PUERTA DE EMBARQUE este lugar perdido en el tiempo, a medida que el sol va bajando y lenguas de luz comienzan a escaparse desde dentro de las casas. Por Pablo
Trochon
Dubrovnik Este destino ineludible de Croacia, destacado por su oferta gastronómica y hotelera, es uno de los emplazamientos medievales fortificados en pie más bellos del mundo junto, quizás, con Tallin (Estonia) y San Gimignano (Italia). En la Perla del Adriático, la cultura no va en desmedro de las pequeñas calas de aguas turquesas para relajarse de las largas caminatas a las que invita. Ciudadela amurallada. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979, es resultado del emplazamiento de una próspera comunidad, cuyo origen se remonta al siglo VII, por su ubicación estratégica para el comercio de ultramar. Laberínticas callejuelas de piedra lustrada por el paso de incontables caminantes y escalinatas salpicadas por ropa multicolor tendida en los balcones, hiedras que trazan nuevas cartografías, faroles que al encenderse dan un tornasol de cuento de hadas, postigos desvencijados, enrejados con firuletes, óculos con y sin vitrales policromados, columnas, molduras, pórticos, pasadizos, acueductos y túneles: todas referencias directas a un mundo caballeresco alucinante. Parada técnica. Sus múltiples barcillos y tiernos cafés son una invitación constante a tomar un descanso y contemplar los pasajes de
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Playas. Porque no solo de cultura vivimos, el solaz es obligado en sus colchones de piedras (para lo cual se recomienda llevar calzado para agua) adornados de calmos platos turquesas (que son ampliamente superados por las playas de otras partes del país, está claro). Los yates, lanchas y lujosos cruceros pasan radiantes sobre la pradera del Adriático con fondo de murallas macizas. Paseo de altura. Para no perderse detalle de esta maravilla evadida del tiempo, el recorrido de dos kilómetros por sobre los muros –que por momentos llegan a los 25 metros– tiene unas postales increíbles. La pasarela panorámica pasa por esa alfombra de techumbres, chimeneas, cúpulas, campanarios y santos, y por los tramos que lindan con el mar, en el choque del turquesa con el gris intenso de las murallas y las matas y florecillas que brotan de sus grietas. Se destacan la prominente Torre Minčeta y los fuertes Bokar, San Juan, Revelin y San Lorenzo. Y allí, entre los majestuosos torreones con banderas de la república y los cañones, se cuelan una cancha de básquet acodada al muro, una huerta incólume entre tanto bloque de piedra y vecinos en las más curiosas actividades. Experiencia Game of Thrones. Plató privilegiado de esta serie excepcional, los aficionados podrán sumergirse en su maravilloso mundo descubriendo los lugares que dieron vida a grandes escenas de la saga, como las escalinatas donde se realiza el funeral de Tywin Lannister y la Caminata de la Lástima de Cersei Lannister, o la explanada donde se
Vista de la Stradum.
desarrolla la Boda púrpura del Rey Joffrey. Asimismo, entre otros muchos puntos reconocibles, por ejemplo el frente del burdel Lord Baelish, el muelle, el Trsteno Arboretum, donde transcurren varias de las escenas en que aparece Lady Olenna Tyrell, etcétera. Cautivarse con el atardecer. Actividad querida en cada parte del mundo, en Dubrovnik la luz del atardecer da un tinte entrañable, entre el sobrevuelo de miles de golondrinas. Ciertamente la caída del sol y advenimiento de la nocturnidad develan nuevas caras del lugar.