Reflexiones sobre la gestión del agua en América Latina y el Caribe
A nivel del debate sobre los desafíos que enfrenta la humanidad, el concepto de seguridad hídrica se ha asociado a los temas de seguridad alimentaria y seguridad energética, y, además, se ha analizado su relación con el paradigma de la gestión integrada de los recursos hídricos. Respecto de los temas de seguridad alimentaria y energética, en la Conferencia Internacional “Nexo entre Seguridad Hídrica, Energética y Alimentaria - Soluciones para la Economía Verde” (Bonn, Alemania, 16 al 18 de noviembre de 2011) (Hoff, 2011) y varias otras iniciativas (WEF, 2011; FAO, 2014; Bellfield, 2015) han puesto en evidencia las interrelaciones que existen entre dichos objetivos. En efecto, ellos por una parte comparten los desafíos y restricciones que imponen temas tales como: el crecimiento demográfico, el desarrollo económico, la urbanización, la globalización económica, el cambio climático y, por otra, presentan la necesidad de gestionar con una visión integrada las externalidades que se generan entre los sectores y las oportunidades de obtener beneficios compartidos. Así, por ejemplo, la gestión de los recursos hídricos, el desarrollo de la agricultura de riego y la producción de los biocombustibles, son temas que requieren visiones integradas para controlar los impactos negativos y potenciar sus beneficios para una mejor seguridad hídrica, alimentaria y energética. En todo caso, es importante hacer presente que el desafío de la seguridad hídrica, también tiene diferencias significativas con los otros dos. En efecto, mientras que en relación con la alimentación y la energía existen mercados globales que, en general, inciden directamente en el acceso a dichos bienes (y por medio de los mismos y otros, a la así llamada “agua virtual”), en el caso del agua, inevitablemente, el acceso depende de los factores locales, como son las demandas de agua y las fuentes de abastecimiento ubicadas en el entorno geográfico, teniendo el comercio mundial solo un papel indirecto. Otro aspecto que ha sido motivo de debate, es la relación que tendrían, en el marco de la agenda internacional en torno al agua, la promoción de la gestión integrada de los recursos hídricos y el mejoramiento de la seguridad hídrica y si, en la práctica, serían equivalentes. En relación con esta pregunta, una visión adecuada resulta considerar la gestión integrada como una estrategia centrada en los medios, mientras que la gestión orientada por la seguridad hídrica, estaría destacando el objetivo a alcanzar. Así, se trataría de aproximaciones que tienen una relación “simbiótica”, que se refuerzan mutuamente (van Beek y Arriens, 2014).
2. La seguridad hídrica “en la práctica”: indicadores El concepto de “seguridad hídrica” ha tenido una amplia aceptación como forma de identificar los objetivos de la comunidad internacional y de los países en relación con la gestión del agua. Esto ha motivado un esfuerzo por transformarlo en un instrumento para medir los avances en relación con el manejo de los temas relativos al agua, entendiendo que una herramienta de esas características contribuiría a dar contenido y peso al tema del agua en el debate político, tanto en el contexto nacional como internacional. Asimismo, el desarrollo de una métrica en relación con la seguridad hídrica ayudaría a focalizar la atención de los diversos actores en las áreas que presentan mayores rezagos, entregaría un instrumento para evaluar el impacto de las medidas de mejoramiento y permitiría comparar la situación de los distintos países en relación con el tema. Un esfuerzo regional pionero en esta materia se realizó en la región Asia Pacífico. El Foro del Agua Asia-Pacífico (APWF) y el Banco Asiático de Desarrollo (ADB) propusieron medir en forma integral la seguridad hídrica, sobre la base de cinco dimensiones, consideradas relevantes para representar la realidad de los países del Asia Pacífico, los cuales se asociaron a un conjunto de indicadores (ADB, 2013). De ese modo, el objetivo de la seguridad hídrica se expresó en términos de metas cuantitativas y la situación de cada país se evaluó en función de las dimensiones e indicadores que se orientaron a medir:
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