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UN NUEVO TUMACO

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Katherin Triana

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Tumaco, localizado en el extremo sur, es uno de los tres centros urbanos más importantes del Pacífico colombiano. Con cerca de ochenta mil habitantes, es el núcleo poblacional de mayor proporción de la costa nariñense. Más significativo en términos poblacionales y económicos que las antiquísimas Barbacoas e Iscuandé.1

A inicios de los años cuarenta del siglo XX, Tumaco se había logrado consolidar como el centro de mayor importancia económica del Pacífico, debido al auge que tenían actividades como la extracción de caucho y tagua, la instalación de un ferrocarril provisional y la construcción de nueva infraestructura urbana. Si bien existía una pequeña élite blanca, en su mayoría compuesta por extranjeros (alemanes, españoles e italianos) y miembros de antiguas élites barbacoanas dedicadas al comercio, la dirección de la industria extractiva y la política, y la mayor parte de la población tumaqueña estaba conformada por afrodescendientes libres que se habían establecido en épocas anteriores o migraban a la isla en aras de encontrar nuevas oportunidades laborales en campos como la agricultura, la pesca, la minería o en actividades extractivas.

El asentamiento a largo plazo de estos grupos de extranjeros y élites de la zona estableció en Tumaco una imagen de modernidad urbana y arquitectónica, pues el ideal era consolidar una ciudad blanca y letrada que tuviera mayores y mejores relaciones con el mundo de afuera que con el interior del país. Esto permitió que en el centro de la isla se insertaran espacios públicos grandes, importantes áreas comerciales, escuelas, iglesias y fábricas: también, y teniendo en cuenta la relevancia y constante utilización de la madera, se construyeron edificaciones que resaltaban por su belleza y minucioso detalle, por ejemplo, el Palacio Municipal, el Colegio de Señoritas, la catedral de San Andrés y algunas residencias de familias blancas ligadas estrechamente al comercio.

Por otro lado, se encontraban los asentamientos afro, que en su mayoría retomaban las formas tradicionales/ancestrales de construcción y adaptación a las condiciones del territorio, centrándose más en la vivienda palafítica ubicada a lo largo de la costa de ríos, ensenadas, manglares y mares. La

1 Michael Agier, Manuela Álvarez, Odile Hoffmann y Eduardo Restrepo, Tumaco: haciendo ciudad. Historia, identidad y cultura (Cali: Universidad del Valle, 1999), 95.

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población afrodescendiente que se ubicaba en zonas más urbanas también recreaba tipos de viviendas y organizaciones de espacios públicos y privados que se asemejaban a las dinámicas de los palafitos2 .

Por lo general, este tipo de construcciones se erigían sobre pilotes de madera que sostenían plataformas que se convertirían en las estructuras de los suelos de las viviendas.

Así, el espacio urbano se consolidaba entonces en dos partes. La primera por actividades comerciales, religiosas y políticas establecidas por la élite blanca minoritaria localizada en el centro de la isla de Tumaco (La Taguera, el parque Colón y la actual Calle del Comercio), y la segunda por los lugares donde la población afro había construido sus viviendas y desarrollaba sus actividades propias de trabajo y comercio, rodeando el núcleo comercial de los blancos y extendiéndose hasta la isla de La Viciosa, donde ocupaban barrios como el Panamá y el Puente del Medio.

Sin embrago, todos estos referentes espaciales y arquitectónicos que se habían logrado levantar desde comienzos del siglo XX en la época más conocida como “la bonanza de la comercialización de la tagua” se perdieron, lo que puso fin a esta época, cerró definitivamente el ciclo del caucho y la tagua, y expulsó a extranjeros y élites que ya no le veían futuro al puerto. El detonante fue un incendio.

