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b) Cubrebocas para la Madre Tierra

CUBREBOCAS PARA

LA MADRE TIERRA

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P O R : E V A D A N I E L A L U G O M E Z A

E S T U D I A N T E D E R E L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S P O R P A R T E D E L A U N I V E R S I D A D A N Á H U A C E N O C T A V O S E M E S T R E Y C O L U M N I S T A E N E L P E R I Ó D I C O D E L S O L D E D U R A N G O

C O R R E O : E V A . L U G O M @ A N A H U A C . M X T W I T T E R : @ D A N I E L A L U G O M 1 9

Resumen: La crisis sanitaria por COVID-19 trajo consigo cambios en la esfera política, económica y social. La adaptación a un nuevo estilo de vida ha transformado el sistema internacional y a los individuos dentro de él. Si bien la etapa en la que se encuentra la sociedad es caracterizada por ser “la nueva normalidad” , ésta cuenta con requisitos para la cotidianidad, entre ellos, el uso del cubre bocas. Este nuevo accesorio se ha convertido en la nueva forma de contaminación mundial y, aunque es necesario para el día a día, ha habido un traslape entre el cuidado al medio ambiente y el cuidado a la salud. En el presente artículo, se analiza cómo la esfera medioambiental se ha dejado de lado por el enfoque que se le ha dado tanto a la recuperación económica, como al manejo de la pandemia. La comunidad internacional es consciente sobre la urgencia de los problemas medio ambientales, tales como el cambio climático, y, aunque se han hecho esfuerzos internacionales, como el Acuerdo de París, los actores necesitan apresurarse a tomar medidas más eficientes. Esto con el propósito de que la preservación de la Madre Tierra y el funcionamiento de la sociedad logren congeniar.

on la nueva normalidad y los ajustes que la sociedad ha tenido que hacer e n su estilo de vida se ha pensado que el planeta Tierra ha gozado de distintas ventajas. Entre ellas , un menor uso de los medios de transporte, la pausa de las industrias en sus procesos de producción, el aumento de la tecnología en el área laboral, menos contaminación auditiva y la

Key words: COVID-19, cubrebocas, recuperación económica, crisis sanitaria, gases de efecto invernadero, crisis medioambiental, Tierra. C

supuesta mejora en la calidad del aire. Aunque el medio ambiente respiraba mientras las actividades del ser humano dormían, hoy se informa que dicho descanso para la naturaleza ha terminado.

Tras nueve meses de una parálisis económica a nivel global, si se considera a ésta estrictamente de marzo a diciembre del 2020, la reactivación de la economía en 2021 fue indispensable para los actores del sistema internacional. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2021), al inicio de la pandemia “el PIB regional experimentó una de las mayores caídas de la historia, con un PIB per cápita que descendió a los niveles del 2010. Esto provocó un […] aumento del desempleo, la informalidad y la pobreza” (p. 8). Es decir, el ejercicio de las actividades económicas se vio deteriorado de tal manera que el retroceso en dicha esfera tuvo consecuencias en la calidad de vida de las personas. Esto en el caso de Latinoamérica, pero en Estados Unidos igualmente se pudo ver una tasa 14.7% de desocupación, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU (BBC News).

Con referencia a estos datos, se ven reflejados los cambios repentinos en la cotidianidad de la sociedad. De ahí que surgiera la llamada nueva normalidad y, con ello, las alteraciones medioambientales. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2021) comunicó en su reporte que, efectivamente, hubo una reducción de gases de efecto invernadero, pero se caracterizó por ser pasajera. Según estos estudios, los distintos gases de efecto invernadero se redujeron, entre ellos, las emisiones de carbono decrecieron un 17%.

Aunque esto no impide que, con una economía reactivada, los niveles de éstos se hayan acelerado nuevamente. Forbes (2019) informa que las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4) están en aumento y que incluso la segunda contamina 84 veces más, lo cual hace más complejo cumplir con las metas del Acuerdo de París.

Si bien en este esfuerzo multilateral los actores deben de mantener la temperatura mundial por debajo de los 2 °C y limitarlo a 1.5 °C con respecto a los niveles preindustriales, no se han tenido resultados exitosos del todo (PNUMA, 2021). El organismo Unidos por la Ciencia (2021) presentó que, desde mayo del año pasado, el porcentaje de gases de efecto invernadero de los sectores industrial y residencial ya superaban los números del 2019. Si bien la pandemia por COVID-19 sí produjo un descanso pasajero para la Madre Tierra, éste no fue suficiente para recuperarse del impacto antropogénico.

