Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
sobre gestión integrada del agua suministran además información sobre lo que podría lograrse con estos sistemas. En materia de formación académica y creación de capacidades en gestión integrada del agua, sin embargo, es poco lo que se ha avanzado en los países de la región. Una revisión de los casos de creación de entidades de cuenca en varios países de la región sugiere que el éxito de tales iniciativas depende además de la confluencia de por lo menos tres factores (Dourojeanni y Jouravlev, 2001): • Un sistema político–institucional razonablemente estable y articulado a nivel nacional por lo menos a nivel local. Se requiere un mínimo de estabilidad política, económica y financiera, tanto del gobierno nacional como de los principales usuarios del agua de la cuenca. Al respecto de los usuarios, es esencial que exista un liderazgo visible y honesto de una persona o grupos de personas que apoyen la iniciativa con conocimiento y transparencia en sus acciones. La continuidad de la estructura operativa (véase la página 40) de la entidad de cuencas es esencial.
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• Apoyo o por lo menos no oposición por parte de las autoridades públicas y su reconocimiento de la necesidad de establecer bases permanentes y sólidas de gestión del agua a nivel de cuencas o sistemas hídricos interconectados. Se requiere tener el apoyo mínimo o por lo menos no oposición de parte de los gobiernos nacionales o locales para crear tales sistemas. Es importante que el Estado estimule y apoye la creación de entidades de gestión del agua por cuencas, inclusive promoviendo iniciativas privadas y de organizaciones no gubernamentales, pero sin dejar de asumir y cumplir los roles que le corresponden en asegurar el uso eficiente y ordenado del agua (garantizar el cumplimiento de la legislación vigente, resolver conflictos entre usuarios, mantener sistemas de información sobre disponibilidad y uso de agua, asistir y promover la adopción de criterios técnicos y estándares de trabajo, etc.). En este contexto, es importante tener presente que, sin menospreciar la importancia de iniciativas locales, las entidades de cuenca, para que sean sustentables en el tiempo, requieren un fuerte y largo apoyo funcional y operativo para su creación y desarrollo por parte de una administración central. Su estabilidad demanda un proceso paulatino de transferencia de funciones y de formación de capacidades. La afirmación que dice que “sin buenas administraciones nacionales de aguas es difícil que se puedan generar organismos de cuenca” (Solanes, 1999) es por ello acertada. • Una clara y abierta demanda por parte de los usuarios de agua, resultado de necesidades sentidas para solucionar conflictos crecientes debido a la carencia o pobres sistemas de gobernabilidad del agua. Debe existir una clara necesidad y disposición, de por lo menos más de uno de los principales usuarios del agua de la cuenca, para propiciar la creación y funcionamiento de un sistema de coordinación de acciones para una mejor gestión del agua. Las estructuras directivas de estas entidades deben hacer de conocimiento público quién financia y en qué invierten los recursos captados. Sin credibilidad en las estructuras directivas no hay futuro posible para estas organizaciones que se generan debido a intereses muy concretos de algunos usuarios en que se invierten los recursos que aportan.
2. Procesos asociados a la gestión a nivel de cuencas La creación de entidades de gestión del agua en el ámbito de cuencas, bajo cualquiera de sus modalidades (véase la página 18), implica la ejecución de una serie de procesos que se pueden llevar a cabo en forma paralela y que son continuos en el tiempo. Estos procesos se pueden ordenar en tres grupos: un proceso central de articulación, un grupo de procesos de carácter socio–económico y otro grupo de carácter técnico–físico. Conviene distinguir los siguientes procesos asociados a la gestión del agua en el ámbito de cuencas (Dourojeanni y Jouravlev, 1999):