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8.- Sincretismo
50 José Gushiken
patible el ser cristiano con el culto a sus falsas divinidades o a sus huacas47" .
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Los documentos mencionan repetidamente a personas a las que se consideraba como miembros de la Iglesia de Cristo y en quienes sin embargo había recaído la acusación de idolatría. "El primero que siendo Christiano, Baptizado, Confirmado e ynstruido en todo lo que enseña, cree y confiesa Nuestra Santa Iglesia Catholica Romana, a apostatado e ydolatrado, apartándose de la ley que confiesa pues a dado adorazión a las piedras que como ydolos particulares tenían distintos yndios privadamente en sus casas 48 " .
A pesar del cuidado y preocupación de la Iglesia, de sus constantes intentos encaminados a lograr la adhesión del pueblo conquistado a la fe católica, de sus esfuerzos tendientes a conseguir una conversión mayoritaria, lo cierto es que los fieles de la religión indígena continuaban profesándola, y seguían firmes sus creencias e indeclinable la vitalidad de sus ritos.
El adoctrinamiento sistemático que impartían los españoles, así como los diversos castigos que imponían a los naturales renuentes a abrazar el credo extraño, promovía tan sólo una aceptación aparente y forzada. Las verdaderas creencias de éstos giraban en torno al culto tributado a cerros, lagunas, animales, a sus antepasados, a los árboles; en fin, a todo lo que precisamente no admitía la religión forastera, siempre pronta a extirpar lo que no cuadrase con su propia doctrina.
5.- Las Reducciones de Indios
Fue el Virrey Toledo uno de los mayormente preocupados por la cristianización, y según Cristóbal de Molina, fue él quien
47. R. Vargas ligarte, Historia General del Perú. Lima, Carlos Milla Batres, 1966, t. IV, pp. 170-171.
48. Archivo Arzobispal de Lima (AAL). Carampoma 1723. Le. 3. Exp. IX, f. 81 h f. 36. (F.T.) Causa criminal contra Juan de Rojas, su mujer María Melchora y otros indios naturales de Carampoma. Contiene relación de los elementos brujeriles que utilizaban dichos indios, además la declaración de los testigos.
Extirpación de la Idolatría en la Sierra de Lima
logró destruir completamente el movimiento restaurador de los infieles49 .
Antes de la llegada de los españoles, eran escasas en el Perú las regiones densamente pobladas. Los habitantes vivían más bien dispersos, en pequeños pueblos con bajo índice poblacional, diseminados en los valles costeños y en las abruptas elevaciones andinas. Con la penetración española, esta dispersión aumentó. Viendo el inconveniente que esto significaba para la conversión de sus nuevos subditos, el Rey mandó a los encomenderos concentrar nuevamente a los indios en sus pueblos.
De la reducción de indios sólo se había realizado algunos tanteos al llegar Toledo. Consideraba el nuevo virrey que no era posible catequizarlos ni adoctrinarlos mientras los naturales siguiesen viviendo, como acontecía, en los cerros, punas y quebradas, lugares casi inaccesibles donde se hacía muy difícil el trato y comunicación con los españoles. Fue por ello grande el empeño de Toledo en llevar adelante la obra de las reducciones, que por encargo real debía cumplir50 . Y fue gracias a ella que logró evitarse que los indios continuaran celebrando públicamente sus ritos. Sin embargo, no significó esto la cesación definitiva de las prácticas religiosas de los aborígenes, que las continuaron efectuado en privado y ocultamente; y escondiendo sus ídolos y sustrayéndose a la fiscalización hispana, causaron muchas dificultades a los extirpadores, que para dar con el culto autóctono hubieron de emprender pesquisas por los lugares más inimaginables.
En los pueblos la vida estaba controlada regularmente por la Iglesia. Periódicamente se reunía a los habitantes, exigiéndoseles puntual asistencia; y una vez congregados se procedía a adoctrinarlos, sobre todo a los niños, en quienes se ponía gran cuidado y atención. La Ordenanza V de Toledo dice al respecto lo siguiente: "Que los mucha-