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Estefany Ramos Dolorier

Yuyarccuni Año II N° 2 Estefany Ramos

conception changes according to the discourse of the sector called the enlightened since 1870. It’s like that the woman was cataloged as the angel of the home.

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Keywords: Cotidianity, Lima family, illustrated women, Gender, 19th century.

Introducción

El enfoque de género en la historiografía peruana permite obtener nuevas perspectivas con referente a los hechos históricos donde repercute la participación femenina en forma protagónica. Entre las cuales podemos resaltar el empoderamiento de las sacerdotisas en las sociedades andinas prehispánicas, la participación de las mujeres en conflictos internos y externos, el surgimiento de mujeres campesinas que contribuyeron en la reforma agraria, entre otros casos. Frente a la necesidad de que se continúen enriqueciendo los estudios de género en la producción historiográfica peruana, desarrollamos el presente ensayo. El ámbito privado —el hogar— en el siglo XIX, ha sido un campo en el que se han realizado diversos estudios como el de Philippe Ariès y Georges Duby (1990)2, quienes señalan que para comprender la cotidianidad es necesario tener en cuenta la esfera de lo íntimo, la sensibilidad, la sociabilidad, los afectos; indagar sobre las representaciones sociales del amor, la pareja, la niñez, la sexualidad, la familia, el honor y el gusto. En la segunda mitad de dicho siglo, fue uno de los periodos trascendentales para el Perú debido a las diferencias ideológicas existentes; por un lado, se buscaba el forjamiento de la república peruana, y por el otro, aún perduraban socialmente las costumbres y tradiciones españolas. La élite peruana plasmó sus ideales en los diversos discursos modernizadores que se habían difundido. El discurso ilustrado fue muy importante para aprehender y comprender tales pensamientos:

Durante la época estudiada del discurso nacionalista, estuvo dominado por una firme creencia en el poder de la ciencia y el capital extranjero como motor desencadenante de una avalancha de progreso material y moral que alcanzará todos los rincones del país y que, a su vez, desataría el tan anhelado proceso modernización (Denegri, 2004, p. 75).

Las fuentes para la realización de nuestro trabajo se fundamentan en los aportes literarios escritos como poemarios, cuentos, notas periodísticas, relatos y memorias. Las mujeres ilustradas permitieron a través de sus

2 Philippe Ariès y George Duby (1990). Historia de la vida privada

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manifiestos, reflejar su situación y los diversos vínculos establecidos entre ellas. Un punto importante a mencionar es la desigualdad de género que se impartía en la educación. Cabe mencionar, que en tal época:

Se evidenció un modelo de educación excluyente con las mujeres y los indios; también centralista pues toda la atención estuvo focalizada en la creación de escuelas en Lima y en ciudades de la costa, desatendiendo el desarrollo de la zona andina y amazónica. La educación no tuvo un espíritu nacional, sino más bien un espíritu colonial y colonizador, señala Mariátegui: “cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como peruanos iguales a todos los demás. Los considera como una raza inferior” (Guardia, 2002, p.6).

Consideramos oportuno abordar dichos temas con enfoque de género, en el que se explica y evidencia la dominación y subordinación a las que estuvieron sometidas las mujeres; sobre todo, a las que fueron estigmatizadas con el “modelo de mujer” predominado por el sistema patriarcal del siglo XIX.

La importancia de la familia bajo la mirada del discurso ilustrado

La categoría de importancia de la familia era primordial en el Antiguo Régimen, puesto que desempeñó un rol trascendental para la corona. Los historiadores observaron a la familia como la célula básica de la organización de la sociedad. Este es un punto muy extenso puesto que existe en la actualidad estudios de mayor envergadura referentes a ello. Es pertinente agregar:

Observábamos que los vínculos de una sociedad celular como la del Antiguo Régimen tenían un fuerte carácter vinculante, comportaban reglas internas de funcionamiento, conllevaban el ejercicio de una autoridad reconocida, legitimidada y delimitada por la costumbre, su economía moral se regía por obligaciones mutuas vinculantes, que definían el derecho de las partes y apelaban a determinadas pautas de comportamiento, intercambios y reciprocidades más o menos explícitas. Sin embargo, estos lazos personales no eran algo fijo o predeterminado, sino que se construían en la acción, a través de un abanico muy amplio de experiencias y de comportamientos, entre la cooperación y el conflicto (Imízcoz, 2009, p.136).

