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El inicio de la recuperación de la economía y la injerencia del Estado en la vida económica.

clandestinidad, el líder aprista redactó en febrero de 1932 un extenso manifiesto dirigido a la nación. En él sostuvo que la Misión Kemmerer “había sido un fracaso ruinoso para los peruanos’” Finalmente, el folleto del ilustre jurista Lizardo Alzamora Silva Sobre el Plan Kemmerer (Lima, 1931) resulta hostil al economista estadounidense. Ahora bien, solamente cuando se decidió abandonar las indicadas medidas –afirma Bardella– pudo el Perú dejar de pagar la deuda exterior y, con mucha austeridad, aliviar los problemas presupuestales del Gobierno. Por otra parte, la devaluación permitió a los sectores exportadores operar en condiciones más favorables sin causar inflación. A su vez, las importaciones resultaron tan caras que el consumo se dirigió a la manufactura nacional. La inflación, la cuidadosa expansión del crédito y el dinero interno ayudaron a combatir los efectos deflacionarios. No obstante, a diferencia de otros países, el Perú recién abandonó el patrón oro en 1932.

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EL iNiCio dE LA rECuPErACiÓN dE LA ECoNoMÍA y LA iNJErENCiA dEL EsTAdo EN LA VidA ECoNÓ-

MiCA.- A no dudarlo, la desactivación de algunas de las medidas planteadas por Kemmerer (que para algunos constituyeron una especie de corsé) marcó una tendencia clara en el futuro económico del país. Quienes entonces se sucedieron en el mando pudieron así orientar su gestión con criterios y modelos más dinámicos y flexibles, y, sobre todo, acordes a las demandas externas. En este sentido, Sánchez Cerro y Benavides fueron dos militares que enrumbaron la economía dentro de la ortodoxia del modelo exportador, modernizando sectores como el energético y buscando establecer un presupuesto balanceado que produjo inmediatas mejoras en la situación fiscal (recuérdese que fue Benavides quien a partir de 1934 llevó a cabo una férrea política de control fiscal). Con ello –señala Bardella– fue posible realizar importantes obras de infraestructura vial que hicieron visible el aumento del progreso material, pues la red de carreteras fue no solo creando nuevos mercados internos, sino, también dinamizando la movilización social en el ámbito nacional (como el caso del famoso Plan Trienal de caminos que describiremos luego). De acuerdo con lo señalado por diversos autores, el régimen Benavides (1933-1939) es considerado como el inicio de una fase de repunte económico (de carácter relativo, lo califica Julio Cotler), en la que se combinaron el aumento de recursos públicos mediante el alza de aranceles e impuestos fiscales y la presión a Estados Unidos para que ampliara sus cuotas de productos de exportación del Perú en su calidad de aliado. En realidad, el mencionado período ha suscitado las más diversas opiniones. Para unos (Emilio Romero), se caracterizó por el incremento económico de todos los factores que integraban la economía nacional, acompañado de un innegable desarrollo material. Para otros (Víctor Villanueva), el gobierno del general dictador no hizo nada para que el Perú pudiera dirigir sus propios destinos, afianzando la dependencia del poder económico externo y de los sectores oligárquicos nativos. Y, finalmente, para un tercer grupo (Gianfranco Bardella), a pesar de los errores políticos que pudo haber cometido, la administración de Benavides destaca en la historia contemporánea del Perú como una de las primeras con sentido social y constructivo, y que planificó los cimientos de la grandeza material del país. Lo cierto es –dice Margarita Giesecke– que el proceso de recuperación se debilitó recién a partir de 1939, al empeorar la situación internacional y al incrementarse la incertidumbre respecto al futuro del mundo. En este sentido, el consenso señala que hasta principios de la Segunda Guerra Mundial el período fue de estabilización e inicios de expansión y que el comienzo de la conflagración encontró saneadas las finanzas del país. Desde el ámbito estrictamente social, la mencionada recuperación económica implicó una considerable disminución de la desocupación obrera producida por la expansión de la industria manufacturera con alta absorción de mano de obra y de empresas pequeñas caracterizadas por relaciones laborales de tipo paternalista. Sin embargo –observa Jorge Santisteban– ello no tuvo un correlato similar

Con el propósito de estimular la incipiente industrialización del país en los campos fabril y manufacturero, la administración de Benavides fundó el Banco Industrial del Perú a nes de 1936.

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