Pandemia y sociedad: expresiones estéticas - 13 de octubre de 2020

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Pandemia y Sociedad:

expresiones estĂŠticas/ I


13 de octubre de 2020: Pandemia y Sociedad: expresiones estéticas Junta Editora: Roxanna D. Domenech { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos María José Moreno Juan Carlos Quiñones Carlos García Alexandra Pagán Vélez { Lectora externa Hugo R. Viera Vargas { Lector externo Junta Asesora: Sugelenia Cotto { Presidenta

Portada: Anto Gamunev Montaje: Anto Gamunev

II / REVISTA CRUCE: PANDEMIA Y SOCIEDAD


Para colaborar: En Cruce publicamos artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que suponga un análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea. Toda persona que desee colaborar deberá enviar su artículo por correo electrónico, comprometiéndose a que dicho texto respeta las normas internacionales en materia de conflicto de intereses y normas éticas. Los escritos se someterán a estricto arbitraje y proceso de edición y corrección, por lo que la colaboración puede sufrir alteraciones, a menos de que se trate de un texto literario. Nos enfocamos en los siguientes temas: Política y sociedad: Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Letras: Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos. Arte: Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor. Cine: Los escritos que analizan o reflexionan acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales. Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor. Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista editorescruce@uagm.edu

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ÍNDICE Dados de virus Omar Castillo Otro tono de gris Calin Dover Tarrats Impaciencia viral Mayra Encarnación Infantería / Poema II Vianca Arocho Cartas de amor Roberto Guzmán Hay una Betty en el espejo Melba Ayala Breve historia sobre pandemias, monumentos y el recuerdo Edgardo Pérez Maldonado Pesadillas pandémicas Gabriel Omar Cruz Ruiz Nueva especie de flora Anto Gamunev La pandemia no es alternativa Nancy Bird-Soto

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p.1 p.7 p.11 p.12 p.13 p.19 p.21 p.23 p.25 p.27


NOTA EDITORIAL

El silencio es el polvo a través del cual viajan las palabras por estas ciudades enmascaradas por la luz del día, por las luces de la noche. (Omar Castillo, 2020)

Dedicamos esta edición especial de Cruce, revista de crítica socio-cultural contemporánea de la División de Artes Liberales del recinto de Cupey a temáticas que giran en torno a la pandemia. Esta segunda parte titulada Pandemia y sociedad: expresiones estéticas responde a la gran cantidad de textos enfocados en los diversos modos que hemos estado experimentando el mundo en estos últimos siete meses1. Continuamos habitando espacios físicos limitados, viviendo un presente (y vislumbrando un futuro) incierto. Este nuevo número compila una exposición de arte del artista multidisciplinario Calin Dover Tarralt, un texto del escritor y poeta colombiano Omar Castillo y textos creativos de Mayra Encarnación, Vianca Arocho, Roberto Guzmán, Melba Ayala, Edgardo Pérez Maldonado y Anto Gamunev. Además, incluye otras expresiones artísticas como la serie de fotografías de Gabriel Omar Cruz Ruiz y fotografías paisajistas de Javier Martínez. Cerramos esta segunda parte con un ensayo narrativo de una de nuestras columnistas recurrentes, Nancy Bird-Soto. Una vez más, estas colaboraciones problematizan y se expresan en torno a los efectos, afectos y acciones que surgen como resultado de la pandemia en Puerto Rico, al igual que en otras partes del mundo. Agradecemos a nuestrxs colaboradorxs y a lxs integrantes de la Junta Editora, en especial a Anto Gamunev por el diseño y montaje de estas dos ediciones. A todxs nuestrxs lectorxs, gracias por su apoyo, por promover y provocar modos plurales de transitar y cuestionar la(s) sociedad(es) en que vivimos. Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce División de Artes Liberales

1 Para acceder la primera parte de esta edición visite nuestra revista https://issuu.com/revistacruce/docs/cruce_ sept_28_2020

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Dados de virus Omar Castillo