En aquella época el núcleo social poseía una mayor consideración en el ámbito político. Demostraba una mayor coordinación y organización catalogando la casa como el cuerpo social que estaba constituido por el conjunto material y humano, una unidad de trabajo, producción y consumo; un sujeto de estatus y derechos colectivos en el seno de una comunidad, y un

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patrimonio simbólico y moral, representado por el conjunto de honores que ostentaba la familia (Imízcoz, 2009). El Antiguo Régimen marcó de esta manera una concepción y rol importante del hogar que adoptaron otros imperios hegemónicos, que fue incluso el modelo político y económico satisfactorio en tal época. Durante el siglo XVI, el continente americano estuvo bajo la dominación de España y Portugal, y luego en los siglos XIX y XX, por otros imperios hegemónicos: Inglaterra y Estados Unidos. El proceso de colonización en América perduró por más de tres siglos, instaurando sus modelos políticos, económicos, y particularmente, sociales. En la historiografía peruana se detalla que, durante los primeros años del siglo XIX, el Estado y la prensa tuvieron una gran influencia. Según las apreciaciones de la historiadora Claudia Rosas, el discurso ilustrado fue elaborado de acuerdo a los objetivos de las Reformas Borbónicas, contuvo noticias y artículos cuyo objetivo fue moldear a la sociedad limeña. Durante los siglos anteriores, tal discurso manifestaba en sus contenidos el significado de “ser mujer”. Eran vistas como objeto del pecado, lujuriosas, tentaciones del sexo y constituían una amenaza para el varón (Rosas, 1999).

La mujer de los ilustrados peruanos no es un abstracto, adquiere una forma particular, pues se concreta en el estereotipo de la mujer de élite, de la criolla limeña. En este sentido, su discurso expresa el proceso de construcción de una identidad propia manifestada en un nacionalismo criollo consolidado en las postrimerías del periodo colonial. El (discurso) trataba entonces de una representación criolla de la mujer (Rosas, 1999, p. 1).

Los ilustrados poseían la tarea de difundir la importancia del honor y del recato en las mujeres, controlar su sexualidad, su forma de vestir y marcar su destino en la sociedad. Se afirma que “el rol que delimitaban para la mujer permitiría la construcción de una nueva sociedad. Este discurso se nutría de supuestos tradicionales sobre la inferioridad de las mujeres y la necesidad de controlarlas y subordinarlas, que se mezclaban con las nuevas ideas y el avance científico de la época” (Rosas, 1999, p.2). Complementando con la presente cita, el pensamiento de los filósofos presocráticos se manifiesta mediante lo planteado por:

El positivismo de Augusto Comte (1798-1857), [que] presentaba a la mujer como un ser efectivo cuya misión sagrada era la de ser madre y centro de su hogar. Mantenía la “discriminación sexista” al fomentar su educación como complemento del orden varonil, es decir, educándola para que mejor cumpla

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el papel y el oficio que se le han asignado por el patriarcalismo (Guardia, 2002, p.7).

Como se aprecia en la referencia anterior, la mujer debía ejercer la maternidad como rol fijo durante el transcurso de toda su existencia. Sin embargo, era distinto de acuerdo con la clase social y racial a la que pertenecían. Al respecto, Rosas infiere que:

La sublimación de la sexualidad en la imagen de la joven limeña iba de la mano con el deseo expreso de normar su recato a través del pudor o la vergüenza, que no sólo protegía a la mujer de los asaltos de los hombres, sino también servía para contener los desbordes propios de la naturaleza femenina. En contraste con el recato de la limeña criolla, la mujer negra estaba asociada a la sexualidad, lo cual era debido a sus rasgos físicos según la argumentación racista de la época. Por eso, en más de un pasaje, se la presenta como objeto de deseo sexual (Rosas, 1999, p.8).

