5 minute read
El pasado fortalece el futuro
MARTÍN EDUARDO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
A lo largo de la vida uno se rodea de personas con las que vive grandes experiencias, otras veces malas, te acompañan en anécdotas, así como en toda clase de aventuras, pero muy pocas, en realidad, se quedan contigo en las buenas y en las peores situaciones. Aunque siempre solemos dar importancia a terceras personas ajenas al núcleo familiar, al final terminan por darnos la espalda cuando necesitas algo; pero a pesar de las malas actitudes, las veces que fuiste grosero, las que ignoraste sus advertencias, creyendo que sólo quería molestar e interrumpir tus planes de vida, queda ahí, en tu vida, esa mujer de baja estatura que parece frágil y quien está apoyándote siempre, hablo de mi madre, quien lleva por nombre María Jiménez.
Advertisement
Desde hace tres años, a inicios del 2017 mi cuerpo sufrió cambios, una serie de malestares empeoraron mi salud, me vi realmente mal y grave, sin saber qué sucedía, entendí en esos momentos quién estaba a mi lado y quién no. Quien se mantuvo al margen de todo fue mi madre, siempre estando preocupada y al tanto de lo que decían los médicos, me cuidó, Yo, por el contrario, recordaba las veces que había sido grosero y egoísta con ella, sin embargo, siempre estaba conmigo. Son muchas y variadas las situaciones que puedo describir donde mi madre me demostró su cariño y amor.
Mi madre creció con una familia disfuncional, en pobreza extrema, su padre era alcohólico y su madre trabaja todo el día, solo recibía un alimento al día y junto a sus hermanas y hermanos enfrentaban lo duro de la situación; vivían en un terreno que rentaban con suelo de tierra y una construcción a
131
base de láminas, sufrió burlas en su primaria por llevar zapatos de plástico, también, por ser muy morena. Recibía todo tipo de burlas, sus compañeros de primaria la llamaban “la negra”, le desconcertaba que mis abuelos se presentarán en las firmas de boletas, quizá porque mi abuelo estaba tirado y alcoholizado en la calle y mi abuela trabajando en una torteria por el centro de la ciudad.
A los 12 años su tío la llevó con sus hermanos al cine para distraerlos, al regresar a casa encontraron una caja y coronas de flores en el patio; su papá había muerto,. lo encontraron tirado boca abajo en la calle, sus amigos a los que vulgarmente se les conoce como “el escuadrón de la muerte”, dieron aviso a la hermana de mi abuela, aquel momento marcaría su vida por siempre. Hasta la fecha, como la vez que abrió su corazón conmigo y me contó esta historia, lloro, nunca la había visto desahogar tal sentimiento,; me dijo que a pesar del problema que tenía mi abuelo, fue él quien las y los procuró siempre, era tal el amor que le tenía que no soportó saber que a los pocos meses de haber muerto su padre, mi abuela decidió juntarse con otro hombre, sintió que la memoria de su padre fue traicionada y decidió salirse de su casa a los 15 años de edad, se fue a vivir con su tía, tenía que cuidar a sus primos menores y hacer todo tipo de cosas para poder recibir alimento y cobijo, fue una adolescencia muy pesada, dura y cruda.
Por su cuenta decidió salir adelante y estudió administración como carrera técnica para tener mejores oportunidades. Logró terminar sus estudios y encontrar empleo en una mueblería en la Jardín Balbuena, el dueño era un español, con el sueldo que ganaba, le daba más de la mitad a mi abuela que se había quedado sin trabajo y estaba pasando momentos críticos, tragándose el rencor que sentía hacia su pareja, decidió ayudarla para que pudiera comer y vestir.
Conoció a mi padre y no fue un noviazgo fácil, la familia por parte de mi padre la humillaban mucho, le decían “india”, “mugrosa”, “negra asquerosa”, pero jamás se dejó de sus cuñadas, las confrontó varias veces hasta que logró, con garras y puños, defender su persona. Se casaron el 31 de diciembre de
132
1987, al año tuvieron a mi hermana, pero igual, la situación era difícil. Mi papá trabajaba en un restaurante en la colonia del valle como lavaplatos y lo que ganaba no cubría los gastos que requiere un bebé, sin embargo, logró mantener a mi hermana sana y bien, esto implicaba que se quitara el pan de la boca para dárselo a su hija.
Al nacer yo, un año después de mi hermana, no habían mejorado mucho los problemas económicos. No tenían apoyo de nadie, sin embargo, nos sacó adelante a pesar de las adversidades. Mi padre logró encontrar un empleo mejor pagado, le dieron el puesto de obrero de mantenimiento en una fábrica de balatas donde empezó a percibir un poco más.
Todas las situaciones por las que pasó mi madre en su infancia, adolescencia y en la adultez marcaron en ella un carácter fuerte, firme, pero jamás negativo, en verdad admiro su determinación, así como su fortaleza como mujer, una gran mujer que supo salir de sus grandes problemas y darme una educación para poder valerme por mí mismo, aprender a valorar el esfuerzo que hace cada día para mantener a la familia. Siempre nos enseñó a no depender de nadie, a ser agradecidos con lo poco o mucho que tenemos, ayudar a los demás. Lamentablemente, al estar en una situación delicada de salud, me di cuenta de todos estos esfuerzos por su parte, ponerme en sus zapatos para ver lo que ha pasado, estoy orgulloso de ella y de recibir su apoyo en momentos caóticos.
Estas líneas sólo son parte de su vida, que le sirvieron para nunca darse por vencida y arreglárselas para sacar todo siempre adelante. Ahora en este 2020, ella y yo estamos enfrentando un nuevo proceso, sin embargo, me está demostrando que seguirá para lo que necesite y también debo hacerle sentir lo mismo, porque debemos estar más unidos ahora.
133
134