Una de las catástrofes colectivas más impresionantes y pavorosas de los últimos años se produjo en el próspero puerto de Tumaco, sobre el océano Pacífico, cuando las llamas de un incendio originado al parecer en el teatro Lux, a las siete y treinta de la noche del viernes, arrasaron totalmente la población, dejando sin techo y sin haberes a más de cinco mil personas, causando

2 “Este tipo de vivienda, de palafitos, es distintiva de las formas de poblamiento sobre los cursos de agua, que configuran el eje de ordenamiento territorial del Pacífico […] Los centros urbanos han variado sustancialmente la composición de la vivienda —ajustándose a las necesidades de los procesos de urbanización—, quedando la estructura tradicional de los palafitos relegada a sectores marginales de las ciudades. […] Estructuralmente, la vivienda de palafitos se elabora con materiales vegetales que se disponen de acuerdo al lugar que ocupen y a las características específicas de la clase de madera […] La forma de la vivienda es rectángular, con dos variaciones de acuerdo con su orientación al río. Si el frente lo construye el ancho del rectángulo, primero se encuentra la parte social, la más amplia e importante de la vivienda, cuyo sitio más significativo es el balcón. Posteriormente, a lado y lado un corredor que une por el centro de la sala a la cocina, se encuentran las habitaciones; luego, están la cocina y la azotea, donde se lavan los utensilios domésticos y se extiende la ropa, además esta última se une con la caseta del servicio sanitario”. Para ampliar información sobre la vivienda palafítica consultar Carlos Osorio, La vivienda palafítica del Pacífico (Bogotá: Banco de la República, 2016), 25-30.

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pérdidas por valor mayor de cinco millones de pesos y produciendo las más dolorosas escenas de terror y confusión.3

El 10 de octubre de 1947 quedaría en la historia como el día en que ardió Tumaco. El incendio que comenzó en el teatro Lux y se extendió debido a los fuertes vientos que hacían volar chispas por doquier había reducido el puerto a sus tres cuartas partes, pues se dice que tan solo 20 manzanas quedaron en pie y el resto eran escombros; al menos 164 edificaciones eran despojos y el centro de la ciudad fue consumido en su totalidad por el fuego. A esto se le sumaron los desmanes ocurridos, en los que, “machete en mano, los negros cometieron graves atropellos”.

En medio de la confusión, cuando millares de personas trataban inútilmente de combatir el fuego, aparecieron bandas de negros armados de machete, que consumaron graves atropellos, logrando el saqueo […] Los nativos se dedicaron al saqueo, sin importarles más que el robo y sin que nadie pudiera impedirlo ni preocuparse por ello.4

En un principio se le había encargado al arquitecto Jorge Gaitán Cortés, ministro de Obras Públicas para ese periodo, la reconstrucción del puerto, pero después este trasladó la responsabilidad a la sección de Edificios

3 “Tumaco arrasado por las llamas”, El Tiempo, 12 de octubre, 1947, 1. 4 “Tumaco arrasado por las llamas”. Recorte de la primicia “Tumaco arrasado por las llamas”, El Tiempo, 12 de octubre, 1947, primera página.

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Nacionales. Ellos contaron con la ayuda y asesoría del Consejo Nacional de Vías en lo referido a ferrocarriles, caminos y aeropuerto; de la Frederick Sanre de Colombia, para la construcción de instalaciones portuarias y, finalmente, contrataron para la consultoría a la firma "Town Planning Associates", dirigida por los arquitectos Josep Lluis Sert y Paul Wiener5 .

Ellos ayudaron en el desarrollo de un proyecto que tenía escuelas, edificios administrativos y un centro cívico; básicamente se trataba del diseño y la construcción de una ciudad. Esta consultoría y otras alianzas se dieron bajo la consigna del ministerio de que, si se quería un país verdaderamente moderno, era necesario responder a la era mecánica e industrial en la que se vivía, implementando diseños urbanos y arquitectónicos para una nueva ciudad.

La vieja idea de convertir a Tumaco en uno de los principales puertos comerciales del país, […] uno de los primeros municipios en modernizar sus estructuras físicas (Hardoy s. f.: 61; Casas y Uribe 1985) […] hizo que en 1947 el Estado, bajo el gobierno de Mariano Ospina Pérez, se decidiera a crear el Plan de Reconstrucción de Tumaco, en el cual se pretende pensar la ciudad a través de ciertos parámetros urbanísticos planificados, así como la construcción de un puerto de grandes proporciones. Para este momento, el Ministerio de Obras Públicas, bajo las influencias de la arquitectura y el urbanismo corbusiano, se propone la creación de la Ley 88 del 26 de diciembre de 1947, donde se ordena “la elaboración de un plan regulador de urbanismo en cada municipio […] que indicara cómo debía continuarse la urbanización futura y los nuevos barrios que hubiesen que levantarse; esta política fue simultánea a la adopción en el país de preceptos urbanísticos del CIAM6 y del racionalismo en general.”7

