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Juana Morazán, la plaza central y otras anécdotas

Juana moRazán, la plaza cEntRal y otRaS anécdotaS

En Juana, como lo expresa en el poema que dedica a Tegucigalpa y en el que dedica a Honduras, se mezclan el respeto total con la total irreverencia y creatividad, lo cual queda excelentemente reflejado en la anécdota de Juana en la Plaza Central de Tegucigalpa subida en la estatua ecuestre de la figura de la Federación Centroamericana como lo fue Francisco Morazán. Anécdota que muy bien ha registrado Eduardo Bähr (2012) y que ha denominado Juana Morazán:

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Eran las doce del mediodía y Juana estaba sentada cómodamente sobre el anca del caballo de Francisco Morazán, abrazada a la estatua y envuelta en los humos de la crápula nocturna recién pasada.

La gente se arremolinaba riendo, gozando, burlándose, al pie de lo que, sin embargo, consideraba un símbolo de la patria mancillado por “esa loca”. En eso llegó un humilde policía que cargaba una carabina 7 mm (de las que tenía el ejército hondureño cuando hizo una guerra contra los fusiles G3 de la Guardia Nacional salvadoreña, en 1969).

Por supuesto que conocía a Juana —quién no—; así que, con voz suave, la conminó: “Por favor, doña loca, bájese del caballo de mi general”.

“Te iba a decir que te bajaras vos, pero ya no podés ba- jarte más, enano hijueputa”. Contestó Juana.

La multitud aumentaba; las risas y las burlas, ahora trasladadas contra el representante de la ley y el orden, se oían hasta en Comayagua. El espectáculo continuó, con los tres personajes (la estatua cuenta, como veremos) durante casi media hora, hasta que el agente perdió completamente la paciencia y, apuntándole con su fusil, le gritó: “¡Te digo que te bajés, loca cabrona!”.

Hubo un silencio que sólo podía ser cortado por los casi inaudibles chillidos de los vampiros de la catedral. Los cuervos ‘clarineros’ levantaron vuelo en bandada repentina. Toda la plaza —lustradores, vendedores, paseantes, predicadores, prostitutas encubiertas, curiosos, políticos de banca, chicas exhibicionistas, ladrones, estudiantes, holgazanes, desempleados—, en el centro de Tegucigalpa, capital de Honduras, Mesoamérica, se quedó en pose de teatro congelada.

Juana miró primero al chafita, después a la multitud y por último a la estatua ecuestre del general Francisco Morazán a cuya espalda estaba pegada.

Acercó su boca a la oreja de mármol y lo que dijo fue escuchado perfectamente hasta por el más alejado de los parroquianos:

“Mi general, aunque te digan ‘loca cabrona’, ¡no te bajés!”

Esta anécdota refleja el mimetismo de Juana con Tegucigalpa como lo fue también su irreverencia frente al

poder, como el de la policía, o la mitologización de personajes como la figura del mismo Francisco Morazán.

Otra anécdota de las andanzas de Juana por esta ciu- dad es la referida al consumo de aguardiente y de su permanente irreverencia y seducción a las personas para hacer lo que ella quería que hicieran:

Nuestra irreverente Juana Pavón fue alta conocedora del guaro.

A la poetisa Juana Pavón, talentosa mujer y de polémica reputación, la han tornado en parte de nuestro folklore y en la realeza de la bohemia hondureña; que también ha sido reconocida por “empinar el codo a la buena”. En una ocasión, ya bastante tomada y con pachita de guaro en mano; entró a una iglesia en donde se celebraba la Santa Misa y en pleno pasillo del lugar, pidió en voz alta un sonoro aplauso para el sacerdote.

¿Y qué creen? La feligresía batió las palmas con gusto.

