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Prefacio

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bibliografía

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Prefacio

según una célebre anécdota, Víctor Raúl Haya de la Torre y el poeta Juan Gonzalo Rose se encontraron en un evento social. Rose sufrió persecución, cárcel y exilio en su juventud por su militancia aprista y después terminó apartándose del partido, como muchos otros intelectuales en los años cincuenta, debido a los virajes ideológicos del Apra. «¡Usted fue aprista!», le recordó Haya de la Torre. «¡Usted también!», le respondió Rose.

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En 1959, un grupo de jóvenes disidentes que habían abandonado el Apra —los «apristas rebeldes»— decidieron reeditar el libro de Víctor Raúl Haya de la Torre El antimperialismo y el Apra. Este fue editado originalmente en santiago de Chile en 1936 y nunca había sido publicado en el Perú. se trataba de un texto mítico: la exposición más cabal de los principios del aprismo y el libro más importante del fundador del Apra. Muy pocos apristas lo conocían; era uno de esos textos ampliamente citados pero que muy pocos habían leído.

Los disidentes tipearon laboriosamente el texto y sacaron una modesta edición a mimeógrafo. Lo sorprendente es que los defensistas del Apra —popularmente conocidos como «búfalos»— desplegaron todos sus esfuerzos tratando de destruir la edición para impedir que circulara. El antimperialismo y el Apra no había sido publicado anteriormente en el Perú debido a que Haya rechazó sistemáticamente que el libro fuera reeditado, según lo señala Luis Alberto sánchez, dirigente aprista, biógrafo y amigo personal de Haya de la Torre. se da, pues, la paradoja de que un autor impida la difusión de su libro más importante. Un destino similar sufrió Treinta años de aprismo —un texto que en buena cuenta es una larga glosa a El antimperialismo y el Apra—, editado en México por el Fondo de Cultura Económica en 1956 y que permaneció igualmente inédito en el país, por expresa decisión de su autor. Recién a inicios

de la década de los setenta Haya autorizó la edición de ambos textos en el Perú. El antimperialismo y el Apra salió a la luz en 1971 y un año después se publicó Treinta años de aprismo. Desde 1968 una junta militar de gobierno realizaba un conjunto de radicales reformas sociales y Haya tenía que demostrar que él ya había planteado esas medidas con anterioridad. Era necesario reverdecer los viejos lauros revolucionarios, que habían sido discretamente puestos en la sombra a medida que la política de alianzas del Apra con la oligarquía —iniciada con Manuel Prado en 1956 y a la que se añadió la alianza con Manuel A. odría en 1963— obligaba a silenciar el discurso antioligárquico y antiimperialista que —nueva paradoja— constituía la razón de ser del aprismo, según lo afirmó el propio Haya en varias oportunidades.

Las paradojas siguieron persiguiendo a Haya aun después de su muerte. A pesar de su indiscutible peso en la historia peruana y de la influencia que sus ideas han ejercido —o quizá precisamente por eso—, su vida sigue siendo poco accesible, más allá de una versión apologética alimentada por el partido que forjó. Quien decida escribir su biografía va a encontrar un muro de ocultamientos. Aunque no faltan biografías escritas por apristas, estas pertenecen al género de la hagiografía: ese tipo de biografía de santos tan característico de la Edad Media10 . En una reciente conversación, Julio Cotler me decía que es un escándalo que a estas alturas no exista aún una biografía de Haya de la Torre.

Podría atribuirse este ocultamiento a la larga clandestinidad que sufrió el Apra entre 1933 y 1956, con el breve paréntesis del Frente Democrático de 1945 a 1948. sin embargo, en importantes períodos históricos, el Apra participó abiertamente en el sistema político e inclusive ejerció el poder —entre 1945 y 1948, entre 1956 y 1962 y entre 1963 y 1968—. Cuando Haya necesitó publicar un texto para sustentar que el imperialismo había sido abandonado por los EE.UU. (García 2008: 60), el aparato clandestino del Apra logró hacerlo sin grandes dificultades. A partir de 1956 no existe la menor razón para ese porfiado ocultamiento, pues hasta su muerte, acaecida en 1979, Haya no tuvo cortapisa alguna para publicar lo que quisiera.

