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Matilde Montoya: pionera de la igualdad médica
Por Miriam Mora Campuzano*
La presente investigación fue motivada por la apasionante historia de Matilde Petra Montoya Lafragua quien es conocida por ser la primera médico mujer en México, esto a su vez con el propósito de resaltar la importancia de la igualdad de género en el mundo actual.
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Lo expuesto pretende dar una nueva visión para todas las generaciones; en las más longevas mostrará cómo es que la lucha de una mujer, quizá cercana a sus tiempos, actualmente es uno de los pilares para la justicia hacía el género femenino sobre del masculino, para así consagrar una equidad en ambos géneros, lo cual muy posiblemente era algo impensable en la juventud de estas personas; por otro lado, las generaciones más recientes y las futuras, podrán ayudarse de este material para así tener un contexto más amplio de cómo es que Matilde Montoya logró hacer tales cambios en el siglo pasado que actualmente para nosotros son vitales, tal como ir a escuelas superiores mixtas (dónde hay hombres y mujeres) y que todos tengan la oportunidad de adquirir los mismos conocimientos y posteriormente ejercer una profesión sin limitantes por su género.
Y finalmente, es primordial recordar su legado día con día, debido a que su gran hazaña está deteriorada por el paso del tiempo a pesar de que fue y es de gran importancia para la medicina moderna. Su figura es icónica, y como mi ídola, es un honor realzar su perseverancia y firmeza ante las adversidades de su época, ya que puede servir de inspiración para niñas, jóvenes y adultas.
No puedo decir si las mujeres son mejores que los hombres. Sin embargo, puedo decir sin dudar que no son peor. Golda Meir
Posterior a resaltar los principales objetivos de este trabajo, comencemos con algunos antecedentes que nos ayudarán a comprender mejor la obra de la pionera de la igualdad médica, Matilde Montoya.
Desde los inicios de la humanidad, la mujer ha sido tomada como un símbolo de inferioridad frente a la figura masculina, ya sea por su delicadeza, menor fuerza, la propiedad biológica de poder concebir hijos desde su útero, entre muchas otras razones infundadas que no deberían ser un limitante para nosotras. En consecuencia, de esta situación, a lo largo de la historia se han marcado diferencias en las oportunidades de forma abismal entre estos dos géneros de forma injusta, lo cual solamente ha provocado un desarrollo limitado de la sociedad. Esto se ve bien descrito en una frase de la ex dama de EE.UU. Clinton H. (2013) en su discurso pronunciado en el centro de estudios Council for Foreign Relations (CFR): “Si las mujeres y las niñas fueran tratadas igual que los hombres en derechos, dignidad y oportunidad, veríamos el progreso político y económico en todo el mundo.”
Hace dos siglos en México, la situación era más compleja para las mujeres, esto producido a la mentalidad altamente machista y llena de prejuicios que estaba tan arraigada en ese entonces respecto al rol que debía tomar la mujer frente a la sociedad. Para entender con más profundidad el contexto que se vivía en ese entonces, remontémonos específicamente a la época del polémico y repudiado Porfiriato, este periodo de la historia fue reconocido por estar a cargo de la figura dictatorial de Porfirio Díaz, iniciando desde 1876 y culminan do en 1911 entre la guerra desesperada de nuestros ancestros reconocida como la Revolución Mexicana.
Esta situación fue padecida por Matilde Petra Montoya Lafragua quien vivió su juventud y época profesional dentro de ese régimen tan complicado para el desarrollo de la mujer de forma libre y sin señalamientos crueles. Fue la hija menor del militar José María Montoya el cual era un hombre de carácter duro y temible, y de Soledad Lafragua quien era una mujer de familia tradicional proveniente del estado de Puebla.
La figura de esta mujer, miembro clave para lograr consolidar la medicina moderna igualitaria, fue tomada en su tiempo por la sociedad como todo un escándalo y una desfachatez, ya que era impensable que en el campo de las ciencias dominado por los hombres, el género femenino tomara las riendas y se diera a conocer con acontecimientos tan importantes como que, a partir de una carta donde Matilde denunciaba algunas injusticias que padecía en la Escuela Nacional de Medicina, lograra incentivar a que posteriormente el presidente Porfirio Diaz apoyara a la igualdad y equidad de género en México por medio de leyes jurídicas basándose en las problemáticas que ella sufrió en su trayectoria.
