El pasado fortalece el futuro MARTÍN EDUARDO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
A lo largo de la vida uno se rodea de personas con las que vive grandes experiencias, otras veces malas, te acompañan en anécdotas, así como en toda clase de aventuras, pero muy pocas, en realidad, se quedan contigo en las buenas y en las peores situaciones. Aunque siempre solemos dar importancia a terceras personas ajenas al núcleo familiar, al final terminan por darnos la espalda cuando necesitas algo; pero a pesar de las malas actitudes, las veces que fuiste grosero, las que ignoraste sus advertencias, creyendo que sólo quería molestar e interrumpir tus planes de vida, queda ahí, en tu vida, esa mujer de baja estatura que parece frágil y quien está apoyándote siempre, hablo de mi madre, quien lleva por nombre María Jiménez. Desde hace tres años, a inicios del 2017 mi cuerpo sufrió cambios, una serie de malestares empeoraron mi salud, me vi realmente mal y grave, sin saber qué sucedía, entendí en esos momentos quién estaba a mi lado y quién no. Quien se mantuvo al margen de todo fue mi madre, siempre estando preocupada y al tanto de lo que decían los médicos, me cuidó, Yo, por el contrario, recordaba las veces que había sido grosero y egoísta con ella, sin embargo, siempre estaba conmigo. Son muchas y variadas las situaciones que puedo describir donde mi madre me demostró su cariño y amor. Mi madre creció con una familia disfuncional, en pobreza extrema, su padre era alcohólico y su madre trabaja todo el día, solo recibía un alimento al día y junto a sus hermanas y hermanos enfrentaban lo duro de la situación; vivían en un terreno que rentaban con suelo de tierra y una construcción a
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