Fue el propio Haya de la Torre quien inauguró esta política de ocultamiento. Cuando los dirigentes del Apra Rebelde decidieron publicar El antimperialismo y el Apra lo hicieron porque para ellos este libro era la mejor prueba de la claudicación del aprismo con relación a los «principios originarios» del partido.

Aquí se encuentra una clave para entender el porqué de las dificultades que existen para reconstruir la vida de Haya y, por extensión, la historia del aprismo: el Apra realizó virajes político ideológicos tan extremos a lo largo de su azarosa

10 A esta respetable tradición se suma el libro publicado por Eugenio Chang Rodríguez (2007).

existencia que se hace difícil reclamar coherencia alguna en su línea; pretender hacer una historia del Apra buscando una continuidad en sus formulaciones es perder el tiempo. Esos virajes, claro está, sometían a dura prueba la fe de los apristas. Militantes que, por ejemplo, habían perdido a compañeros asesinados y habían sufrido persecución, cárcel y torturas durante la dictadura de odría (1948-1956), fueron emplazados en 1963 a aceptar una alianza con su verdugo y a votar por sus candidatos. si a pesar de eso el Apra pudo sobrevivir fue porque la mística aprista se sustentaba más en factores afectivos que en el conocimiento de la doctrina, como había sido expuesta por su líder y único ideólogo.

Es muy ilustrativo comparar la huella histórica de Haya de la Torre con la de José Carlos Mariátegui, con quien de muy diversas maneras estuvo ligado su destino. Mariátegui nunca ejerció ningún cargo público ni tuvo poder a lo largo de su corta vida —murió muy tempranamente en abril de 1930, a los 35 años de edad—. Peor aun, fue combatido, primero, y luego virtualmente olvidado después, durante décadas, por el Partido Comunista que lo reclamaba como su fundador.

Las obras de Mariátegui llegaron a ser conocidas por el gran público recién en la década del cincuenta, gracias a la tenaz devoción de su viuda, Anita Chiappe, y de sus hijos, que reflotaron la Editorial Amauta y la dedicaron a la difusión de su pensamiento. sus Obras completas fueron puestas al alcance de centenares de miles de lectores en sucesivas ediciones económicas. Los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana se han editado centenares de veces y han alcanzado el sitial del libro más leído del Perú. La vida y obra de Mariátegui siguen concitando el interés y la pasión de muchos estudiosos peruanos y extranjeros y existe una vivaz actividad intelectual en torno a su obra. su biobibliografía sigue ampliándose vigorosamente. se han editado centenares de libros dedicados a su obra y otros tantos a la edición de nuevos materiales suyos, como sucedió con la publicación de sus Escritos juveniles. La revista Amauta y el periódico Labor, que Mariátegui fundara, han sido objeto de sendas ediciones facsimilares. Existe además una voluminosa revista anual dedicada a la difusión de los nuevos estudios elaborados sobre su obra, los Anuarios mariateguianos. Cada vez que se encuentra un nuevo texto, o una carta de algún corresponsal desconocido, esto es objeto de júbilo y da lugar a la correspondiente publicación y a un animado debate sobre su significación en el mosaico de una biografía en continua elaboración. La casa que él habitara, en el jirón Washington, ha sido convertida en un museo: la Casa Mariátegui, con su correspondiente biblioteca, donde se realiza una permanente labor de estudio, investigación y difusión de su vida y obra.