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I

Transcurría la mañana y el poeta se dispuso para salir de su casa. Tenía un compromiso en el Astor, lugar al que suele ir desde hace más de 30 años a tomar café y disfrutar de la variedad de sus tortas y platos, además en ese lugar puede quedarse en una de sus mesas disfrutando de su propia compañía. La mañana le resultaba acogedora, pues el clima de ese día era de su gusto. En la ciudad, el mes de marzo es el inicio de las lluvias que después de una temporada de calores, tornan cálido el clima. Su encuentro en el Astor sucedió ameno, cordial, se trataba de la edición de su próximo libro de poemas Jarchas & Escrituras, libro que para él significaba un nítido escalón en la creación de su poesía, pues en este hace ver que un poema es un lugar al que se llega cuando se asume su lectura, cuando se decide adentrarse por su escritura, y para ello es necesario que el lector se zafe de lo acostumbrado y se disponga para el encuentro con eso distinto, y si se quiere, nuevo. Se despidieron y el poeta decidió ir por Junín hasta el Parque Bolívar antes de tomar el metro que lo llevará a Envigado. Ya en el metro volvió a pensar en esos dados que venían rodando desde finales de diciembre del año anterior, dados que parecían no tener un origen cierto. En las noticias de la noche se enteró de la cuarentena declarada por el gobierno en todo el país. Entonces, imaginó los dados cayendo sobre las ciudades del mundo, develando con sus azarosas cifras las situaciones que se vislumbraban desde los primeros días de enero, confirmando las máscaras de un virus invadiendo con sus números la vida cotidiana de las ciudades, imponiendo el miedo, modificando el diario laborar, tasando las ínfulas de la caridad. La mansalva de la pobreza en todos sus órdenes y significados. Mientras cepillaba sus dientes, el poeta pensó que además este virus ponía al doméstico ser humano contra el paredón de sus rutinas, en lo incipiente de su intimidad, privacidad personal y social. La anunciación causada por las inéditas cifras mostradas por los dados señalaba el confinamiento. Afuera quedaban los colores del mundo vagando como mariposas que con sus vuelos rayaban el aire, encendían las formas y se prendían de los abandonados usos cotidianos.

II

Más de una semana llevan confinados en su apartamento el poeta, Luz Marley y su perra Sombra. Una de las salidas autorizadas durante la cuarentena les permite sacar a Sombra a sus necesidades fisiológicas, otra para ir al supermercado y a diligencias médicas o bancarias con días asignados por el último dígito de la cédula. El resto del tiempo lo pasan en el apartamento 608 donde viven. “El viento se levanta… ¡vivir es necesario!”, este verso de uno de los apartados que componen El cementerio marino, de Paul Valéry, ha acompañado al poeta en muchos momentos de su vida. Es un verso que alimenta su ánimo. Y ahora, mirando desde el balcón los fragmentos de la ciudad que desde él le son posibles, lo repite como un abracadabra para su cotidianidad. Para el regocijo de su íntima noción de la realidad, de la otredad. En el sofá se sienta junto a Luz Marley que acaba de servir dos pocillos de café. Así, mientras toman el café, dejan deslizar sus palabras que avanzan por las espirales del habla, tal como quienes persiguen un tema a través de un laberinto, el mismo que en cada vuelta les va permitiendo esclarecer el ir y venir de las palabras que gustan junto con el café. Disfrutan de su conversación, de su compañía. En uno de sus rincones preferidos duerme Sombra manteniendo su estado de alerta. III

Las vistas de las ciudades que muestran los noticieros las dejan ver deshabitadas, intactas ante la ausencia humana. Por los vacíos espacios urbanos vueltos lienzos metafísicos no se ven personas, en cambio aparecen estatuas y sombras iluminándose y destiñéndose durante los días y las noches. Manzanas, fachadas y vías que provocan recorrerlas sintiéndose su único peatón, el dueño de la ciudad, el mago poseedor de todos los silencios donde las palabras han acumulado el largo surtido de sus acepciones. Mago que baraja esos silencios sobre las calles y carreras, tal como quien dispone una solitaria partida para que el ser humano no se entenebrezca en la luz de los súbitos del asombro donde la magia permanece, habita interminable. El silencio es el polvo a través del cual viajan las palabras por estas ciudades enmascaradas por la luz del día, /2


por las luces de la noche. Polvo que muerde los significados de las palabras agazapadas tras las ventanas de casas y apartamentos. Parecen la memoriosa conversación tenida en un sueño donde los ojos han sido sacados de sus rutinas, dejando sus cuencas a la intemperie de su intimidad, de su privacidad. Es de noche. El día fue lluvioso. Recostado en la cabecera de su cama el poeta abre el libro que viene releyendo, se trata de Historia del arte, de Ernst H. Gombrich. A lo largo de los años es quizá la tercera lectura que hace de este libro. Le fascina lo didáctico del autor para establecer su noción del arte, su tranquilo esfuerzo para informar, no para imponer su visión. Es una lectura que lo reconcilia, una magnífica conversación en estas horas de la noche. El 4 de abril murió en Madrid Luis Eduardo Aute. El poeta escucha sus canciones desde que tenía 12 años, la primera de ellas Rosas en el mar, después muchas otras, como Aire, aire, cuyos primeros versos dicen: “Aire, aire / no una brisa sino un torbellino de aire, / aire, aire… / que se lleve a los monstruos / que se han hecho dueños / de todos los sueños / que fueron razón”. Otra es Al alba, donde dice: “Si te dijera, amor mío, / que temo a la madrugada, / no sé qué estrellas son éstas / que hieren como amenazas, / no sé qué sangra la luna / al filo de su guadaña”. Querido Aute, murmura el poeta mientras bebe un trago de ron. IV