Juana Pavón es totalmente desinhibida, en sus poemas habla de lo que ha hecho por andar de bohemia bebe- dora. (Barahona, M; 2015)

Otro episodio de esta naturaleza, en sus andanzas por Tegucigalpa, es el que relató la misma Juana:

“Una vez yo andaba con unos amigos en una cafetería, se llamaba La Mexicana, frente a Los Ministerios, hubo

un relajo, llegó la policía y nos llevan presos; entonces nos llevan a Los Ministerios y yo me he subido al techo y he dormido dos noches y tres días, no me pude bajar”. (Pavón, J; 1994a)

Juana, también, en los bares de Tegucigalpa, a la vez que declamaba su poesía, sus bombas y cantaba el himno nacional al ritmo del Xique, iba escribiendo en servilletas y papeles que la gente le proporcionaba, tal como escribió al periodista Armando Zelaya hijo, las bombas que solía decir mientras bailaba y cantaba en los bares. (Véase el Recuadro 2)

RECUADRO 2. BOMBAS ESCRITAS POR JUANA PAVÓN

De igual modo, otra de las ocurrencias de Juana es la contada por la revista de farándula Xtra: “A quien encontramos recientemente en un centro comercial, fue a la actriz y poeta JUANA PAVÓN... que nos contó que ahora vive temporalmente en la comunidad de San Juancito... rodeada de naturaleza y tranquilidad... además, nos contó que recibió la visita de varios de sus hijos que viven en el extranjero... JUANA PAVÓN única como su arte... nos saludó como siempre con cariño y recordamos aquella frase de ella en la que una MUJER... le dice a su pareja: ‘Voy a darte un hijo y él le respondió: Pues hay que buscarle PADRE’. (La Tribuna, miércoles 20 de abril de 2016: 6ª).

El escritor salvadoreño Alejandro Méndez describe la impresión que tuvo al conocer a la poeta Pavón, de la siguiente forma:

Sin embargo, una de mis vivencias más importantes fue haber conocido a la poeta Juana la Loca o Juana Pavón, fallecida el pasado jueves 27 a las dos de la madrugada, tras batallar contra el cáncer. La primera vez que la vi y la escuché fue en 2001, durante algún encuentro de escritores. Viajábamos en bus, escuchando a algún crítico extranjero. El auto se detuvo debido al rojo del semáforo cuando Juana se levantó. Usaba el pelo corto, estilo Sheena Easton, su ropa muy sencilla e impulsiva para levantarse, abrir la puerta y largarse, no sin antes diri- girnos a los demás uno de sus más hermosos poemas en el que le dice a Vincent van Gogh que mejor se hubiera cortado un testículo y no la oreja. Luego saltó a la calle y desapareció. Fue el acto poético más memorable que

recuerdo. Más tarde apareció en la sede de la reunión de escritores, en la que se conversaba sobre lo políticamente correcto que se debería ser para optar a becas.

Su manera de actuar dentro del círculo de autores cen- troamericanos era de desconfianza, y no de servilismo. Recuerdo que alguien le dijo que lamentaba que ella no había tenido mucha fama y atención de los lectores, pero que él, escritor laureado, ya la había vengado. (Méndez, A.; 2019)

Juana fue también una personaje que inspiró a pintores y poetas, porque se convirtió en parte de la historia de Tegucigalpa paseándose en la plaza central, en sus bares, como el de Tito Aguacate, y en cuánta cantina haya existido en el centro de la ciudad. Por ello fue pintada y dibujada en sus andanzas en la ciudad, por Ezequiel Padilla, Felipe Buchard, David Soto, Johnny Mcdonald, Oto Sabillón, entre otros.

Juana By van-RoSE

BocEto dE diBuJo dE Juana, poR david Soto.

Johnny mcdonald y El muRal SoBRE Juana ElaBoRado En un pRogRama dE tElEviSión.

pintuRa dE Juana pavón dE oto SaBillòn.

EduaRdo BähR, JoRgE oSoRio y Juana pavón

Juana pavón y miRna BaRahona

tito EStRada, Juana pavón y SophiE WaltER.

yESEnia maRtínEz, Juana pavón, vanESSa duRán y camil SiERRa maRtínEz.

Juana pavón En una nochE dEclamando En tEgucigalpa.

maRía JoSé lópEz y Juana.

cElEBRación dEl cumplEañoS dE Juana El año 2017 con REgina aguilaR, maRio Jaén, Rolando SiERRa y maRía JoSé lópEz.

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