En la prensa limeña, como el Semanario Crítico (1791) y la Gaceta de Lima (1793-1798), se buscaba estigmatizarlas, mostrando imágenes de mujeres antagónicas. Por un lado, a las santas y monjas, que son el vivo reflejo del recato y la virginidad; y por el otro, a las mujeres prostitutas quienes eran aborrecidas por la sociedad de entonces. En dicha época, el honor femenino constituía un fuerte valor que cohesionaba a la sociedad en aceptación (Rosas, 1999). Ser consideradas como mujeres del buen vivir requería seguir el modelo que se propagó en los discursos: ser cortés, amable, recatada en la vestimenta y en la forma de expresarse. Para conseguir la realización como mujer, según la sociedad peruana del siglo XIX, el requisito fundamental era casarse, puesto que el matrimonio es el acto central de la vida de las mujeres (Rosas, 1999). La idea arraigada que el género femenino no podía ser independiente en ninguno de los ámbitos, y que sólo en los hogares debían entregar su dedicación, era influyente en aquella época. Fueron sometidas bajo la autoridad del padre, y luego de casada, al marido se le debía “dar gusto, que sabe sostener el peso de las obligaciones anexas al título de superioridad […] subordinado con prudencia y razón el resto de sus miembros, es una máxima fundamental, en que reposa el hermoso edificio de la estabilidad y armonía de un matrimonio” (Rosas, 1999, p.17). De esta manera, servir y mantener la armonía en el hogar era uno de los roles fundamentales de la mujer casada. Sin embargo, no fue el único. La educación que estas debían impartir a sus hijos era de su total encargo. “Justamente, su educación se va a dirigir lograr un buen desempeño como

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esposa y madre. Entonces, el ejercicio de su razón se dirige a los otros; su maridad y a sus hijos, permitiéndoles garantizar su felicidad y bienestar y, por tanto, cumplir con su función de mujer” (Rosas, 1999, p. 25). Tal aprendizaje debía estar encaminado a su preparación como futuras esposas y madres, normalizado en los manuales educativos de dicho periodo. Por tanto, no estaba establecido enseñarles cursos de matemáticas y ciencias, que sí eran impartidos al varón. “En consecuencia, las propuestas educativas acentuaban las diferencias de roles sexuales y colocaban al hombre como la causa final de la mujer” (Rosas, 1999, p. 25).

Apreciaciones del rol femenino de la primera generación de ilustradas en la segunda mitad del siglo XIX

Ingresando al periodo republicano, se inició por la formación de universidades y nuevas instituciones de acuerdo con el proyecto civilista. Sin embargo, los diversos cambios realizados, no influyeron en las mujeres, puesto que dicha educación continuaba orientando a reforzar su rol de madre y esposa. Fue la literatura un medio para la expresión de las pesadumbres y el descontento social que ellas debían enfrentar en su cotidianidad. Durante años, las mujeres no accedían a una educación de calidad, recién durante el segundo gobierno de Ramón Castilla (1855-1862) se fue forjando un mayor acceso a la educación femenina, evidentemente con ciertos cursos seleccionados. Un punto a debatir, es referente a los cursos establecidos que recibían las mujeres y el por qué no se buscaba ampliar sus conocimientos. Si bien, ciertos intelectuales positivistas enfatizaron en la preocupación por brindar una educación de calidad, se tenía el estigma que la mujer sólo debía cumplir su rol como protectora del hogar. Margarita Zegarra (2016), ha abordado en los primeros capítulos de su reciente texto María Jesús Alvarado. La construcción de una intelectual feminista (1878-1915), sobre la imagen de la mujer durante la república, rol de la mujer en la formación del ciudadano, y ha detallado los diversos cursos que recibían en sus centros escolares. La segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por una modernidad momentánea para el Perú. Con la exportación del guano se produjo una ola de avances en el desarrollo del país. Con la llegada del civilismo al poder, influyó en el molde social, liderado por Manuel Pardo. En este sentido, el objetivo del desarrollo de la educación y el forjamiento al buen ciudadano era primordial para tal partido político.