Es la segunda semana de abril. Desde el 20 de marzo permanecen en casa por la cuarentena. Del 21 al 29 de marzo, a través de internet, el poeta propone y participa en la escritura de un poema colectivo. El poema tiene como título Las máscaras del aire y lo componen 20 estanzas numeradas con romanos. Lo firman Anna Apolinário de Brasil, Armando Romero de Colombia, Berta Lucía Estrada de Colombia, Floriano Martins de Brasil, José Ángel Leyva de México, Omar Castillo de Colombia, y Vanessa Droz de Puerto Rico. El poema está acompañado por siete intervenciones gráficas en blanco y negro hechas por Alfonso Peña y Amirah Gazel de Costa Rica. En Las máscaras del aire el dibujo establecido por la voz poética es vertiginoso y magnífico en su continuo, lo que no es fácil en un 3 / REVISTA CRUCE: PANDEMIA Y SOCIEDAD

poema de largo aliento, máxime si este ha sido escrito por varios poetas. El poema surge en un momento coyuntural para la humanidad, por ello es un testimonio cargado de una esclarecedora fuerza poética para estos tiempos de intemperie humana. Las siete obras gráficas creadas para intervenirlo, poseen la inspiración y la sutileza necesaria para expresar el asombro de un mundo en eclosión. Las imágenes que surten el poema son exigentes, empero nítidas y, más que pretender armar el dibujo descriptivo de un apocalipsis entendido como el final de un periodo humano, el hilo de este imaginario busca revelar lo escatológico, no como la tentativa de un más allá, sino como la búsqueda de un aquí y un ahora donde asumir la realidad y la otredad posibles para el ser humano. Los largos versos de Las máscaras del aire convocan a mantener un estado de alerta suficiente para saber que vivir es necesario, más allá de las prisiones sociales, las religiones o las ideologías de turno. Las voces participantes en el poema logran recordar los coros usados en las tragedias griegas cuando hacen el correlato de la historia puesta en escena.


V

Termina abril y el confinamiento ha sido extendido hasta el 11 de mayo. Las dificultades para el sostenimiento diario no faltan, empero, el poeta las asume con la paciencia que lo viene haciendo desde el final de su infancia, pues es conciente del camino asumido para su vida y de los costos que implica vivir como él ha decidido hacerlo. Luz Marley ha podido continuar dictando algunas de sus clases de piano a través de plataformas por internet, lo que es un alivio profesional y económico. Al final de la tarde miran los noticieros, la tautológica información que estos pasan dejando un reguero de especulaciones contradictorias sobre la pandemia y los efectos que viene ocasionando en la realidad social y económica del mundo. Su mayor acierto son las cifras oficiales de contaminados, muertos y recuperados. Es patética la pretendida tribuna oracular que creen manejar, el poder que creen ejercer con sus noticias. En una carta sobre los posibles efectos que ocasionará esta pandemia en el suceder humano, el poeta le ha expresado a su destinatario: Por lo demás no te preocupes que la humanidad seguirá viviendo en el mundanal mundo como si esto que hoy sucede solo fuera un recuerdo entre tantos otros. Sí, un vago recuerdo, útil para llenar otra de las fechas del calendario con el “Día mundial de la pandemia”. Y que siga el mundanal mundo con todos sus juguetes, incluida una vacuna para el virus que ha desatado esta pandemia. Así ha sido y así es lamentablemente para las aspiraciones de quienes persiguen mejorar la responsabilidad y la dignidad humana.

VI

El poeta ha vuelto a leer a Vicente Huidobro, ha vuelto sobre la magnitud significante de su poesía. Considera que Huidobro es quizá después de Rubén Darío, el poeta más significativo en idioma español, reflexión que no deja de molestarle, pues no es su motivo desconocer la fuerza creativa de tantos otros que han contribuido y contribuyen con sus obras al mantenimiento vital del idioma, haciéndolo poderoso en su capacidad de aprehender y nombrar lo aprehendido, entonces, piensa en Federico García Lorca, en León de Greiff, en Guillermo Carnero. Vicente Huidobro, tan maltratado y tergiversado por la solapada envidia imperante. Empero, su poesía y su prosa son cada vez más visibles. La noche se adentra y el poeta la mira desde el balcón antes de ir a acostarse. Aquí es necesario decir que la escritura del poeta de esta narración, no responde a filiaciones de escuela, su noción de la poesía se nutre de todas las poéticas posibles para la realización de su escritura. Cree que su tiempo es un tiempo entre todos los tiempos vividos e imaginados por la humanidad. Se sabe en un cruce donde todos estos confluyen, inclusive los imposibles. También cree que lo humano debe ser tomado en su conjunto, no en los escaques donde es puesto para el beneficio de los entes de poder que buscan usufructuarse de la fragmentación de la dignidad y la responsabilidad humana. Recién terminado el poema colectivo Las máscaras del aire, el poeta escribió Medellín, abril de 2020, poema ubicado en el centro de la ciudad que ha sido el amor del poeta y una de las razones para la disciplina de su vivir alerta.

