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IMAGINANDO A LUZ. PARÍS

Los Campos Eliseos desde lo alto del Arco del Triunfo. 1965. Autor HZ. Imagen de dominio público. En: https://commons.wikimedia.org/wiki/ File:Champs-%C3%89lys%C3%A9es_ from_the_top_of_the_Arc_de_Triomphe,_ Paris_1965.jpg

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IMAGINANDO A LUZ. PARÍS. En busca de la libertad

Silvia Arango

¿Por qué Luz se decidió por París en su búsqueda de libertad?

Pues no sé, yo toda la vida había querido ir a Europa e ir a Francia, porque yo tenía mucho apego por la cultura francesa y todo eso. Y como que se me presentó la oportunidad de poder ir y de posiblemente conseguir una beca... Finalmente me la dieron cuando yo ya estaba allá y… no sé, como mucha gente se había ido para Francia, y mucha gente estaba en París, es decir, en ese momento todos querían ir a Francia, ¿no? Y no sé los que habían querido ir a estudiar con Le Corbusier. Pero sobre todo irse de aquí, irse de este… para mí era irme de un medio muy engañoso, muy engañoso.1

Luz aterrizó en París en 1960. Imaginamos que llegó cargada de expectativas e ilusiones, y también podemos imaginar sus prioridades: primero, armarse de un nicho afectivo que le sirviera de piso donde pararse para enfrentar la gran ciudad y luego, no sé en qué orden, conseguir vivienda y trabajo.

Al llegar, se alojó donde Michèle Salmona. Era natural, eran muy amigas. La esposa tunesino-francesa2 de Rogelio Salmona había tenido como apoyo a Luz en el año y medio en que vivió en Bogotá, desde que llegó con un niño pequeño a finales de 1958. Luz la había acompañado a visitar Cali y Cartagena, y había sido su confidente en las dificultades que Michèle había tenido para tratar de adaptarse.

Yo tenía en París un trabajo de formación e investigación relacionado con la planeación y la investigación de la ciudad. En Bogotá mi amiga Luz Amorocho trabajaba en temas similares y tenía la ilusión de trabajar con ella, pero había poca posibilidad de un trabajo serio y bien pago. […] He tenido ocasión de regresar allí en dos ocasiones posteriores, pero en ese momento yo estaba joven y no encontré mi espacio […] Viví en Bogotá un año y medio y no fue

1 Extracto de entrevista inédita grabada por Ana María Pinzón en julio de 2007 y concedida para esta publicación. 2 Michèle nació en una pequeña población cercana a Cartago, Túnez, país que fue colonia francesa hasta 1956.

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fácil. […] Creo que la educación en Colombia y en América Latina favorecía a los hombres […] Luz Amorocho fue en su momento, una persona excepcional.3

Michèle e Isabel Mariño, una amiga de niñez que vivía en París, fueron sus primeras amigas en esta ciudad, y quienes inicialmente le ayudaron a conocerla y constituyeron su nicho de acogida. Sus otras urgencias las resolvió rápidamente, en pocas semanas. Conoció a la arquitecta Nicole Sonolet, quien le dio trabajo en su oficina y le ayudó a conseguir una buhardilla o chambre de bonne en un edificio en la calle Turbigó. Isabel Mariño cuenta cómo la ayudó en el trasteo de la casa de Michèle al que sería su hogar propio en París.

En el límite del Distrito I, el más antiguo de París, la calle Turbigó (metro Étienne Marcel) estaba muy bien localizada para alguien que, como Luz, tenía avidez por eventos culturales y arquitectónicos: estaba cerca al Museo del Louvre, a Nôtre Dame y a la Place de Vosges, la plaza real que Enrique IV hizo construir a comienzos del siglo XVII. En los años sesenta, el Distrito I era un barrio popular muy activo que giraba en torno al tradicional mercado de Les Halles. Los pabellones de Les Halles, una de las estructuras de hierro más grandes de la ciudad, estaban desocupados, porque el prefecto había dispuesto en 1959 el traslado del mercado a otro lugar de la ciudad,

3 Tomado de: “Entrevista a Michèle Salmona”, en Tatiana Urrea Uyabán, “De la calle a la alfombra. Un espacio abierto en Bogotá” (tesis de Doctorado en Teoría e Historia, Universitat Politéctica de Catalunya, 2014), anexo 12. Dibujo realizado por Angélica Manosalva a partir de los esquemas de Nicole Sonolet. “Un centre de santé mentale urbain. Proposition d’une expérience.” Recherches programmation architecture et psychiatrie, n° 06 (1967): 137 – 155.