Igualdad y equidad de género
En muchas ocasiones el término igualdad se llega a tomar como sinónimo de equidad, y viceversa, lo cual es totalmente erróneo, es verdad que van de la mano y en múltiples ocasiones tienen el mismo fin, sin embargo, no son lo mismo.
Basándome en los archivos de la UNESCO (2017), se me brindan las siguientes definiciones respecto a estos dos conceptos:
Igualdad de género: Se define como “la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños”.
Equidad de género: Se define como “la imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres de acuerdo con sus necesidades respectivas, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades. En el ámbito del desarrollo, un objetivo de equidad de género a menudo requiere incorporar medidas encaminadas a compensar las desventajas históricas y sociales que arras tran las mujeres.” (UNESCO, Igualdad de género.)
José Vasconcelos
Erudición / Artículo
Por lo tanto, podemos inferir que la igualdad es el trato sin distinción por el género entre hombres y mujeres; mientras que la equidad de género es el acto de darle tanto a hombres como a mujeres lo que necesiten dependiendo de la situación en la cual estos se encuentren.
Como anteriormente se explicó, estos conceptos están íntimamente relacionados porque buscan darle un valor, derechos y obligaciones a cada uno de los ciudadanos mexicanos sin importar sus características biológicas o condición de estos ante la sociedad.
Sexo y género
A su vez, hay que hacer una distinción de a lo que nosotros llamamos género y sexo, según la RAE tiene las siguientes definiciones:
Sexo:
1. m. “Condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas.”
2. m. “Conjunto de seres pertenecientes a un mismo sexo.: Sexo masculino, femenino
3. m. “Órganos sexuales.”
Género:
3. m. “Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.”
Gracias a estas definiciones podemos decir que el sexo es la condición que tiene cada ser humano a partir de sus órganos genitales, mientras que el género es la identidad sociocultural que se le pretende dar a cada individuo o con la cual se sienta perteneciente.
Teoría del feminismo
En la actualidad está muy visualizada la lucha feminista en la sociedad, ya que gracias a las protestas y a los medios de difusión que hacen que nuestras demandas sean escuchadas, ayudó a que se le dé más valor y fortalecimiento a este movimiento, que desde hace siglos se manifestó en busca de justicia, igualdad y equidad de género, y respeto. La Dra. Sánchez P. (s.f.) expone en su ensayo “Definición del feminismo. Inicios de este movimiento” la siguiente idea: El feminismo es la teoría explicativa de la situación de subordinación de las mujeres dentro de los sistemas sociales como la teoría que investiga cómo se constituye el sujeto femenino a través del género. Es decir, se puede definir de varias maneras, pero todas tienen en común hacer visible a las mujeres y emanciparlas de la subordinación respecto al hombre.
Explicar la historia del feminismo es complicado ya que, dentro de la lucha se tienen múltiples ramas con objetivos diferentes, pero todas con uno central, buscar darle el valor y respeto que se merece a la mujer. En esta ocasión, me enfocaré en la definición antes señalada, ya que en la vida de Matilde Montoya fue de gran importancia, al grado de que en la actualidad se le reconoce como un ícono feminista de la lucha para la igualdad y equidad de género en el siglo XX.
El comienzo de una lucha
Matilde Montoya, de nacimiento Matilde Petra Montoya Lafragua es reconocida como la primera médico mujer en México con estudios y certificados universitarios oficiales que avalan este hecho. Nació el 14 de Marzo de 1857 en el entonces Distrito Federal, dentro de una familia tradicional y en medio del ardor de la guerra de Reforma, que recordemos que fue impulsada por la disyuntiva entre conservadores y liberales con la desesperada necesidad de tener un gobierno orientado a una sola postura. Montoya fue desarrollándose entre esta batalla donde en sus primeros años de vida aún no se definía a un ganador; por lo tanto, su educación estuvo más orientada hacia la mentalidad conservadora y en cierto punto machista, donde se pretendía que fuera una ama de casa servicial a cargo de las labores domésticas y futuramente una madre excepcional para sus hijos; lamentablemente para la familia Montoya Lafragua esto no sería así.
