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b) Cadenas de suministro poco abastecedoras y la globalización post pandemia

CADENAS DE SUMINISTRO

POCO ABASTECEDORAS Y LA GLOBALIZACIÓN POST PANDEMIA

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P O R : I V A N N A B A N D E K P I N O Y R A F A E L S O T O P E Ñ A

E S T U D I A N T E D E L A L I C E N C I A T U R A E N R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S E I N G E N I E R Í A I N D U S T R I A L P O R P A R T E D E L A U N I V E R S I D A D A N Á H U A C M É X I C O E N 6 T O Y 9 N O S E M E S T R E .

C O R R E O : I V A N N A . B A N D E K P I @ A N A H U A C . M X Y R A F A E L . S O T O @ A N A H A U C . M X

I N S T A G R A M : @ I V A A B A N D E K K @ R A F A S P 2 2

Resumen: A través de la historia, la globalización ha sido un fenómeno irrevocable y en constante crecimiento. Asimismo, esto ha sido el principal vehículo que llevó a la fragmentación y dispersión de los eslabones de las cadenas de suministro. Dando así cabida a la búsqueda máxima de la reducción de costos por medio del aprovechamiento de las ventajas comparativas entre los países. No obstante, el COVID-19 estableció un freno de mano en la interconexión de los Estados y empresas a nivel internacional. A medida que las consecuencias de la pandemia escalaron, la incertidumbre aumentó y las restricciones en las fronteras tanto de exportaciones como de importaciones generaron un clima desestabilizador. Ello resultó en el desabastecimiento de múltiples bienes o a la inversa, un efecto látigo o sobre stock en numerosas cadenas de suministro.

En respuesta a estas crisis económicas globales, numerosas naciones han decidido accionar políticas de centralización de las cadenas de suministro, en un intento por revertir su dependencia a otras naciones.

Key words: globalización, cadenas de suministro, COVID-19, efecto látigo, incertidumbre.

Alo largo de la historia, ha persistido el gran debate del origen de la globalización y las consecuencias que ha traído consigo, transformando económica, social, cultural y tecnológicamente el modus vivendi de la sociedad en el sistema internacional. De hecho, autores como Fernand Braudel determinan que esta solamente puede explicarse desde un lente multifacético que se ha desarrollado en el tiempo, el cual no debe reducirse a la historia económica del mundo (Riquelme & León, 2003). Tanto es así que recientemente, hemos observado como la globalización ha afectado y se ha vuelto intrínseca a muchos de los aspectos de nuestras vidas. Variables características de esta, como la interconectividad global, la ventaja comparativa de los Estados y los avances generales en la tecnología, han revolucionado las cadenas de suministro y los mercados globales. Estas cadenas, que fungían como una ‘estructura ósea’ para el mercado de consumo global, terminaron colapsando ante el cisne negro, la pandemia del COVID-19, afectando a gran escala múltiples poblaciones. Con base en esto, se analizará bajo el lente de la globalización las respuestas estatales ante la pandemia, un ejemplo siendo las políticas proteccionistas. También se estudiarán las consecuencias que estas políticas trajeron consigo en el ámbito económico y comercial, como lo fue el efecto látigo en las cadenas de suministro. Asimismo, el enfoque central hará hincapié en cómo las “grandes crisis de las cadenas de suministro” paulatinamente fueron colapsando y se comentará el camino adecuado para la rehabilitación completa de las cadenas de suministro globales.

Políticas proteccionistas: ¿Una solución a la recuperación económica?

Una de las principales respuestas estatales que trajo la pandemia, instituidas a causa de la incertidumbre, el alarmismo y la desesperación, fue la adopción de medidas restrictivas a productos indispensable como el material médico y de salubridad, a modo de evitar su escasez. En contraparte, ciertos países establecieron facilitadores de importación en vista a la ne-

cesidad de los bienes anteriormente mencionados. El gobierno de China, por ejemplo, a principios de febrero de 2020 optó por nacionalizar el control de ambas, la producción y la distribución de insumos médicos, limitando su venta al mercado nacional (U.S. Congressional Research Service, 2020).

