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“La poesía nos hace más leve el dolor”

Juana encontró en la poesía una forma de establecer sus continuidades y, de construirse y deconstruirse a sí misma, de hablar de sí y del otro, de discontinuidades, de Honduras, del mundo y de la vida. Y es que Juana fue la poeta, siguiendo a Bonnett Vélez (2011: 13), en la que: “El poeta no es un técnico que se regodea en las formas por ellas mismas, sino que se vale de ellas para comunicarse con lo más hondo del espíritu de su tiempo”.

“la poESía noS hacE máS lEvE El doloR ”

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Respecto de su estilo de vida, de su escritura y poesía no han sido pocas las voces críticas. Pero como lo planteó Amanda Castro, con frecuencia se escuchó a muchos artistas e intelectuales preguntar: “¿qué le ven ustedes a Juana?, le vemos precisamente lo que ellos son incapaces de ver. Vemos su lengua inclemente, la única mujer que no tiene miedo de decir lo que piensa, y eso ya es digno de admirar. Vemos a la mujer sola, marginada, envilecida, violentada y violada, vemos a la madre que sufre por no estar con sus hijos, a la amiga capaz de perdonarnos nuestra propia indiferencia. Vemos a la poeta mordaz que jamás ha acallado sus palabras y se ha acomodado a las modas vigentes, vemos quizás a la única mujer que vive su poesía, o que poetiza su vida-muerte para seguir viviendo”. (Castro, A; 2004)

Juana Pavón definió su poesía como “vivencial y de protesta”, ¿qué significa esto? ¿Acaso no toda poesía es vivencial y de alguna manera es siempre una voz que se alza contra algo? “No toda poesía aparece de la misma

manéra, porque no toda poesía tiene la misma raíz” ha trazado María Zambrano (1986: 147). Sin embargo, la raíz poética de Juana parece ser su propia experiencia de vida como sujeta, y su propia circunstancia de una vida a la intemperie. Su palabra era consecuente con su adhesión a lo más hondo de su conciencia, su yo. Como ella misma lo expreso:

Cuando yo muera no inventen anécdotas, ni chistes nadie me conoció más que yo siempre fui adicta a la verdad hasta que descubrí el engaño cuando empezaron a mentirme yo, con mis innumerables pecados defectos y errores aprendí que, lo que soy ahora siempre lo fui con ese ápice de sabiduría que me ha dado toda una vida de experiencia. (2013)

Al decir de la filósofa española Zambrano en su libro Filosofía y Poesía (1996), el pensamiento y la poesía tienen una misma raíz: la admiración, el pasmo ante la realidad inmediata de lo que rodea. En esa línea, sobre el poemario Exacta de Juana Pavón, sostiene Umaña (2006: 550): “hay dos o tres textos que evidencian desencanto o nostalgia al percibir que ya se recorrió buena parte del camino de la vida. Cáncer (con el señalamiento de la dolencia real que

padeció) alude al infierno al cual se sintió confinada. La muerte viene pone sobre el tapete su inevitable llegada”. Zambrano en su libro Filosofía y poesía (1996) también plantea las diferencias entre el filósofo y el poeta: mientras que el primero se mueve en la espectralidad de los fantasmas, el segundo es reconocido por su heroicidad. El poeta es el único capaz de destruir los monstruos construidos por la razón. La razón poética en Zambrano responde al origen de poeio, en griego, en su doble acepción, a la vez como intuición reveladora y como el medio de crear a través de la palabra. Se intenta así la reconciliación entre razón y vida, planteándose el carácter temporal de la razón poética insertada en el quicio de un presente laberíntico.

La razón poética plantea una inversión del platonis- mo. Se trata de la inversión del célebre mito de la caverna. Para Zambrano la liberación de un mundo de ficción no viene por la salida de la gruta como para Platón, sino que es la caverna la ficción, pues el ser humano vive a la intemperie y en ocasiones precisa de resguardarse en las necesarias ficciones. Así, para Zambrano la razón poética es más próxima de la experiencia intuitiva que de la fría reflexión racional, la razón poética revela la apertura del futuro que plantean los peligros presentes. El presente se sitúa de este modo como horizonte donde acechan los peligros pasados: “O la poesía, como anotara Paz, está más cerca del habla que del discurso reflexivo y analítico. Busca las inflexiones del habla, la libertad de la conversación. Y, por lo tanto, está en la obligación de penetrar en ella, descubrir su riqueza o potenciarla”. (Bonnett Vélez; 2011: 12)

Sin duda, a Juana por la forma y contenido de su escritura puede ubicársele dentro de una racionalidad poética

en la forma en que comprendió y comunicó su vida a la intemperie, desde la experiencia del dolor. Se trata de una reflexión sobre su identidad de mujer, la locura de la vida y la forma de vivir a la intemperie, por ello para Juana “… la poesía nos hace más leve el dolor que miles de criaturas llevamos dentro” (Pavón, J; 2010: 7).