Como si no fuera suficiente, su juventud también estuvo rodeada de un contexto social difícil, esto se produjo debido a que la intervención francesa estaba en su máximo punto de tensión por la lucha armada de mexicanos en contra de franceses en busca del pago de la deuda que Benito Juárez tenía pendiente con ese país europeo. Mientras tanto, la joven Matilde Montoya residía en la capital del país al lado de su madre y de su único hermano varón, ya que años atrás lamentablemente su padre, Don José María Montoya falleció cuando está solamente era una niña; sin embargo, se dice que era un hombre demasiado conservador, el cual jamás permitirá solapar la idea de que su única hija con vida no fuera “una mujer hecha y derecha” sino una revolucionaria a las idea retrogradas de la sociedad; por lo tanto, la ausencia de su padre a una edad temprana le ayudó a no tener conflictos familiares respecto a su determinación profesional. A inicios de su adolescencia tuvo una motivación por el estudio de las ciencias, la cual fue alentada por su madre quien siempre estuvo entusiasmada con el empoderamiento de Matilde, así que decidió apoyarla desde el primer momento sin pensarlo; gracias a Doña Soledad, Matilde estudió en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad, años después esta institución estaría envuelta en varios rumores, ya que este sería el escenario de los llamados “partos oscuros” los cuales son nacimientos de hijos bastardos dados a luz por mujeres solteras lo que era muy mal visto hace dos siglos; sin embargo, gracias a esta institución Matilde Montoya Lafragua logró graduarse a los 16 años como obstetra y partera, este acontecimiento sería el primer paso para abrirse camino dentro del campo de la medicina.
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Matilde con su trabajo ayudaba en los gastos de la casa, ya que era complicada su vida y la de su madre al estar la segunda en estado de viudez, así que inmediatamente después de terminar sus estudios como obstetra y partera comenzó a trabajar en hospitales fungiendo como auxiliar y ayudante en alumbramientos que llegaban a estar dentro de su turno de trabajo, esta condición no le apasionaba y llenaba su sed ambición, esto producido a que era muy común que los médicos la tomaran como inferior o sin capacidad para dar ella las órdenes a pesar de que tenía vastos conocimientos y práctica en el tema.
En este pasaje de su historia vemos la escasa o nula igualdad de género hacia las mujeres en los siglos XIX y XX, esta idea era apoyada por la desinformación e ignorancia que había respecto a que tanto hombre y mujeres tienen la misma capacidad de ocupar cualquier puesto que ellos elijan. En ese tiempo se puso de moda el rumor de la falsa fragilidad femenina, el cual era bastante absurdo, aunque fue apoyado por los médicos y farmacéuticos de la época con el fin de impedir que las mujeres se desarrollaran como profesionales y fueran una competencia difícil para los hombres. De igual forma, se creía entre médicos, biólogos y psicólogos la siguiente teoría expresada por la Profa. Ana María Carrillo a través de un pequeño corto informativo difundido por el canal mexicano de noticias 22: “Había la creencia generalizada de que el órgano directriz de la personalidad femenina era el útero, en tanto que el cerebro lo era de la personalidad masculina.” (Carrillo A. M. (2020). “La primera mujer médica en México: Matilde Montoya”. min. 3.11 Noticias 22): Lamentablemente este pensamiento provocó que Matilde Montoya tuviera bastantes problemas en su campo laboral, motivada por su propia superación, un día decidió abandonar su puesto de trabajo para así intentar obtener un lugar en la Escuela Nacional de Medicina la cual estaba localizada en el Zócalo capitalino de la Ciudad de México, y en la actualidad es reconocida por ser uno de los más famosos museos de ciencias en México ya que en ella se exponen múltiples salas que le rinden homenaje a la historia de la medicina mexicana.