Ante la ausencia de este proveedor, se paralizaron las fábricas de la industria farmacéutica en Norteamérica, Europa y gran parte de Asia. Este paro se prolongó por varios meses hasta que, a mediados de marzo del 2020, China comenzó la reapertura de manufacturas dentro del país y el reinicio de exportaciones de los insumos considerados esenciales para la prevención y el tratamiento del COVID-19 (Vesga, 2021). Robert Lighthizer, representante de comercio de los Estados Unidos, comentó a los ministros de comercio del G20 a finales de marzo: “ ... que la dependencia extrema de otros países como proveedores de productos y suministros sanitarios económicos [había] provocado una vulnerabilidad estratégica en [la] economía” (Wilding et. al, s.f.).

Por tanto, la primera lección del COVID-19 fue concientizar a los Estados Nación de su fuerte dependencia hacia el gigante asiático, China. Ello puso en juego el posible aprovechamiento geopolítico de esta nación con su rival comercial, EE. UU. y el uso de esta estrategia como un “arma económica” (Brooks, 2020). Al mismo tiempo, esto advirtió a las grandes empresas de la poca resiliencia de sus cadenas de suministro. Es decir, la capacidad de las industrias de absorber las perturbaciones del mercado y del medio ambiente, así como la habilidad de mantener en continuo funcionamiento el comercio de mercancías y servicios (Campos et. Al, 2019).

Fuente: Silbiger, S. (2022). Un comprador en Washington [Imagen]. Reuters, D.C. https://www.foreignaffairs.com/articles/world/2022-02-02/supply-chain-crisis-andfuture-globalization?check _ logged _ in=1

Asimismo, el cierre de fronteras y otras restricciones de movilidad tuvieron un gran costo en la economía global, generando un estancamiento en cuestiones comerciales. El COVID-19 causó un freno al turismo, la necesidad de vuelos de repatriación, un cambio de planes para múltiples emigrantes, entre otros creando un clima de incertidumbre en el comercio de bienes y servicios. De hecho, la Organización Mundial del Comercio (2020) estableció que, para marzo de 2020, el transporte de bienes marítimos y terrestres se mantuvo hasta cierta medida funcionando efectivamente. Sin embargo, la capacidad de carga aérea sufrió una reducción crucial de 24.6% (OMC, 2020). En este sentido, ante las restricciones sanitarias, existió una mayor demanda y compra de bienes, los cuales incrementaron en 2020 y 2021 en comparación a la demanda de servicios. Por tanto, la desproporción entre la demanda de bienes y la capacidad de oferta de parte de las empresas conllevó a un aumento directo de las tarifas de flete de contenedores (UNCTAD, 2021).

El aumento de costos de tarifas de flete generó un adicional desajuste en los costos de producción y las cadenas de suministro. Un ejemplo concreto se muestra en el análisis del Índice de Carga Contenerizada de Shanghái (SCFI) para la ruta Shanghái con destino al continente europeo. En junio de 2020, la tarifa por TEU (20 pies o 6 metros) era menor a 1,000 dólares, por lo que, para finales del año incrementó a 4,000 dólares y a mediados de 2021 la tarifa era de 7,395 dólares. En otras palabras, el aumento de estas tarifas significó un aumento repentino en el costo de producción de las industrias, recargos y retrasos adicionales a la cadena logística, y finalmente, un efecto directo a los consumidores finales (González, 2021).

El proteccionismo sanitario impuso un freno de mano a múltiples aspectos de la globalización y se tradujo en una paralización socioeconómica. Las acciones tomadas a corto plazo como el repentino cierre de fronteras y las medidas de mediano plazo, como el establecimiento y el eventual recorte de restricciones de exportación o importación, siguieron la misma filosofía que declara que “cuidar la salud [es sinónimo de] cuidar la economía” (Marmoissolle y Romero, 2020). De forma que, países como Australia, España e Israel procuraron cerrar sus fronteras y establecer restricciones temporales para los extranjeros previendo el cuidado de sus ciudadanos. Ello implicaba el cuidado directo de la mano de obra, el crecimiento

de la productividad de las empresas y su capital. Sin embargo, el proteccionismo fronterizo no aportó precisamente a la recuperación económica y esta fue otra lección de las políticas restrictivas que se establecieron. De hecho, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anticipó la importancia de cuidar y evitar que se rompiera “la cadena productiva de [cualquier] sector [generando] políticas públicas que [aportaran] a los eslabones de cadena de valor y [protegieran el] empleo formal” (Silva, 2020).

