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Identidades: mujer, locura y erótica

Juana escribió siempre desde una independencia espiritual, asumiendo una tarea humilde, pero definitiva. Como dice Adolfo Castañón respecto de la misión de la poesía: “limpiar el lenguaje de adornos y herramientas, usos e intereses creados, es, parece ser, su misión”. (Citado en Benaventte Vélez; 2011: 14)

De hecho, puede decirse que Juana no escribió como un oficio y su interés en la vida no fue el ser reconocida como una escritora, razón por la cual, su producción li- teraria no fue copiosa, pero sí profunda sobre la mujer, la vida y la matria.

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Juana fue poseedora de un estilo propio y de una forma particular de escribir. Cuando trabaja un poema, lo escribía siempre a mano sobre papel, de una sola inspira- ción, sin correcciones. Practicó como ella lo dijo “el verso libre” (2003). Su preocupación por la escritura no fue es- tética ni preciosita, sino una forma de transmitir sus sen- timientos y sus experiencias de una vida a la intemperie, desde la profundidad de su yo: “Hay poetas que dicen que lo más importante es la belleza del lenguaje, pero creo que eso le quita el sentimiento al poema. Cuando he corregido un poema, siento que ya no es igual al que pensé. Claro, me salen con un montón de errores y adjetivos, pero lo importante es lo que entiendan”. (Pavón, J, 2003)

Como sostiene Castro (2004: 8): “Al hablar de la obra de Juana Pavón, resulta imposible no hablar de su vida, ya que se ve claramente reflejada en ella. Juana, como ella misma asegura, habla de una misma manera en que escribe, y escribe específicamente desde su experiencia de mujer marginal. En sus poemas encontramos un recuento autobiográfico que nos recuerda la brutalidad

de nuestra sociedad. Una sociedad que ha sido con ella cruel desde su infancia, su adolescencia y su vida adulta. Su poesía está cargada de denuncia, rabia, ironía y dolor, aunque descubrimos también su inmensa capacidad de ternura y amor”.

De acuerdo con Umaña (2006: 546), los libros de Juana son: “…de sello vivencial que testimonian la vio- lencia ejercida contra la mujer, yo poético que expresa un conjunto de sentimientos concomitantes a la condición de género”. En tal sentido, la poesía y el lenguaje de Juana lograron un importante grado de condensación, en el sen- tido planteado por Arendt (2014: 35): “La poesía, cuyo material es el lenguaje, quizá es la más humana y menos mundana de las artes, en la que el producto final queda muy próximo al pensamiento que lo inspiró. El carácter duradero de un poema se produce mediante la condensa- ción, como si el lenguaje hablado en su máxima densidad y concentración fuera poético en sí mismo”.

Juana Pavón condensó en su poesía un yo poético y una identidad de género, como mujer y como una persona a la vez que excluida, también temida:

Me tienen miedo Porque aprendí a leer a defenderme sola y a bordar poemas. ¡Soy mujer! Con eso tengo bastante. (2013)

De este modo, en su poesía reafirmó su identidad como una mujer en el sentido pleno, porque desarrolló la conciencia de ser sujeta de su propia historia, responsable

de sus actos y de su devenir, y lo declaró públicamente en su poema De una vez por todas:

De una vez por todas me declaro mujer de ovarios bien puestos qué triste de mí sería llamarme Napoleón o Rigoberto llevando de por vida una golondrina sin mensaje entre mis piernas. (2004:97)

Existe un yo y una identidad como sujeto y como mujer. Como sostiene Elvir (2004: 90-91): “En el poema “Nosotras, esas sujetos” que pertenece al poemario Yo soy esa sujeto (1994), habla un Yo femenino en plural, unido e identificado por su género y por las funciones asignadas por las leyes patriarcales. Aquí, las mujeres son el equivalente de la patria amada, respetada, despreciada, incomprendida, ocupada (militarmente), como la patria de la poeta: ‘Nosotras somos esa —a la que se nos vende (...) ¡somos patria / ¡yo siempre he pensado / que Honduras tiene nombre de mujer’.