De partera a médica cirujana
Montoya estaba decidida a superarse tanto en el lado profesional y laboral, como con el hecho de ser una mujer sin aparentes oportunidades en un campo que
José Vasconcelos
Erudición / Artículo solo era para hombres; lamentablemente a inicios del siglo XX donde ella comenzó con el sueño de ser médica cirujana, existía un tremendo machismo y desigualdad de género en México por la educación que se le daba a las generaciones en ese entonces y con la cual quizá algunos de nuestros abuelos estén familiarizados, esta se basaba principalmente en el fundamento de que los hombres eran la cabeza del hogar y la única fuente de ingresos, por lo tanto, desde jóvenes se les enseñaba a trabajar en negocios familiares o como obreros, o si tenían una buena familia podrían tener el grado superior de estudios en la área del conocimiento de su preferencia si ellos así lo deseaban para posteriormente ejercer su profesión en la vida cotidiana y a consecuencia tener un sueldo fijo y suficiente para mantener a sus esposas y futuros hijos. Sin embargo, tenemos la otra cara de la moneda donde a las mujeres también se les definió un rol específico desde su nacimiento el cual era brindarles por medio de otras mujeres de la familia la enseñanza de las labores del hogar, y el mentalizarse con la idea de que a partir de los 15 años serían vistas ya no más como niñas, sino como mujeres que tenían la obligación de cuidar a los futuros hijos que sus esposos las hicieran parir, y complacer a éste en todo lo que deseara, aguantando desde sus desdenes hasta las infidelidades que pudiera haber con otra “querida”; la vida cambiaba relativamente entre las hijas de casas adineradas a las que nacieron en una familia obrera, las primeras eran educadas con estrictos modales y podían incursionar en el mundo de las artes, lo cual les formaba un carácter refinado seguido de prestigio ante los hombres a los cuales los padres de estas se les ofrecía en algunas ocasiones como moneda de cambio; mientras que las segundas no tenían ningún medio para educarse, lo cual produjo que fueran mayormente analfabetas.
Este sistema es tan longevo en la historia de la sociedad que hoy en día sigue siendo una triste realidad, injustamente definido por nuestras características biológicas como el dar a luz a nuevos descendientes en caso de las mujeres, o tener más fuerza en caso de los hombres.
Sin embargo, Matilde Montoya no tenía como núcleo la aspiración de ser ama de casa o una esposa excepcional, su verdadera ambición comenzaría al colocarse como aspirante para la carrera de médico cirujano en la Escuela Nacional de Medicina.
En ese tiempo, los médicos la vieron como una amenaza potencial a sus trabajos, en especial al tratar alumbramientos o enfermedades de señoras, ya que Montoya por su amplia práctica y estudios sabía cómo evitar errores a la hora de intervenir, y su trato de mujer a mujer más era cálido, por otro lado, los médicos eran bruscos y fríos con sus pacientes, por lo cual ellas terminaron prefiriendo la atención de Matilde; debido a esta situación, a petición de los médicos, varios ilustrados publicaron en periódicos como El Amigo de la Verdad. Periódico Religioso y Social Dedicado a la Instrucción del Pueblo falsas acusaciones hacia su persona donde la acusaban de ser masona y protestante, esto provocó una gran polémica que la perjudicó al punto de perder a sus clientas frecuentes y el que ya no fuera recomendada, por esta razón decidió irse un tiempo a Veracruz para evitar verse envuelta en más especulaciones sin fundamento; afortunadamente y a consecuencia de la poca veracidad de las declaraciones dadas en el periódico, sus clientas no tardaron en volver a requerir sus servicios, y a su vez, varias de estas les pidió ser dispensadas por el error tan grande que habían cometido al creer chismes.
Se dice que quien impulsó la idea de que Matilde Montoya regresara a la capital para estudiar la carrera de médico cirujano en la Escuela Nacional de Medicina de forma profesional, fue la mismísima Doña Soledad Lafragua, a la cual le hacía infinita emoción que uno de sus dos hijos fuera doctor, sin embargo, su hijo varón no estuvo interesado en la idea, así que su hija menor sería la que le cumpliera este anhelo.
Al ver todos los obstáculos que la desigualdad de género le provocaba en México, Matilde tomó la alternativa de estudiar el nivel medio superior en el extranjero, específicamente en Estados Unidos, sin embargo, se presentaron diversos contratiempos que están en incógnita, por lo cual decidió hacerle caso a la idea de su madre de regresar al Distrito Federal. En este punto tramitó una solicitud para así obtener un lugar en la codiciada Escuela Nacional de Medicina que gozaba de un gran prestigio por sus instalaciones y la formación que le brindaba a sus estudiantes; lamentablemente también era reconocida por ser una institución de hombres y no de mujeres, esta situación se la advirtió desde antes el director de la Escuela de Medicina de Puebla quien había visto de cerca este machismo después de tantos años de ex periencia en el medio. La situación que se le expresó con anterioridad, no detuvo a Montoya, consiguiendo al final ganar el ingreso gracias al doctor Francisco Ortega quien era el director de la institución en ese entonces, de esta forma logró ingresar sin tantos preámbulos a la universidad deseada.