Otro de los grandes retos dentro del comercio internacional fue la incertidumbre ante el periodo de tiempo de prolongación de las medidas restrictivas de exportación e importación, así como ante el cierre de fronteras. De hecho, el Índice Mundial de Incertidumbre (World Uncertainty Index1) identificó que durante la pandemia del COVID-19, esta terminó por superar el 60% de los niveles de incerteza generados debido a la guerra de Irak en 2003 o las tensiones comerciales entre EE. UU. y China (The Economist, 2020). A continuación, el cuadro 1 determina cómo a inicios de 2019 comienza a escalar la incertidumbre hasta llegar a su auge a principios de 2020 y finalmente desescalando en el año 2021.

Fuente: Ahir, H., Bloom, N & Furceri, D. (24 de mayo de 2021). La calma después de la tormenta [Cuadro]. The Economist. https://www.economist.com/graphicdetail/2021/05/24/global-uncertainty-is-on-the-wane Fuente: Fuentes, K. (s.f.). Ilustración básica de una cadena de suministro de un ecommerce [Imagen]. Emaze. https://app.emaze.com/@AOZTQWZZR#3

Consecuencias en la Cadena de Suministro

La cadena de suministro está definida como:

El conjunto de empresas integradas por proveedores, fabricantes, distribuidores y vendedores (mayoristas o detallistas) coordinados eficientemente por medio de relaciones de colaboración para colocar los requerimientos de insumos o productos en cada eslabón de la cadena en el tiempo preciso al menor costo, buscando el mayor impacto en la cadena de valor de los integrantes con el propósito de satisfacer los requerimientos de los consumidores finales. (Jiménez & Hernández, 2002; Ruíz, Bonilla & Masaquiza, 2018).

Durante el siglo XXI, las cadenas de suministro se convirtieron en complejas redes de gestión de flujos de productos para poder satisfacer el consumo internacional buscando el aprovechamiento de las economías de escala, las ventajas comparativas de los Estados. Aunque principalmente enfocadas en la búsqueda incansable de la reducción máxima de los costos. Este nuevo enfoque de la producción llevó a la fragmentación de los procesos productivos a una gran cantidad de unidades de producción dispersas no solo en una región en particular, sino en regiones contiguas o internacionales (Jiménez & Hernández, 2002; Ruíz, Bonilla & Masaquiza, 2018).

En vista a esta filosofía empresarial y ante la creciente accesibilidad de productos y servicios —consecuencia de la globalización— la mayoría de las grandes y medianas empresas contaban con algún eslabón de su cadena de suministro tanto en China, como en algún otro país asiático (Indonesia) o incluso Latinoamericano (México o Brasil) (Richter, 2020). Es por esto que la llegada del COVID-19, con su cierre de fronteras, el aislamiento de las poblaciones, el apagado de líneas de producción y cambios en demanda por las compras de pánico, desestabilizó de manera catastrófica las cadenas de suministro del mundo.

Una de las disrupciones más grandes que causó la llegada del

COVID-19 a las cadenas de suministro, fueron los cambios imprevistos en la demanda. Simón Andrade (1996), autor del libro "Diccionario de Economía" , proporciona la siguiente definición de demanda:

En síntesis, la demanda es la cantidad de cierto bien o servicio, que los clientes exigen o requieren durante un determinado periodo de tiempo. En términos de la cadena de suministro, la demanda es uno de sus motores principales, la cual, durante la pandemia del COVID-19, tuvo cambios drásticos en numerosos mercados. Estos mismos produjeron un efecto de amplificación en las solicitudes de inventario de diversos productos, retrasos temporales en la información recibida, así como una constante incertidumbre en cuanto a las políticas de emergencia aplicadas por los gobiernos, causando incertidumbre a inversionistas y empresarios. Debido a esto, aumentaron los índices de incumplimiento, produciendo un efecto látigo catastrófico en numerosas cadenas de suministro (Mejía et. al, 2014). Este efecto es un suceso de gran importancia y consecuencias en la economía global.