Hospital Eau Vive Soisy sur Seine, 1960-1965. 6 avenue du gènèral de Gaulle. Archivo personal Christine de Bremond d’Ars

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hasta que finalmente fueron demolidos entre 1971 y 1973. Sin embargo, la actividad propia del mercado continuó por varios años: restaurantes baratos, pequeños bares con música y cantantes en vivo, y teatro experimental. La oficina de Nicole Sonolet estaba en el mismo lugar que su casa, en la Rue Dominique, 3, Distrito VII. Se trataba de una zona más elegante, pero también rica en eventos culturales, al otro lado del Sena. Como no estaba tan lejos, es probable que luz recorriera el trayecto entre su casa y su oficina en metro o en bus, aunque era posible hacerlo a pie, en un paseo a través del Barrio Latino, el centro intelectual de la ciudad.

Nicole Sonolet, más que su jefa, se volvió su mejor amiga y Luz se entregó a su trabajo con la dedicación que ponía a lo que le interesaba. Luz siempre recordó esa época como de mucho trabajo y, con su caracterizada modestia, disminuía su importancia:

los estatutos de trabajo de Francia [no permitían] que yo pudiera firmar como arquitecta. ¿Entonces qué hacía? Pues yo hacía trabajo de dibujo. Duré seis años trabajando con una arquitecta… claro, yo entendía seguramente muchísimo más que una simple dibujante. Pero mi papel era de dibujante […] Yo en París trabajé siempre en hospitales […] yo trabajaba de sol a sol.4

Nicole Sonolet (1923-2015) se había dedicado a estudiar y realizar hospitales psiquiátricos, dentro de un proceso de reformulación de los tratamientos de enfermedades mentales que estaba en boga en París en ese momento. A inicios de la primera década de los sesenta, Nicole estaba diseñando el hospital para enfermos mentales del Distrito XIII en Soisy-sur-Seine. A este ambicioso proyecto, que se desarrolló entre 1960 y 1965, se incorporó Luz, formando parte de una animada investigación con ribetes de cruzada, y consultando pacientes y a sus familiares, médicos, trabajadores sociales y enfermeros. Su experiencia anterior con Cuéllar Serrano Gómez en algunos hospitales debió haber aflorado más de una vez.

La oficina de Nicole era pequeña y, además del hospital, desarrollaba paralelamente otros proyectos y reformas. Sobre el papel de Luz Amorocho allí, es muy reveladora una carta que Luz le envió a Nicole en 1962, cuando esta viajó a México y los Estados Unidos, tal y como se lee en el reverso de esta publicación, Luz al oído, en las páginas 55-56. Aunque no contamos con otras fuentes, esta carta es un indicio elocuente sobre las características del trabajo de Luz. Además de corroborar la intensidad y responsabilidad que

4 Extracto de entrevista inédita grabada por Ana María Pinzón.

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demandaba una labor que ni siquiera respetaba los fines de semana, es evidente que, a los dos años de haber llegado a la oficina de Nicole, Luz no solo era una dibujante, sino su mano derecha. Se hacía cargo de los detalles de diseño, de hacer los planos, de redactar informes y de hablar con los clientes. Es evidente también que se trataba de una oficina pequeña, compuesta básicamente por las dos arquitectas y, tal vez, una secretaria, aunque se contara con la ayuda eventual de otras personas. La carta también deja claro la amistad que había entre las dos, pues sobrepasaba la complicidad surgida en el trabajo común, y abarcaba el afecto y la cercanía familiar.

No es extraño que se hicieran tan amigas y que su amistad durara toda la vida: eran prácticamente de la misma edad —Luz era apenas un año mayor—, tenían excelentes relaciones y se preocupaban mucho por sus respectivas madres, tenían una afectuosa vida familiar y, como ninguna de las dos se casó ni tuvo hijos, los sobrinos fueron muy importantes para ellas. Se identificaban políticamente en sus posiciones progresistas. Ambas eran arquitectas, inteligentes, talentosas y valientes. Rompieron brecha en sus mundos: Nicole, empeñada en tener una oficina propia y no trabajar en una oficina ya consolidada; y Luz, empeñada en ser profesional donde casi no había y ejercer la arquitectura a su manera. Mujeres luchando en un mundo de hombres, querían hacer un trabajo significativo socialmente, aunque no fuera reconocido. Vivían sus vidas con alegría y sin dramatismos.

