![](https://assets.isu.pub/document-structure/200717002358-2c83c1f42d006d4489030d7ac2af1152/v1/0930ac2112e6b0606c3af5ebee2b57f9.jpg?width=720&quality=85%2C50)
6 minute read
Carlos David Martínez Ortega
Un amor sin límites
TANIA FRÍAS JIMÉNEZ
Advertisement
Las siguientes palabras están dedicadas a la persona que estuvo conmigo desde el día uno, la que soportó noches de desvelo por cuidarme y quien me ha apoyado y guiado en casi la mayoría de las decisiones que he tomado. Este escrito está dedicado para ti mamá.
Hace 22 años conocí a la persona que más ha influido día con día en la persona que soy ahora, y en la que próximamente me convertiré. Nuestra historia comienza en un hospital de la delegación Álvaro Obregón la más conflictiva de la ciudad de México, pero a mi parecer de conflictiva no tiene nada. Desde nuestro primer día supe que le daría un buen dolor de cabeza a mi mamá, pues nací con las bilirrubinas altas y me tuvieron hospitalizada los primeros 15 días de mi vida, por lo que durante ese tipo ella asistió todos los días para darme de comer y contemplarme al otro lado de un cristal.
El tiempo pasó, de bebé pase a ser una niña y durante ese tiempo le hice pasar a mi mamá múltiples episodios de vergüenza, como aquella vez en la que veníamos de hacer las compras, ella me dio una barrita de chocolate mientras regresamos a casa, en eso se subió al transporte un joven muy elegante, pues vestía de traje y corbata y a mí se me ocurrió la grandiosa idea de agarrarle la corbata, ya se imaginaran la vergüenza que sufrió mi mamá pues le ensucie la camisa de chocolate al joven, mi mamá se disculpó con él e intento arreglar lo que había pasado, pero el chico solo se rió y dijo que no se preocupara.
A pesar de mi continua impulsividad y errores, mi mamá me enseñó a ser una niña responsable de mis errores, y así pues,
115
cuando tenía cuatro años mi mamá decidió entrar a trabajar en la pastelería El Globo, durante el tiempo que estuvo laborando se destacó por ser una excelente empleada, en solo dos meses pasó de ser vendedora a cajera y en tres meses más se volvería la próxima supervisora, mientras que ella trabajaba yo hacía mis deberes de la escuela y jugaba un rato en casa mientras esperaba a que mi papá llegara del trabajo: sin embargo por cuestiones que estaban fuera de nuestro alcance mi mamá tuvo que salirse de trabajar y nos vimos en la necesidad de mudarnos a casa de mi abuela materna mamá Mary por una temporada muy corta.
En el 2005, nos mudamos al estado de México, a Ecatepec, ese año fue el más duro para ambas, porque a pesar de que teníamos nuestra primera casa propia y podíamos hacer y deshacer a nuestro antojo, la muerte se hizo presente en nuestro círculo familiar, mi abuelito papá Daniel quien era la persona que más quería mi mamá, falleció dos semanas después de que nos mudamos y tres meses más tarde mi mamá fue sometida a un legrado de urgencia debido a que el bebé que estaba esperando murió dentro de ella sin posibilidades de salvarlo. Durante ese tiempo, del mismo modo en que ella me cuidaba yo la cuide a ella, claro no en igual medida, pero hacia lo que podía.
Después de algún tiempo ella mejoró su salud y conoció a varias señoras que pronto se volverían sus amigas y sus hijos de ellas tenían la misma edad que yo, así que no tenía ningún problema con que saliéramos con ellos. Saben era hasta divertido, compartimos muchos momentos gratos, ¿Cómo olvidar cuando salimos a pintar figuras de cerámica al parque o íbamos a ver películas al cine?
Sin embargo, todo dio un giro muy drástico cuando ella se divorció de mi papá y se embarazó de mi hermano Santiago, yo no tenía idea de lo que sería de mí o de mi hermano, tampoco sabía que pasaría con la escuela, mis amigos o inclusive con ella, debido a que su embarazo fue catalogado de alto riesgo. Todo esto me asustaba y preocupaba ¿qué sería de nosotras? Pero ella supo hacerle frente a toda la situación, nos mudamos a casa
116
de mamá Mary, me inscribió a una escuela cercana a nuestra casa para que terminara la primaria y me comenzará a prepararme para el examen de la secundaria y me llamaba la atención cada que renegaba de la tarea que me dejaban en la escuela.
El tiempo pasó sin precedentes, mi hermano nació el 18 de marzo de 2010, logré entrar a la secundaría que quería y mi mamá comenzó a trabajar vendiendo tortas a las afuera de la secundaría a la que iba, cabe destacar que estaban muy ricas y económicas. En ese punto de mi vida me propuse a esforzarme cada día más en la escuela para que cuando fuera mayor trabajara y pudiera ayudarle a mi madre con los gatos y estudios de mi hermano.
Para cuando tenía 15 años mi madre se fracturó el pie izquierdo, se destrozó el tendón de Aquiles, por lo que la tuvieron que someter a una operación reconstructiva de su pie y estuvo inmovilizada medio año, y el medio año siguiente estuvo en rehabilitación para que pudiera caminar con normalidad, aunque fue su martirio. Aún recuerdo la primera vez que volvió a apoyar el pie después del accidente se le salían sus lágrimas.
Terminé la secundaria e hice mi examen para entrar a la preparatoria, me quedé en Bachilleres 3, sin embargo, no quise ir ahí porque me habían dicho que ahí te pegaban si no les caías bien, así que no me quise arriesgar y mejor entre al IEMS. A mi mamá no le molesto, ella decía que a donde quisiera estudiar estaba bien, siempre y cuando sacara buenas notas, eso para mí no fue tan complicado, ya que pues si me esfuerzo es por ella. Mientras tanto en ese mismo año mi mamá entró a trabajar como intendente al hospital Naval Militar y como ya dije, siempre ha destacado por su buena disposición de hacer las cosas, por lo que un mes después la subieron de puesto como encargada de limpieza en el área de quirófano, pero ella no quiso ese ascenso pues le daba miedo el ver un órgano del cuerpo en el bote de basura, y tiempo después ingresó a trabajar en un hotel que se encuentra a cinco minutos de donde vivimos.
117
Aunque ella estaba trabajando y yo estaba en la escuela, siempre estuvo al pendiente de mí, tanto que un día me cacho cuando me fui de pinta, hubieran visto que regañada me dio, desde ahí se me quito la idea de volverlo a hacer, aunque solo fue una vez. Después de tres años en la preparatoria finalmente le di uno de los orgullos más grandes a mi mamá, terminar la preparatoria e ingresar a una universidad.
Gracias a ella, soy lo que soy ahora y agradezco la infinidad de veces que me ha apoyado, siempre me ha dado su amor basado en dos condiciones en respeto y buenas calificaciones. Me enseñó a ser una buena hija, sobrina, persona y hermana. Podré darle las gracias, pero nunca bastaría, porque siempre me escuchó cuando nadie más lo hacía y me dio esta familia que por nada cambiaría.
118
120