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Ciudad donde siempre quiere vivir, o como él mismo lo dice, morir tranquilo. El poema aparece tejido por una cábala de ojos que escudriñan su cotidianidad y ven en ella el azaroso misterio de vivir cada instante como si fuera la primera vez, la última vez:

Medellín, abril de 2020 Suenan sirenas de ambulancias En esta mañana Que se define En la piel del aire En el agua de las sombras reflejadas en el asfalto De las perplejas vías En las húmedas sombras Que la leve luz acosa En las fachadas de las construcciones Mientras los semáforos cambian Dando paso al extraño silencio De los pocos peatones que cruzan La Avenida La Playa sobre La Oriental A su paso las nubes se hacen y deshacen En las vidrieras de los altos edificios Las horas suceden como en un tenso arco Cuya fuerza apenas sí las impulsa Por los pliegues tenues del día Voceadas por el viento Las hojas de los árboles se arremolinan junto A los pedestales de los bronces que adornan la Avenida A través de una ventana Se presiente el polvo de las palabras Acumulado por quienes ahora desayunan Calentando los pies entre las pantuflas Bajo la ceiba un tramo del anden Retroceder sobre la Avenida La Playa Hasta dar sobre la carrera Junín Buscando un café en el Astor Empero Tras las cerradas persianas Solo queda el sabor del saber De tantos otros días celebrados En esta ciudad vuelta estación de espera

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VII

7 de mayo, desde anoche se amplió la cuarentena hasta el 25 de mayo. Lo enrarecido de la cotidianidad permite ver el mundo a través de una lupa, entonces es como mirar un reloj de arena flotando interminable sobre un desierto, dejando una sosegada sensación, igual a la que dejan las breves huellas de los camellos que avanzan hacia un oasis. Después del almuerzo Luz Marley salió con Sombra a las afueras de la unidad para que hiciera sus necesidades fisiológicas. Cuando regresaron el poeta sirvió café y unas galletas de cereales. Tomaron el café y comieron las galletas disfrutando de sus silencios. La intimidad del don del silencio, tan necesario para comprender el poder de las palabras. Ya en su mesa de trabajo el poeta dio respuesta a varios correos por internet. Después abrió el archivo donde ha estado guardando los poemas que viene escribiendo desde 2018, pues estaba recordando uno que había escrito en junio de 2018, lo buscó y lo leyó: Agua de su abecedario El viento trae mi muerte El viento se lleva mi muerte La arena se recoge en una piedra Próxima a hacer impacto

Al asombro de la luz del sol Que no cesa en sus murmullos He visto vivir el tiempo He visto brillar el agua a su paso Por las oquedades de grandes piedras Engarzadas al cauce del río He rosado el musgo que se aferra Sobre las piedras húmedas A la sombra de una margen del río Mientras la mañana es luz La piedra impacta en el río Creando ondas en el agua El viento trae mi vida El viento se lleva mi vida Al asombro de la luz En sus murmullos

Cerró el archivo y fue a servirse más café, Luz Marley practica en su piano. De nuevo en su mesa de trabajo tomó un sorbo de café, y en una hoja de papel anotó: La partida no termina, después de agitados los dados han sido otra vez arrojados sobre las ascuas del mundo.

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La exposición “Otro tono de gris” dialoga sobre la debilidad de los partidos políticos puertorriqueños y está indisolublemente vinculada a la crisis de transparencia, a la presencia de la violencia como un dato de la realidad cotidiana, a los fenómenos de corrupción, al desinterés en las elecciones, a la falta de crecimiento y la desigualdad galopante que marca con su estigma las políticas públicas.

El refugio patrocinado

Otro tono de gris Calin Dover Tarrats

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Se impone un tono gris bastante menor, coincidente con la mala opinión que ya se tiene de la política amplios sectores de la población. La muestra se presenta en 6 lienzos de 4’x 4’ cada uno independiente a otro y un video sin perder el mensaje unísono del artista. Algo anda mal, pero esta vez los problemas no están en las reglas o en el funcionamiento de las instituciones gubernamentales, aunque sí reciben la crítica de un pueblo ya alerta. Las criaturas casi amorfas representan momentos frustrantes, visibles y confusos ante un sistema en el que confiamos en recibir servicios de salubridad de calidad y alimentación básica. Estas obras expresan que el malestar proviene de esa incertidumbre y la desilusión. Por eso, se habla de crisis con la transparencia política, pese a la retórica triunfalista y la ideología insensible de los últimos tiempos.