Es una identidad inclusiva de todas las mujeres más allá de su condición social, familiar y diferencias de raza:

Una, dos, cien, miles sí vamos las mujeres por aquí aquí donde nos tocó pernoctar para siempre no importa lugar ni apellido

definimos nuestra situación desde hace mucho tiempo. [...] porque siendo mujeres tenemos que aceptarlo porque son leyes para mujeres hechas por hombres. [...] Hemos aceptado el papel que nos corresponde no importa el estatus. [...] médicas, tortilleras maestras, campesinas teatristas, pintoras esposas, amantes primera dama o última dama. Un vientre nos une a todas por igual [...] ¡Somos patria! (2004:90-91)

En su libro Yo soy ese sujeto, Juana se ubicó a sí misma y a la mujer como sujeto de su propia historia con voluntad emancipatoria. Narró con su propia voz su proceso constitutivo como mujer y es que, según Araujo: “la historia de las mujeres en la sociedad patriarcal latinoamericana había sido narrada por voces masculinas, cuando la mujer se decide y empieza a escribir, comienza un proceso que la hace visible, adquiere identidad que la lleva a convertirse en autora de su propia historia”. (Aristizábal, P; 2012: 9)

De una u otra forma, en la narrativa de Juana se encuentra también una cierta propuesta de reescritura de

Las mil y una noches, obra que tanto impresionaba a la poeta y por ello recurrió, sin pretenderlo o no, al modelo de Sherezade como un personaje femenino que narró con su propia voz y en primera persona, reconceptualizando su papel como mujer en la sociedad actual (para un análisis de esta perspectiva, véase la obra de Patricia Aristizábal Montes: Mujer y narración. Sherezade en la literatura femenina latinoamericana contemporánea, 2012).

En esa misma línea, también, la palabra poética de Juana fue transgresora y, asimismo, política, como sostiene Bonnett Vélez (2001: 22): “como es la escritura en general y la femenina en particular. Su poder de exploración crítica y de simbolización es una posibilidad inmensa para una mujer que aspira a participar a sus hijos, maridos, amantes, una visión del mundo, honda y compleja desde lo femenino”.

La locura fue otro de los aspectos del discurso iden- titario de Juana. Un aspecto de la locura femenina se rela- ciona con la manifiesta voluntad de la mujer de autodefi- nirse, de forjarse un yo personal desde su propia necesidad de autonomía (véase Rigney en Daydí-Tolson; S; 1992: 91). Juana fue una mujer que enfrentó conflictivamente la sociedad hondureña, cuando la transgredía o cuando vivía en ella al límite simulando y representándose a sí misma idealmente como la mujer loca. En alteridad con el ideal de mujer que la sociedad hondureña ha creado y con las formas de reproducción de lo femenino. Se trató de una locura que Juana misma precisó en su poema Maldad y locura:

Definitivamente mi locura radica en odiar la maldad que me obliga a ser mala. Los ángeles que circundan mi cabeza preceden a un anatema o a un perdón. Simplemente el bien triunfa sobre mi maldad obligada. (2004:76)

La locura de Juana radicó en la capacidad de auto- afirmarse en su propia búsqueda, en su propio camino, su propia decisión, su libertad y erótica, aun cuando esto significó para ella incomprensión, rechazo, fracasos, dificultades de amar y la ausencia de sororidad. Es así que Juana construyó una nueva realidad sobre su locura edificada con palabras en el poema Juana la Loca:

Estoy loca porque nadie podrá darme distancias, ni límites, ni futuros eso sólo yo puedo dármelos.

Quiero que todas se enteren que estoy loca por no encontrar lo que yo buscaba. Lo busqué debajo de las piedras debajo de las raíces de la médula del aire y lo que encontré fue la verdad de las cosas equivocadas.

Por eso estoy loca por no poder irme con el primer paisaje y volar mezclada con el amor el vuelo de siempre sobre mi lecho vacío. Por querer mi libertad mi amor humano, porque la aurora llegó y no la recibí en mi boca. Porque aquí en mi locura no hay mañanas ni esperanzas posibles sólo ese rumor de suicidio que anima mis madrugadas. Porque tengo océanos de ternura para aquellos que arrugaron mi corazón de niña y me negaron una vida más digna. (2004:104-105)

Juana rechazó de este modo la realidad de imposicio- nes sociales normalizadas, se marginó y excluyó para que su vida fuera para y por una erótica de la libertad. Tanto

Juana En muJERES En laS aRtES (mua) dE tEgucigalpa.

en la vida como la definición poética de Juana Pavón, es posible acercarse a ciertos aspectos en los que es excluida o se autoexcluye de las categorías y narrativas tradicionales de la locura. Especialmente cuando Juana dio cuenta del porqué de su locura:

Sí, estoy loca porque amo a Tchaikovski Jacobo Cárcamo Roque Dalton y a Morazán. Porque amo la luna el sol, las estrellas la música y las montañas. Porque amo a pucho a los niños a Walda y a Pink Floyd.