La poesía fue la forma o el modo que Juana encontró para disipar sus tragedias y dolores en la vida. En la poesía se recreó y reconoció personalmente. Se puede decir que es la poesía en donde Juana encontró su propio límite. No solo porque testimonió su vida y trascendió el dolor, sino por el modo en el que se reconstruyó a sí misma y redefinió su propia identidad:

El dolor me hace más fuerte y amar a la vida me vuelve inmortal. (2013)

Juana también fue capaz de decir “nunca” aun cuan- do en su vida y en su cuerpo intentaron siempre despojarle totalmente, hasta intentar despojarla de su identidad y de provocarle tanto dolor, como lo narro en su poema titula- do Despojo:

Despojáronme de mi casa de mis ropas de mis hijos de mi tortilla cotidiana pretendieron despojarme de todo desde apagar mi luna

mi sol, mi estrella y mi grito visceral pretendieron quitarme la razón mi coraje dignidad-identidad ¡me partieron la vida! más nunca lograron despojarme de mis pensamientos de mis manos de mi sonrisa mucho menos de mi voz eso nunca jamás lo lograron ¡Nunca jamás! (2014:78-79)

Juana logró sobrellevar el despojo de sus padres, de su nombre, de su virginidad y de su intimidad y quizá por ello recurrió a la palabra y a la expresión literaria en la búsqueda de un mundo y de una racionalidad para com- prender su historia de despojo y su intemperie en la vida. Por otra parte, nada mejor que su poema Deseos irreverentes en el que Juana realizó un paseo por la literatura universal y hondureña, por figuras y personajes históricos y de su presente para ejemplificar su relación con la poesía y la literatura como un modo de llevar el dolor interno y reconstituirse, de generar una utopía en la humanidad y en lo absoluto, pero sobre todo despliega toda su eróticafemenina liberadora:

Cómo me hubiera gustado estar en la cama con Walt Whitman,

beber en las cantinas de Malcom Lowry o “Bajo el Volcán”. Procesar a mi manera a Franz Kafka. Observar sigilosa y detenidamente a Francis Bacon. Estar con Salvador Dalí en una tarde de toros y tocarle el trasero mientras pensara en Gala o en Federico García Lorca. Cantarle a Pablo Neruda mis poemas de amor y otras canciones desesperadas, repetirle “De Profundis” con todos mis secretos sexuales a Oscar Wilde y a su amante maldito. Cómo quisiera estarme riendo junto a Baudelaire con mis quince años en su cama. (2004: 47)

Respecto de las figuras políticas, tiranos y megaló- manos representó una imagen del contrasentido de estos personajes y su falta de atributos:

Tal vez me hubiera gustado cogerme a Hitler, a Calígula a Napoleón, a vos y a otros hijos de la gran puta. (2004: 47)

Con los cineastas y actores de cine y teatro, sus deseos fueron:

Filmar con Pier Paolo Passolini un Decamerón diferente. Estar acariciando y besando a Rabindranath Tagore. Hablar de amor con Juan Ramón Molina. Condenar sin clemencia a los Jesuitas Pederastas. Echarle en cara a Marlon Brando, el no haberme conocido. (2004:47)

Los artistas hondureños de la plástica y otras figuras le evocaban el deseo siempre sostenido por ir de bar en bar, de cantina en cantina en permanente movilidad y continua fluidez:

Perseguir a Felipe Buchard, a Ezequiel Padilla y a Simón, de cantina en cantina de barrio en barrio de santuario en santuario.

Conspirar con la sangre latina de Gabriel García Márquez. Desamar a un mílite como Fernando. (2004:48)

Y sus deseos con el feminismo y las feministas hon- dureñas se tornaban en lo siguiente:

Respetar a las mujeres de 1+1 mas no a todas —como dice María Ester con la venia de Leslie— Enojarme con Ramón Matta por no haberme invitado nunca a un pase. (2004:48)

Las irreverentes avideces en el campo de la filosofía y de las ideologías se traducen en mentadas de madre.

Quisiera mentarle la madre a tu padre, a Nietzsche, a Gorky, y a Simone de Beauvoir. Respetar aún a Marx, a Lenin, a la lucha de clases. Y reírme de los comunistas criollos pese a la Perestroika. No comprender nunca las debilidades de Woody Allen. Cortarle un huevo a Van Gogh y no la otra oreja. (2004:49)

Tal cual acto de contrición, las ambiciones de Juana fueron una especie de anábasis, es decir, de rendir cuentas consigo misma y de retornar a los orígenes de su existencia comprometida con el absoluto:

Romper a llorar, escribir mierdas bailar mambo, salsa y más salsa y jugar con muñecas aún siendo abuela. Pedirle perdón a mi mejor amiga, a Monseñor Santos y a otros Rodríguez, volver a ser buena, cursi y pendeja. Seguir soñando, amando y fornicando y contar chistes hasta llegar a la hilaridad. Volar y volar muy lejos hasta encontrar a ese todopoderoso que me hizo a su imagen y a su todo. Amén. (2004:49)

idEntidadES: muJER, locuRa y ERótica

No fue casual que Juana afirmara: “Mi poesía es la religiosa”, aun cuando ella misma no se definió como una mujer religiosa. A sabiendas de que, “Mi poesía es dura. Así como hablo escribo. Yo no ando inventando términos exóticos y metáforas incoherentes” (2003). En ese sentido

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