Esperando

Grito colectivo

No veo futuro

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Jugando pelota dura

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Hambre y penuria

Hambre y penuria

Sin mรกscara

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foto x Javier Martínez

Impaciencia viral Mayra Encarnación

Pasos detenidos en la sombra viral desnudas mi culpa deslumbras la hoguera del silencio Lluvia de primavera estancada derrama el arcoíris de tu sensata voz destierra la magia del tiempo ahoga la prisión de la piel llueve llueve enjuga la fiebre del viento en el ocaso de nuestros pasos llueve llueve expía nuestros naufragios resucita la pasión por subsistir

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Infantería Vianca N. Arocho

Estoy en primera fila en el inicio del combate y la paz. El llanto colectivo arropa las bolsas reusables con comida enlatada y sopa en polvo… Comer polvo para dejar de ser polvo, el caos en jauría se esparce en todos lados menos en los pájaros que vuelven a ser libres al gentío esconderse. Veo el desahucio a través de estadísticas siento la muerte al forzarme el voluntariado cortando el hecho de que tampoco quiero sopa en polvo.

Poema II Vianca N. Arocho

La primavera es segmento efímero, una cueva en pandemia sordomuda bajo un dios sin gentilicios ni lenguaje de señas. repartió mal los candelabros en un Pangea previamente desperanzado. / 12


Cartas de amor en pandemia Roberto A. Guzmรกn Hernรกndez

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I. te pido que desde la distancia veas las mismas luces que yo si miro hacia el infinito hay más de seis pies entre la intemperie y lo seguro de permanecer entre cuatro paredes y pensar que el tiempo se acorta de una vez más súbita y cercana a la realidad a la cual nos sometemos que aún no conozco si será la última vez que veo algún detalle de la libertad absoluta con la idea de poder caminar en la noche que mi país aún no conoce quizás a alguna parte de este mensaje no se le preste tanta importancia como la cifra cotidiana que cala en la incertidumbre siempre procuro pensar en que no eres parte de los números que aumenten aunque no me arriesgue a ver te guardo algunos minutos de los que quedan y ya no sé la rapidez a la que pasan

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II.

esta vez tengo como prioridad de hacer el intento lo más corto posible como una boda que se remite a la ceremonia por videocámara me remito a no poder abrazar y escondo en la sonrisa forzada en un cubículo de la pantalla dos o tres suspiros y una lágrima de felicidad agobiada por la inutilidad del momento en la ventana de mi pantalla veo algunos fondos de mar en tono de burla ya falta de una idea sino como suspicacia el estado en el que se queda estancada mi Isla sigue riéndose de la manera más cínica que puede debajo de su mascarilla cuando se puede debatir entre vestirla o no

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III.

me atrevería a desafiar la inestabilidad que aumenta cada día aún más sin remedio alguno y baja conexión para escape pero siempre estoy en miras de perder y la impotencia de proveer algo mejor para sobrellevar los meses que quedan y seguirán restando las oportunidades de salir a la calle pospuestas lo más posible ya que parece que nunca estaremos salvos al parecer

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VI. te pido que no te olvides nunca de como reconocer sin detalles salvo la mirada con el miedo agudizado de que todos andamos en contacto con lo indefinido y las probabilidades aumentan inconclusas por medidas de protecciĂłn las despedidas se quedan en el aire afectos sin dar alguna ida que escapa la razĂłn de las filas fuera de los establecimientos y lo incomodo de negar desde una silla y un escritorio hasta la ventana del carro en la avenida que se ve mĂĄs vacĂ­a la oportunidad de encuentro con amor, un abrazo virtual

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Hay una Betty en el espejo Melba Ayala

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Para Luz Nereida, mi amiga y cómplice de letras y bisutería

