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EL SER EN

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FLORECER

FLORECER

“Se acercaba la primavera … y los arriates marrones se cubrieron de un verdor que aumentaba día a día, y nos hacía pensar que la esperanza se paseaba por allí durante las noches, dejando las huellas cada vez más alegres de sus pasos cada mañana”1 Charlotte Bronte

Los ciclos del medio ambiente pueden ser maestros para comprender cómo funciona nuestra naturaleza interna. Somos un todo, es por esto que los cambios en el exterior también representan lo que sucede en el ser.

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Si nos pensamos como seres holísticos, que hacemos parte del planeta tierra, del Universo, de una galaxia y creemos realmente en la evidencia de que cada manifestación externa es también interna, podremos comprender mucho más sobre el funcionamiento de los seres humanos, vistos como expresión del todo. Así que identificarnos solo con un estado de ánimo, una característica o una manera de relacionarnos, no es natural. El ser puede expresarse de muchas formas, así como lo hace la naturaleza.

Esto significa que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos pueden ser fríos como el invierno, resplandecientes como la primavera, intensos como el verano o maduros como el otoño.

Esta es la razón por la que no creo en las denominadas emociones negativas, o en el pensamiento positivo constante, pues cada polo tiene su valor. Cada forma, estado o estación trae información que necesitamos asimilar y trabajar.

De este modo, el bienestar está relacionado con la capacidad que tenemos de movernos con ingenio y creatividad en cada estación del ser.

PALABRAS DE KATELINE BENKELFAT

el ser en primavera

Las enfermedades no solo son un asunto del sujeto. Las patologías surgen en el contacto y los malestares emergen en el campo de interacción, de aquí las llamadas enfermedades estacionales.

Antes de la llegada de la primavera, venimos del invierno, una estación que nos lleva a cubrirnos, encerrarnos y salir poco al exterior. En invierno tenemos más tiempo para realizar actividades caseras: comer, leer, dormir, descansar, estar en casa; en el hogar interno, estar con nosotros mismos. En el encuentro con nuestra mente, nos ponemos reflexivos, evaluando, observando, conviviendo con las emociones y viendo el estado general del ser.

Si esa casa interna no está en orden y mas bien está turbulenta, ansiosa, triste y sin sentido, el invierno se torna insoportable e incluso podemos empezar a tener ideas de muerte.

Lo que tal vez no sabemos es que en esta estación del año se puede sembrar, no solo en la tierra, si no también en nuestra psiquis, para que cuando llegue la primavera veamos los frutos de esta siembra.

Se presenta la primavera, con sus colores alegres. La aparición de las flores nos recuerdan la belleza de la existencia y el impulso de vivir. Si nos identificamos con ella podemos sentir lo especial y lo hermosos que somos, saliendo al mundo con una diversidad de colores y formas que reflejan las diferentes personalidades o expresiones de los seres humanos.

Esta estación nos invita a explorar el exterior, a mostrarnos, a confiar en quienes somos, a ser optimistas, a salir de casa y a celebrar los frutos de aquello en lo que trabajamos. Es una estación ligera, no estamos completamente para adentro, ni desbordados en el afuera.

Salen los animales a mostrar cómo sobrevivieron al invierno y nos recuerdan como nosotros también hemos sobrevivido; y podemos salir a exteriorizar nuestro canto, talentos, dones o simplemente a compartir en el encuentro con los demás.

La primavera trae luz y va a mostrar lo que sembraste en tu interior. Así que, si fue vida, ésta se reflejará en energía y vitalidad; pero si fue muerte, la tendencia será al aislamiento, a la invisibilidad.

No es gratuito que sea la estación del año en la que más suicidios en el mundo se presentan. ¿Por qué en la primavera? Porque es el momento de salir. Y si traes una depresión no tratada, al ver la incongruencia con tu exterior y comparar con el estado de los demás, será tan confrontante que la vida puede perder sentido.

Ante esto, el autoconocimiento es la principal herramienta que nos permite evaluar la relación que tenemos con cada estado. Tenerla presente nos ayudará a transitar en cada movimiento existencial, que inevitablemente se presentará; pues los días no siempre serán de verano, así como las emociones no serán eternamente de felicidad. Necesitamos aprender a surfear las olas de la impermanencia y poder así disfrutar de la pluralidad de las manifestaciones de la vida.

Cada estación del año es una oportunidad para el ser. En esta ocasión, lo que nos viene a enseñar la primavera es a crecer, florecer, renovar y salir al mundo a mostrar cómo estamos mental, emocional y físicamente. Así que a celebrar por los frutos sembrados, y si no llegaron, no te preocupes, que la próxima estación será una nueva oportunidad.

Bonita primavera!

[1]: Cita del libro La terapia del bosque, de Sarah Ivens.

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