EL MONO #94

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- DISCALCULIA -

DISCALCULIA por HELEN ÁGREDA WILES

¿Que por qué nos gustan las distopías? Porque nos pone bastante ponernos en lo peor. Por eso. Y más, si cabe, ahora, que el coronavirus nos ha dejado venirnos bien arriba con el tema. Lo que envidio yo a la gente que lo tiene todo tan claro, tú, qué maravilla debe de ser eso de conocer tan a fondo los planes del Gobierno, de la OMS, de los lobbies más ferocis. A mí ya me jode que haya peña con tanta ventaja en la vida, así te lo digo, y que mientras yo estoy usando la mascarilla (las normales, no las de hacer esgrima) como si nada, todo ese rato que están pasando cosas a mis espaldas, del nivel de estar colaborando con las élites mundiales, que se dice pronto, y yo, como una gilipollas, cobrando solo de Fnac. Pero ¿da o no da gustico ponerse en lo puto peor? Pues de ahí nuestro afán por inventar distopías, y punto, no hay más, de verdad, que esta línea filosófica argumental no la inventé yo, que tiene orígenes remotos y contrastables. Dos de los pensadores que más han contribuido a su estudio y desarrollo son el Manu y el Loren, naturales de Valencia, que partiendo de la disyuntiva ¿tú que prefieres, pollas en vez de dedos o llorar caca?, proceden de seguido a la exposición de una suerte de dilemas similares con tan valiosos fines catárticos que acaba el sujeto experimentando una revelación epifánica: qué satisfacción ésta de vivir en una realidad en la que no tengo que esconder mis manos, ni limpiarme las lágrimas con toallitas perfumadas, ni mantener relaciones sexuales con familiares de primer grado1.

No, claro que no vale elegir llorar caca y pensar que vas a reprimir tus lágrimas en público, y relegar las emociones al ámbito privado de tu baño, concededles por favor a estos dos grandes filósofos del siglo XXI el respeto que merecen horas y horas de análisis descognitivo conductual. Por dios. Pues este supuesto en cuestión tiene de ineludible que vas a llorar caca al menos una vez al día en un lugar concurrido. Evidentemente. Con respecto a los diez penes de que se compondrían tus dos manos, malas noticias; será inevitable frenar su naturaleza autoestimulante también al menos una vez al día, momento en el cual, en fin, sucederá lo que todos y todas sabemos. Ahora, sí. Elige. Además, la utilidad del planteamiento de esta serie de conflictos como herramienta de ocio terapéutico es infinita, con una capacidad de adaptación temática inigualable. ¿Qué preferís? ¿Que se queden las mascarillas obligatorias para siempre o un toque de queda a las 2 am de por vida? ¿Un confinamiento de una semana cada tres meses o una vacuna también trimestral? Y... ¿Una distancia de seguridad mínima de un metro con todo el mundo o máxima de cinco centímetros con los huevos de Carlos Sobe… bueno, que cada cual elija su tal y lo envíe en un DM que significa mensajico privado al siguiente instagram que significa gramos al instante: @revistaelmono. 1 Menos escandalizarse solo porque no se le haya

ocurrido a Margaret Atwood, haced el favor.


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