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La Asamblea Nacional y las elecciones presidenciales

sus figuras más destacadas. En su numeroso personal figuraron, entre otros muchos hombres públicos, aparte de Javier Prado y sus hermanos Jorge y Manuel (este no intervino en los debates), un político tan viejo como Mariano Nicolás Valcárcel que pasó luego a ocupar una vocalía de la Corte Suprema; Carlos de Piérola, hermano del caudillo demócrata; personeros de la minoría anti-pardista de los Congresos recientes como Miguel Grau, Alberto Secada, Juan de Dios Salazar y Oyárzabal, Manuel Jesús Urbina, Juan Manuel Torres Balcázar, Manuel Químper, Óscar C. Barros, Miguel A. Morán, Miguel D. González, Celestino Manchego Muñoz; el director de El Tiempo, Pedro Ruiz Bravo; Armando Patiño Zamudio, jefe de la sublevación de Ancón; viejos leguiistas como Emilio Rodríguez Larraín, Alberto Salomón, Agustín G. Ganoza, José Manuel García, Enrique C. y Eduardo Basadre, Enrique Oyanguren, José Ramón Pizarro; figuras que iban a perfilarse como las de personajes del nuevo régimen, entre las que estaban Pedro José Rada y Gamio, Jesús M. Salazar, Celestino Manchego Muñoz, Foción A. Mariátegui (este último no se dejó sentir entonces en el salón de sesiones); espíritus disconformes en quienes ya se vislumbraron ademanes oposicionistas como Aníbal Maúrtua, y Arturo Pérez Figuerola; antiguos miembros del Partido Liberal como Lauro Curletti y A. Eduardo Lanatta, y del constitucional como César Canevaro, Augusto Bedoya, Teodoro Noel; parlamentarios jóvenes como José Antonio Encinas, M. León Vega, Augusto C. Peñaloza, un escritor notable, Clemente Palma.

La presencia de Javier Prado y de sus hermanos Jorge y Manuel en el campamento de la “Patria Nueva” en el amanecer de este régimen puede parecer sorprendente a algunos a la luz de los hechos que ocurrieron después; pero no lo era de acuerdo con los sucesos anteriores. Ministro en el primer Gobierno de José Pardo, como Augusto B. Leguía, fue Javier Prado luego, en una hora difícil, ministro de este. Perteneció hasta 1912 a la rama gubernamental o leguiista del civilismo que auspició la primera candidatura de Aspíllaga y no a la rama “bloquista” (pardista o civilista independiente. Unido al bloquismo en 1914 para oponerse a las pretensiones de Roberto Leguía, fue luego Javier Prado pospuesto por este grupo que buscó en 1915 la reelección de José Pardo. Disconforme con varias de las directivas del gobernante de 1915 a 1919 y sin rehuir en algunas ocasiones a expresarlo en público, le achacó la responsabilidad de diversos actos inamistosos como la salida del propio Javier Prado de la jefatura del Partido Civil para ser reemplazado por Aspíllaga y múltiples esfuerzos, tenazmente llevados a cabo en diversos frentes, para impedir que Jorge Prado fuese proclamado diputado por Lima en 1917. En suma, en 1919 la familia Prado, que había sido antigua amiga de Leguía, estaba hondamente distanciada de Pardo. Si a estos antecedentes se agrega la esperanza de servir desde una Asamblea Constituyente al país, la de colaborar con un nuevo orden constitucional que se autoproclamara democrático y popular y la de poder moderar o evitar, eventualmente, los desvíos de los exaltados, podrá quizás explicarse que una de las más ilustres personalidades del civilismo acompañara en aquellos instantes a quienes se jactaban de haber muerto a aquel partido. Al fin y al cabo, Augusto B. Leguía también había pertenecido a él. Y poco después, Javier Prado encabezó la lista de los descontentos y de los perseguidos en la “Patria Nueva”; por diversos motivos le siguieron más tarde Arturo Osores, Germán Leguía y Martínez, Enrique de la Piedra, Miguel Grau, Pedro Ruiz Bravo, Juan Manuel Torres Balcázar y otros.

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LA ASAMBLEA NACIONAL Y LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES.- Comenzó la Asamblea

Nacional por hacer el escrutinio de las elecciones presidenciales y adjudicó 122.736 votos a Augusto B. Leguía, 64.936 a Antero Aspíllaga, 6.083 a José Carlos Bernales y 3.167 a Isaías de Piérola. Proclamó a Leguía y luego a los vicepresidentes general César Canevaro y Agustín de la Torre González. Es decir, se atribuyó la potestad que, de acuerdo con la Constitución bajo la cual se efectuaron aquellas elecciones, correspondía al Congreso disuelto. Hizo, así, existir y no existirá la vez a la Carta de 1860. Al mismo tiempo, al funcionar como asamblea revolucionaria, ratificó la JOSÉ RAMÓN PIZARRO (1853-1937)

Este militar tacneño fue uno de los miembros de la Asamblea Nacional, instalada en setiembre de 1919. Aunque ese año había sido designado ministro de Guerra, renunció para ocupar la representación de Tacna, cargo que ocupó hasta 1930. En 1924 y 1926, ejerció la vicepresidencia de su cámara. Además, fue uno de los comisionados que recibió a la provincia de Tacna tras su reincorporación al Perú, en 1929.

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