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“El manual de la vacuna de Pfizer alerta de mareos y escalofríos”. “Enfermera se desmaya tras recibir vacuna de COVID”. “Preocupación en Europa por la nueva variante del Reino Unido”. “Muere un médico que participaba en un ensayo de la vacuna de la COVID que ha comprado España”. Seguro que estos titulares os suenan y apostaría lo que fuera a que os han llegado a alarmar, a generar dudas o a dar miedo. No es para menos. Algunos de ellos incluso han ocupado la portada de periódicos de tirada nacional. A mí, sinceramente, me parecen unos titulares DE MIERDA. En la era de las fake news, los bulos que corren como la pólvora, las redes sociales y las celebrities conspiranoicas hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y con cómo se dice, sobre todo en lo que concierne a una pandemia global que se ha cobrado 1.751.221 vidas en el momento que escribo estas líneas. Está claro que hay que ser transparente, transmitir toda la información de la que se disponga y que la población no puede mantenerse al margen de los avances y noticias que vayan surgiendo, pero basta ya de sensacionalismo.
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en cuanto salió el vídeo y empezaron a difundirlo como si no hubiera un mañana. Los medios generalistas también hicieron lo suyo, claro. Otro ejemplo de prensa rosa pandémica fue la noticia del médico brasileño que participaba en el ensayo de la vacuna de Oxford y murió, titular que dio la vuelta al mundo y asustó a todo el planeta, cuando en la letra pequeña se explicaba que el pobre médico estaba en el grupo control —el que no recibe el tratamiento experimental— y que había muerto de COVID-19 tras infectarse mientras trataba a sus pacientes. Lo que está ocurriendo ahora con el tema de las nuevas variantes también es de traca. Poquísimas noticias —y he leído muchas— dejan hablar a los datos y a los expertos. Los titulares son, una vez más, alarmistas, las noticias a menudo son contradictorias y la gente ya no sabe por dónde le da el aire. Menudo follón. Parece que el estilo “periodístico” del Sálvame y del programa de Ana Rosa se ha extendido como el micelio de un hongo parasitando a los medios de comunicación serios y que la pandemia ha dejado al descubierto su ansia viva por el clickbait. Si te preocupa el virus y quieres informarte en condiciones te recomiendo que huyas de noticias con tufillo amarillista, que leas más allá del titular y que te informes a través de varios medios, no te quedes nunca con uno solo. Busca datos contrastados de fuentes fiables y escucha las explicaciones y declaraciones de personas expertas. A lo mejor también te la meten doblada, pero tendrás menos probabilidades de que ocurra. Feliz 2021, ser humano escéptico y crítico. Pronto, gracias a la ciencia, volveremos a abrazarnos.
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El manual de la vacuna de Pfizer, como la de cualquier otro medicamento, deberá llevar detallados todos los efectos adversos que puede llegar a provocar. Esto es así por ley desde hace eones. ¿Por qué poner este titular en primera plana? ¿Qué aporta esta información a la sociedad? ¿Realmente informa o simplemente alarma? Luego está el caso de la pobre enfermera de Tennessee, Tiffany Dover, cuyo mareo en directo se hizo viral —viral, je je— y de repente todo el mundo pensaba que se había caído redonda por ponerse la vacuna, esa vacuna del demonio que nos va a alterar el ADN y a insertarnos el chís. Apareció hasta una cuenta en Instagram, @inmemoryoftiffanydover, que afirmaba que había muerto. Los compañeros de trabajo de Tiffany en el CHI Memorial tuvieron que salir a desmentir su fallecimiento. Resulta que la pobre Tiff suele marearse con frecuencia cuando siente dolor —síncope vasovagal lo llaman— y fue el pinchazo lo que le provocó el desmayo. Pero los antivacunas se empezaron a frotar las manos
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