Estoy loca porque me alimento de muerte y miseria en el guaro. Porque amo a Dios y admiro a Marx porque amo la paz de los cementerios.

Mi locura señores es encontrarme pequeñas criaturas enterradas bajo pedazos de cartón Federico decía estos niños cuando se levantan parecen golondrinas con muletas. (2004: 105-106)

La locura del mundo moderno aún no ha quedado totalmente demostrada, ya que los límites de las verdades absolutas han sido rotos hace mucho tiempo y ahora no sabe cuál es la diferencia entre locura y razón, pero durante el Renacimiento y en la patria de la razón y la lógica pura sí se podía establecer dicho límite y el desafío estaba en hacer la crítica de forma sutil, y llamar “locos” a los poseedores de dicha razón. Foucault en su libro Historia de la locura en la época clásica (1976) estudia lo que se ha entendido por loco en otras épocas; es un proyecto crítico, pues trata de problematizar las formas de saber, la racionalidad que subyace a las instituciones y a las prácticas que son propias de la modernidad. Así, Juana realizó una crítica racional de la locura cuando expresó su poema titulado Juana la loca:

Esa es mi locura contrariar a chicos plásticos que leen Vanidades, Cosmopólitan y “Nuestra Tegucigalpa” Mi locura está en el humo asfixiante que me da la zona peatonal y el dolor cansado e infinito que me dio la calle real.

Estoy loca porque salpicaron de lodo mis pupilas límpidas mientras esta agonía de dolor siempre quiere acostarse conmigo.

Si, estoy loca de dolor de amor de rabia por mi impotencia por mi resistencia de cucaracha por los gemidos que golpean las ventanas de mi alma. Estoy loca por hacer rabiar a las señoronas ignorantes cada vez que sus maridos cornudos fijan sus ojos en mis tetas caídas sin sostén Que se enteren que mi locura sienta sus bases en decir casi siempre lo que pienso y si a veces callo es por no herir susceptibilidades o por consideración —¡Qué esfuerzo Dios mío!— Floyd”.(2004:106107)

Erasmo de Rotterdam en el libro El Elogio a la Locura (1511) critica a la sociedad de la época como una estulta que desconoce sus orígenes, haciéndolos banales y estable- ciendo el poderío de la lógica sobre la condición humana, y es que la lógica era la nueva opción que hacía ver las ac- ciones de las personas como “viables”, esto si realmente se creía que la locura personificada por Rotterdam era aque- lla que iba en contra de la razón. De igual forma, Juana dio cuenta de su locura por no poder comprender cómo vivió en una sociedad como la hondureña que está es- tructurada, en su mayoría, de una población en condición de

pobreza y altos niveles de desigualdad socioeconómica con mecanismos de exclusión y despojo, producto de la impunidad, la corrupción y la mentira de la clase política:

Estoy loca por desenmascarar a la gente y su indecencia por corruptos ladrones asesinos explotadores vende – patrias y sobre todo porque odio los prejuicios de aquellas y aquellos que sólo saben señalar mas no ven el tumor que tienen en la próstata y vagina.

Por todas esas cosas que sé y me callo es que estoy loca. (2004:108)

Como se expresa en la web: “Vemos a la poeta mordaz que nunca jamás ha callado sus palabras, y vemos a una mujer que vive por su poesía. Es apodada ‘Juana la Loca’ porque se dice que siempre ha sido extrovertida, no es una mujer corriente, su locura no es mental y según ella, ser cuerdo es aburrido” (https://heahieldetalle.wordpress. com/2015/03/12/juana-pavon/).

Juana En muJERES En laS aRtES (mua) dE tEgucigalpa.

Juan pavón haBlando dESpuéS dE la pRESEntación dE la oBRa dE tEatRo “Juana la loca”.

Es así como para Hernández; C. (2007): “La sociedad conservadora de la capital la llama irónicamente así por su capacidad para transgredir las normas morales y para escandalizar con su ‘desparpajo’ social. Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de conocerla y ver la personalidad de la mujer que dice:

estoy loca porque odio los prejuicios de aquellos que sólo saben señalar.

