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EN EL CENTENARIO DE RICARDO MARTÍNEZ ‘YECLANO’

# Manolo Guillén

El pasado 30 de julio se cumplieron cien años del fallecimiento del primer matador de toros con que contó la ciudad de Yecla, Ricardo Martínez Muñoz, que se anunciaba en los carteles como ‘Yeclano’. Mucho se ha hablado de la vaquilla que mató accidentalmente al celebérrimo Antonio Bienvenida y muy poco se sabe de uno de los nuestros que murió a consecuencia de los golpes que le dio otra becerra, en uno de los festejos benéficos que él mismo promovía.

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Murió relativamente joven, con cincuenta años de edad después de una vida llena de curiosidades: la llama de la afición se le encendió durante su estancia en Cuba, donde cumplía el servicio militar. Allí se convirtió en ídolo de la tropa cuando dominó un toro que se había desmandado en una finca aledaña y ponía en riesgo la integridad de sus compañeros. Es obligatorio recordar que Cuba llegó a inaugurar una veintena de plazas de toros, aunque hace ya mucho tiempo que carece de toda actividad taurina. Una vez cumplidos los deberes con la patria marchó Ricardo a tierras mexicanas, donde en 1899 se enroló en la cuadrilla del novillero español Juan Arregui ‘El Guipuzcoano’, al lado de quien aprendió el oficio a sus órdenes como banderillero. Por aquel entonces se conocía a Ricardo como ‘El Murciano’.

Dos años más tarde regresó a España para presentarse como novillero, ya con cuadrilla propia, y anunciándose como ‘Yeclano’. La presentación tuvo lugar el 7 de abril de 1901 en la plaza de Yecla, donde estoqueó como único espada cuatro ejemplares de Higinio Flores. Encontró el aliento de Cristóbal Martínez ‘Cohete’, promotor de festejos taurinos en la Ciudad del Mueble, que apoyado en los éxitos de ‘Yeclano’ le proporcionó la oportunidad de rodarse por un puñado de cosos de Levante, Reino de Valencia y también en plazas castellanas. Así hasta que en 1902, después de ilusionantes actuaciones en Talavera de la Reina, Navalcarnero y Murcia, se planteó retos mayores como el de su presentación en la plaza de Madrid, que se produjo el 17 de agosto. Allí despacharía junto a ‘Cocherito de Bilbao’ y el madrileño ‘Mazzantinito’ un encierro de Miura muy duro, con mucho peligro y que propició un accidentado festejo.

Recibió ‘Yeclano’ un puntazo en la rodilla al entrar a matar citando en la suerte de recibir. A pesar del percance, las reseñas de su presentación madrileña fueron muy dispares: unos contaban que fue “aclamado” y otros de su “jinda”.

Tomó la alternativa en dos ocasiones, para, después, volver a participar en novilladas, con total normalidad. Cuando no existía ese triunfo grande que permi-

Ricardo Martínez, 'el Yeclano'.

'El Yeclano' entrando a matar. Ricardo Martínez, 'el Yeclano' haciendo el 'cartucho de pescao'.

tía la consolidación definitiva en el escalafón superior era algo, digamos, habitual en aquellos tiempos lo de intercalar corridas y novilladas. Aunque también se decía de quienes volvían a torear novilladas que habían renunciado a la alternativa. La primera vez que recibió los entorchados de matador de toros fue el 3 de septiembre de 1903 en Villarrobledo, donde Manuel Lara ‘Jerezano’ le cedió la muerte de un toro de la vacada de Valentín Flores. Quince días más tarde, el 18, actuando en una novillada en la población madrileña de Colmenar de Oreja, sufrió uno de los mayores percances de su carrera cuando se disponía a practicar su habitual salto de la garrocha. No era la primera vez que le herían los toros, porque incluso en su etapa americana resultó gravemente corneado en Orizaba.

Al año siguiente, después de un periplo en el que llegó a participar en una novillada sin picadores en Cartagena, acabó tomando su alternativa definitiva el 15 de agosto de 1904, esta vez en Jumilla de manos de Miguel Báez Quintero ‘Litri’ y de nuevo con ganado de Flores. ‘Yeclano’ siguió toreando con cierta regularidad aunque, salvo en ocasiones aisladas, el perímetro de sus actuaciones fue siendo cada vez más reducido.

En 1907 se casó, tuvo tres hijos, pero ninguno de ellos siguió sus pasos. Sí lo había hecho su hermano Josualdo, que fue banderillero y se le conocía como ‘El Moreno’. A raíz de haber formado una familia, entremezcló, Ricardo, actuaciones en las que mostraba su arrojo, basado en desplantes de rodillas y tocando las testuces de los toros, con otras comparecencias menos afortunadas. Y en las crónicas de los festejos, donde actuaba, dejaron de aparecer los saltos de la garrocha, que tantos éxitos le habían proporcionado años atrás.

A partir de ahí siguió actuando como matador, ya en plazas de menor categoría. Unas veces en novilladas, otras como sobresaliente de espadas y rejoneadores, o también en algunos festivales, como el que tuvo lugar en 1911 en Calasparra en el que obtuvo un triunfo de dos orejas.

La cuesta abajo de su carrera coincidió con la decadencia de la plaza de Yecla, que a esas alturas se encontraba en estado semirruinoso. Se cortó la coleta el 15 de septiembre de 1915 en el coso yeclano. Posteriormente trabajó como enólogo y también como cobrador del Banco de Cartagena, a la vez que regentaba un bar familiar. Fue amigo del poeta Corbalán y del antitaurino Eugenio Noel.

Siguió ‘poniéndose delante’ en los festejos con que pretendía animar a la afición del Altiplano. Así hasta que a los cincuenta años de edad, los golpes de una vaquilla, mientras hacía una dirección de lidia, le costaron la vida hace ahora justo cien años.

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