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En cuanto a las mujeres y la vida doméstica, aseguraba Fuentes, no tenemos nada que envidiar de las europeas, pues todas las dotes físicas intelectuales y morales que hacer de la mujer la joya más preciado del universo, son el privilegiado ornamento con que la mano de Dios ha favorecido a la limeña de la italiana, el talle y la gallardía de la francesa y la sal de la andaluza (Denegri, 2004, p.79).

Bajo tal concepción el hogar era un espacio privado, un espacio de refugio “donde el cansado varón podía darle la espalda al mundo. Así, el papel de guardián de la vida privada fue encargado a la mujer y la familia, en quienes el sujeto masculino podía tener la seguridad de encontrar un respiro de los avatares de las luchas políticas” (Denegri, 2004, p.79). Lima, recibió una influencia europea en sus inicios republicanos. Tales ideologías fueron difundidas a través de tratados y folletos, en los que se hacía hincapié acerca de la importancia que la educación de la mujer tendría en garantizar el funcionamiento de la familia, de acuerdo con estos principios (Denegri, 2004).

Figura 20. Juana Manuela Gorriti. Fuente: http://www.larazon.com/index.php?_url=/suplementos/tendencias/narra tiva-andina-Juana-Manuela-Gorriti_0_1524447545.html

Entre las diversas fuentes que permiten argumentar la difusión de tal pensamiento, entre ellas se destacan las publicaciones del periódico La Bella Limeña (1872), que fue fundado “con el objeto de fomentar la participación de la mujer en el orden moral de la sociedad para que efectué una regeneración fecunda, teniendo en sus manos el centro de la verdadera civilización, y así ocupe su lugar en el palenque de las ideas, en el movimiento literario, en las propagandas” (Denegri, 2004, p.80).

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Otro de los planteamientos fueron los de Juan Manuela Gorriti, quien con su sutil narrativa hizo mayor difusión, alterando los supuestos básicos sobre los cuales se producía el discurso nacionalista cultural. Lo que ella cuestionaba era la falsa demarcación de la esfera privada, sagrada y femenina de un lado, y la pública, profana y masculina del otro. De forma particular, Gorriti indagó hasta qué punto era apropiada la idea de una esfera doméstica inmune a la irracionalidad de la historia, en una nación que desde su mismo nacimiento había estado marcada por una violencia, de la cual no podía escapar ni familia ni mujer (Denegri, 2004). Desde el análisis literario, destaca al dramaturgo Ricardo Rossel, quien fue integrante del Club Literario de Lima (1875), alegando que la mujer moderna peruana era un ejemplo para el mundo, puesto que combinaba las preocupaciones terrenales con los sentimientos de la mujer de letras. Expresaba:

Ha demostrado que nada hay más sublime, más poética, que la figura de la buena madre y excelente esposa, que, terminada las tareas domésticas, callada la bulliciosa máquina de coser y silencioso el hogar, se sienta cerca de la cuna donde duerme el fruto de su amor y al compás de la suave respiración de su pecho infantil, deja de correr la pluma empapada en su santa inspiración. Ella olvida entonces las penalidades de la vida, remonta su espíritu a las remotas regiones donde habitan la verdad y la Belleza, y cuando desciende de esa encantada mansión, vuelve a sus prosaicas tareas con el alma retemplada por la fe y el amor.3