Dificultades al ser la pionera de la igualdad en la medicina
Fueron innumerables las problemáticas que la joven Matilde tuvo que sobrellevar a lo largo de su carrera, sin embargo, el verdadero reto comienza al poner su primer pie en la imponente Escuela Nacional de Medicina. Su ingreso fue permitido por el Dr. Ortega en el año de 1881 de forma informal gracias a la trayectoria sobresaliente con la que contaba; sin embargo, al comenzar sus estudios se enfrentó a las ideas machistas de la sociedad con respecto a esa formación, uno de los más grandes retos fue el no poder asistir con libertad a las prácticas de anatomía en el anfiteatro de la escuela para aprender en vivo como realizar la disección de diversos cadáveres humanos, esto provocado a que Montoya se sentía incómoda con las críticas posteriores al ver la desnudez de estos, sin embargo, el Dr. Ortega no aceptó cubrirlos cuando ella estaba y así evitar estos rumores, ya que era necesario verlos completamente para su exploración, así que cuando sucedía esta situación sus compañeros varones le advertían antes; podemos inferir que su disputa provenía de la idea retrograda en aquellos años donde se tomaba como un escándalo el que una mujer viera y manipulara a cuerpos desnudos aunque no lo hiciera con fines lujuriosos o morbosos; como solución a esto, logró hacer sus propias prácticas a solas en el anfiteatro para evitar escándalos, lamentablemente esto la excluyó de los demás. El tiempo pasó, y la prensa no tardó en destruir su reputación por tremendo escándalo, así que el reconocido médico militar Francisco Montes de Oca, quien gracias a ser el director del Hospital Militar y por sus influencias, puso a disposición de Montoya cadáveres de forma exclusiva para motivar su estudio en la medicina.
En múltiples ocasiones se le vio con extrañeza y desconfianza a su figura, ya que parecía irreal que una mujer haya llegado al grado de estudios del cual Matilde Montoya era prueba viva de que puede ser una realidad.
Fue extremadamente complicado para Montoya hacerse camino en el mundo de la medicina, ya que al haber estudiado en escuelas preparatorias particulares no se le validaron sus estudios para tener derecho al examen final del primer año a nivel superior; la dificultad fue tal que elevó una petición al Congreso de la Unión para revalidar sus certificados de estudios y así demostrar que era apta para realizar el examen, sin embargo, esta posibilidad le fue negada. Para compensar esta situación, el 12 de octubre de 1882, la cámara de Diputados aprobó un artículo el cual ella le permitía presentarlo, sin embargo, no fue de esta forma. En esta situación el Lic. Baranda que era en ese entonces el secretario de Justicia e Instrucción Pública, el cual sirvió como testigo para corroborar y asegurar la veracidad de los estudios de Montoya, siendo consciente de esto, el licenciado no vio problema alguno en aceptar su petición.
Afortunadamente, casi pasada una semana, el mismísimo presidente de la República se enteró de la situación y él mismo le concedió el derecho a su examen en el primer año.
Finalmente, fue inscrita de manera formal a la Escuela Nacional de Medicina el día 11 de Enero de 1883; sin embargo, tuvo que revalidar materias, así que mientras estudiaba la carrera de médico cirujano, debió revalidar materias cada cierto tiempo con un examen impuesto por la Escuela Nacional Prepa ratoria. Esta situación fue extremadamente tediosa y estresante para Matilde, pero ser la primera mujer
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José Vasconcelos
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Erudición / Artículo que lograra consolidarse como médica cirujana, y el apoyo de Doña Soledad, le dieron fuerzas día a día.