Por esta razón, en 1948 se hizo el encargo de consolidar un grupo de profesionales que trabajaran en conjunto con la consultoría del Ministerio de Obras Públicas: el Grupo Tumaco, entre cuyos integrantes estaban Gonzalo Samper, Eduardo Mejía, Fernando Martínez, Edgar Burbano, Hernán Vieco y, por supuesto, Luz Amorocho. Después de los acontecimientos de El Bogotazo, el 9 de abril de ese mismo año, y mientras Luz trabajaba en el Colegio Mayor de Cundinamarca, fue convocada por el arquitecto Gaitán Cortés para volver

5 Luz Amorocho, Fernando Martínez y Hernán Vieco, “Reconstrucción de Tumaco”, Proa 15, 1948. 6 CIAM: Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (1928-1959). Laboratorio de ideas del movimiento moderno, o estilo internacional, en arquitectura. 7 Manuela Álvarez, “Regímenes de construcción territorial: Tumaco como escenario urbano”, Antropología hecha en Colombia, t. II, editado por Eduardo Restrepo, Axel Rojas y Marta Saade (Popayán: Sello Editorial Universidad del Cauca, 2017), 158.

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Luz Amorocho y otros colegas en la terraza del Edificio Murillo Toro donde se encontraba la sede del Ministerio de Obras Públicas, ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió.

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a ese lugar que le había dado espacio como dibujante y que ahora la recibía con los brazos abiertos como la arquitecta que conformaría uno de los grupos más importantes en la reconstrucción del puerto. Si bien comenzó de tiempo parcial, poco después dejó la dirección y docencia en la carrera de Delineante de Arquitectura para irse a trabajar de planta al ministerio.

Entonces el sentimiento muy posiblemente fue de expectativa por los resultados de su trabajo, pues el encargo era grande. Esa labor juiciosa se vio permeada por el placer de viajar y descubrir Tumaco, un lugar que seguramente no había contemplado visitar como turista, pero que en definitiva llenaba las ansias y expectativas que Luz mostraría a lo largo de su vida de encontrar nuevos mundos y explorarlos por sí misma. Finalmente, pertenecer a este grupo de trabajo hizo que su recorrido dejara de ser aquel que la conducía desde Chapinero hasta el Colegio Mayor de Cundinamarca, para llegar hasta el centro de la ciudad: al edificio Murillo Toro donde funcionaban las oficinas del ministerio.

Lo más probable es que Luz utilizara la ruta del tranvía que iba desde la avenida Chile hasta Las Cruces por la carrera 13, y si quería desplazarse a otros lugares de la ciudad, como por ejemplo a la Universidad Nacional, solo debía tomar la ruta Santander con destino al barrio Acevedo Tejada por la Carrera 26. Sin embargo, ahora este recorrido se ampliaba desde Bogotá hasta Tumaco, adonde llegó en una pequeña avioneta que aterrizó en El Morro, donde fue recibida con los honores merecidos como la primera arquitecta del país.

Ese acercamiento al Pacífico colombiano le permitió entender el lugar que quería ocupar en el proyecto y las partes que quería desarrollar de ese gran plan cívico dispuesto para el puerto. Con los recorridos que el grupo hizo por las islas de Tumaco, El Morro y La Viciosa, se logró recopilar información topográfica, climática, económica y social, lo cual les permitió ver cómo debían diseñar el proyecto, los materiales que habrían de usar, los usos que ahora tendrían que proponer, entre otras características. De las islas visitadas, El Morro fue la escogida para el nuevo proyecto, pues su ubicación y condiciones topográficas harían posible un mejor desarrollo del puerto y la nueva ciudad.