En el diario semanal La Patria (1871), Freire celebró el hecho de que la pluma y la aguja no se excluyen, que las obras más bellas del talento femenino se han escrito al dulce vaivén de una cuna en donde se aduerme el fruto de la bendición de Dios, y que la tierna esposa, la cuidadosa madre y la escritora ilustrada, personifican un solo tipo: la mujer llamada el ángel del hogar.4 Cabe mencionar, el surgimiento visible e importante de las veladas literarias de, Clorinda Matto de Turner, Teresa Gonzales de Fanning, y de Juana Manuela Gorriti. Dichas mujeres literatas de manera clara y precisa, contribuyeron con la literatura de la época, de tal manera que sus tertulias fueron el reflejo de la participación activa de intelectuales femeninas en el siglo XIX. Era evidente que las mujeres literatas buscaban quebrantar los paradigmas de aquella época. En el artículo de Gonzáles de Fanning, las Literatas (1876), se elogia el surgimiento de escritoras mujeres y la apertura de

3 Ricardo Rossel, Discurso de la presentación de doña Carolina Freire de James, en Anales de la Sección de Literatura, El Club Literario II, p. 5 4 Denegri, 2004, p. 111

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clubes literarios. Sin embargo, según los críticos vehementes, la mujer podía descuidar la atención de los hijos y el gobierno del hogar, para dedicarse a la actividad intelectual, razón les sobraría para anatemizar a las literatas y nosotras seríamos las primeras en ponernos de su parte (Guardia, 2013). Sobre dichas mujeres mencionadas, se han realizado importantes investigaciones. Recientemente, la investigadora Evelyn Sotomayor, ha publicado el texto Pensar en Público. Las veladas literarias de Clorinda Matto en la Lima de la posguerra (1887-1891) (2017). En esta investigación, Sotomayor realiza un exhaustivo análisis sobre las siete tertulias realizadas por la intelectual cuzqueña en Lima y los diversos temas que se conversaban y debatían. Entre ellos, cabe mencionar, el escrito de Mercedes de Carbonera, quien en el presente poema revela la imagen que tenían los hombres sobre las mujeres escritoras:

Me cuentan que un día el joven camilo muy serio pensaba, entrar en el gremio feliz de casado. Y así meditando pensó desde luego dejar ya la vida de alegre soltero: más dijo, jurando: -no quiero por nada Mujer escritora5

Tal escrito evidencia, lo que se ha mencionado en párrafos anteriores. La mujer intelectual, en tal época, era mal vista por cierto fragmento de la sociedad peruana porque no cumplían con el arquetipo femenino impuesta por el estado. Dicho modelo femenino de “mujer escritora” rompe con la imagen de mujer sumisa, mujer subordinada frente a la figura paterna u varonil.

Intelectuales en el forjamiento del rol de la mujer: Francisco de Paula González Vigil

Fue un personaje destacado, clérigo e intelectual, publicó La Importancia de la Educación del Bello Sexo (1858). Dentro de los puntos importantes que trata

5 Fragmento del poema Mujer Escritora de Mercedes Cabello de Carbonera (1877). Ver Sotomayor (2017, p. 258)

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dicho texto se aborda la importancia del matrimonio y el cómo la mujer, cumplía un rol importante al interior de la institución matrimonial:

Y ¿cuál es el campo señalada a la mujer para acreditar su poderoso influjo? Lejos de nosotros el pensamiento de vindicar a la mujer el ejercicio de los derechos políticos, o de hacerla aparecer prestando sus sufragios en las elecciones popular, y disputando al hombre los empleos y magistraturas. No: todo esto pertenece a los varones, suya es la fuerza, y su manejo de los negocios públicos, en todas sus formas con toda extensión y su gloria y su ignominia también; a la mujer cumplen otros oficios, que nadie disputará jamás; porque carecen de los estímulos que provocan a la envidia, y porque nadie sino la mujer cuenta con los medios para desempeñarlos bien (González, 1976, p. 50).

