Chocolate Café Por Álvaro Bazán
El café tiene esa magia, pero el café boliviano es más mágico aún, porque tiene calidad mundial por fuerza de la diversidad de la tierra en la que se cultiva y la pasión y tenacidad de los caficultores y torrefactores bolivianos. Ese café en manos emprendedoras como las de Gabriela y Carolina, se transforma virtuosamente para crear valor una vez más, en los cafés donde la experiencia del cliente se multiplica con sándwiches, paninis, galletas, budines, brownies, alfajores, medialunas, todos productos locales hechos artesanalmente en casa. Lo último que podría haberle ocurrido a Gabriela y Carolina en enero del año 2020, cuando con sus ahorros y dinero prestado compraban el céntrico Chocolate Café, es que tendrían que cerrar intempestivamente dos meses después. Las calles vacías de la ciudad de Tarija, que de por sí son plácidas, se silenciaron durante meses al igual que las de todo el mundo durante la pandemia, configurando un escenario económico calamitoso en especial para los restaurantes, los cafés, los hoteles y todo lo que tenía que ver con la industria del ocio y entretenimiento. Una industria que impacta en miles de familias, porque es intensiva en productos, servicios y mano de obra local, el tipo de industria que le da vida a la economía porque es la savia que alimenta a todos, desde la raíz hasta la punta del árbol. Pero con el paso del tiempo las cosas volvieron poco a poco a revivir y Chocolate Café volvió a abrir, a llenarse de nuevo con las risas de los amigos, los susurros de las parejas, las conversaciones de negocios y hasta el silencio de quien busca tomar un buen café en solitario.
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FEBRERO 2022
Brindemos por los miles de emprendedores que día a día transforman sus economías y construyen país, como los caficultores, torrefactores y distribuidores de café, y también los pequeños negocios que perfuman de café cada esquina del país como Chocolate Café en la bella Tarija.