Por lo cual, “La fragmentación de la identidad es parte de su destino: su verdadero nombre es Margarita Velásquez Pavón, su padre adoptivo la bautizó Jeanette Mata, ella se identifica como Juana Pavón, pero Juana la Loca es la identidad que ella ha aceptado y adoptado como una persona poética, de un modo similar a como lo hiciera Fernando Pessoa con sus distintos alteregos”.

De igual forma para Roy (2010), Juana fue: “Loca porque todas las mañanas reinicia una misma lucha contra la tentación de terminar con esa vida que le niega toda esperanza. Loca porque derrama océanos de ternura hacia los que ella ama. Y loca porque no deja de perdonar a todos los que han enlodado su corazón de niña y la han impedido vivir con dignidad…”.

Desde la claridad de su identidad de mujer y género, como su identidad con una forma de locura, y desde su experiencia de vida es que Juana definió su “hombre ideal” con diversos atributos en los que estableció una especie de alteridad con lo masculino para desplegar su erótica de la libertad. La identidad, entendida como un modo perso- nal de identificarse y diferenciarse de los y las demás, es

un concepto teórico que puede ayudar a conocerse, pero cuando se habla de identidad masculina es referirse inevi- tablemente al concepto de identidad de género, es decir, a las características adjudicadas a la masculinidad, en un momento histórico, o geográfico, y en un contexto cultu- ral y social determinado. (Lozoya Gómez, J; 2006)

Lo masculino no es ninguna esencia, el hombre nace y el varón se hace. Las características que suelen identificarse como masculinas no son innatas, sino consecuencia de un proceso de socialización que pretende relaciones de dominación entre los sexos. La identidad o, mejor dicho, la condición masculina es por tanto un producto social, un resultado que se puede modificar en uso de la libertad de cada uno, si se pretende una sociedad en la que ningún sexo oprima al otro. (Lozoya Gómez, J; 2006). Así, Juana en su poema Mi hombre ideal propuso una nueva masculinidad, un nuevo modo de ser varón estableciendo las diferencias, pero a la vez las similitudes de género. El punto de partida, Juana en relación con lo masculino, fue la búsqueda de la felicidad y del encuentro de los atributos comunes, viviendo bajo una erótica liberadora:

Preferiría que mi hombre tuviera por nombre Fernando, Felipe o Federico con la F de felicidad no forzada con esa letra de fidelidad y no de futuro precisamente no me importaría el color de sus ojos ya fuesen verdes, negros o azules que brillaran para mí

que su mirada me penetrara toda que fuera más alto y más grande que yo que no fuera gordo ni estúpido que odie el foot-ball y la política vernácula.

No me importaría que fuera bien donado o mal donado que fuera encantador y generoso me agradaría que mi hombre se bañará una vez al día y tres veces diarias si viviera en Choluteca Estaría orgullosa de que mi hombre tuviera las manos grandes y limpias que su pasión fueran la música, el cine el guaro y los libros.

No permitiría que le mirase las nalgas a otra mujer y mucho menos a otro hombre. (2004:98-99)

Frente a un tipo de erótica masculina, Juana fue la mujer que siempre recordó a una de las escritoras que quizá más leyó, Sor Juana Inés de la Cruz quien escribió: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Juana con ello desplegaba su libertad como mujer ante el varón, porque en su vida llegó a una condición emocional que le per-

mitió descubrir mejor la erótica de la dominación (véase Dussel, E; 2007). Así es, podía elegir el tipo de relación y hombre que deseaba: Me gustaría que se levante temprano a cocinar y que enseguida lave los platos que no ronque ni que aviente aires cuando duerme conmigo que sepa leer y escribir que no piense en su madre cada vez que le doy de mamar que me mire directamente a los ojos que no me mienta ¡que no me grite! que no sea chismoso como sus amigos que me eleve a más de cinco orgasmos que trabaje que platique conmigo que me ponga atención cuando estoy hastiada a todo que no me compare con nadie que recuerde que soy única que no le importe mi ciclo menstrual y que tenga siempre en mente que sigo siendo mujer aún con mi menopausia

Que no entre en contrariedades cuando le descubro un condón en su mesa de trabajo que asista a la catedral de vez en cuando no para orar sino para pedirle perdón al Altísimo por todo lo injusto y grosero que ha sido conmigo.