Artículo 3º Declarándose como áreas urbanas de Tumaco los terrenos correspondientes a las islas de Tumaco, La Viciosa y El Morro, y, en consecuencia, el Gobierno procederá a adquirir los terrenos de estas dos últimas islas, que sean necesarios para el desarrollo del plan de urbanización decretado en la presente Ley. Estas adquisiciones se declaran de utilidad pública y de interés social. (Ley 48 de 1947)

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En la revista Proa número 14 se indican las condiciones que hicieron posible la escogencia de El Morro:

La isla de El Morro es en su casi totalidad plana y rodeada de manglares hacia el sureste y playas a todo lo largo del noroeste de la isla. De esta llanura rodeada por el mar emerge en su parte este un enorme acantilado cubierto de vegetación […] Al abrigo de este cerro se situarán los muelles del nuevo puerto, ya que según los estudios de los Ingenieros de la Snare, este lugar además de ser el más favorable de acuerdo con las necesidades portuarias es el que permite el mejor y más fácil canal de acceso desde la bahía.8

Así, esta isla era la indicada para diseñar, planificar y construir una nueva ciudad portuaria que sería punto de intercambio entre el resto de Nariño, el Alto Cauca y la región del Amazonas.

En 1947 se construye el Viaducto o Puente del Morro, que une las islas la Viciosa y El Morro, así como el relleno que une a Tumaco con la isla de La Viciosa. En los años siguientes, por consideraciones del Plan de Reconstrucción, y en general del Ministerio de Obras Públicas, en el Morro se construirán el aeropuerto “La Florida”, el Batallón de infantería Marina No. 2, el Palacio Episcopal, los colegios de enseñanza secundaria “Max Seidel” y el Instituto Técnico Industrial Nacional, la Capitanía del Puerto y los muelles del Puerto de Tumaco.9

Teniendo en cuenta lo anterior, a finales de 1948 se comenzaron a establecer los primeros anteproyectos que eran los de urbanismo, viviendas y un centro cívico; más adelante se proyectaron las escuelas y diferentes tipos de centros de enseñanza, zonas comerciales, edificios portuarios y equipamientos necesarios para la recreación y el turismo. Para esta primera etapa se definió un proyecto que estuviera acorde con las características de la población; por eso, mediante un estudio minucioso de las formas de vida y de las familias, se logró desarrollar las particularidades que debían tener las viviendas y la manera en la que se debían agrupar (bloques de más o menos dieciocho a veinte casas, según Proa10).

Llegada de Luz a la ciudad de Tumaco en avioneta, ca. 1948. Archivo Maldonado-Tió.

8 Luz Amorocho, Fernando Martínez y Hernán Vieco, “Reconstrucción de Tumaco”, Proa 14, agosto, 1948, 23. 9 Álvarez, “Regímenes de construcción territorial”, 160. 10 Amorocho, Martínez y Vieco, “Reconstrucción de Tumaco”, Proa 14, 22.

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Plano del Ministerio de Obras Públicas donde se muestra la primera etapa de planificación de Tumaco en la isla del Morro, febrero de 1949. Plano: 789,signatura: -1,50,20,35. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

Plano del Centro Cívico y la planificación de Tumaco en la isla del Morro, junio de 1948. Plano: 243,signatura: -1,17,23,49. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

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También se definieron tres ejes básicos que determinaron las zonas diseñadas en el plan inicial —y que en la actualidad se conservan en la distribución de la isla—:

a) Eje del ferrocarril de comunicación con la comarca, que define y controla la zona de los esteros (futura zona industrial) y la parte habitable de la isla […] De esta manera el ferrocarril y carretera inter-regional llegan hasta el puerto sin cortar con las zonas de habitación […] b) Eje transversal formado por el paseo desde el puerto a la playa a lo largo del cual y conservando su carácter de paseo se va desarrollando el centro cívico cultural. c) Eje longitudinal formando el parque central que comunica la isla desde la pista de aterrizaje hasta las proximidades del Morro, verdadero parque natural por su belleza y carácter. Este eje divide a la ciudad en dos partes: una zona vecina a las playas y otra vecina al puerto y la industria, en donde vivirán los trabajadores relacionados a la vida portuaria e industrial […] El centro cívico cultural llena sus funciones para ambas, ya que su crecimiento, es opuesto a las zonas explicadas.11

Para la parte incendiada, se propuso la construcción de un centro cívico cultural donde, en su primera etapa, se reconstruyan edificios con usos que ya existían en el viejo Tumaco (iglesia, alcaldía, edificios comerciales, edificio nacional y zona de entretenimiento). Posteriormente, este núcleo se complementaría con otros edificios que respondieran a las necesidades futuras de la ciudad.