¡Qué tiempos aquellos cuando madrugar valía la pena! Poner el despertador a las 6:00 de la mañana para empezar el ritual. Un baño espumoso y largo, un lavado de cabello a profundidad, el secado y, si hay tiempo, un poco de plancha. Después, con la bata de toalla todavía puesta, ir a la cocina a hacerte un capuccino bien calientito con unas tostadas con mermelada mientras ves el noticiero de la mañana. Con la barriga llena y el corazón contento, vuelves a tu cuarto. Te paras frente al closet a seleccionar con sumo cuidado el ajuar para el día laboral que te espera. De ordinario prefieres un conjunto elegante con chaqueta, zapatos de tacón y accesorios en combinación, todo escogido con tu obstinada y calculada meticulosidad. Ya casi al filo de las ocho de la mañana estás lista para enfrentar el mundo. Te das una última mirada en el espejo: el pelo, en su lugar; la ropa, perfectamente entallada; el maquillaje, impecable; los accesorios, combinados en perfecta simetría; los zapatos, altos y elegantes. Lo admites, te gusta salir de punta en blanco, aún sabiendo que te espera un tapón descomunal y una agenda cargadísima. Eran tiempos de felicidad, pero tú todavía no lo sabías. Este tiempo de encierro convirtió al despertador en un objeto inútil y en peligro de extinción; ya no hay rutinas de belleza, ni blower ni plancha. Entre el “tener que ahorrar para cuando no haya”, como te decía tu abuelo, y “el alto peligro de contagio en el salón de belleza”, empezaste a usar una cola de caballo; después, recurriste al moñito mal hecho, hasta que al final optaste por cortarte drásticamente tu melena, para reducir el asunto a un lavado rápido, un poco de gel y una peinilla. Evitas asomarte al espejo; estás irreconocible. Hasta para las reuniones virtuales ya ni ajuar seleccionas. Simplemente te quedas, como hoy, con la parte de abajo de tu pijama, te tiras por encima cualquier camisa, tomas unos aretes al azar, te pones un poco de polvo y lápiz labial, ese único rastro de resistencia y de elegancia que aún te permites y al que te aferras con nostalgia. Y así estás, en una mañana más de esta pandemia, frente a tu computadora en alerta máxima para la próxima reunión de trabajo, imaginando a tus compañeras en su casa compartiendo -de esa manera remota y a distancia en que ahora se vive todo-la misma tristeza y la misma pesadez que te abate, sintiéndose igual de miserables y de feas que tú y que aquella horrorosa Betty que se ha obstinado con meterse en todos los espejos de todas las mujeres del mundo.

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foto x Javier Martínez

Breve historia

sobre pandemias monumentos y el recuerdo Edgardo Pérez Maldonado

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De 1630 a 1631, la ciudad de Milano sufrió una de las disrupciones más terribles de su historia. “La plaga manzoniana” le llamaron, acuñando el nombre de este nefasto incidente desde una distancia histórica inofensiva. Pero más por que fue Manzoni, el escritor italiano quién describiera en su libro I promessi sposi, la historia de una tal columna infame que mostraba una inscripción que leía así:

“Aquí donde se extiende este terreno, se encontró la barbería de Giangiacomo Mora, quien conspiró con Guglielmo Piazza, Comisario de Salud Pública, y con otros, mientras una plaga espantosa hacía estragos, utilizando unguentos que se untaron por todos lados, para lanzar a muchos a la muerte…”1 Manzoni. I promessi sposi. Mi mente se revuelve en este pasaje. Una y otra vez. Y sin temor a equivocarme, sé que he escuchado sobre tales conspiraciones en este tiempo. Es Puerto Rico, 27 de marzo del 2020. Y desde mi reclusión obligatoria, imagino lugares y países donde eregir columnas similares a la descrita en el libro de Manzoni. Tal monumento fue una conmemoración de la muerte. Los conspiradores, de manera muy irónica, son los recordados. Esto ya no importa, pues su crimen se pagó de manera cruenta y desmedida. No obstante, los que convencidos por la indignante farsa cedieron a las prescripciones de tales impíos, no tuvieron ni su nombre, ni su apellido inscrito para ser recordados. Vuelvo a recordar la infame inscripción e imagino cómo puedo desgastarla, cincelarla, y volverla a rescribir. Esta vez para incluir los nombres de cientos de miles de seres que murieron y que hoy día mueren también por la pandemia de nuestro tiempo. ¿A caso no es el trabajo de los monumentos el materializar una memoria y extenderla en el tiempo infinito? ¿Obligarnos a recordar? ¿Son estos instrumentos para inmortalizar la muerte? ¿Cómo erigir un monumento a los que mueren hoy día solos, sin que se registre su memoria en otros? ¿Qué monumento se erige a aquel que murió sin despedirse sin abrazar a su amor por última vez, sin regalar un último beso? A todos aquellos que impotentes, mueren dos veces. Una muerte que les causó su contagio y otra muerte por verse desposeídos de rostros conocidos en un efímero y último minuto. La pandemia de nuestro tiempo nos echó en cara que su rostro es invisible. Pero la muerte que acarreó tuvo substancia y medida. Y aunque así, el acto de recordar siempre hará frente a la muerte. El recuerdo es substancia y medida de lo que perdura en el tiempo y en el espíritu. Ni la forma ni la materia del monumento es relevante, porque el papel, la mente y el corazón son los contenedores de las memorias. Es cuando recordamos mirando desde la ventana que le devolvemos su existencia. Sus nombres cobran múltiples formas, colores, olores, tamaños, y texturas. Sus nombres coexisten con nosotros a través del tiempo y el espacio. Volví al monumento de Manzoni para destruílo y rehacerlo. Así lo hice en mi mente y en mi corazón. Ahora con tan infame monumento destruído, me daré a la hermosa y dolorosa tarea de recordar. Esta vez, recordaré hasta que me brote una sonrisa porque el amor y la memoria siempre vencen la muerte. Amor y memoria son verdaderos monumentos, imperecederos, eternos. Comenzaré por registrar una nueva inscripción que lea: “Aquí donde se extiende mi recuerdo, el amor y la memoria vencieron la muerte.”