El efecto látigo se denomina como las distorsiones ante la variabilidad de la demanda que se origina de un agente a otro a lo largo de la cadena de suministro, aumentando o amplificando a medida que la señal se aleja del punto de origen (el cliente en el punto de venta) (Romero et. al, 2016). En esencia, este efecto se origina cuando hay un aumento repentino en la necesidad de un producto específico por parte de los consumidores finales en los puntos de ventas. Consecuentemente, cada punto de venta hace solicitudes adicionales (mayores a la demanda real) de un producto determinado a los distribuidores para asegurar su stock y su capacidad de satisfacer la nueva demanda.

Este mismo efecto se reproduce en cada etapa de la cadena de suministro, donde cada participante solicita un aumento en los pedidos con el propósito de asegurar su disponibilidad de stock y aprovechar el alza en la demanda del producto. Estos pedidos, que aumentan de manera constante, terminan generando tal sesgo que se fabrica una cantidad mucho mayor a la que real-

Es la cantidad de bienes o servicios que el comprador o consumidor está dispuesto a adquirir a un precio dado y en un lugar establecido, con cuyo uso pueda satisfacer parcial o totalmente sus necesidades particulares o pueda tener acceso a su utilidad intrínseca. mente es demandada por los consumidores, y esto resulta en grandes pérdidas económicas a lo largo de toda la cadena de suministro (Beetrack, s.f.).

Desde hace varios años, el efecto látigo ha sido un tema de estudio de muchos investigadores con principal enfoque en la industria automovilística, de herramientas, de computadoras y semiconductores (Hosseini et. al, 2021). No obstante, recientemente, debido a la pandemia, se convirtió en un tema de relevancia incluso para el consumidor final. Ante la interrupción de la cadena de suministro global (principalmente por el paro de producción en China) y un repunte en las compras de pánico, las industrias se saturaron de solicitudes de reabastecimiento, días o, a veces, semanas después de que ocurría una escasez de suministro. La falta de inversión tanto en la comunicación como en la transparencia de las empresas fue un detonador en el colapso de las cadenas de suministro. En consecuencia, las empresas se vieron obligadas a recurrir a diversos fabricantes para la diversificación de adquisición de productos en un intento de abarcar el creciente flujo de demanda (ELITELOGIS, s.f.). Lo anterior condujo, en muchas regiones a nivel mundial y en diversos mercados, a una sobreproducción y acumulación de inventarios (efecto látigo) sobre todo en productos que, de un día a otro, se volvieron indispensables, por ejemplo: el gel antibacterial, los cubre bocas, los termómetros infrarrojos, los desinfectantes en aerosol, entre otros productos.

Fuente: Beetrack (s.f.). El Impacto del Efecto Látigo en la Cadena de Suministro [Imagen]. https://www.beetrack.com/es/blog/que-es-el-efecto-latigo

Una mirada más profunda a la globalización

Claramente, la expansión del coronavirus no fue el primer fenómeno natural o sanitario que surgió a lo largo de la historia universal afectando al sector comercial, puesto que, tanto el tsunami de Japón, el síndrome respiratorio de Medio Oriente, la Fiebre española entre otros, causaron puntuales efectos en la logística económica global (Meyer et. al, 2021).

Sin embargo, es posible cuestionar ¿por qué la pandemia del

COVID-19 ha forzado a la búsqueda de nuevas formas de operación de las cadenas de suministro? Múltiples países han propuesto la centralización de las cadenas de suministro como solución estatal y como nuevo método de operación ante la gran escasez de productos, a causa de las crisis de las cadenas de suministro.

