NATURISMO CIENCIA PURA
Trofología Citroterapia
Trofoterapia Crudivorismo
¿por qué cura la naranja? La naranja cura porque es ácida, es decir, porque su ácido es oxidante y depurativo como el del limón, al mismo tiempo que es desinfectante y microbicida; y, en este caso, al agente medicinal es el ácido cítrico. Naturalmente, como el elemento de la naranja no es ningún producto inorgánico ni ningún concentrado sintético, sino un producto natural de la química de la Naturaleza y no de la química del laboratorio farmacológico, no puede nunca perjudicar al organismo, si se toma en cantidad; a menos que el perjuicio provenga de alguna incompatibilidad química con los otros alimentos mal combinados, como, por ejemplo, con verduras. Ahora que, por otra parte, hemos de agregar también que, precisamente, su eficacia curativa consiste en la cantidad que se tome. Cuanto más zumo de naranjas (de 15 hasta 30) por cada comida que se tome, mejor será su efecto curativo, si se trata de estómagos que puedan soportar esas grandes cantidades; si no, tendrá que esperarse más tiempo la cura, comenzando por dos o tres naranjas al día, hasta llegar a 30 ó 40. Hay casos en que ni siquiera se puede comenzar con dos o tres naranjas al día (debido al estado patológico), sino que hay que tomar sólo unas gotas, o el zumo de media naranja, para que el estómago lo tolere. Las sales de las naranjas
Además del ácido cítrico, la naranja y la mandarina contienen otros buenos elementos químicos que convienen al cuerpo, especialmente si está enfermo. Para las enfermedades cuyo origen proviene de intoxicaciones diversas, y para los enfermos del corazón, los del sistema nervioso, nefríticos, hepáticos, obesos, reumáticos, anémicos, escrofulosos y eczemáticos, es conveniente el empleo de las naranjas, por sus sales de potasio.
La acción del potasio de las naranjas
El potasio obra en el líquido sanguíneo como un desglose en masa, despejando de residuos venenosos a los glóbulos rojos de la sangre, los cuales se fortifican debido a su despejamiento y tonificación, lo cual, con la nutrición, hace que aumenten en número. Por otra parte, la potasa contenida en la naranja en un 0,2 por 100, obra como gran depurativo, empleando las vías urinarias, por su poderosa acción diurética. La potasa de la naranja obra además, sobre las grasas, disolviéndolas, saponificando las no saponificadas y haciendo asimilables las no asimiladas. Especialmente, sobre las enfermedades del corazón, he de decir que son las naranjas muy recomendables, porque sus sales obran directamente sobre el miocardio, estimulándolo y tonificándolo.
La acción de la sosa de las naranjas
Esta sal, una de las más importantes de la Terapéutica frugívora, la hallamos en la naranja en la elevada cantidad de un 0.003 por 100, que es mucho, porque, precisamente, la sosa es la más buscada, ya que, sin ella, en la vida orgánica, no puede formarse el mundo celular en su composición químicoorgánica. La sosa es un gran estimulante del jugo pancreático, denominado también esteapepsina; por tanto, la sosa de la naranja conviene a los enfermos del hígado y del páncreas. En el estómago, acciona la sosa sobre la se-
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creción clorhídrica, y activa el proceso digestivo gastroduodenal, y sobre los riñones y la vejiga su acción diurética es tan importante como la de las sales de potasio, de las cuales acabamos de hablar. Pero más importantes aún es la acción de la sosa y del ácido cítrico como disolvente del ácido úrico, el terrible enemigo de los que padecen cálculos en el hígado, vejiga, riñones y, sobre todo, es importante su acción sobre las glándulas suprarrenales. Debido al gran estímulo de esas glándulas, como al de los órganos anteriormente mencionados, el zumo de naranja en cantidad conviene a los biliosos, dispépticos, nefríticos, calculosos, reumáticos y hepáticos, así como a todas las personas que sufren anormalidades asimilativas. ¡Ojalá encontrásemos naranjas que tuvieran más de un 0,003 por 100 de sosa!
La acción de la cal de las naranjas
De todas las frutas, la naranja, la mandarina y el limón son las que más cantidad de cal contienen. La naranja alcanza el importantísimo porcentaje de un 0,042 por 100, siendo, además, muy asimilable por ir unificada al azúcar de la naranja. La cal forma parte de nuestra sangre y de nuestro esqueleto óseo; por tanto, es recomendable la naranja a los escleróticos, a los débiles, a los raquíticos y tuberculosos, así como a los que padecen tabes y mal de Pott. La tricalcina, preparada en los laboratorios, no puede nunca tener una acción terapéutica superior, ni tampoco tan asimilativa como la verdadera cal orgánica de la Naturaleza. En la vida normal, la cal de la naranja facilita el desarrollo de los huesos en los niños, así como cría fuertes (no obesos) y resistentes los fetos en el
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