“La belleza es una profesión de continuo aprendizaje, creo en la preparación académica por eso desde mi inicio emprendí una pequeña academia de belleza para darle la oportunidad a las chicas que no tenían los ingresos necesarios, y para mí es un privilegio ver como madres solteras pudieron echar hacia adelante sus familias”.
Hace más de dos décadas que sin contar con las herramientas ni el capital para iniciar un negocio tomó la iniciativa de superar adversidades, burlas y carencias para construir su propio camino, nos referimos a Andrea Figueroa, propietaria y mentora de la franquicia de belleza, Andrea Hair Center, quien ha superado un camino lleno de peldaño, sin dejar su valentía al decidir iniciar desde cero un negocio de belleza. Utópico imaginar que lo que hoy es una exitosa franquicia de belleza, inició con precariedades, como colocar una ponchera sobre una mesa y un cubo de agua, como herramientas principales y escribir en el frente “salón de belleza” o soportar las burlas por tener una ponchera como lavapelo, un blower que en vez de caliente arrojaba frío, sin embargo fueron catalizadores de su éxito. Carecer de los estudios básicos de belleza no fueron limitantes, pues gracias a su optimismo y perseverancia creó su propio método de trabajo, lo que hoy caracteriza esta empresa de la belleza, que desde sus inicios ha logrado generar más de 200 empleos desde Andrea Hair Center. Porque de la crisis siempre nace la inventiva, describe Andrea: “Creamos métodos de tal manera que logramos llamar la atención de empresas norteamericanas y chinas que nos visitaban y nos invitaban a sus corporaciones para conversar y usar nuestra técnica en el desarrollo de nuevos productos. Y llegaron hacernos el honor de colocarle el nombre de nuestra marca algunas de esas novedades” relata Andrea exitosa empresaria.
Oriunda de Monte Plata y criada por una tía, actualmente Andrea tiene una encantadora familia, compuesta por su esposo, tres hijas y cinco nietos, “soy la mujer más feliz cuando los tengo todos reunidos”, porque goza estar en familia y cocinarle a su esposo, también, visitar el vertedero duquesa y llevar alimentos a esos necesitados, visitar las cárceles son acciones que Andrea realiza de manera constante como mujer altruista.
Ante las exigencias que la sociedad le atribuye a las mujeres, Andrea logró crear un equilibrio basándose en la palabra de Dios “Hacer una cosa sin dejar de hacer la otra” ya que tiempo hay para todo. Y así se fue construyendo una entidad que más que un negocio es una empresa familiar, en el cual cada uno ha ido aportando a su crecimiento desde su esposo, hasta los nietos.
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