creencias de los demás, mi mamá y mis tías estaban muy metidas en las cuestiones religiosas y nos llevaban a misa y todas esas cosas, pero mi papá era muy respetuoso de las creencias y costumbres de mamá y no se metía en eso.9
Una parte de los artesanos y políticos radicales de la época, que en varias regiones del país participaron activamente en la conformación de partidos — en su mayoría de izquierda— hacían parte de comunidades relacionadas con
8 Vega, Gente muy rebelde, 109. 9 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública”, 2-3. Lista de candidatos a la Cámara de Representantes en 1919 pertenecientes a la coalición de La Alianza Progresista. Bogotá Cómico, año III, serie IX, n.o 89, 10 de mayo, 1919. Biblioteca Nacional.
Centro (1922-1942) 35
la masonería y el rosacrucismo, los cuales fueron de carácter clandestino. Con la fundación del Partido Socialista en 1919, se puso en evidencia la relación estrecha que varios de sus dirigentes tenían con logias masónicas como la Sociedad de la Luz, que servían como fachadas en la organización de comités socialistas, debido a que sus miembros se apoyaban en creencias teosóficas y masónicas, en el librepensamiento y en la educación laica. Marco Tulio no fue la excepción, pues desde fechas más tempranas se interesó por estas comunidades. Hizo parte, en primera instancia, de la Sociedad o Logia de la Luz.
Con la llegada de Jaime, el primer hijo varón de los Amorocho, en 1920 a la casa, las dinámicas políticas de Marco Tulio cambiaron poco a poco. Siguió trabajando por los obreros desde el socialismo, pero dejó de lado su cargo como dirigente del partido, el cual se encontraba en su mayor apogeo. Se necesitaban personas que pudieran disponer todo su tiempo para la política; lo más probable es que su nueva labor como padre de familia le haya impedido dedicar el tiempo necesario a las labores del partido y por este motivo se haya dado su decisión de dimitir a dicha dirección. Sin embargo, apoyó y siguió participando en actividades propuestas desde la asamblea.
Un año después, en 1921, Ana Lucía y Marco Tulio le dieron la bienvenida a Jorge, su segundo hijo. El hogar fue creciendo y las labores familiares se volvieron más importantes. Desde su puesto como obrero, Marco Amorocho se vinculó a las filas de los artesanos al incursionar en la fabricación de muebles de mimbre. Con los devenires del tiempo y la llegada de nuevos líderes, el Partido Obrero fue perdiendo adeptos. La Revolución rusa trajo pensamientos radicales a Colombia y, con ellos, el final del partido político. Al señor Amorocho le interesó incursionar más en el movimiento masónico y desde allí seguir apoyando a los obreros y artesanos.
Así, en febrero de 1922 Marco Tulio se convirtió en uno de los miembros fundadores de la Gran Logia de Colombia. El primer Cuadro Lógico estaba integrado por personajes como el general Benjamín Herrera, Arturo Pardo Morales, Martín Camacho Franco, Pedro García Molano, entre otros, y, por supuesto, por Marco Tulio Amorocho, quien obtuvo el puesto de gran orador. Después, para el periodo de 1931-1932, se convertiría en gran maestro de la logia; y finalmente, para el bienio de 1942-1943, el Supremo Concejo Neogranadino le otorgaría la entrada al Supremo Consejo del grado 33, el cual ocupó hasta su muerte en 1943.
Meses después, el 23 de abril de 1922, a la casa Amorocho llegaría un nuevo miembro: la pequeña Luz.
36
Marco Tulio Amorocho, Ana Lucía Carreño e hijos. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
Retrato de Marco Tulio Amorocho Moreno como miembro de la Gran Logia de Colombia grado 33 otorgado por el Supremo Concejo Neogranadino, ca. 1942. Archivo Archivo Maldonado-Tió
Centro (1922-1942) 37
La familia y sus primeros años
Se podría pensar que la llegada de Luz iluminó el hogar de los Amorocho. Después de la intensa actividad política que su padre había desempeñado en años anteriores, ahora el hogar se había convertido en algo de vital importancia. Como hemos visto, Marco Tulio se caracterizó por ser un hombre inteligente y, en un lenguaje más coloquial, “echado para adelante”. Por eso, desde ese momento se abrió una nueva faceta de su vida, un poco más tranquila, pero fuertemente ligada al artesano desde la práctica, cuyos puntos de vista de la política y la vida en general influyeron en la enseñanza y en la forma en que Luz vería el mundo.
