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4.- El Mito

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4.- La Colonia 7

4.- La Colonia 7

grabación de las narraciones de los informantes, cuya transcripción se realizó textualmente, a fin de evitar así distorsiones debidas a los particulares prejuicios que pudiera abrigar el propio investigador. De esta manera se asegura la objetividad de las declaraciones, obviando la posibilidad de que el investigador, siquiera inconscientemente, pueda tamizarlas o darles un sesgo ajeno a las motivaciones de los informantes. Con el objeto de resguardar la identidad de éstos, se han empleado nombres ficticios.

C A P I T U LO I

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P R O B L E M AS DE A C U L T U R A C I ON R E L I G I O SA

1 .- Primeros Momentos de la Penetración

Española

La conquista iniciada por los españoles en 1532, fue a un tiempo militar y religiosa; lo dos poderes, el de las armas y el de la fe, actuaban juntos en todos los avances que llevaban a cabo. Esta estrecha unión era característica de la Europa de entonces, cuando las luchas religiosas se confundían con tos intereses del Estado, porque defendían los principios que habían regido el mundo hasta fines del siglo XV, comprometiéndose lo espiritual y lo temporal en las mismas aspiraciones.

Los Reyes españoles supeditaban todos los otros intereses de la corona a la empresa de la conversión de infieles, que habían de llevar a cabo en cumplimiento del mandato de Cristo, que luego de haber resucitado se manifestó a los once y les dijo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura1" . Dice por eso bien Rodríguez

1. Sagrada Biblia. (Versión directa de las lenguas originales porE. NácarFusteryA. Colunga). Madrid,

Casado que la obra de España en América no es sino el proceso de cristianización del Nuevo Mundo2 .

Los sacerdotes de las diferentes órdenes, que ya habían hecho labor misional en las Antillas y México, trataron de reemplazar bruscamente las creencias religiosas que prevalecían entre los futuros conversos. Esta actitud está simbolizada en la intervención del capellán de Pizarro, el dominico Vicente de Valverde, quien se acerca al Inca prisionero con la Biblia en una mano y un crucifijo en la otra, diciéndole que venía a explicar las doctrinas de la fe verdadera3 . Y el mismo conquistador le dice al gobernante imperial: "No tengas por afrenta haber sido así preso, porque los cristianos que yo traigo, aunque son pocos en número, con ellos he sujetado más tierra que la tuya y desbaratado otros mayores señores que t ú, poniéndoles debajo del señorío del Emperador cuyo vasallo soy, el cual es señor de España y del universo mundo, y por su mandato venimos a conquistar esta tierra porque todos vengáis en conocimiento de Dios y de su santa fe católica4" . Y díjole también que los españoles les iban a educar para que pudieran salirse de la bestialidad y vida diabólica en que vivían5 .

Para el Padre De Acosta, la gente en Europa, antes del advenimiento del cristianismo, vivía en un estado muy primitivo. "Lea el que quiera -dice- las costumbres de los antiguos ingleses, hallará que eran más fieras que las de nuestros indios; más Agustín, Lorenzo, Justo y Meliton

La Editorial Católica, B. A. C , 1,1962, Me 16,15. Y se lee también en Mt28,18-20: "Me ha sido dado poder en el cielo y en la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles todo cuanto yo os he ordenado".

2. Cf. V. Rodríguez Casado, Prólogo al libro de F. de Armas Medina, Cristianización del Perú (1532-1630). Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1953.

3. Cf. F. de Jerez, Verdadera Relación de la Conquista del Perú. Lima, Editores Técnicos Asociados, 1968; Biblioteca Peruana, Primera Serie, 1.1, p. 228.

4. Jerez, o. c , p. 230.

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y los demás que mandó Gregorio, ¿qué cosas hicieron y cuan gloriosas en la conversión de aquella isla?. Los turingios, los sajones y algunas otras naciones de Alemania, cuan silvestres y bárbaros fueron en otro tiempo, lo demuestran las respuestas apostólicas de los Sagrados Pontífices Gregorio II y III y Zacarías. Y, sin embargo, por la sola predicación de Bonifacio enviado a predicar la fe por la sede apostólica, ¿cuánto muchedumbre no dobló la cerviz al grupo suave de Jesucristo? Cerca de cien mil hombres, escribe el mismo Pontífice Gregorio III, que en poco tiempo fueron regenerados en las aguas del bautismo. ¿Y qué decir de nuestros Astures de España? ¿Qué de los Cántabros antiguos? ¿No fueron amansados por varones apostólicos y, depuesta su fuerza, fueron traídos a la vida humana y política?6" .

