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Publicación mensual de distribución gratuita // Julio 2020
Jugando a la casita: cuando el adentro, es afuera
E
n el siguiente escrito voy a compartir algunas reflexiones nacidas del entrecruzamiento de dos dimensiones diferentes. Por una parte, la circunstancia de vivir la pandemia en la provincia de Santiago del Estero, configuró de un modo particular mi practica como profesional de la psicología, cuyo desarrollo se estructuró en dos momentos, el primero con atención online y en un segundo tiempo con atención clínica presencial a niños, niñas y sus familias. En esta dimensión laboral se entrecruzan y retroalimentan mis inquietudes y deseos como madre de niños, cuyas edades oscilan entre los 8 y 10 años, en quienes la rutina estuvo en gran parte ocupada por el juego de manera cotidiana durante éstos casi tres meses de confinamiento. Estos “mundos” presentados como dimensiones, están íntimamente comunicados
y me constituyen, lo laboral y lo personal. La realidad en la que Santiago del Estero se encuentra es transitando la fase 5, lo que permitió un pasaje del “aislamiento social preventivo obligatorio” al “distanciamiento social obligatorio”; y “quedarse en casa” como acción de cuidado durante este tiempo requirió diferentes estrategias para hacerle frente sobre todo a los niños y niñas, puesto a que ante la ausencia de sus principales actividades como la escuela u otros espacios de socialización (la casa de amigos, la plaza, la canchita, el club, etc.) hay quienes apelaron al recurso lúdico con lo que disponían a su alcance. ¿Es posible pensar el juego como un acontecimiento? En este sentido, tiempo y espacio se relacionan. Se juega aquí y ahora, en determinadas condiciones en tanto se atiende al lugar, al
momento y a la situación en la que el juego ocurre. Las condiciones y las circunstancias en las que el juego surge podría atender a dos variantes, por un lado a las características particulares de cada niño o niña y por el otro las condiciones de vida de cada familia. Es decir, el juego pareciera surgir en tanto se atienden a los recursos psíquicos por un lado, y a las condiciones ambientales por el otro. Durante este tiempo, es recurrente que niños y niñas elijan juegos que permitan “salir de casa” sin salir. Entre esos, jugar a “la casita” construida con sillas, mantas, cartones, palos, sabanas, etc. fue el juego que muchos niños y niñas eligieron para llevar adelante el acto de “salir” de casa, dar un paseo por el hogar y simular un viaje o el trayecto al trabajo, o a la escuela. Es entonces jugando como el niño además de expresar