EL MONO #86 "EL AIRE EN MOVIMIENTO

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La vez que (en realidad no) teloneé a Chuck Berry por El tío Enemías

Pensaba escribir sobre las 59 mujeres que, a finales de los ochenta, denunciaron a Chuck Berry por grabarlas a escondidas mientras utilizaban los váteres su restaurante en Missouri. Pensaba escribir sobre la mega-bronca que Chuck Berry le monta a Keith Richards en el documental “Hail, hail, Rock and roll”. Si pocas veces vas a sentir lástima por una estrella del rock millonaria, esta será una de ellas. Pensaba, sino, al hilo de la escena de “Regreso al futuro” en la que Marty McFly interpreta “Johnny B. Goode”, escribir sobre los diferentes tipos de viajes en el tiempo (línea temporal fija, línea temporal dinámica y mutliversos). Pero como todo esto está en internet voy a contar otra cosa. Coincidió que el día que tocaba Chuck Berry en sanfermines nosotros hacíamos lo mismo en el bar de unos amigos, justo a un par de calles de distancia. Aprovechamos e hicimos unos carteles de coña en los que, especificando que nuestro concierto era en otro lugar, aparecíamos como teloneros. He buscado ese cartel en facebook pero no lo he encontrado. Era la época del fotolog. El fotolog ya no funciona. Y más vale, ya que en nuestro cartel aparecía la entonces alcaldesa de Pamplona llamando negrito a Chuck Berry y pidiéndole que le diera lo suyo. Machismo. Racismo. Delito de odio. Falta grave al honor. Injurias a la autoridad. Ley Mordaza. Terrorismo. Cincuenta años de prisión. Sobre nuestro concierto: apenas vino alguien, cuatro amigos cansados, sin nada mejor que hacer, cuatro amigos con los hígados inflamados tras una semana de borrachera continua. Imagino que, al igual que cuando yo voy a conciertos de amigos, lo hicieron por puro compromiso. Tocamos poco y sin ganas. Vendimos cero discos. Recogimos rápido y fuimos corriendo a una abarrotada Plaza del Castillo.

Chuck Berry apareció en escena con una gorra de capitán y una camisa de lentejuelas roja. De lejos se le veía como una especie de Corto Maltés tostado, arrugado y rebozado de purpurina. El show empezó. Tras la ovación inicial, la realidad, implacable, se abrió paso: el sonido era malo, tirando a pésimo, la banda de acompañamiento (la típica pick-up band contratada para la ocasión con la que Chuck nunca antes había tocado y nunca más volvería a tocar) era sosísima, el concierto duró menos de una hora, no hubo bises, se dejaron fuera un montón de clásicos y tocaron dos veces “Johnny B. Goode”. Al poco de acabar el concierto de Chuck Berry ocupó el escenario un grupejo haciendo versiones de Bon Jovi. Efectiva manera de descongestionar un espacio abarrotado. Sin decir nada, mis amigos y yo nos sumamos, aborregados, a la marabunta que poco a poco salía de la plaza. Entonces, de una manera casi dolorosa, fui consciente de que estaba, borracho, de que no sabía muy bien qué acababa de pasar y de que caminaba sin saber a dónde iba. Chiste malo o macabra revelación, de fondo estaba sonando “It´s my life”. Este texto forma parte del fanzine “Ilustres héroes del Rock” que puedes conseguir a través de la web: https://adiartworks.com/


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