Su infancia transcurrió en la casa de Santa Inés y, por supuesto, en el taller de muebles de su padre, ubicado en la carrera 10.ª número 145-A (actualmente, carrera 10.ª entre calles 7.ª y 8.ª), donde posiblemente disfrutaba ver y aprender el nuevo oficio de Marco Tulio. Este se rodeó de varios compañeros obreristas que se dedicaban a la fabricación de los muebles de mimbre, como Ernesto Ardila, quien fue su jefe de taller.
En el ambiente de su casa siempre se promovió la igualdad entre hombres y mujeres, pues, como promulgaba Marco Tulio años atrás, las mujeres se debían considerar como un pilar importante en la economía. Ana Lucía apoyaba y colaboraba con las tareas del taller. Al respecto, Luz decía lo siguiente:
Ambos, papá y mamá aportaban a la casa. Tenían una industria y quien estaba en contacto con los obreros y se hacía cargo de la pequeña industria era mamá. No había escisión entre hombres y mujeres; por ejemplo, mis hermanos no mandaban.10
Los libros también fueron parte fundamental en su hogar; en definitiva, le abrieron nuevos mundos y le dieron la oportunidad de aprender muchas más cosas que otros niños de la época. Desde una temprana edad, Luz se dio cuenta de que su casa era diferente a la de otros; por ejemplo, para ella era inconcebible que en otras casas no hubiera libros o que los grandes no se pudieran entender con los pequeños. Algo que más tarde nos dejaría muy claro era que en su casa hubo poca plata, pero libros había por montones. Esto fue lo que le dio apertura de pensamiento y la impulsó a estudiar.
10 “Luz Amorocho. Pionera de las arquitectas colombianas”, 132.
38
En la casa siempre estuvieron muy presentes los temas que tenían que ver con el aprendizaje y los conocimientos, en el comedor donde estábamos todos a las horas de las comidas siempre había un tema interesante para tratar y se le daba mucha importancia a todo lo que tuviera que ver con la cultura, literatura. Además, siempre se hizo un amplio uso del idioma, es decir, a mi nunca se me pasó por la mente que los mayores no me entendieran o que yo no los entendiera a ellos.11
Cuando Luz tenía dos años, su padre asistió a la Exposición Obrera que se llevó a cabo en junio de 1924. Debido a las fiestas del trabajo celebradas el 1.º de mayo de ese año, se decidió inaugurar en la Sociedad Colombiana de Obreros una exposición de artes manuales donde se pudieron observar los excelentes trabajos y la buena calidad de la mano de obra colombiana; esto para demostrar que no existía la necesidad de importar productos. Para el momento, la industria de los muebles de mimbre era relativamente nueva en el país, sin embargo, la calidad de sus producciones no tenía nada
11 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública”, 3. De izquierda a derecha: Jaime, Beatriz, Luz, Leonor y Jorge en el patio de su casa en Santa Inés, ca. 1927. Archivo Maldonado-Tió
Centro (1922-1942) 39
Muebles de mimbre que se fabricaban en La Moda de Viena, fábrica de Marco Tulio Amorocho, presentados para la Exposición Obrera, 1924. Fuente: Revista Industria 1, junio, 1924, cortesía de Silvia Arango. que envidiarles a los vieneses. Gracias a esta exposición, La Moda de Viena, nombre de la empresa de Marco Tulio, logró posicionarse como una de las dos fábricas más prósperas e importantes en la ciudad.
Para 1925 los Amorocho recibieron con brazos abiertos a su última hija, Leonor, quien se convirtió en la cercana compañera de juegos de Luz. Años más tarde, Luz comenzaría su etapa de colegio. Primero probó suerte en un kínder que quedaba muy cerca de su casa y en donde trabajaba una hermana de su papá, pero a Marco Tulio no le convenció del todo el enfoque religioso que allí se impartía. Luego, tuvo dos cambios más hasta que llegó al colegio de Merceditas Rincón, una parienta de Ana Lucía. Con tan solo ocho años, la educación laica fue el impulso que ella necesitó para adentrarse en las conversaciones de su padre y hermanos; diálogos en los que rondaban temas que se aprendían en el colegio y que tenían que ver con ciencia, lenguaje o sociedad.