Con un trabajo intenso y satisfactorio y un lugar propio donde vivir, la vida para Luz comenzó a fluir más tranquilamente y dentro de una rutina estable. Pero también se las arregló para ir mucho a teatro, que siempre le fascinó. Generosa y hospitalaria, Luz se volvió anfitriona y guía de los nuevos colombianos que llegaban a estudiar a París. Uno de ellos, Jacques Mosseri, recuerda que, cuando llegó a esta ciudad con una beca del Gobierno francés, Luz lo alojó en su apartamento pequeñito: “él estuvo habitando en mi casa como tres meses o algo así, mientras conseguía vivienda y pues… éramos muy amigos, muy amigos”5. Por sus cartas posteriores se sabe que en París reforzó amistades que serán muy importantes en su vida ulterior, como Ignacio Gómez, que se fue a vivir a París después de haberse graduado como arquitecto en la Universidad Nacional de Colombia en 1963 y que se volvería un afamado fotógrafo; también con amigos visitantes eventuales como Ernesto Lleras, Olga y Jim Amaral, Jaime Castell y Santiago García. Con ellos, cuando regresaba del trabajo, salía en las noches a visitar bares y cafés, ir al cine y a teatro.

5 Entrevista a Jacques Mosseri, realizada dentro de esta investigación, el 2 de junio de 2021.

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A comienzos de 1966, Luz decidió regresar a Colombia. Podemos imaginar varias razones para esta decisión. Es posible que, con la entrega del hospital de Soisy-sur-Seine, la oficina de Nicole se quedara sin mucho trabajo inmediato. Que hubiera permanecido durante cinco años en su incómoda buhardilla es un signo diciente de que nunca contó con muchos recursos. Es probable que, para Luz, la fascinación por la Ciudad Luz hubiera disminuido con el tiempo y sus expectativas iniciales no estuvieran ya teñidas de ilusiones inéditas. Pero, por otro lado, en Colombia también estaban sucediendo cambios interesantes que ella presentía y a lo mejor quería conocerlos de cerca. Su madre, a quien hacía mucho no veía, iría a Bogotá durante un tiempo y esto, al parecer, precipitó su decisión. El hecho es que, con 44 años recién cumplidos, en mayo de 1966 Luz Amorocho estaba de nuevo en Bogotá.

[En París] era libre, ¿no? No me importaba ya lo que dijera la gente, pero era una libertad… que no, para que tú seas libre, tienes que estar contrastando eso contra otras cosas que no son libres […] ¿Tú eres libre en función de qué? En función de la esclavitud de otro. ¿Tú eres bonita en función de qué?… De los feos. ¿Tú eres alta o bajita en función de qué? De los chiquitos y de los grandes. Si no hubiera todo eso, tú no serías ni chiquita, ni bonita, ni fea ni nada, sino serías un ser… en la mitad de… como un desierto […] Yo no tenía ni puntos de comparación… no tenía un medio cultural que me sirviera de caja de resonancia.

[…] cuando se acabó [el trabajo donde Nicole] me dije: “Voy a aprovechar y voy a Colombia”, porque mi mamá iba a venir, entonces, de paso estoy con ella, porque mi mamá vivía con mi hermano, mi hermano era profesor de la Universidad de California y tenía el año sabático […] y quedaba muy trabajoso que mi mamá estuviera con ellos […] Entonces yo aproveché y dije: “Voy a pasar un tiempo con mi mamá allá mientras se devuelve para Estados Unidos”6 .

La decisión de volver a Colombia, en busca de una libertad que solo se podía entender por comparación, no era, sin embargo, definitiva. Luz esperaba volver a París a establecerse, porque allí había encontrado una vida profesional y cultural plena, había podido ser ella misma sin presiones y, además, tenía amigos entrañables que la rodeaban y con los que había formado una especie de familia. Por eso pensaba que su estadía en Bogotá sería temporal.

6 Fragmento de entrevista inédita hecha por los autores a María del Mar Ravassa el 13 de agosto del 2021, cedida para esta publicación.

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