Sostiene Jung que en nuestro época, donde imperan el materialismo y la ciencia, y cuando gran parte de la humanidad está dejando de lado el cristianismo, se puede ver por qué lo adoptó: "Lo hizo -afirma Jung- para huir de la rudeza e inconsciencia de la antigüedad. Si lo dejamos a un lado, surge de nuevo la primitiva barbarie, de la cual la historia contemporánea nos ha ofrecido en efecto una impresión que no cabe superar. La indiferencia religiosa de hoy, no es un progreso, sino un retroceso7" . Fue una cruel decepción la que experimentó el hombre al creerse ya libre de su antigua primitividad, que según pudo saber luego está pronta a retornar cuando se abandona una forma de adaptación sin tener otra que la sustituya; "infaliblemente volverá por regresión a la senda antigua, con gran desventaja para él, puesto que desde entonces el mundo ambiente se ha modificado esencialmente8" .

Con el advenimiento del cristianismo, hubo un cambio fundamental de actitud ante la vida: el apartamiento del mundo y la preparación para la otra vida. "La ciudad terrena -dice Frazer- parecía pobre y despreciable a hombres que contemplaban la venida de la Ciudad de

6. J. de Acosta, De Procuranda Indorumsalute. Madrid, Ediciones Atlas, Biblioteca de Autores Españoles, 1954, pp. 511-512.

7. C G. Jung, Transformaciones y Símbolos de la Libido. Buenos Aires, Editorial Paidós, 1953, p. 243.

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Dios sobre nubes del alto cielo. De esta suerte, el centro de gravedad, por así decirlo, se corrió desde la vida presente a otra futura, y, pese a todo lo que pueda haber ganado el otro mundo, caben muy pocas dudas de que éste perdió mucho con el cambio9" .

La tendencia de tos conquistadores, como es natural en todo hombre, era interpretar o ver lo indígena de acuerdo con sus propios patrones culturales10 . Los cronistas que observaron la sociedad incaica no tenían la preparación adecuada para registrar o interpretar justamente lo que veían. Todo lo contemplaron a través de los prejuicios e ideas preconcebidas de los europeos cristianos de su época. "El cronista trasladó al mundo americano su esquema mental europeo en el que lo religioso, lo jurídico, lo político, etc.; tenía un valor determinado frente al hombre y en las relaciones del hombre con su Dios, el derecho y el estado, así como las relaciones entre los mismos hombres y en la vida diaria estaban normadas por principios estructurados de acuerdo a su propia manera de ser, creer y convivir11" .

En la segunda mitad del siglo XVI, siente el Padre Acosta ser necesario conocer de los antiguos sus errores y supersticiones, "para ver si clara o disimuladamente los usan también ahora los indios12" .

A pesar de que el personal encargado de la conversión había adquirido experiencia en Centroamérica, no tenía un conocimiento

9. Citado por A. J. Toynbee, La Civilización Puesta a Prueba. Buenos Aires, Emecé

Editores, 1949, p. 209.

10. J. M. Arguedas ha hecho un estudio sobre este asunto, separando los elementos culturales indígenas de lo que fue traído desde España por los conquistadores y se creía autóctono. Véase su tesis doctoral, Estudio Comparativo de las Comunidades de España y el Perú. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Antropología, 1963.

11. F. Pease, En torno al culto solar incaico. Lima, separata de la revista Humanidades (1), Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1967, P- 2.

Extirpación de la Idolatría en la Sierra de Lima

profundo de las gentes con las que iba a trabajar en el Perú, ni sabía, naturalmente, cuál era el verdadero sentido de las tradiciones que ellas tenían, ni cuál la significación de sus creencias y prácticas, ni cuál, en fin, la de sus costumbres e instituciones, la de su modo de ser y desenvolverse. De lo que se trató fue de romper con el pasado indígena, eliminando en lo posible todos los elementos sagrados autóctonos. En este afán se desechó incluso lo aprovechable. Veíase tan sólo en las costumbres prehispánicas la mano del diablo; porque no de otra manera podían ellas ser explicables a los ojos de los españoles, para quienes un modo de vida distinto del propio tenía por fuerza que ser obra de diabólica inspiración.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, se pudo llegar a comprender mejor las tradiciones de los pueblos conquistados, pues se fue formando un estado de opinión que consideraba conveniente respetar todas aquellas costumbres autóctonas que no constituyesen obstáculo para la labor de conversión en la que se hallaban empeñados los misioneros hispanos. De lo que se trataba entonces era de adoctrinar en la nueva fe, pero adaptando los patrones extraños a los propios que tenían los conversos. Era por ello imprescindible conocer mejor su psicología, lo cual se fue logrando paulatinamente gracias al constante estudio que hacían las diferentes congregaciones religiosas y al continuo trato con el indígena 13 .

2.- El Problema de la Comunicación

Si bien el español no comprendía al indio, o si lo comprendía, lo comprendía mal, hay que tener en cuenta que también ocurría lo contrario, pues los conquistados tampoco tenían un cabal conocimiento de los invasores. Y motivo muy importante de esta mutua incomprensión era el idioma. Muchas voces de la lengua nativa, que encerraban conceptos propios de la cultura andina, eran realmente intraducibies

13. Los problemas de la metodología misional los ha estudiado Pedro Borges en su obra Métodos Misionales en la Cristianización de América. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960. Para el caso de México, véase R. Ricard, La Conquista Espiritual de México, México, 1947.

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