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MARIO CABRÉ, EL ÚLTIMO TORERO TROVADOR

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BUSCAR LA SUERTE

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# Miguel López-Guzmán

Mario Cabré Esteve. Mario Cabré en el ruedo.

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Mario Cabré Esteve (Barcelona 1916- 1990), procedía de una familia de artistas teatrales, en la que su madre era bailarina. Precoz en su sensibilidad artística y en la torera, su primera obra poética fué Danza mortal, con prólogo de Jacinto Benavente, quien admitía con cierta picardía: “Más que los toros, me gustan los toreros”, y se refería a Mario Cabré como “un poeta que sabe torear”.

Como torero, lo fue más de prestigio y esencias artísticas que de sumar muchas actuaciones. Su manera de manejar el capote, con las manos muy bajas, fue uno de los hitos del toreo de capa contemporáneo. Aportó al noble arte de la tauromaquia una verónica mágica llena de desmayo, fruto de la inspiración fugaz ante el toro. El cuerpo yerto, así como los brazos inertes, conducían la embestida con singularidad inconfundible. Torero elegante, pulcro, valiente, dominador, de buena escuela. El de las supremas elegancias por su forma de estar en la plaza, por sus destellos de torería, por su delicado trato en la calle.

Comenzó a torear en 1934, con el apodo de ‘Cabrerito’, debutando en la Plaza de Las Ventas de Madrid, el 10 de agosto de 1941. Dos años después tomó la alternativa de manos de Domingo Ortega (otro virtuoso), en la Real Maestranza de Sevilla. El padrino fue ‘El Estudiante’, y el toro, ‘Negociante’, de la ganadería de Curro Chica. La confirmó en Las Ventas, de manos de Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, con el toro ‘Cantito’, de V. Muriel.

Siendo un torero elegante y valiente, con unas verónicas que hicieron historia, como ya he referido, no llegó a triunfar rotundamente debido tal vez a los múltiples talentos que convergían en él como el gran polifacético que fue.

Como poeta, sus obras Canto sin sosiego (Alfonsina, mar y muerte), la antedicha Danza mortal, ¡Manolete!, Pablo Ruiz Picasso, Peldaños de eternidad, Recortes de amor, escritas todas en español y no en catalán, le hicieron conseguir en 1972, el Premio Ciudad de Barcelona por su Miramor.

Retirado del toreo se dedicó a ser actor de cine. En la coproducción hispano-cubana, Una cubana en España con Blanquita Amaro, cantaba con acento andaluz y no exento de gracia, el bolero María Dolores. Otras películas fueron Pandora y el Holandés errante, con James Mason y Ava Gardner, que en 1951 dio lugar a su comentado romance, Tercio de Quites, Misión en Buenos Aires, La novia, Nocturno 29, con Lucía Bosé, ya

Mario Cabré y Ava Gardner. Ava Gardner.

Los conocidos actores posando frente a las cámaras. Cartel cinematográfico de la producción Pandora y el holandés errante.

en 1968.

El papel de Don Juan Tenorio que tantas veces interpretó en la ficción, podría decirse que también lo vivió en la realidad, sus lances amorosos con Ivonne de Carlo, Irene Papas, Ángela Tamayo, y con la gran Ava Gardner, lo avalan. Para él, Ava Lavinia Gardner, fue un gran amor, y para ella, no se sabe con certeza, ya que su simultánea relación con Frank Sinatra hizo que le quitara trascendencia, sobre todo por la reacción de celos desatados que llevó a Sinatra a volar a Tossa de Mar para recuperar a su novia, y lo hizo con una joya de esmeraldas y diamantes y con el deseo de matar a Cabré. El escenario de la traición amorosa a Frankie era Tosssa, S’Agaró, Palamós, etc… Ella quedó fascinada por el hombre y por el torero, y él afirmaba que se enamoró “como un ceporro”. En una conversación de Ava con el escritor Peter Evans, para su biografía, ella afirmó: “Me acosté con Mario una vez. Era un diablo guapo” y Evans, dudoso, insistió: “¿Sólo una noche?”, y Ava respondió: “Para este libro, lo fué, cariño. Estaba borracha. Él era guapo”. Para ella fue un error, según afirmó en alguna ocasión, sobre todo al darse cuenta de la obsesión de Cabré hacia ella, plasmada en Diario Poético a Ava Gardner.

Y cierro este relato con una escena de la película:

Cabré, de luces. Una verónica. El toro, negro y taciturno, el torero brinda el toro a Pandora-Ava. Vítores.

Y con un verso de Mario tras una noche compartida en S’Agaró:

“El mar junto a la tierra, como el éxtasis que abrazo”.

Posteriormente, Ava Gardner, en su inicial descenso a los infiernos del alcohol, se encontró con Luis Miguel Dominguín, que en su línea de fatuo y chulesco hombrecillo, alardeaba zafiamente de “su conquista” …Pero eso es otra historia.

La penúltima etapa de Mario Cabré fué como presentador de la TVE en sus inicios, de Club Miramar con Federico Gallo, y de Reina por un día con José Luis Barcelona, en 1964-65.

Cuando le preguntaban por Ava, decía: “Soy un caballero español y jamás le reproché nada”.

Este hombre apuesto, culto, distinguido y con grandes inquietudes, acabó sus días víctima de un ataque hemipléjico, en su Barcelona natal, y en una cierta soledad. ¿Recordando a Ava?

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