El contraste con Haya de la Torre no puede ser más sorprendente. Como se ha dicho, recién en la década del setenta Haya autorizó finalmente la edición

de sus dos textos fundamentales en el Perú. Después, posiblemente motivado por la acogida que estos tuvieron, le encargó a Luis Alberto sánchez que presidiera la comisión encargada de la edición de sus Obras completas, en 1976-1977. sin duda, sánchez era la mejor opción para asumir semejante encargo, dada su calificación como escritor y bibliómano. Pero la colección que se publicó finalmente es decepcionante. Los textos no tienen las referencias bibliográficas imprescindibles —a qué periodo pertenecen, dónde han sido publicados—, para ya no hablar de notas críticas que permitan hacerse una idea de cómo se ensamblan en la obra total del autor. Buena parte de su producción no llegó a ser incluida y la falta de reediciones ha dejado en pie esas omisiones. Las Obras completas fueron publicadas en vida de Haya y este no mostró en ningún momento su disconformidad con los criterios con que fueron editadas. La ausencia de debate sobre la producción de Haya ha hecho innecesaria su reedición: la colección puede adquirirse a muy bajo costo, de segunda mano, en los establecimientos de libros viejos.

El contraste con Mariátegui no podría ser más grande. No existe un museo dedicado a la vida de Haya, ni un instituto encargado del estudio, la investigación y la difusión de su obra. A inicios de la década de 1980, luego de su muerte, se planeó convertir la que había sido su vivienda en un museo, pero el proyecto terminó en un escándalo público, cuando se supo que Villa Mercedes, la casa que habitó Haya, había sido comprada por dirigentes apristas con dinero de Carlos Landberg, el narcotraficante más importante de la época, actualmente en prisión. A partir de entonces aparentemente se perdió el interés por dedicar ese inmueble a su memoria. Tampoco existe nada equivalente a la labor editorial y a la vida intelectual organizada en torno a la figura del fundador del marxismo peruano. Cuando el Apra estuvo en el poder —como sucede ahora mismo— los apristas no tomaron ninguna iniciativa digna de la importancia histórica de Haya para compensar estas omisiones. A lo más, se promueven ediciones de lujo de textos encomiásticos, que no añaden gran cosa a la comprensión de su vida y su legado. Hoy por hoy, Haya sigue siendo más citado que leído.

Las Obras completas no tienen un epistolario, a pesar de que se reconoce que Haya fue a lo largo de su vida un extraordinario corresponsal y que la comunicación postal jugó un papel decisivo en la gestación y el desarrollo del Apra. Lo poco que se conoce de las cartas de Haya se debe fundamentalmente a la edición que hiciera Luis Alberto sánchez de la correspondencia que intercambiaron entre 1930 y 1956, en dos volúmenes (VRHT y LAs 1982). Esta constituye una de las fuentes más valiosas para aproximarse a esa dimensión humana, que permanece fuera de los reflectores, y es ejemplar la honradez con que sánchez realizó la edición. Pero ningún otro líder del Apra ha dado a la publicidad las cartas que intercambió con el jefe del Apra. Inclusive la correspondencia

publicada por sánchez es parcial: se interrumpe a mediados de 1956, en vísperas del inicio del cogobierno entre el Apra y la oligarquía, y en adelante apenas se incluyen tres cartas anodinas hasta 1970, a pesar de que durante los catorce años siguientes Haya vivió en Europa volviendo al Perú por cortos periodos y que su correspondencia con los dirigentes apristas siguió siendo muy nutrida. su posición sobre esta alianza y sus avatares seguirá siendo conocida solo parcialmente en tanto no salga a la luz su correspondencia. Las otras pocas cartas de Haya que se conocen han sido publicadas básicamente por disidentes, que al romper con el Apra decidieron dar a la publicidad las cartas que conservaban.

Existe, pues, una deliberada voluntad de escamotear la información sobre un hombre cuya existencia es demasiado importante para el país como para merecer esa especie de segunda muerte a la que se le condena al convertirlo en un ícono inerte, al que se llena de loas, sin asumir su producción ni como guía para la acción, ni como guía teórico metodológica para la investigación11, ni como fuente de inspiración para aproximarse creativamente al país. Entender a Haya y al Apra requiere, por eso, un cuidadoso trabajo de reconstrucción no solo de su producción, sino de las circunstancias en que esta fue elaborada; a qué desafíos políticos respondía, qué interlocutores buscaba y qué consecuencias políticas intentaba suscitar.

11 La «teoría» del espacio-tiempo histórico ha servido básicamente para justificar virajes oportunistas, pero no hay ningún estudio serio —ni siquiera del mismo Haya—, que valide su utilidad heurística.

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