Reflexiones sobre la gestión del agua en América Latina y el Caribe
d) Conservación y manejo de suelos Las acciones de conservación y manejo de suelos, la agricultura sostenible, la protección de nacientes y áreas de recarga que hacen las instituciones sectoriales (INTA y MAG) y la COMCURE (con recursos del ICE y la JASEC) han permitido reducir en un 20% la sedimentación que llega a los embalses de proyectos hidroeléctricos. Este es uno de los logros más visibles del plan de manejo de la cuenca. Además de la generación hidroeléctrica, esto ha beneficiado a los productores agrícolas, mejorando la calidad del agua y haciendo que el río Reventazón sea apto para riego y acuicultura (Flores, 2017). Sin embargo, debido a las condiciones topográficas, al régimen pluvial de la zona y a las prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas, aún persisten altos niveles de sedimentación —un 50% de los sedimentos es de origen natural y un 50% es producido por las actividades humanas— que elevan los costos de la producción de energía.
Nexo en la cuenca del río Reventazón: análisis de interrelaciones prioritarias. 1. Interdependencia entre el ICE y el AyA a) Dinámica de la interrelación Los principales actores en esta interrelación son el ICE y el AyA, que desde la génesis de la misma han tenido una relación constructiva y equilibrada. En el año 1963, el ICE desarrolló la Planta Hidroeléctrica Río Macho, para la cual se construyó el embalse El Llano, ubicado en el Valle de Orosi en la provincia de Cartago, a 1.572 metros sobre el nivel del mar. Este embalse tiene una capacidad de almacenamiento de 39 millones de metros cúbicos, de los cuales 24 millones es volumen útil. Las fuentes que proveen agua al embalse provienen de siete ríos, que se encuentran en una zona montañosa y con una densa cobertura boscosa. A finales de la década de los setenta, las fuentes que abastecían de agua potable a la GAM se volvieron insuficientes ante el crecimiento poblacional y la expansión urbana. A inicios de los años ochenta, ante la necesidad de suplir la demanda creciente, el AyA realizó estudios técnicos de las diversas opciones de abastecimiento. Una de ellas era aumentar el campo de pozos de La Valencia, en la ciudad de Heredia, lo cual tenía como inconveniente que a esa fecha no se conocían el comportamiento y la capacidad de los acuíferos Colima Inferior y Superior, de donde se extraería el agua. Por otra parte, la demanda de energía hubiese significado un incremento en los costos y el encarecimiento de la tarifa del servicio de agua potable. La otra opción que se analizó fue el trasvase de agua de la cuenca del río Reventazón a la cuenca del río Tárcoles, donde se asienta la GAM. Esta opción tenía la ventaja de que el agua se conducía por gravedad, desde el embalse El Llano hasta la planta de tratamiento de agua del AyA, en la ciudad de Tres Ríos. Además, era agua de buena calidad en una zona de alta pluviosidad y protegida, lo que aseguraba el abastecimiento permanente de agua. Por lo anterior, ésta se convirtió en la opción más rentable y viable. La negociación entre el AyA y el ICE se dio a través de un convenio, en los términos más favorables para ambas instituciones, que fue avalado por la Contraloría General de la República. Según este acuerdo, el AyA tendría el suministro de 2,2 metros cúbicos por segundo de agua a perpetuidad, debiendo retribuir al ICE con un único pago de 300 millones de colones (unos 7,5
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