Que analice, que razone que piense que todavía existo No me gustaría que mi hombre fuera periodista, diputado ni cobarde que me diga de vez en cuando viéndolo bien, no sos tan fea tenés unas manos bellas y sentirlo tierno y amoroso cuando reposa sus manos en mi pecho que me deje soñar y sentir que me deje ser libre para amar a un Carlos a un Roberto a un gato que me respete como yo lo respetaría que comprenda que la culminación del amor es todo eso. (2004:99-101)

Juana apeló a una pareja erótica liberada sin domina- ción de una sobre otro, en una condición de igualdad, de respeto y aceptación mutua del otro. La sexualidad es un modo de ser-en-el-mundo que pende de una intención de la conciencia (Dussel, E; 2007: 55): Quiero que mi hombre no critique mis ansias de fumar y beber que no me recuerde al día siguiente después de una borrachera los cagadales que hice que me devuelva los veinte lempiras que le presté ayer ¡que no me joda! que cante en el baño sin gastar tanta agua que duerma desnudo si no está en San Marcos de Colón que ame a todas las mujeres que no sea soberbio petulante o mentecato que no meta las nalgas cada vez que está bravo que no le miente la madre a mi madre muerta que no vea el reloj cada vez que quiero decirle algo importante que se dé cuenta que me gusta más verlo vestido de jeans y tenis a lo gringo que con ese saco y esa corbata

Juana En un REcital dE poESía En tEgucigalpa.

Que sea el primero en aplaudir cuando interpreto el poema que a él más le gusta y que aplauda más fuerte cuando sea testigo de una acción mía digna y valiente.

Me gustaría que mi hombre tuviera un lunar en el pecho y no en la espalda que diga son las tres y quince exactos y no 3,16 que se transforme en un gladiador de músculos y coraje para defenderme de los cobardes que se atrevan a golpearme que no me diga que le gusta más el color del cielo sabiendo que su jardín está sembrado de rosas rojas que le guste mi poesía pura sin metáforas incoherentes sin frases rebuscadas ni sintaxis estúpidas Que lo que más le agrade sea lo que yo siento y que no se le ocurra nunca

humillarme y despreciarme Yo quiero un hombre así que sea bueno, honesto tierno, inteligente, viril, amoroso... y que trabaje de todo esto y aquello Quiero que mi hombre tenga en cuenta que cuando estamos juntos él es el hombre y yo la mujer. (2004:101-103)

Así, Juana en la línea de la literatura de las mujeres latinoamericanas, como lo ha hecho ver Dussel (2007), cuando escribió Silvina Bulrich o Alfonsina Storni, por ejemplo, ridiculizan al varón. “Este es el primer gesto del que ha soportado al opresor y, cuando se vuelve hacia él, no puede verlo como un igual y tratan de burlarse de él. Es una manera irónica de defenderse. Una muestra del grado en que la mujer latinoamericana es todavía dominada es que no se encuentran descripciones de la belleza masculina hechas por pluma de mujer”. (Dussel, E; 185)

Por otra parte, como sostiene Umaña (2006: 549): “El varón, el macho, tiene deudas impagables con Juana Pavón. ‘Llegué sobre la carne’ es una dolorida evocación de una etapa anterior al primer violador de su condición de mujer”. Para Manuel Torres, la locura y modo de ser de Juana representó una contracultura en una Honduras conserva- dora y excluyente: “Efectivamente, su vida y sus textos

reflejaron su inconformidad y rechazo permanente contra el conservadurismo extremo que la sociedad hondureña tiene tan arraigado. Su permanente cuestionamiento ante lo absurdo la hizo arremeter contra los tabúes patriarcales, sexuales, ideológicos, sociales y simbólicos que la rodea- ban. Su antimaterialismo, para usar una palabra un tanto deformada, fue consecuente con su manera alternativa de ver a la sociedad”. (Torres, M; 2019)

idEntidadES: matRia/tERRitoRial

De su identidad de género, de la locura y su erótica Juana Pavón construyó también una identidad nacional, como una identidad matria/territorial tanto en el ámbito nacional como local. De hecho, para Juana Honduras era un país con nombre de mujer. Honduras como sociedad, para Juana, que necesitaba gritar su pobreza, exclusión y dolor que le han caracterizado e identificado. Honduras siempre ha sido un pueblo que ha necesitado gritar:

Mi país es un grito apagado Un grito de silencio Cómplice de esos gritos de dolor De impotencia y locura Mi país es hermoso Grande y pequeño Brutalmente mancillado Mi país es amor Es verdad Un pueblo de grito estremecido ¡Necesito gritar! (2013)

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