ESPONJAS Y VINAGRE
Por
Nelson Díaz
ria seduce desde la perspectiva de Geoffrey Firmin. El ex cónsul es un ser autodestructivo, que lucha contra su adicción –al igual que Lowry– y el desamor. Bajo el volcán es una novela bella y pesimista, en parte autobiográfica, que puede resumirse en una carta que el autor escribió en 1946, un año antes de su publicación: “El tema de la novela es el siguiente: el hombre solamente grita en vano contra la muerte”. La presente edición de Penguin Random House incluye un acertado prólogo de Julián Hebert y como anexo se reproduce, por primera vez junto a la novela, la carta que le enviara el 2 de enero de 1946 a su editor, Jonathan Cape, defendiendo el manuscrito de Bajo el volcán. El texto en sí puede leerse con interés, porque desnuda la concepción del autor sobre la estructura y personajes de la novela, y su gusto por otros escritores. La defensa de Lowry fue tan contundente que Cape no tuvo más remedio que publicarla. Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. Random House, 2020, 515 págs. Distribuye Alfaguara.
Aún en erupción En 1947, el escritor británico Malcolm Lowry (1909-1957) publicó Bajo el volcán, que venía, ya desde su génesis, con un halo de malditismo. De hecho, Lowry comenzó a escribirla en la década de 1920, tuvo cuatro versiones –la novela empezó siendo un cuento, titulado ‘Fiesta en Chapultepec’– y el manuscrito fue rechazado trece veces por distintos editores. Pese a esos antecedentes, que en literatura abundan, se convirtió en su obra maestra y uno de los clásicos contemporáneos. El plan de Lowry era que la novela fuera parte de una trilogía dividida, a la manera de la Divina Comedia, en ‘Purgatorio’, ‘Paraíso’ e ‘Infierno’, unificadas con el título Bajo el volcán. El proyecto quedó trunco ante la prematura muerte del escritor, debido a su alcoholismo. Estructurada en doce capítulos, la historia transcurre durante el Día de los Difuntos, en la ciudad mexicana de Cuernavaca, con un salto temporal en su inicio. En el primer capítulo, Lowry relata el encuentro entre dos amigos –Jacques Laruelle y el doctor Vigil– el 2 de noviembre de 1939. Ambos recuerdan la muerte de un amigo en común, Geoffrey Firmin, un ex cónsul británico alcohólico, ocurrida precisamente un año antes, cuando fue asesinado por un grupo de paramilitares mexicanos. El resto de los capítulos transcurren ese mismo día, pero de 1938, en un período de doce horas. En ese lapso, la novela narra la relación e intento de salvación de la pareja de Firmin y su ex mujer, Yvonne, que lo abandonó un año antes. El encuentro se produce en el Hotel Bella Vista a las siete de la mañana y el ex cónsul ya está alcoholizado. La conversación continúa en su casa, donde él le reprocha la infidelidad a su ex mujer con Hugh, su hermanastro. Más allá de que Lowry logra fusionar dos estilos bien marcados –romanticismo y modernismo– a través de las versiones con que los tres personajes recuerdan los hechos, la histoD
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Venganza y sufrimiento No es la primera vez que Amélie Nothomb (Kobe, 1957) explora las relaciones familiares –en Matar al padre, por ejemplo– o retrata, con aguda crítica, a la sociedad parisina, como ocurre en Pétronille. Ambos temas, fundamentales en su obra, regresan en Los nombres epicenos, título que refiere a sustantivos que presentan un único género gramatical, ya sea masculino o femenino. La novela, publicada por Anagrama, narra la decadencia de la burguesía de París, una clase social, describe la autora, en la que campean los intereses personales, las apariencias y la frivolidad. Nothomb se vale fundamentalmente de dos personajes centrales, Dominique y Claude, para retratar una historia ambientada en la década de 1970, de odios, intereses personales y superpuestos, venganza y sufrimiento. Al inicio se muestra una pareja en plan de separación. En realidad, es ella (Dominique) quien, inmediatamente después de tener sexo con su
novio, le comunica el fin de la relación. No hay que agregar que el hombre se siente despechado y, poco a poco, crece su enojo y sed de venganza. La decisión de Dominique –que es presentada como una mujer simple y manipulable– está basada en una razón: Claude, un hombre exitoso y seguro de sí mismo que la conquista tras regalarle un perfume. Luego de algunas dudas en la relación, que le confiesa a su madre, Dominique decide irse a vivir a París con su nueva pareja. Allí nace Épicène, nombré vinculado a la obra de Ben Jonson, el poeta y dramaturgo inglés del Renacimiento, contemporáneo de Shakespeare. Al momento de inscribir a la niña, su nombre es rechazado. “He ido al ayuntamiento a registrar el nacimiento de Épicène”, dice la protagonista. “Al principio el empleado ha rechazado el nombre. Le he explicado que procedía de Ben Jonson, no le ha importado. Entonces he atribuido la obra a Shakespeare y sí ha colado”. A medida que la historia avanza, la autora va retratando ciertas características y patologías de los personajes que se despliegan sobre todo a partir del parto, que pone en riesgo la vida de Dominique. Como en todas sus novelas, Nothomb plantea el relacionamiento entre los seres humanos, víctimas y victimarios, manipulables y manipuladores, a través del poder. Así Claude es presentado como un hombre de negocios, frío, egoísta, caprichoso y manipulador. La cara opuesta es Dominique, una mujer entregada, subordinada a la voluntad de un marido que desea prosperar en París. También ella es víctima de sí misma, del deseo de pertenecer a esa clase social hipócrita y vacía de valores. Con su sello distintivo, prosa ágil y diálogos certeros como dardos, Nothomb desnuda el individualismo de la burguesía parisiense en los años setenta, extrapolable a cualquier burguesía (y a cualquier época). Los nombres epicenos, de Amélie Nothomb. Anagrama, 2020, 128 págs. Distribuye Gussi.
José por José En la portada de Autobiografía, el último libro del escritor luso José Luis Peixoto (Galveias, 1974), puede observarse el rostro de su compatriota José Saramago y más abajo “Una novela”. La aclaración es de recibo ante posibles malentendidos. Se trata de una novela donde Peixoto, autor de Cementerio de pianos, Nadie nos mira y Te me moriste, toma al premio Nobel de literatura 1998, fallecido en 2010, como personaje central de su historia, que mezcla ficción y realidad –por momentos en un cruce de géneros– y cuyo resultado es una invención. El planteo es el siguiente. Un joven escritor (el propio Peixoto) atraviesa un período de “sequía literaria” en una etapa caótica de su vida. Su editor le da una idea: escribir la biografía de José Saramago. A partir de entonces sus vidas se cruzarán en una historia que puede leerse