“La nueva ciudad será un conjunto realizado con formas geométricas puras, localizadas con orden, con ritmo y con extraordinario sentido económico y funcional”12. Lo que se quería con el nuevo proyecto era convertir al puerto en el epítome de la modernidad, donde reinaran la paz del espíritu, la satisfacción higiénica y el deleite estético como factores imprescindibles para una vida más feliz.

En ese momento la labor de Luz con el ministerio era la de proyectar, y si bien diseñó algunos prototipos de viviendas en compañía de Hernán Vieco para la primera etapa, más adelante se concentraría de forma individual en los colegios, escuelas y centros educativos, lo cual no es de extrañar, porque, como hemos visto, la educación formó parte fundamental en su vida. Primero educándose, luego enseñando a otras mujeres y ahora aplicando

11 Amorocho, Martínez y Vieco, “Reconstrucción de Tumaco”, Proa 14, 24-25. 12 Amorocho, Martínez y Vieco, “Reconstrucción de Tumaco”, Proa 15, 11.

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sus conocimientos para diseñar lugares en donde otros pudieran ser educados. Tal fue su influencia en el ámbito de la arquitectura escolar, que gracias a esto se lograron desarrollar investigaciones como la de Rafael Maldonado con respecto a este tema.

A estas funciones se añade la colaboración que hizo para los números 14 y 15 de Proa, en compañía de Fernando Martínez y Hernán Vieco, donde se ocuparon de preparar y presentar el proyecto a la revista.

Luz proyectó bajo las directrices de la zona en la que se encontraba, porque en sus diseños se evidencia cómo se retoman las condiciones del lugar. En el caso de las viviendas provisionales, tanto Amorocho como Vieco diseñaron a partir de los parámetros impuestos por la consultoría de Wiener y Sert, es decir, se rigieron por ideas netamente modernas. Por ejemplo, la mayoría de las cubiertas a dos aguas se proyectaron invertidas, a limahoya, una idea bastante corbuseriana; fachadas que desaparecen gracias a la utilización de sistemas de paneles, abriendo y ampliando el espacio social y/o comercial de las casas, lo que permite que incluso en su interior se pudieran desarrollar actividades económicas propias de los habitantes, derivadas de la pesca o la agricultura. Pero lo más importante era que, en definitiva, se quería cambiar el aspecto de los espacios, especialmente de las viviendas de palafitos de la población afro, las cuales estaban, según los parámetros modernistas de la época, desprovistas de estética e higiene.

Para las escuelas, otras fueron las condiciones de diseño. En primer lugar, Luz proyectó escuelas bastante convencionales, regidas por una especie de plataforma que relacionaba de forma adecuada el adentro con el afuera. Propuso, sin embargo, espacios flexibles equipados con rampas y que proveen de sombra los lugares de recreo; que no se quedan en las formas puras del modernismo, sino que retoman construcciones tradicionales de la zona, como los palafitos, los cuales aplica al momento de elevar las segundas plantas y dejar las primeras, casi en su totalidad, libres. Este diseño cuarenta años después sería reproducido nuevamente por el arquitecto Maldonado13 .

Posteriormente apareció otra forma, bastante distinta, de proyectar escuelas. Con el reto de diseñar cerca al mar y después de un año, Luz cambió

13 Rafael Maldonado, arquitecto colombiano que se especializó en la creación de importantes colegios. Dirigió diversas investigaciones sobre el tema, en las que estudiaba las necesidades específicas para que las construcciones escolares procuraran mejores ambientes para todos los estudiantes. Fue gran amigo de Luz Amorocho y por eso suponemos la gran influencia del trabajo escolar de la arquitecta sobre Maldonado.

Vivienda provisional, plantas 1 y 2. Desarrollado por Luz Amorocho y Hernán Vieco, febrero de 1950. Plano: 423,signatura: -1,05,16,19. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

Vivienda provisional para Tumaco. Desarrollado por Luz Amorocho y Hernán Vieco, noviembre de 1949. Plano: 244,signatura: -1,17,23,40. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

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su forma de ver y diseñar en Tumaco. Al parecer, la experiencia la orientó a proyectar espacios más amplios en una sola planta, a manejar dobles alturas y cubiertas tipo limatesa para cubrir temas de ventilación y confort climático. Al retirar el concreto y otros materiales que utilizaba inicialmente en 1948, descubrió que para el lugar la mejor forma de construir era en madera, por lo que comenzó a diseñar escuelas que, desde su estructura hasta sus acabados, requerían una utilización cuidadosa y delicada del material.

