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Nuestras semillas y la erosión genética. Marzo/Abril 2022

CHARLES AUGSPACH Bioceres contacto@ bioceres.com.mx www.bioceres.com.mx

A través de la historia, la agricultura ha sido una forma de vida; una forma de relacionarse con las demás especies de la naturaleza, aprendiendo de ellas y sacando provecho para nuestra especie. La lógica de los sistemas naturales reconoce la necesidad y el derecho de la soberanía alimentaria, preservar la biodiversidad y construye relaciones justas entre las personas y el medio ambiente.

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La agricultura orgánica es un compromiso con la vida que busca salvaguardar la salud del suelo, plantas, animales, personas y del planeta a partir de prácticas de diversificación.

Las semillas criollas o nativas son como la raíz de esta agricultura, y trascienden gracias a los campesinos de las diferentes regiones. Hoy en día, enfrentan amenazas tanto estas semillas como las familias agricultoras que las han cuidado y mejorado a través del tiempo. Esto trae una serie riesgos para la agriCULTURA y la economía.

El poder de las empresas multinacionales y de los países más fuertes ha ido imponiendo, poco a poco, una sola visión de mundo en la que el comercio es más importante que la soberanía de los países, la naturaleza, la gente y la misma vida, esa visión de mundo se llama “neoliberalismo”. Esta frase me quedó grabada de un documento Costarricense que leí en el 2009 tal es así que la guardé en mi protector de pantalla para no olvidármela.

La propiedad intelectual nace como una forma de protección de la idea que tuvo alguien. Por ejemplo, un artista que escribe una canción o alguien que inventa un producto nuevo. El que tiene una idea, la puede registrar ante el gobierno (o gobiernos) y obtiene una patente.

La patente es un papel que brinda una oficina de gobierno a una persona o empresa que demostró ser la autora de una idea de la que surgió un producto o un proceso nuevo. Esto significa que sólo el dueño podría vender, alquilar o dar una licencia a otra persona para que utilice su invento o haga dinero con él.

Esto obviamente no surgió como para obtener patentes de seres vivos, pero hoy es moneda corriente y una de las principales amenazas para las semillas de los campesinos. Existen muchas empresas dueñas de patentes de semillas; es mas: cada vez es mas difícil conseguir semillas que no le pertenezcan a una empresa multinacional. Por ejemplo, alguna empresa que desarrollo una semilla de Maíz o Trigo o lo que fuera introduciendo un gen (de otra planta) y ese gen hace que la planta no se muera con algún herbicida o puede hacer que la planta resista mejor las sequías o cualquier otro beneficio que traiga ese gen entonces esa empresa tiene propiedad intelectual sobre esa variedad de semillas que desarrolló.

Ahora bien, se han dado muchos casos en que, al polinizarse esas plantas, han trasmitido ese gen a la producción de algún vecino; este vecino sin saberlo también ha propagado la variante durante algunos años y hoy podríamos encontrar esa variante (gen introducido en semilla) en muchas variedades nativas o criollas.

Esto trae algunos problemas:

• La contaminación de las variedades nativas o criollas por variedades transgénicas.

• Las Multinacionales quieren que les paguen por su “propiedad intelectual” de semilla que sin quererlo siembran algunos campesinos. Agreguemos a esto que las multinacionales suelen tener un ejército de abogados y un poder económico que un campesino no puede enfrentar.

Estas empresas multimillonarias nos intentan vender (y nos venden) sus semillas y nos convencen que son mejores que las que ya tenemos, algo para lo que muchas veces cuentan con la ayuda del gobierno; con esto, vemos que poco a poco se van perdiendo nuestras semillas nativas (eso se llama erosión genética), y junto con ellas todo el conocimiento y cultura relacionados. Es todo un proceso a favor de la agricultura industrial y en contra de la agricultura campesina, que empezó desde la Revolución Verde y ha seguido con los transgénicos y formas de privatización, como los derechos de obtener las patentes, y que nos va quitando la gran riqueza y diversidad propias de la agricultura campesina.

México, una de las grandes cunas del maíz, firmó el TLC (Tratado de Libre Comercio) y esto ayudó a que estas empresas se propagaran y en una decada se perdieron alrededor de un millon de agricultores. Hoy se importan alrededor de 17 millones de toneladas de maíz al año.

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