La Palabra Entre Nosotros - Agosto 22

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2, 7. 8). El Señor le dijo a sus seguidores: “Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado” (Juan 6, 38). Aun así, Jesús luchó. En la noche antes de morir, rezó así: “Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22, 42). Esto debe ser un gran consuelo para nosotros. Incluso para Jesús mismo, que es Dios, fue difícil como ser humano rendirse a la voluntad del Padre. Pero soportó voluntariamente el arresto, la burla, la tortura y la crucifixión, porque eso era lo que el Padre le estaba pidiendo: Ser el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Todos los grandes santos se rindieron a la voluntad de Dios de una manera u otra, y todos descubrieron una gran alegría y paz al hacerlo, incluso cuando les resultara difícil. Piensa en San Pablo, que soportó golpes, naufragios y persecuciones mientras proclamó el evangelio. O en Santa Teresa de Ávila, que soportó la enfermedad y un camino escabroso en España mientras establecía conventos reformados de carmelitas. Hicieron estas cosas porque amaban a Dios y confiaban en él. Las hicieron porque se habían rendido a su amor y misericordia. Y las hicieron porque sabían que su voluntad para ellos era lograr un propósito mayor: Acercar a las personas a Cristo y edificar la Iglesia. 14 | La Palabra Entre Nosotros

A continuación se encuentra el relato de un hombre que encontró paz al entregarse a la voluntad de Dios. “Una donación total de sí mismo.” El

padre Walter Ciszek, SJ (1904–1984), era un misionero polaco-estadounidense que se fue a Rusia en 1940 a apoyar a un grupo de personas que estaban sufriendo persecución bajo el régimen comunista. Unos pocos meses después de su llegada, Ciszek fue arrestado, acusado de espionaje y enviado a la terrible prisión de Lubianka donde soportó horas de interrogatorios y golpes. Desgastado, firmó una confesión falsa y fue sentenciado a quince años de trabajos forzados. Ciszek estaba devastado. Esto no era lo que él tenía planeado cuando se fue a Rusia. Pero en medio de la depresión, tuvo una epifanía, tal como lo escribió en su libro Caminado por valles oscuros: Comprendí que la voluntad de Dios no estaba escondida en un lugar “por ahí” sino que las situaciones en las que me encontraba eran su voluntad para mí. El Señor quería que yo aceptara esas situaciones como si vinieran de sus manos, para que soltara las riendas y me pusiera a su entera disposición. Dios me estaba pidiendo un acto de confianza total, … una donación


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