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Pesadillas pandémicas Gabriel Omar Cruz Ruiz

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Nueva especie de flora descubierta luego de la pandemia Anto Gamunev

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El diario La Colonia- Según testigos, luego de la llegada del COVID-19, una nueva forma de flora silvestre ha sido descubierta en todos los continentes. Los hallazgos de este fenómeno llegan desde el pequeño archipiélago tercer mundista llamado Boriken hasta los más remotos recovecos de Europa, como también han sido hallados en la aclamada utopía, Trumplandia. Los científicos del Centro para el Razonamiento Basado en la Ye, afirman que la “Masqsarcovitu-19” llegó para quedarse. “La M-19 es una flor silvestre que tiene la peculiaridad de crecer en cualquier clima, en cualquier terreno, en cualquier situación, GAD; es por esta razón que hemos decidido estudiarla y extraer sus células madres para el beneficio de la humanidad,” aseguró Vázquez, quien es el primo de la hermana del tío del novio de la sobrina de la gobernadora de Puerto Rico. Como bien se ha reportado en zonas capitalinas de la Isla del Encanto, la nueva especie silvestre Masqsarcovitu-19 o M-19, se ha popularizado en las redes sociales. Las personas han comenzado a capturarlas, venderlas en línea o en persona. O sea, esto es el nuevo Pokemón. Hemos visto múltiples homenajes en las paredes de Santurce en forma de grafitis y hasta los jóvenes adornan su epidermis con tatuajes de la M-19. ¡Estamos viviendo en un mundo totalmente nuevo!

adornos faciales. ¡Fabuloso! Antes de la llegada del verano, todos pensábamos que el COVID-19 desaparecería y con esto las M-19. Muchos fans se lamentaban de la posible desaparición de esta flora. Al contrario, ahora tenemos una nueva oportunidad para el uso de estas; la temporada de la influenza y las elecciones. ¿No es hermoso vivir en la tercera roca más cercana al sol? Muchos escépticos dirán que la saturación de las M-19 es culpa del consumerismo o de la falta de programas de desperdicios sólidos, o simple y sencillamente culparán al ser humano. Dirán que las personas son desconsideradas. Dirán que el humano es cruel, que se quedó viviendo en la era de Bush donde todo era “me, me, me, me, me”… pero yo no. ¡No! Yo creo que esto es un mensaje. Yo creo que esto ha sido enviado por nuestro divino Fundador para que cada vez que salgamos a la calle, pensemos en Él. Porque Él está ahí, en cada una de las Masqsarcovitu-19 recordándonos que todo esto está fríamente calculado dentro de su plan maestro. Amigue, recuerda admirar la belleza de esta hermosa flora silvestre sin importar el color, la textura o forma ya que la Masqsarcovitu-19 llegó para quedarse… ¡Gracias, Fundador!

Pero la obsesión no se queda ahí. No. En la calle, la M-19 es toda una celebridad. “En tiempos donde hemos erradicado la homofobia, la transfobia, el racismo, los contratos fantasmas del capitolio, la misoginia, los terremotos del sur y la violencia de género, me gusta pensar que estas nuevas flores silvestres son como un ramo de olivo enviado por el universo. Las veo en todas partes, me alegran el día, tanto así que hasta estoy pensando crear una cuenta de IG,” aseguró el residente de Miramar, quien contento mostró la galería de fotos en su iPhone 11. La Organización Mundial de la Salud informa que las M-19 serán más recordadas que la década de los 80s. ¿Recuerdas las hombreras? Pues prepárate para olvidarlas ya que Ariana Grande, Lady Gaga y el renombrado compositor del año 2020 y prócer boricua Bad Bunny han decidido recoger las M-19 del suelo y usarlas como / 26


La pandemia no es alternativa Nancy Bird-Soto

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Llevamos seis meses en estas. Medio año en estas, estemos en la parte del mundo donde estemos. En mi caso, me encuentro pasando la cuarentena extendida en la ciudad donde resido desde el 2007: Milwaukee, Wisconsin. A penas a finales de febrero, la gente todavía hablaba con entusiasmo sobre cómo la convención demócrata (DNC), que estaba pautada para julio, pondría a esta nunca bien ponderada ciudad en el escenario mundial. Pero, como sabemos, todo eso cambió en cuestión de nada. La mayoría de los eventos han pasado al plano virtual, o incluso a su cancelación o aplazamiento hasta el 2021, como ocurrió por ejemplo con el Congreso de la Midwest Modern Language Association que hubiera sido este noviembre en Milwaukee. La pandemia no es alternativa, es decir, no es un anejo optativo a lo cotidiano, sino que informa e influye en todo lo que hacemos, o no hacemos, o nos hemos inventado. En marzo, con la mitad del semestre todavía por delante, tuvimos que trasladar toda la enseñanza al plano virtual. Lo que toma por lo menos de dos a tres meses dedicados a la planificación de un curso en línea se tuvo que hacer contra el reloj. Otros aspectos de nuestras vidas se hicieron más lentos, como la espera para poder volver a nuestros lugares de laboro, oficinas médicas, y más, mientras que muchos establecimientos cerraron temporera o definitivamente. Ni se diga de quienes no han podido despedirse de sus seres queridos, o visitar a sus parientes enfermos, dado el riesgo de contagio.