Con el empleo de este tipo de materiales en la construcción, Luz respetó las condiciones de Tumaco y su idiosincrasia, pues tuvo como referente las antiguas edificaciones del centro de la isla. Al ser Tumaco un importante centro maderero, los diseños de Luz evidencian ampliamente el uso de técnicas de la madera: en ventanas, persianas, juntas, fachadas, escaleras e incluso estructuras de cubiertas, acompañadas por otros materiales como el ladrillo o el concreto, que jugaban a su favor al momento de complementar sus diseños en coherencia con el clima tropical del puerto.

Fue muy interesante el esfuerzo de adaptación de los materiales y el clima del lugar, así como la adopción de conceptos modernos en una síntesis acertada; constituye este plan un caso positivo de asimilación de ideas del panorama presente de la arquitectura, aunque como en todos los casos de la época, mucho más positivo en el plano de lo arquitectónico que en lo urbano.14

Todos estos proyectos sufrieron transformaciones a lo largo de tres años, pues hasta 1950 Luz trabajó en el ministerio proyectando y transformando ideas para un nuevo Tumaco. Pronto se puso fin a la etapa de diseño para empezar la de construcción, pero desafortunadamente este proyecto no se concretaría en su totalidad. Tumaco marcó el fin de la época de la arquitecta en el ministerio, de donde decidió salir para trabajar en la firma Cuéllar Serrano Gómez. Al parecer su participación en este plan de gran envergadura le abrió las puertas a una nueva etapa profesional.

Desde su partida conservó la esperanza de ver materializado el esfuerzo de tanto tiempo, de hacer realidad esas huellas, pasos e ideas que había dejado plasmadas en el papel; ¿sería ese el resultado después de tanto tiempo de esfuerzo y dedicación? Por esto es más que entendible su frustración cuando años más tarde le preguntó al país por el destino del proyecto, del cual solo se construirían el aeropuerto, el puerto, una casa y el trazado vial:

14 Álvarez, “Regímenes de construcción territorial”, 160.

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Escuela para Tumaco, detalles de ventana. Proyecto de Luz Amorocho, dibujo por E. del Valle, agosto de 1950. Plano: 408,signatura: -1,05,16,19. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

Vivienda provisional para Tumaco, paneles y detalles. Proyecto de Luz Amorocho y Hernán Vieco, dibujo por N. Santos Rico, enero de 1950. Plano: 414,signatura: -1,05,16,19. Dirección de Edificios Nacionales, Archivo General de la Nación, Fondo Invías.

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¿qué paso?, ¿por qué no se construyó? […] Pregúntele a Colombia. La falta de dinero, de coherencia y la sobra de política no dejó que Colombia pusiera lo necesario para desarrollarlo como debió ser.15

Otros puntos de vista señalan al respecto:

con lo que no contó la ley, ni mucho menos el Plan de Construcción de Sert y Wiener, fue con la urbanización informal, en donde, al contrario de lo que proponían con la apropiación de la isla del Morro, la gran mayoría de pobladores se siguieron asentando a lo largo y ancho de La Viciosa y Tumaco. En otras palabras, aunque desde el punto de vista morfológico la ciudad mantenga algunas de las características del ordenamiento espacial y arquitectónico propuesto, las características de los patrones de asentamiento, así como sus tipologías, difieren en gran medida de la ciudad imaginada por el Estado y su grupo de “expertos”, constituyendo en ese sentido, un flagrante caso de desurbanización.16

Aun cuando no fue la única mujer en el Ministerio de Obras Públicas o en la sección de Edificios Nacionales, pues sus trabajos en Tumaco estuvieron apoyados por dibujantes mujeres, hasta su salida de la institución en 1950 ninguna otra mujer entró a trabajar como arquitecta a la sección. Por un periodo de seis años, Luz fue la única mujer que ocupó el cargo de arquitecta y mostró sus ideas para convertirlas en un proyecto con todas las de la ley, lo que marcó el principio de una nueva época, que dejaría el camino abierto para aquellas que aspiraran a llegar allí.

15 Extracto de entrevista inédita grabada por Ana María Pinzón en julio de 2007 y concedida para esta publicación. 16 Álvarez, “Regímenes de construcción territorial”, 159-160.

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