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La "fusión" y la caída del Gabinete Loayza

en las bocacalles y hacerse fuertes allí, contando con el apoyo del pueblo". Todo hace suponer, en suma, que el asesina to de Pardo no formó par te del vas to plan de un caudillo o de un partido organizado. Tampoco se encuentran huellas de que los agentes obedecieron órdenes o recibieron dinero de personas prominentes. Las fuerzas poderosas que arrastraron a la señora Iturbide de Piérola a la prisión, infligiéndole un humillante vejamen, la habrían mantenido en ella o la hubieran vuel to a maltratar si llegan a descubrir el más le ve indicio de que esta aus te ra y muy ca tó lica señora había te nido algo que ver con el crimen de Mon to ya y sus cómplices.

Por otra parte, el asesinato de Pardo no aparece como acto aislado. Sería fútil pretender atribuirlo al deli rio de un loco, a la brusca decisión de un violen to, a la doctri na individual de un terrorista. Se halla precedido por las reuniones secretas de Montoya y otros sargentos, por los tra tos entre ellos y Poytia, por las instigaciones rei te radas de este. Es obra de un grupo; pe ro de un grupo pequeño de gen te simple, ignoran te y humilde. Lo cual no impide creer como hecho muy posible que el pro yec to hubiese llegado a ser conocido por cier tos sec to res de los más recalcitrantes enemigos de Pardo y del Partido Civil nacionales o pierolistas.

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El general Juan Norberto Eléspuru relató al autor del presente libro que, cuando estaba de visita en la tarde del 16 de noviembre en la casa de un político y pe riodista afiliado al Partido Nacional, vio llegar a un suje to co rriendo y excitado que, sin fijarse en la pre sencia de un extraño, dijo al entrar: "Ya está", o "Por fin" o cosa semejan te. Si esta actitud expre saba la realización de un anhelo o la comprobación de un hecho ya previsto, sería imposible decirlo. Piénsese, por lo demás, en que fue ron no to rias las amenazas contra la vida de Ma nuel Pardo con moti vo de su regreso de Chile, poco tiempo antes de la trágica escena en el Senado.

Quienes hicieron desde la acción subversiva, la tribuna del Parlamento, el comicio, el periodismo, el libelo y el co rrillo con la pré dica contra el civilismo y su je fe y fundador (y en esa actitud no estu vo solo Pié ro la sino hubo en 1878 mucha gen te) no carga ron el rifle de Mon to ya; pe ro la atmósfera de odios políticos y muchas veces, más que políticos, sociales, creada desde 1871 con excesos y virulencias por los dos bandos, contribuyó al cultivo y a la germinación de venenos que los sargen tos del Pichincha absorbie ron. Pardo no solo fue idolatrado y odiado por su vo lumen personal y de grupo, por su capacidad y por su ener gía, sino sufrió además las acechanzas que, más de una vez rondan y acosan en el Pe rú a quienes, per te neciendo a la aris to cracia, se lanzan resueltamente y con entereza a la lucha política. Montoya y quienes con él se complotaron estaban preocupados por una ley específica en cuya dación Pardo iba a colaborar como senador; pero no hicieron sino seguir una corriente de la que habían formado parte la supuesta maquina infernal en el ferrocarril a Chorrillos en diciembre de 1872, el atentado del capitán Juan Boza el 22 de agos to de 1874, el asal to del 20 de agos to de 1876 (que El Comercio del 16 de diciembre de 1878 llamó "la primera escena de la tragedia"), el atentado urdido, según se dijo, contra el exiliado ilustre que llegó a Pi sagua en junio de 1877, los rumo res siniestros y los pasquines ale vo sos en setiembre del siguien te año. Pardo, más que una víctima en una gue rra política fue víctima en una incipiente guerra social.

[ VI ]

la "Fu SIÓN" Y la caí Da DEl GaBINEtE loaY Za.- An te el asesina to del 16 de noviem-

bre, por un momen to pa re ció que Prado y los civilistas se habían re conciliado. A raíz del crimen, convocó el Presidente una reunión de diputados y otros políticos prominentes el 24 de noviembre, que condujo a la lisonjera esperanza de una fusión nacional simbolizada por un nuevo partido compues to por los di ri gen tes del Partido Civil y por los amigos de Prado. El 16 de diciembre ca yó, como una concesión al civilismo, el Gabinete Loayza. El Co mer cio del 17 expre só que desaparecía envuelto en "las fatídicas sombras del atentado del 16 de noviembre" y después de haber dado apoyo indirecto a "las farsas plebiscitarias de agosto".

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SEtIEMBRE 1877

[ perú ]

A LOS 66 AñOS DE EDAD, fALLECE EL EMpRESARIO EStADOUNIDENSE ENRIqUE MEIGGS. tRAS HABER AMASADO UNA GRAN fORtUNA CON LA CONStRUCCIÓN DE fERROCARRILES Y DIvERSAS OBRAS púBLICAS, SE ENCONtRABA EN LA BANCARROtA DEBIDO pRINCIpALMENtE AL DESpILfARRO pERSONAL, LOS pAGOS qUE DEStINABA AL SOBORNO DE fUNCIONARIOS púBLICOS Y LA GRAvE SItUACIÓN fISCAL EN qUE SE ENCONtRABA NUEStRO pAíS.

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