mi alma mater de mis estudios graduados— UW-Madison—ha expuesto a la comunidad académica y a la aledaña al campus con un plan de reapertura que a todas luces era wishful thinking. Me asombra ver comentarios y postings en las redes sociales de instructores que se empeñan en que la instrucción presencial es la única que tiene valor, la única que realmente demuestra compromiso pedagógico, según ellxs. No hay nada heroico en poner a otras personas en peligro de riesgo. En plena pandemia global, nadie debería tener que revelar sus condiciones de salud (si las tiene) y/o las de las personas con quienes comparten su techo para recibir los acomodos necesarios. Y fuera de nuestros techos, los contrastes entre el estar adentro (en casa, en el mejor de los casos) y el estar afuera no podrían ser más marcados. A finales de este septiembre de 2020, habré/habremos pasado el equivalente de cinco cuarentenas—alrededor de 200 días— del quedarse en casa y salir solamente a hacer

Suena ya como algo trillado, pero las herramientas que tenemos siguen siendo el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavarse las manos frecuentemente. No obstante, como si el dolor y sacrificios de miles y miles no contaran para nada, la pandemia pareciera ser una realidad alternativa, aún, para mucha gente. Aun cuando las muertes por Covid-19 rondan la cifra de 200,000 y aun cuando los casos positivos se han disparado entre las edades de 18-24 años en el estado de Wisconsin con la reapertura de la mayoría de las universidades. Me quedo perpleja al ver cómo / 28


compra y diligencias mínimas. A esto le añado las mini-caminatas matutinas para respirar aire fresco y no entumecernos física y mentalmente. Durante esas mini-salidas a caminar o ir a buscar café, a menudo me siento que he entrado en una dimensión foránea. La mayoría de la gente que veo no lleva mascarilla, a pesar de que hay un mandato estatal y también a nivel de la ciudad de Milwaukee. Dos instancias recientes me llevan de la perplejidad a la consternación. En una, venía yo caminando por la South Water Street y, como suele suceder, había par de personas frente a las facilidades de Planned Parenthood con pancartas en son de protesta. Acentuando la paradoja de este tipo de expresión “pro-life”, las susodichas personas no llevaban mascarilla mientras se pavoneaban por la acera. ¿Quién se echó al lado de la carretera para crear por lo menos seis pies de distancia? Yo, la que usa mascarilla ya que, sí, más de 200,000 vidas se han perdido gracias a la crasa negligencia del presidente de turno y quien suele ser favorecido por estos grupos providistas. La otra instancia, que en realidad es una serie de episodios de por lo menos uno por semana, es cuando diviso jóvenes con su ropa de ejercicio (a lo Lululemon) tras sus clases de yoga o barre, por ahí pululando en grupos de 3 o más y sin mascarilla. Por un lado, la dedicación al ejercicio (good for them) y por otro, el conducirse por espacios públicos poniéndose a sí mismxs y al prójimo en riesgo. ¿Quién se desvía hacia el borde de la acera o cruza la calle? Yo, la que usa mascarilla, la que podría decirles algo, pero eso potencialmente invita a más saliva a flotar por el aire. ¿Cómo preocuparse por la salud haciendo ejercicio y no hacer lo básico por atajar la crisis en que nos encontramos? Tal como el mantra providista, el mantra del wellness salubrista, también muestra sus costuras a la hora de la verdad. Trivializar los riesgos y efectos del Covid-19 es un tipo de capacitismo. Llevamos seis meses en estas y estaremos muchos más. Ojalá no demasiados más, solamente los necesarios para poder salir y recrear una normalidad, una nueva normalidad en donde se valore la ciencia, el sentido común, la compasión. Aquí o allá, salvo que alguien sea 29 / REVISTA CRUCE: PANDEMIA Y SOCIEDAD

una persona absolutamente ermitaña, nos toca ponernos mascarillas como gesto de apoyo y solidaridad para con los nuestros y con nuestras comunidades. Para salir de la pandemia del coronavirus, tenemos que vencer la pandemia de la desinformación y las ínfulas de invencibilidad. No nos queda de otra.


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