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Las revoluciones geológicas

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hace referencia al origen de la estructura (para William Paley, como veremos, ese origen estaba en un diseñador inteligente; para Darwin, en la selección natural). Desde el internalismo también se habla de función, pero con referencia al aquí y al ahora, a la relación de las partes con la totalidad.3 A esto último parece que se refería Cuvier, cuyo interés pasaba por la coordinación de todas las partes en una totalidad funcional más que por las adaptaciones individuales. De hecho, Gould (2004) habría errado en considerar a Cuvier como uno de los mayores exponentes de la tradición funcionalista (entendida como adaptacionista), una perla negra en la Europa continental, mayormente de tradición estructuralista. El mismo error habrían cometido Peter Bowler (2000, p.266) y Michael Ruse, además del propio Ron Amundson (1998, p.155).4 Entonces, si se quiere, Cuvier era internalista-funcionalista (funcionalista alla Russell), pues apuntaba al funcionamiento interno o coherencia funcional más que a leyes internas de la forma o a principios organizacionales, si bien compartía con los internalistas-formalistas una visión no centrada en la adaptación al ambiente exterior. El olor que sentía Gould era terminantemente olor a internalismo.

Llama mucho la atención que el archirrival de Cuvier haya sido Geoffroy y no Lamarck. ¿No es este último, después de todo, nuestro héroe evolucionista predarwiniano? A Steve Gould, eso no le llama la atención. El neoyorquino piensa que Cuvier y Lamarck, a pesar de sus muchas diferencias, compartían una visión funcionalista (nuevamente, entendida como adaptacionista). En cambio, McClellan cree que Cuvier estaba tan lejos de Geoffroy como de Lamarck: lejos del primero, porque no admitía la existencia de principios de organización internos autónomos, como la unidad de tipo; lejos del segundo, porque no creía en la gran cadena del ser.

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Las revoluciones geológicas

Georges Cuvier es tal vez más conocido por su pensamiento geológico que por sus aportes al conocimiento sobre el funcionamiento de los animales.5 En el ámbito de la geología, su figura se asocia con la doctrina que sostiene que los cambios geológicos más importantes ocurridos en la historia del planeta han sido violentos y extraordinarios. El catastrofismo, de esta

3 Es el concepto de función de Russell. De ahí que no es correcto llamar funcionalismo a secas a la visión externalista de Darwin y Lamarck, sin hacer esta importantísima aclaración (García Azkonobieta, 2005, p.61). 4 De hecho, Caponi dice que hasta el mismísimo Darwin habría leído la obra de

Cuvier desde el adaptacionismo (2011a, p.31). 5 Entre sus principales estudios geológicos se destaca su clásico trabajo sobre la estratigrafía de la Cuenca de París, realizado junto a Alexandre Brongniart (1770-1847).

doctrina hablamos, no solo explicaba la formación de la corteza terrestre y el relieve, sino también (sobre todo a partir del siglo xix) las discontinuidades en el registro fósil. En particular, el barón de Cuvier pensaba que, cada tanto, la superficie del planeta era afectada por cataclismos (sobre todo inundaciones, pero también incendios y otros tipos de calamidades) que causaban la extinción de todas (o la mayoría de) las formas existentes.6 Así, el título de la principal obra geológica de Cuvier, publicada en 1812, hace referencia a esas catástrofes exterminadoras: Discurso sobre las revoluciones de la superficie del globo.

Entre los catastrofistas apuntamos además a Alcide d’Orbigny (18021857) y Hermann Burmeister, el director prusiano del museo público de Buenos Aires, a quien ya conocimos en el capítulo anterior. Al igual que Abraham Werner (1750-1817), pionero del catastrofismo, d’Orbigny era neptunista, es decir que creía que todos los estratos, o al menos los más importantes, se habían formado en la profundidad de los océanos7 a partir del residuo cristalizado de antiguas inundaciones. Nuestro testarudo profesor prusiano creía, en cambio, que la historia del planeta podía dividirse en dos fases distintas, una plutonista (o volcánica) y otra neptunista.8

En su Prodrome de Paléontologie Stratigraphique de 1849, d’Orbigny expuso ideas aún más dramáticas que las de Cuvier, proponiendo la creación y aniquilación a lo grande de faunas enteras como resultado de una desgraciada catástrofe natural (Depéret, 1995). Ironías de la historia: el fijista d’Orbigny se valió de la clasificación de invertebrados fósiles del evolucionista Jean Lamarck para sostener las ideas catastrofistas de Cuvier; del mismo modo, pero al revés, el evolucionista Charles Darwin se basará en las clasificaciones del fijista Richard Owen y del propio d’Orbigny para favorecer sus propias teorías evolucionistas.

6 En este sentido se diferenció de Lamarck, quien no creía en las extinciones, mucho menos en las catastróficas. 7 Donde habita Neptuno, dios de los mares de la mitología romana. Werner suponía que hasta las rocas que hoy atribuimos a la actividad volcánica eran el resultado de precipitaciones químicas del agua. 8 En Historia de la Creación (p.244), Burmeister habla de rocas normales para referirse a las neptunianas y de rocas anormales para las volcánicas. Si bien se utilizan en la obra términos de la antigua tradición werneriana, el neptunismo extremo estaría, para Burmeister, solo «parcialmente confirmado» (p. 8). El neptunismo explicaría cómo se modelaron y formaron las rocas actuales, mientras que el vulcanismo permitiría explicar su «primer origen» (p. 12). Burmeister parece volcarse hacia una combinación de plutonismo y neptunismo: «Una vez llegada la tierra a ese período de desarrollo, la misión de las acciones plutónicas había terminado en lo que tiene de esencial, y ha de empezar la del agua» (p. 180).

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