Sobre esta misma línea, con la nueva normalidad, caracterizada por el uso obligatorio de cubrebocas, se afirma que “centros hospitalarios produjeron más de 240 toneladas de desechos médicos de plástico de un solo uso diariamente” (Díaz y Guarneros, 2021). Entre estos residuos se encuentran mascarillas, guantes y batas, los cuales aceleraron los procesos de contaminación tanto en el aire, como en el agua y el suelo. Garduño (2020) menciona que, en el caso de América Latina y el Caribe, se producen 541,000 toneladas de basura y el 90% de ella no se recicla. La situación de la región es preocupante pues los países que la conforman carecen de eficiencia en los servicios proporcionados por el Estado como saneamiento de agua y recolección de basura.

Como resultado, Oceans Asia, organización de conservación marina, reportó que, recién comenzó la pandemia, el 2020 iba a alcanzar aproximadamente 6 mil toneladas de contaminación en los océanos, cifra que fue lograda. Esto debido al uso y desecho diario de mascarillas que, además, no ha contado con un proceso de residuo adecuado. Los océanos se han convertido en el lugar de depósito de estos productos y esto ha causado la fragmentación de partículas de plástico de 1 micrómetro por cada una (García, 2021). La contaminación de los mares no sólo es grave por la polución del agua, sino que, no importa el enfoque por el que se quiera revisar, ya sea antropocentrista o biocentrista, el polímero causa una pérdida de biodiversidad masiva, algo que altera la estructura de los ecosistemas.

Por un lado, Mena (2021) presenta que la producción de plástico es de 368 millones de toneladas al año, mientras que la fabricación de cubrebocas alcanzó una cifra de 43 mil millones por mes según informó García (2021). Cabe señalar que, no hay una regulación para el desecho del equipo de protección, ni medidas para su reciclaje, algo que amenaza gravemente al medio ambiente. Es claro que una gran parte de las mascarillas usadas terminan en los océanos, pero Garduño (2020) informa para Forbes que el resto acaba en vertederos, factor que incrementa riesgos en la salud de los trabajadores, así como una creciente emisión de gases de efecto invernadero.

Por otro lado, se agrava la crisis sanitaria a la par de la medioambiental. Mientras que se trata de salvar la salud con un equipo de protección adecuado para el ser humano, éste no se ajusta a las condiciones que la naturaleza necesita. Al tener una crisis de desechos tóxicos, tanto en océanos como en el suelo, la emisión de gases de efecto invernadero es una consecuencia inmediata. Unidos en la Ciencia informó que hay una concentración preocupante en la atmósfera de CO2 y CH4, lo cual pone las metas del Acuerdo de París un paso más lejos (PNUMA, 2021).

De esta manera, la dependencia que hay hacia combustibles fósiles, el uso del gas natural en el sector energético y la quema de plástico ha provocado daños en la salud. La Organización Mundial de la Salud (2021) informa que las partículas de gases tóxicos en el aire causan enfermedades como malaria, cólera y dengue. Por lo cual, no es sorpresa que la población de países como India, Yemen, República Democrática del Congo y Filipinas sufran de éstas (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, 2021). Con la presente crisis sanitaria ya no es sólo el COVID-19 o sus múltiples variantes lo que ocasionan preocupación a la comunidad internacional, sino cómo se ha dejado en segundo plano el cuidado al medio ambiente.

Tal como se mencionó al principio del artículo, la parálisis económica impactó de manera positiva en el medio ambiente. La pausa momentánea de las distintas industrias tales como turística, química, alimentaria, pesada, minera o textil dio un respiro al planeta. El PNUMA (2021) reportó que con la pandemia hubo una reducción de 5.6% en los niveles de CO 2, pero la industria

sí tuvo un crecimiento exponencial. El informe de COVID-19 Facemasks and Marin Plastic Pollution estimó que la producción global de cubrebocas fue de 52 mil millones de éstos al año, la cual se convirtió en una nueva forma de contaminación a nivel global (Oceans Asia, 2020).

Como se ha visto a lo largo de esta investigación, la cantidad de cubrebocas desechados de manera inadecuada es una situación preocupante para el bienestar social. Ya mencionado antes, si la problemática se observa desde un enfoque antropocentrista, en la actualidad, el cuidado de la salud demanda el uso de mascarillas pertinente, pero si no se tomara en cuenta la protección al medioambiente, la calidad del ser humano se vería afectada de igual manera. Si bien el estilo de vida pre-pandémico socavó la importancia del cuidado del planeta por hábitos de consumo poco responsables, los seres humanos hoy se enfrentan a tres retos: crisis sanitaria, económica y medioambiental.