Las crisis más destacadas a nivel internacional, durante la pandemia, fueron la escasez de chips semiconductores, también conocida como “chipageddon” (chip + armageddon), el carbón y el papel higiénico. La batalla contra la falta de chips afectó a importantes industrias automotrices como Suzuki, en la India (Kraemer, 2021). A su vez, la escasez de carbón en China y por ende el alza del precio, afectó el 44% de las industrias en China, principalmente a las manufactureras y multinacionales como Apple y Tesla; a su vez, los ciudadanos chinos se vieron gravemente afectados por la falta de electricidad en un país donde dependen del 60% de las minas de carbón (Bayoud, 2021). Asimismo, el papel higiénico fue un producto que escaseó especialmente en los Estados Unidos, aunque Willy Shih, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard establece el peligro a mediano plazo de estas crisis, comentando que, ante el desabastecimiento de los rollos de papel higiénico, las empresas buscan cubrir esa demanda y en un futuro, en lugar de escasear, existe un excedente de productos o demasiado stock, es decir, ocurre el efecto látigo (Barría, 2021).

De modo que, gobiernos como el de Francia, EE. UU. y Japón dictaminaron medidas en vista a las crisis dentro de las cadenas de suministro, tanto en bienes como en factores de transporte u otros. El gobierno de Francia instó a los gobiernos de la Unión Europea a repensar sus cadenas de suministro de productos esenciales. Al igual, Japón destinó $2.2 billones de dólares con el propósito de incentivar a las firmas japonesas, las cuales operaban en otros países asiáticos, a reubicarse en Japón. Mientras que EE. UU, introdujo una ley para asumir las implicaciones de costos resultantes de las empresas que eligieron trasladar su base de producción desde China (PricewaterhouseCoopers, 2020).

En suma, la mayoría de los países con grandes economías se han centrado en dar prioridad a iniciativas y políticas de centralización de las cadenas de suministro. La necesidad de desligarse de la interdependencia entre los países está acelerando el “nacionalismo económico” . No obstante, a pesar de esta tendencia e inclinación por la “repatriación” de las cadenas de suministro, no será una medida duradera y persistente en el comercio internacional. Por lo cual, tomando en cuenta que el consumidor buscará precios bajos, especialmente en esta época de recesión, las grandes empresas, igualmente, dejarían de ser competitivas. Si los Estados centralizaran todo su proceso de producción muy probablemente el costo de la mano de obra sería muy elevado o no tendrían el know-how de la producción de múltiples bienes (Shih, 2020).

Conclusión

Es imprescindible que las empresas y los países no nieguen por completo los cambios irreversibles que la globalización ha provocado en la economía y en los comportamientos del mercado. Es por esto que, los países y las empresas deben de seguir una secuencia de pasos con el fin de asegurar la supervivencia de las cadenas de suministro. Estos tienen que estar compuestos por un enfoque combinado de las siguientes estrategias: la búsqueda de la resiliencia por encima de la reducción de costos sin sacrificar la competitividad y la búsqueda de adicionales mercados regionales.

Para evitar el efecto látigo, las empresas deben invertir en la digitalización de sus cadenas de suministro, con el fin de lograr una mayor transparencia y comunicación a lo largo de esta. El enfoque en la resiliencia por encima de la reducción de costos se puede materializar en estrategias de identificación de los componentes más importantes de la cadena de suministro para mantener inventarios más altos de estos evitando así riesgos de desabastecimiento, aunque esto eleve los costos. Otra estrategia aunada a la resolución de este problema es diversificar la base de proveedores para los componentes de más alto riesgo. Ya que en caso de otra crisis o cualquier problema con algún proveedor extranjero se tengan otras opciones de proveedores que no se vean afectados por los mismos riesgos, a pesar de que el costo de trabajar con estos sea más elevado.

Por último, minimizar o desacelerar la globalización, por medio de la centralización, no debería de ser la respuesta inmediata de cualquier país o empresa, pues dejarían de ser competitivos y de cierto modo, estarían abandonando el sistema de “especialización” de cada país, ralentizando el sistema economi-

co. En vista a las eventualidades causadas por la pandemia y las crisis que acontecieron deben de aprovecharse para el análisis de las debilidades actuales en las cadenas de suministro y las economías estatales, fortaleciéndolas de manera estratégica. El sector público y privado deben de fortalecerse de modo que no flaqueen en las crisis, y su unión e interdependencia sean motivo de fortaleza. Manteniendo una mirada hacia la innovación y el robustecimiento de las economías, hasta liderar el éxodo hacía la recuperación económica.

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