Posteriormente a esta problemática llegó otro golpe bajo en 1885, año en el cual Matilde iba a realizar sus exámenes finales de preparatoria, esta pidió el permiso al secretario de Instrucción Pública para presentarlos después de haber concluido los de medicina en su institución, sin embargo, el muy disgustado le dijo al Lic. Baranda lo siguiente (Carillo A. M. (2002) Matilde Montoya: Primera medica mexicana): “Mi parecer, señor ministro, salvando el mejor de usted, es que podrá accederse a la solicitud de la interesada, en consideración a su sexo y a las dificultades que por esa causa ha tenido que luchar en sus estudios”.
Aquí hay una disyuntiva, ya que Montoya jamás usó su posición al ser mujer como ventaja o desventaja, sino que defendía a la igualdad de género en momentos de la historia tan precarios como lo fue el siglo XIX en México.
El día que cambió el mundo de la medicina mexicana
Fue un 24 de agosto de 1887 cuando la joven Matilde Petra Montoya Lafragua de 30 años de edad lograría transformar el mundo de la medicina al consolidarse como la primera médica cirujana mujer en México.
En la tarde del día antes mencionado, se llevó a cabo el examen profesional de forma oral que determinaría si era apta o no para obtener su título como médica cirujana y así ejercer en la sociedad su profesión. Para la ocasión asistieron sus compañeros, profesores y su madre; de igual forma, no faltaron los curiosos, en especial los que eran de la élite en esos años. Sorprendentemente se tuvo la presencia de miembros de alto rango como el secretario de Gobernación, Manuel Romero Rubio; y su excelencia, el presidente de la república mexicana, Porfirio Díaz.
Quienes eran los principales testigos y sinodales en el examen eran seis catedráticos: Maximiliano Galán, José María Bandera, José G. Lobato, Fernando Altamirano, Nicolás Ramírez de Arellano e Ignacio Capetillo; cada uno con especialidades pertinentes para la carrera de medicina.
El examen duró un total de dos horas donde a Matilde se le cuestionaron diversos conceptos y prácticas referentes a la medicina, en este momento se respiraba la tensión del público y el nerviosismo de la misma. Para su fortuna, todo resultó de forma satisfactoria, sin embargo, era la mitad del reto. Al día siguiente en la mañana asistió con los mimos sinodales y con Don Romero Rubio en representación del presidente, al Hospital de San Andrés para así realizar su examen práctico y corroborar si tenía los conocimientos necesarios para acreditar la carrera de medicina.
Primero se le presentaron diversos pacientes con casos clínicos a los cuales Matilde les tenía que dar un diagnóstico correcto según sus malestares y patologías; y al final se le solicitó ir al anfiteatro para así corroborar si sus disecciones eran limpias y precisas.
Posterior al término del examen, los catedráticos en privado debatieron la destreza de Matilde, finalmente les dieron la cara a todos los asistentes para hacer pública su decisión; en este momento todos esperaban que se dejaran ver bolas negras las cuales representaban la reprobación del estudiante, si embarazo, Montoya obtuvo todas las bolas blancas de sus catedráticos en señal de aprobación. En ese momento una voz dijo con júbilo: “Aprobada por unanimidad” y un estruendo de aplausos se desató enfrente de sus ojos, todos aclamaban su ardua lucha y entrega para llegar a ese momento.
Como cortesía y reconocimiento, Don Romero Rubio le entregó el mismo día su título, aunque se acostumbraba a hacerlo días después de haber acreditado el examen profesional.
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Y así fue como una mujer con raíces poblanas y la falda bien puesta, pudo lograr lo inimaginable, ser la primera médica mexicana titulada en México a pesar de la crítica social y las adversidades externas; gracias a esto, su figura se convirtió en un icono de la lucha constante por la igualdad de género, y personalmente, se hizo mi ídola en el área de las ciencias.
Legado
La figura de Matilde Montoya fue de gran importancia para la generación que la vio titularse; pero, sobre todo, es un ejemplo a seguir para las generaciones presentes. Gracias a su ardua lucha al ser estudiante de medicina, logró visibilizar la desventaja a la cual las mujeres estaban condenadas por su género; esto provocó que tanto la sociedad, como el gobierno abrieran los ojos para así crear leyes legales y morales que hicieran de la equidad de género una realidad, para así posteriormente se consiguiera la igualdad de género.
