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El abandono de la línea insurreccional. El Apra y el anarquismo

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exacto) constituye un método de disuadir, enseñar o corregir. La caricatura, leí, se usa para los adversarios o ajenos; el consejo para los propios (VRHT y LAs 1982: vol. 2, 257).

Estos ásperos intercambios fueron ocasionados esta vez por una biografía de Haya que sánchez escribía, a la que aquel oponía múltiples reparos. sánchez manifiesta su desencanto por el escaso entusiasmo que sus esbozos biográficos despertaban en su biografiado: «Pienso que Haya prefirió siempre el elogio sincero, pero sistemático, de Felipe Cossío del Pomar, generoso y entusiasta como buen artista y sin los pujos de objetividad de que he adolecido hasta hoy» (VRHT y LAs 1982: vol. 2, 220). El pintor Cossío del Pomar es autor de las más encendidas hagiografías dedicadas a Haya de la Torre (1931, 1946, 1969): ese género de biografías de santos tan populares entre los lectores de la Edad Media.

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el abandono de la línea insurreccional. el apra y el anarquismo

El Apra, como lo definió Haya de la Torre en el momento de su fundación, era un partido marxista revolucionario que se proponía asaltar el poder para realizar, desde él, las grandes transformaciones que el país demandaba. Esta prédica le ganó el respaldo de importantes núcleos populares, algunos de los cuales —particularmente en el norte del país— provenían de la tradición radical anarquista. En una entrevista concedida a la revista Caretas, en marzo de 1971, Haya rememoraba la notable influencia que tuvieron los trabajadores ácratas de La Libertad en la creación del Apra: «Nosotros tuvimos mucha influencia de los anarcosindicalistas. En Trujillo hubo un foco anarcosindicalista, que lo encabezaba un negrito que se llamó Julio Reynaga. Era una especie de Diógenes callejero, que predicaba en cada esquina su anarquismo puro. El nombre de Julio Reynaga es el de un Colegio hoy día dedicado a los jóvenes obreros. Este hombre tenía mucha acción proselitista» (Hildebrandt y Lévano 1971b)34 .

Haya admiraba sinceramente a los anarquistas y desde el comienzo de su actividad política buscó un acercamiento con ellos: «el movimiento anarcosindicalista ha sido uno de los movimientos más puros, más limpios, más auténticos, que haya existido en el Perú. Estaban bajo la égida de González Prada. Fueron hombres que han muerto en su ley» (Hildebrandt y Lévano 1971b).

Para el joven Haya y sus amigos no se trataba de una admiración de espectadores. según sus recuerdos, desde muy jóvenes, quienes luego fundarían el aprismo trataron de relacionarse con estos extraordinarios trabajadores: «Reynaga, Meza Vélez, Machado, una serie de estos obreros eran amigos nuestros,

34 sobre la actividad de Julio Reynaga como activista anarquista, véase Ramos Rau 1987.

en Trujillo. Tenían una biblioteca que estaba cerca de mi casa, y a la cual nos escapábamos ya de chicos, y a la cual le hicimos algunos obsequios de pantallas y cosas que sobraban en la casa. Entonces comenzó esta cosa a influirnos mucho. En esa biblioteca se izaba sólo la bandera roja» (Hildebrandt y Lévano 1971b).

El otro antecedente que cita Haya como influencia para la ética aprista es la formación religiosa de buena parte de los fundadores del Apra: «Nosotros fuimos todos seminaristas. Garrido, orrego, nosotros los hermanos Haya, Alcides spelucín». Recuerda a los curas franceses que los formaron, como excelentes profesores: «Ellos nos inculcaron el rigor cartesiano, tan necesario en países como el nuestro. Hasta nos hacían leer a Voltaire y Rousseau. Eran curas liberales» (Hildebrandt y Lévano 1971b).

Haya define a Julio Reynaga como «un anarquista puro, casi insociable. Pero al mismo tiempo era un tipo a lo Bakunin. No era un tipo kropotkiniano, de crear grupos de comunismo anárquico […] Nosotros somos antimarxistas originarios35. Por la polémica […] González Prada […] Todo lo que era dictadura, y esto es muy importante, suscitaba nuestra protesta. Primero por las ideas liberales del colegio y después por las ideas anarquistas» (Hildebrandt y Lévano 1971b). Rememorando a Fonkén, uno de los grandes líderes anarcosindicalistas, Haya afirma: «Tipos como él fueron realmente los originadores del Apra».

A lo largo de los años veinte las organizaciones anarquistas entraron en crisis debido a la imposibilidad de concretar su ideario rechazando la política, un quehacer que despreciaban. Numerosos anarquistas que querían hacer la revolución se incorporaron al Apra: «Nuestro arreglo con los anarquistas —dice Haya— era así. El anarquismo decía: ni Dios, ni Ley, ni Patria. Entonces yo les decía: a Dios lo dejamos tranquilo. A la ley ataquémosla. Pero tomemos lo que el anarquismo tiene de principal: la formación de la “Conciencia”; y eso se forma con educación y cultura. Yo les tengo una gran admiración» (1971b).

Aunque los trabajadores anarquistas fueron una minoría, ejercieron una gran influencia durante las primeras décadas del siglo XX gracias a su cultura, su formación y su capacidad de llegar a sus compañeros de clase a través de la prensa obrera, el teatro, etcétera (Portocarrero 1987). Frente a una interpretación que pone énfasis en el carácter populista del Apra y su capacidad de controlar con este discurso a los obreros, steven Hirsch insiste en la tradición anarquista y anarcosindicalista de los trabajadores peruanos, que los dotaba de una cultura para la cual la autoemancipación y la autonomía política frente a otras clases sociales eran valores fundamentales; valores que llevaron consigo cuando se aliaron con el Apra (Hirsch 1997). según el mayor Villanueva, estos obreros radicales

35 Ya se ha visto en el capítulo anterior que eso no es verdad.

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