Mi etapa en el colegio fue bastante accidentada, primero porque yo aprendí a leer bastante tarde, por ahí a los siete años, y en esa época los niños tenían que entrar al colegio por lo menos sabiendo leer un poco. Mis hermanos, en cambio, aprendieron a leer yo creo que desde los seis años […] yo veía cómo mis hermanos hablaban con papá de las cosas que les enseñaban, que me parecían interesantísimas, y pensaba que por qué yo no podía estudiar en ese colegio de mi hermano, hasta que llegué a un colegio que había fundado una parienta de mi mamá, una mujer extraordinaria que se llamaba Merceditas Rincón, además perfectamente desprevenida de cuestiones religiosas. Pienso que esa etapa fue la que verdaderamente me abrió el camino para la reflexión hacia muchas cosas, […] recuerdo con especial satisfacción que a partir de esos momentos yo pude entrar a participar en las conversaciones a la hora de las comidas que tenían mis hermanos con papá. Yo tenía ocho años y ya sentía que podía participar de las conversaciones de los grandes.12
A pesar de la tendencia religiosa que había en su familia por parte de su madre, e incluso de que hizo la primera comunión, este aspecto no fue relevante para la vida de Luz. Sin embargo, a los doce años aproximadamente, y debido a la situación económica que vivían sus padres, se consideró como buena opción enviarla a estudiar a la Normal de Manizales, donde una de sus tías era la rectora. Para ella, el estar allí fue como retroceder en el tiempo, pues las ganas que tenía de aprender nuevas cosas se vieron truncadas por
12 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública”, 3-4.
Luz de niña en la escuela. Se encuentra en la fila del medio, en el centro, con un moño y cargando una muñeca. Ca. 1930. Archivo Maldonado-Tió
42
el mundo patriarcal y casi monacal (como ella misma lo describe) en el que se vio envuelta por tres largos años.
[…] para mí fue una separación muy terrible, yo lloré de pensar en irme de la casa y dejar a mamá, pero me fui, aguanté los tres años a pesar de toda la tristeza, yo creo que fueron unos años mal empleados desde el punto de vista del estudio, yo estaba en plena adolescencia, quería descubrir muchas cosas.13
A los quince años volvió a Bogotá, a la casa que tanto extrañaba y por la cual lloró seguido en Manizales. Ahora sus padres vivían en Las Nieves, en la carrera 12 # 17-57. Entró al Colegio de María, que tenía por directora a Herminia Espinoza, una mujer rígida pero buena para la enseñanza. Allí estuvo hasta cuarto de bachillerato y luego terminó sus estudios en el colegio “de las Villamil”.
La vida en sus primeros años como estudiante no fue fácil para Luz, pero donde estuviera siempre se caracterizaba por ser una de las primeras, de las mejores. Eso nunca fue problema gracias al amor por el estudio y los libros que se le había inculcado desde el seno del hogar. La experiencia de su padre le demostró a Luz que el conocimiento era la llave para lograr conseguir experiencias buenas en la vida, aun siendo mujer, y que además debía trabajar duro por ellas, para así cumplir todas sus metas y sueños por inalcanzables que parecieran. Por eso, desde el principio su vida fue una constante escuela.
Las ideas que el padre le inculcó desde el principio se verían reflejadas en su pensamiento progresista, en el cual se ahondará más adelante. La igualdad de clases y género que se vivía en el seno familiar la ayudó a abrir su pensamiento y entender mejor cómo funcionaba el mundo, y que no necesitaba de un hombre para poder brillar, soñar, cumplir sus metas y salir adelante. La importancia que las mujeres de su familia tuvieron en su vida la impulsó a terminar sus estudios de bachillerato y especialmente a entrar en la universidad para estudiar una carrera profesional.
Para Luz su núcleo familiar era una de las posesiones más importantes en su vida, del cual estuvo, siempre, muy agradecida. Su familia fue un tesoro invaluable que la llenó de consejos y experiencias de vida y de un sinfín de posibilidades para que lograra volar alto.
13 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública”. Luz el día de su primera comunión. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
Fotografía de la madre Estela Amorocho junto con su comunidad de religiosas en el Colegio Normal de Manizales. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
Izquierda: Luz y su mamá, Ana Lucía Carreño, ca. 1935. Archivo Maldonado-Tió Derecha: Luz y compañeras en el Colegio Normal de Manizales. Archivo fotográfico personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
Centro (1922-1942) 43
realmente no me resultó difícil ser la primera del curso, a mí me parecía sensacional hacer el resumen de un libro, […] era que verdaderamente yo era la única interesada por aprender, yo pienso que las demás niñas estaban ahí como para obtener su grado nada más y luego encontrar marido […] eso a mí me parecía aterrador porque, a pesar de que en el matrimonio de mis padres era evidente el gran amor que se tenían, no era en absoluto evidente que yo creyera que el destino de una mujer era ser mandada por un hombre. Y como matrimonio significaba mandato y sumisión, a mí eso me alejó mucho de la idea de casarme, por lo menos en esos momentos.14
14 Fragmento de entrevista “La mujer en la vida pública”, 4.