En sus años como médica, fundó asociaciones como la Sociedad Filantrópica, la Escuela-Obrador: Luz y trabajo, y la Asociación de Médicas Mexicanas. De igual forma, perteneció a grupos importantes tales como la Sociedad Mexicana de Costureras, el Ateneo de Mujeres, y la Liga Médica Humanitaria.
Como dato importante, logró que en la sociedad el término partera no se viera de forma corriente o despectiva, sino que se le diera el valor y reconocimiento que se merece esa profesión.
Foto (Carrillo A. M. (2002). Matilde Montoya: Primera medica mexicana). Título oficial de médico cirujano a nombre de Matilde Petra Montoya Lafragua.
Matilde Montoya tuvo que retirarse de la labor médica a los 73 años de edad por la condición tan crítica en su salud; finalmente falleció seis años después un 26 de enero de 1938, dejando tras de ella toda la trayectoria intachable y una huella imborrable en la historia médica de nuestro país.
Actualmente, se le considera como un icono de la cultura feminista, ya que aunque ella no se declaró necesariamente a favor del movimiento porque en su tiempo aun no estaba tan potencializado, es cierto que hasta sus últimos días peleo con uñas y dientes para hacer validos los derechos a los cuales las mujeres tienen garantía.
Para mí es simplemente un pilar clave en el desarrollo que gradualmente hemos tenido las mujeres como profesionistas no solo en el área de las ciencias, sino en cualquiera de nuestra preferencia.
Matilde Petra Montoya Lafragua fue y siempre será recordada como la mujer que superó todo contratiempo con tal de demostrar que la posibilidad de ser pionera de la igualdad médica no se quedó solo en un sueño, sino se transformó en una realidad.
Resultados
La presente investigación ayudó a recordar la lucha que Matilde Montoya tuvo que enfrentar dentro del campo de la medicina a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX, donde no había una consciencia sobre
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Erudición / Artículo
qué, tanto mujeres como hombres somos capaces de ejercer en cualquier carrera profesional que nos apasione, aunque esta sea más referente hacia un género determinado.
De igual forma, se logró visualizar de una forma más concreta la importancia que tiene la igualdad de género en nuestra sociedad, ya que sin figuras como Matilde Montoya que dieron su constancia y su vida para lograr consolidarse cómo las pioneras en esta pelea por los derechos femeninos, actualmente seguiríamos con las mismas mentalidades retrógradas y con una limitante en nuestra superación profesional.
Conclusiones
Concluyendo este trabajo puedo resaltar que, la vida y obra de la Dra. Matilde Montoya ha servido como motivación a las mujeres en la actualidad, ya que su fuerza, perseverancia y entrega, nos da alientos de esperanza para creer que verdaderamente podemos lograr todo aquello en dónde pongamos una meta fija, tal como lo hizo ella el 24 de agosto de 1887 al obtener su título de médico cirujano después de todos los percances que tuvo que padecer hasta ese momento tan glorioso en su vida.
En ocasiones es difícil poner en una balanza la vida de Matilde, ya que, si bien sufrió bastantes injusticias, de igual forma, tuvo algunos privilegios que la ayudaron a consolidarse cómo médico, privilegios que no se le brindaron a otros estudiantes, por lo tanto, podemos decir que fue toda una guerrera con algunos apoyos externos.
Mujer, tienes la fuerza para hacer temblar el mundo, es momento que nos demos cuenta de esta realidad y luchemos por nuestros anhelos y ambiciones, porque el mundo no es sólo de los hombres, es de quiénes se atreven a pelear contra lo inimaginable.
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*Mi nombre es Miriam Mora Campuzano, nací el 3 de Mayo del 2005. Soy una escritora apasionada que comenzó su trayectoria literaria desde muy niña, y la cual actualmente está siendo un éxito en lo que se refiere a la reflexión de temas con una profundidad peculiar. De igual forma, soy estudiante de la ENP5 y futura médica cirujana en la Facultad de Medicina de la UNAM. “Matilde Montoya: pionera de la igualdad médica” es un trabajo de investigación que se presentó en el Coloquio Jóvenes Hacia la Investigación en Humanidades, Sociales y Artes 2023.
Autora: Miriam Mora Campuzano
Asesora: Érika Hernández Sánchez
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