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Lauren Mendinueta
from Revista Ulrika 66
Lauren Mendinueta (Barranquilla, Colombia, 1977)
Poeta, ensayista y traductora radicada en Lisboa. Ha recibido los premios internacionales Martín García Ramos, por La vocación suspendida (2007), y César Simón por Del tiempo, un paso (2011), ambos en España. En 2013 ganó el Premio de Poesía Barranquilla Capital Americana de la Cultura, por su obra Una visita al Museo de Historia Natural.
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Cada día en otro tiempo
He venido a la tormenta, al ruido espantoso de la estación del tren. Aquí donde vivo nunca llegará el invierno con sus hábitos curiosos, ni tendré necesidad de poseer un hogar. A veces salgo al muelle y miro como rompe el alba sobre las olas, como se funden, color sobre color. Demasiado pronto el día abjura de su rumorosa vocación y enmudece para hacerme hablar. Desprecio el alarde festivo de la noche y las ramas del roble agitadas contra la tormenta. Nada me obliga a la exclusión: he vencido mi destierro.
Brevísima descripción de la casa
La casa de mis padres era insípida algo la hacía así. No una carencia sino una posesión, un bien que aún no alcanzo a nombrar. Es absurdo, pero empecé a escribir este poema en mi propio cuarto en vísperas de mi permanencia. Y aunque entonces era el presente hoy, en otro cuarto, en otro país, evoco lo ocurrido en tiempo pasado. ¿Por qué? Porque el presente no existe, respondería mi madre si tuviera el coraje de preguntarle. En las fotos de 1994 el dado de la felicidad ya se había lanzado. Nunca aprendí a apostar a mi favor.
El país que ya no es mío
Breve descripción del país que fue mío: primero estaba el jardín después estaba la casa y otra vez el jardín. Y nosotros en el centro de todo, mis padres, mis hermanos, nuestros inocentes crímenes y yo. La casa con sus muebles y libros todo lo guardaba. Y alargando la mano hacia nosotros estaba el mundo (sólo mis padres parecían notarlo). De tarde en tarde, para olvidar el canto de los pájaros en celo, yo me recostaba sobre una manta y leía. El brillo de esos cantos permanece. La culpa que late en un costado del corazón, permanece. Jardín. Casa. Jardín. Ese país ya no es mío.
Tierra de nadie
Atrás quedaron el jardín y la casa, ese territorio irremplazable, ese país que ya no es mío, mi única patria. Los años poco fueron dejando: un álbum familiar anclado en un imposible presente, evidencias de una familia que suele reunirse en fotografías y poemas. Seis soledades, con sus seis soles, que han de conocerse y desconocerse siempre. Ahora que yo misma me he convertido en madre el pasado me visita con la delicadeza de un látigo. ¿Dónde he de tender mi manta para recostarme a leer? En mi pecho el corazón se abre y se cierra como una flor espléndida en tierra de nadie.