Figura 21. Portada de la obra La importancia de la Educación del Bello Sexo de Francisco de Paula Gonzales Vigil (1976). Fuente: http://biblioteca.cultura.pe:8020/cgibin/koha/opacimageviewer .pl?biblionumber=57 5%20thumbnail-shelfbrowser

Bajo dicha percepción, González Vigil idealizaba que la mujer no debía ni debería cumplir las diversas funciones públicas, es decir, privada de cumplir algún rol u oficio que no esté dentro de su hogar. Sin embargo, podía cumplirlas el varón, debido a que poseía fuerza y capacidad intelectual. Se

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aprecian ciertos rasgos de desigualdad no solo en los roles sociales sino en las apreciaciones sobre la fisiología de los géneros. “La mujer en el campo de la política quedaría degradada desde los primeros pasos, porque estaría expuesta a que los hombres le faltasen al respeto. Haría mucho mal a la mujer quien pretendería darle lugar en los destinos políticos y sacarla del hogar donde ella es más exacta y positivamente lo que eran los mentidos lares y penates de la antigua gentilidad” (González, 1976, p.51). Con respecto al rol de la mujer dentro del matrimonio, señala:

Al hablar del hogar doméstico y del influjo que en el ejerce la mujer, no hay necesidad de nombrar a la madre de familia. Tan sagrado carácter es el título de donde nacen sus derechos, y el manantial fecundo e inagotable de purísimos sentimientos que traen los medios desconocidos del hombre. El matrimonio, pues, es el origen de ese sagrado carácter, y de ese título que demarca el campo donde la madre de familia ha de desplegar sus facultades y descubrir el tesoro que dentro de sí encierra (González, 1976, p. 51).

El género femenino, poseía una significación dentro de la sociedad, particularmente en el hogar. Por tanto, las amas de casa son mujeres intachables. Dichas acepciones de González Vigil, reflejan la influencia religiosa. La concepción de mujer de voz dulce y delicada, para poder criar de una manera apacible a sus hijos, era la adecuada para instruirlos, tratándolos según su sexo. Por tal motivo, el hogar era considerado como ese espacio de cotidianidad, de interacción entre los padres e hijos, un espacio de armonía, prototipo de paz, y amor familiar (González, 1976). Lo que sucedía dentro del hogar debía ser tarea de los padres; la madre, era quien preservaba ese espacio, para que sus futuros hijos salieran correctos y, consecuentemente, permitirán forjar buenos ciudadanos.

Conclusiones

En síntesis, la concepción que se tenía en dicha época y por el estudio realizado en el presente ensayo, era evidente la influencia de las posturas doctrinarias en la dinámica social de aquella época; el sacramento del matrimonio, era fundamental para idear una nación y, consecuentemente, el forjamiento de la familia, parte esencial de la sociedad peruana. Como bien señaló Sotomayor (2013), el ángel del hogar era una idealización de la mujer, puesto que esta debía reinar solo dentro de la casa siendo buena esposa y madre. Ella era el ángel del espacio doméstico, pues poseía virtudes como la pureza, el honor y la bondad. Todas estas facultades debían estar al servicio de los los hijos y el

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marido. Este modelo anula la subjetividad y singularidad de la mujer, ya que intenta capturar a todas bajo las alas del ángel doméstico. Resulta asimismo interesante investigar a fondo a las denominadas mujeres “solteras”, quienes fueron discriminadas y marginalizadas por la sociedad puesto que, no concretaron el matrimonio. Particularmente, aún queda una serie de interrogantes sobre dichas mujeres: ¿cuál era el destino que tenían?, ¿qué roles desempeñan?, entre otras; permitiendo de esta manera comprender y analizar la dinámica que estas tenían dentro de una sociedad con rasgos patriarcales. El surgimiento de feministas en el siglo XX y la publicación y difusión de sus escritos, como el discurso que brinda María Jesús Alvarado en la Sociedad Geográfica del Perú, abrieron la lucha por una igualdad de derechos civiles y políticos de la mujer. Incentivando la creación de la Evolución Femenina (1914), primera organización feminista peruana, y la segunda organización, Feminismo Peruano ZAC (1824), de Zoila Aurora Cáceres. Permitiendo de esta manera, con las luchas y manifestaciones por parte del movimiento feminista peruano suscitado décadas póstumas, contribuir con el nuevo modelo femenino, una mujer independiente social y económicamente, abriendo nuevas puertas y lograrndo insertarse en campos dominados por el varón en demérito de éstas.