Como resultado, la comunidad internacional hace un llamado para la cooperación entre actores. La Organización de Naciones Unidas (ONU) denomina esto como una alianza mundial en la que el desempeño de Estados, empresas e individuos en el sistema internacional abone al bienestar común (2021). El impulso de un funcionamiento sustentable de la sociedad es imprescindible para el desarrollo eficiente de la misma pues, si se impacta de manera negativa al medio ambiente, inevitablemente repercute en la calidad de vida de los individuos.

Ahora bien, debido a que la reactivación económica es necesaria y en ella se encuentra la fabricación de equipo de protección, es decir, cubre bocas, guantes o batas, los procesos sustentables para éstos son necesarios. La ONU menciona que se debe “cambiar el modelo de negocio e introducir incentivos que conduzcan a la reducción de producción de plásticos” (PNUMA, 2021). Es decir, que los agentes adopten medidas y estrategias que sean compatibles con las necesidades sanitarias y medioambientales. Esto mediante el uso de materiales reciclables, biodegradables y cuya elaboración no rebase los límites del medio ambiente, es decir, que no exceda la capacidad del mismo para recuperarse de las intervenciones humanas.

Dicho esto, es necesario recalcar que no se está en contra de la reactivación económica ni el desempeño de sus agentes, pues el funcionamiento eficiente de éstos conlleva a que los individuos gocen de una buena calidad de vida. Sin embargo, se deben repensar y reestructurar los modelos de producción de las industrias, es decir, se debe optar por la adopción de una economía circular, así como el impulso de una educación ambiental para una mayor cooperación por parte de los actores. Los hábitos de consumo y estilo de vida llevados a cabo por la sociedad han repercutido en la Tierra de tal manera que han rebasado los límites planetarios paulatinamente.

Asimismo, el cuidado del medio ambiente y el funcionamiento de la economía no están peleados, pues los dos buscan brindar una buena calidad de vida al ser humano. De ahí que sea fundamental encontrar un punto que equilibrio entre la satisfacción de las necesidades de la sociedad y lo que la Tierra puede proporcionar. La importancia de los procesos sustentables se basa en garantizar el bienestar, tanto de las generaciones presentes, como de las futuras. Por lo cual la esfera económica debe tomar en cuenta una equidad intergeneracional e intrageneracional de los recursos naturales, esto para fomentar hábitos de consumo responsables y combatir la desigualdad social. Por último, la economía y, con ello, y el nuevo estilo de vida de la sociedad, deben ser capaces de innovar y adaptarse a los límites planetarios, esto para hacer frente, tanto a la crisis medioambiental, como a la sanitaria. Si los procesos de producción de las industrias no se reestructuran, las emisiones de gases efecto invernadero serán todavía más severas. Lo cual, pondrá a los actores del sistema internacional en peligro, razón

por la que es importante una alianza mundial para cumplir los objetivos del Acuerdo de París y, de paso, causar mayores daños a la salud. Si los Estados, empresas, individuos y otros agentes no se apresuran a tomas las medidas necesarias, ya no sólo se usará mascarillas a causa del COVID-19, sino porque el planeta ya no será el lugar adecuado para habitar. De no lograr una tregua entre la esfera económica y la naturaleza, la Madre Tierra también necesitará cubrebocas.

Referencias

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Cambio climático y medio ambiente. (2020). El cambio climático avanza implacablemente a pesar de la pandemia COVID-19, advierten los científicos. Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2020/09/1480142

Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. (2019). El dengue en el mundo. https://www.cdc.gov/dengue/es/areaswithrisk/around-theworld.html

Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2021). Recuperación económica tras la pandemia 2019. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47308/1/S2 100678 _ es.pdf

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García, U. (2021). Los cubrebocas desechables de la pandemia una ‘bomba de contaminación’ . Meteored. https://www.meteored.mx/noticias/actualidad/cubrebocasdesechables-por-la-pandemia-una-bomba-de-contaminacioncovid-coronavirus.html

Garduño, M. (2020). Cubrebocas: una nueva forma de contaminación mundial. Forbes. https://www.forbes.com.mx/noticias-mascarillas-nueva-formacontaminacion-mundial/

Mena, M. (2021). La producción de plástico en el mundo. Statista. https://es.statista.com/grafico/21899/distribucion-de-laproduccion-mundial-de-plastico-por-region-en-2018/

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Solís, A. (2016). Gas metano contamina 84 veces más que el dióxido de carbono. Forbes. https://www.forbes.com.mx/gasmetano-contamina-84-veces-mas-que-el-dioxido-de-carbono/

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El Financiero. https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/cubrebocas-habranprovocado-hasta-6-mil-toneladas-mas-de-contaminacionmarina-en-2020-informe/

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