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Una dificultad innecesaria
las especies es la selección natural. En este sentido, debemos ser hoy más darwinistas que Darwin. (p.20)
¿Debemos realmente superar a Darwin en materia de darwinismo? Para responder a esta pregunta primero hay que saber cómo y por qué los modernos darwinistas han ido alejándose de Darwin (y de los primeros darwinistas). Teorías de la evolución: notas desde el sur trata precisamente sobre eso, de modo que la respuesta la hallaremos recién al final del libro (en el apartado del capítulo viii, «Para cerrar»).
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Una dificultad innecesaria
En cuanto al segundo de los aspectos mencionados, la lentitud y (sobre todo) la gradualidad de la evolución, nuestro campeón inglés nunca dio el brazo a torcer. Se mantuvo en sus trece aun sabiendo que el registro fósil normalmente mostraba lo contrario: cambio rápido (o al menos no extremadamente lento) y (sobre todo) discontinuo (no gradual). En El origen de las especies, Darwin da su explicación para esa incongruencia entre el registro y su teoría:
La geología seguramente no revela la existencia de tal serie orgánica delicadamente gradual y es esta quizá la objeción más grave y clara que puede presentarse en contra de mi teoría […]. La explicación está, a mi parecer, en la extrema imperfección de los registros geológicos. (1985, p.398)
Y concluye más adelante que «los que crean que los registros geológicos son en algún modo perfectos, rechazarán desde luego indudablemente mi teoría» (p.434).
Sin embargo, no todos sus partidarios compartían esta visión; a algunos les parecía que aferrarse al gradualismo era inconveniente: «Se ha creado Ud. una dificultad innecesaria al adoptar tan abiertamente el principio de natura non facit saltum»14, le reprochó Thomas H. Huxley (1825-1895) en una carta fechada el 23 de noviembre del 185915. Seguramente estos darwinistas tenían sus razones para favorecer un modelo de evolución saltacionista (es decir, no gradual, discontinuo).16 En el caso
14 «La naturaleza no da saltos», un viejo aforismo del filósofo alemán Gottfried W.
Leibniz (1646-1716). 15 Un día antes de la publicación del libro que haría inmortal a Darwin (citado en
Gould, 1986, p.189). 16 Así como Darwin tenía sus motivos para no aceptar el saltacionismo. Mayr explica la adhesión de Darwin al gradualismo justamente como un modo de alejarse del esencialismo (o tipologismo) (2001, p.57 y ss). En este sentido, Héctor Palma y
concreto de Huxley, la historiadora de la biología Sherrie Lyons (1995) piensa que lo que le impedía adoptar el gradualismo era su creencia en que las especies eran tipos o clases naturales. En efecto, los evolucionistas tipologistas como Huxley tendían a pensar que las especies se originaban completamente formadas, mediante un salto (de ahí lo de saltacionismo): «si se cree en la evolución y en los tipos constantes, solo la producción repentina de un nuevo tipo puede conducir al cambio evolutivo», reconoció más de un siglo después Ernst Mayr, uno de los fundadores del moderno darwinismo (2001, p.56). La existencia de tipos hacía posible disponer de un sistema natural de clasificación, de ahí que esos primeros evolucionistas se resistieran a abandonar el tipologismo y, por ende, el saltacionismo. Huxley, particularmente, extendía su pensamiento tipológico a las categorías superiores (Lyons, 1995, p.467).17 Otra crítica al gradualismo se fundamentaba en la dificultad, a veces imposibilidad, de explicar la evolución de los llamados órganos complejos (como el ojo de los vertebrados superiores) o de rasgos del tipo todo-o-nada (aquellos que solo funcionan, otorgando una ventaja selectiva a su portador, al hallarse totalmente formados). En este sentido, la evolución discontinua que proponían los amigos de Darwin venía a cortar el nudo gordiano atado por el evolucionista católico George Jackson Mivart18 (1827-1900). Expliquemos. Mivart había afirmado que el hecho de que las etapas iniciales de la evolución de esos rasgos fuesen neutras en término adaptativos, demostraba la invalidez de la selección natural. En particular con relación a los ojos de los pleuronectiformes, Mivart pensaba que la conformación final (ambos ojos dispuestos sobre un lado de la cabeza) solo podía ser adaptativa una vez completado el desplazamiento de uno de los ojos, es decir, totalmente vuelto hacia el otro lado. Un desplazamiento menor no era beneficioso, y por lo tanto no podía atribuirse a la selección natural (al menos tal como esta era entendida por Darwin). Ergo: la evolución debía responder a un propósito superior: el de Dios (Bowler, 1985, p.61). Y es justamente para evitar caer en Dios que los saltacionistas decidieron cortar el nudo gordiano y volcarse hacia la saltación. En lo sustancial, Darwin nunca modificó su opinión sobre este punto, y siempre defendió que esos estadios incipientes eran adaptativos19 –¡debían
Eduardo Wolovelsky coinciden en que la inclinación de Darwin hacia el gradualismo se debe a una toma de posición filosófica muy concreta (1997, p.156). 17 Digamos aquí que Huxley finalmente abandonará el tipologismo (Lyons, 1995). 18 En realidad, Mivart fue póstumamente excomulgado, aunque no por haberse convertido al evolucionismo sino a causa de sus opiniones heréticas acerca del infierno (De Asúa, 2009). 19 Aunque, como vimos, en el caso específico de estos peces, Darwin propuso el uso-herencia, no la selección.