Referencias bibliográficas

Club Literario de Lima (1874) Anales de la Sección de Literatura Primer Año (18731874). Lima: Escuela Industrial de la Municipalidad de San Pedro.

Denegri, F. (1996) El abanico y la Cigarrera. La primera generación de mujeres ilustradas en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Guardia, S. (2013) Mujeres peruanas: el otro lado de la historia. 5ta. Edic. Lima: Editorial Minerva.

Gonzales, F. (1976) Importancia de la educación del bello sexo. Lima: Instituto Nacional de Cultura.

Imízcoz, J. (2009) Familia y Redes Sociales en la España Moderna. En: La Familia en la Historia. Salamanca: Universidad de Salamanca. 135-186pp.

Rosas, C. (1999) Educando al Bello Sexo: la mujer en el discurso ilustrado. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

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Sotomayor, E. (2013) Satisfecha y orgullosa, aunque sea impropio. Las veladas literarias de Clorinda Matto de Turner (1887-1891). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Sotomayor, E. (2017) Pensar en Público. Las veladas literarias de Clorinda Matto en la Lima de la posguerra (1887-1891). Lima: Biblioteca Nacional del Perú.

Villavicencio, M. (1992) Del silencio a la palabra: mujeres peruanas en los siglos XIX y XX. Lima: Centro de la mujer peruana Flora Tristán.

Zegarra, M. (2016) María Jesús Alvarado. La construcción de una intelectual feminista (1878- 1915). 2da. edi. Lima: Fondo Editorial del Congreso.

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Entrevista

Yuyarccuni Año II N° 2 Maria Valdivia

HISTORIA, FEMINISMO Y ESTUDIOS DE GÉNERO Entrevista Maria Inés Valdivia Acuña Universidade Federal de Río Grande del Sur

Maria Inés Valdivia Acuña es Magíster en Historia por la Universidad Federal de Río Grande del Sur, Brasil. Licenciada en Historia por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Tiene un Máster en Estudios del Mundo Hispánico en España y estudios de posgrado en Historia en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ex becaria de la Organización de Estados Americanos y Fundación Carolina. Ha sido docente en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Universidad San Martín de Porres. Obtuvo el Premio Nacional del Libro Universitario en Humanidades de la Asamblea Nacional de Rectores en 2009 con la obra Historia del liberalismo social en el Perú (2009). Entre sus últimas publicaciones, destacan: La Aviación Civil en el Perú (2013) y Feminismo católico peruano, 1930-1956 (2018). Entrevista realizada por Emanuel Rivera Barrantes en noviembre de 2018.

¿Qué es la Historia y cuál es la función de la historiadora?

Considero que es el rescate del pasado. Se basa en brindarle rostro y sentido a todo aquello que está disperso, fragmentado o sin relación aparente. Al pasado se le deben establecer sus vínculos o independencias, interpelándolo desde el presente. Debemos reconocer que toda historia es incompleta porque no siempre encuentras los suficientes registros. Lamentablemente varios están irrecuperables o perdidos, ya sea, por inercia, descuido o intereses de ocultamiento. Producir algo más o menos original y ambicioso puede que tome una vida y esto tiene estrechos vínculos con los escasos recursos para hacer investigación sostenible en el tiempo. Es obvio que no te estoy exponiendo los problemas del catedrático de la Universidad de Princeton u Oxford, me remito a la experiencia de ser historiador en la universidad pública peruana, sumergida en la precariedad; la realidad de los países en vías de desarrollo que crecen, pero no invierten. Si los intelectuales de la Universidad de Buenos Aires o Sao Paulo tienen una producción más abundante y dialogan de forma más veloz con los cambios en el mundo, es porque se traduce, investiga y discute bastante, cuentan con la voluntad política para implementar programas de investigación, recursos, premios, convenios, pasantías, becas, postdoctorados, núcleos de investigación, incluso en momentos de recorte económico. El CONICET ar-

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