![](https://stories.isu.pub/84782748/images/24_original_file_I0.jpg?width=720&quality=85%2C50)
6 minute read
Agroproducción. El contexto y México
CÉSAR RAFAEL OCAÑA ROMO. M.Sc. in International Agricultural Sciences, por la Humboldt Universität zu Berlín, en Alemania.
Advertisement
Sector agropecuario y desarrollo económico
En la mayoría de las naciones a mayor proporción de la población dedicada a la actividad agropecuaria, el ingreso per cápita tiende a ser más bajo, ello asemeja el comportamiento sucedido hasta antes de la revolución industrial de muchos países, cuando gran parte de la población se dedicaba a las actividades del campo.
La industrialización de las economías nace con el uso de la máquina de vapor, que dio pasó a la producción en serie, creando un gran auge en la manufactura y minería, influenciando la vida rural y productiva del campo. Hay migración a las zonas urbanas, la demanda de alimentos bienes y servicios crece, dando pie a la agricultura comercial, persistiendo la economía de subsistencia en el campo hasta en tanto se llega a ser país desarrollado.
La historia en la etapa inicial de la industrialización en Europa occidental se da con el crecimiento de la población rural que propició una fragmentación de las unidades de producción, con implicaciones en su rentabilidad y producción.
Esta fragmentación de la tierra dificultó economías de escala, desincentivó la adopción de innovaciones tecnológicas de maquinaria y equipo, inhibió la optimización de los medios de producción y generó un aumento en el costo o renta de la tierra para uso
agropecuario, ya que su precio se determinaba en base a valores culturales. Esto significó que aún había pocas oportunidades fuera del sector agropecuario.
En etapas subsecuentes de la industrialización, hay un rápido crecimiento del mercado agropecuario, por lo que las unidades de producción comerciales se incrementan a expensas del sector de subsistencia, ya que los pequeños propietarios y pobladores rurales tienen oportunidades de migrar e incorporarse a la fuerza laboral que requiere la industria (y posteriormente el sector de servicios).
Así, la limitación de mano de obra en las actividades del campo incentiva la adopción de tecnologías que optimizan los medios de producción, sin embargo, los aumentos en producción no son suficientes para el abasto nacional, por lo que se hacen necesarias políticas de gobierno que incentiven una mayor producción agropecuaria e incluso la importación de alimentos.
Con el paso de los años la población dedicada a la producción agropecuaria disminuye, hasta llegar a representar en los países desarrollados alrededor del 2 al 3%, cuando antes de la industrialización llegó a significar en algunos casos hasta el 80%.
Cabe agregar la brecha entre ingresos agropecuarios y los no agropecuarios, en muchos países se volvió un asunto de suficiencia alimentaria y político: en la Comunidad Europea desembocó en la llamada Política
Agraria Común, en otro contexto parecido, Estados Unidos también subsidia y fortalece a su sector primario.
Otros países dan preferencia a la importación desmedida de alimentos (que son excedentes de países con subsidios) y en ocasiones con la ausencia de políticas de fomento agropecuario, desincentivando así la producción primaria nacional, por lo que continúa persistiendo la actividad agropecuaria de subsistencia y la dependencia de alimentos del exterior.
Políticas Públicas: el TLCAN hoy T-MEC
Con la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y otras medidas previas, el gobierno pretendía cambiar la deteriorada situación que venia sufriendo el campo desde inicios de los setentas. EL TLCAN hoy T-Mec (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) fue severamente cuestionado por el rezago económico del sector rural.
La participación en el Producto Interno Bruto (PIB) del sector agropecuario mexicano desde aquellos años ha girado alrededor del 4 al 6%, sin embargo, cerca de un veinticinco por ciento de 127 millones de mexicanos, viven y trabajan en áreas rurales.
Los efectos de las políticas implementadas en décadas en el campo mexicano son muy diversos y heterogéneos: persiste la economía de subsistencia en paralelo con productores medianos que padecen la competencia comercial de productores de otros países con fuertes subsidios y una minoría de productores comerciales altamente productivos y competitivos.
Por ello es importante saber con quién (es) estamos compitiendo: en el 2018 el 76% de las exportaciones totales mexicanas se dirigieron a los Estados Unidos, cuyo PIB per cápita es 7 veces mayor al de México, lo cual es una oportunidad de comercio con un país con amplia capacidad de compra y una población
2.5 veces mayor a la mexicana. En cuanto a importaciones el 46% provienen de Estados Unidos y 18% de China, entre otros países.
En extensión territorial Estados Unidos es 4.8 veces mayor que México, además con una superficie arable de 187 millones de hectáreas, la mayoría de temporal con clima templado versus México con alrededor de 23 millones de hectáreas de las cuales 2/3 partes son áridas y semiáridas, siendo de riego un 20% de la superficie. Así, ambas agriculturas son complementarias, Estados Unidos es un gran productor de granos, y México uno de los mayores importadores del mundo, en contraste México es un importante proveedor de frutas y hortalizas para el mercado estadounidense.
Economía, desarrollo y regiones en México
Al igual que cada actividad económica contribuye con un porcentaje del PIB al país, cada Estado de la República tiene su contribución, destacando 4 entidades (Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León y Jalisco) con 40% del PIB total nacional en el año 2018. Estas entidades y siete más conforman dos tercios del PIB nacional.
Las variaciones en el desarrollo del país se originan en gran medida por un modelo de desarrollo centralizado, que incentiva la concentración territorial de la población y de las actividades económicas, que a su vez, van ejerciendo mayor demanda en infraestructura, servicios urbanos y presión en la sustentabilidad de los recursos naturales.
Así, se concentran regionalmente las ventajas acumulativas debido a mayores montos relativos de inversión en infraestructura, capital, servicios de apoyo y recursos humanos, convirtiéndose en grandes polos de progreso. De manera inversa, las regiones menos desarrolladas, son receptoras de una cantidad menor de recursos e inversiones como consecuencia de la competencia de las más desarrolladas, por lo que presentan menores tasas de crecimiento.
Otros retos por considerar
Preservar la institucionalidad y gobernabilidad del país, el estado de derecho y democracia es vital. La pronosticada caída del PIB propiciará el aumento de la economía informal, con efectos de inequidad, exclusión, posibles desbalances fiscales y amenazas a la sustentabilidad de la seguridad social. La pobreza, delincuencia e inseguridad son el talón de Aquiles del país. Riesgos de disturbios y protestas no son asuntos menores.
De observar el impacto en las economías y mercados globales por el COVID-19: el enfrentamiento comercial y tecnológico entre Estados Unidos y China, así como las reacciones de otras potencias (Unión Europea, Rusia, India y Medio Oriente) repercutirán en el contexto internacional, sin que México figure significativamente en la agenda multilateral de tomadores de decisiones. La presión internacional contra las políticas de Estados Unidos
será más fuerte, sin descartar posibles ataques terroristas internacionales con propósitos desestabilizadores a naciones.
La agenda ambiental retomará su orientación a la transición energética de renovables y sustentables en un marco de eventos climáticos catastróficos (Cambio Climático), la cual se fortalecerá internacionalmente con la posibilidad del arribo del partido demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, con repercusiones negativas a la industria del petróleo.
La producción de alimentos, mercados y cadenas de suministro globales serán más cortas por los efectos del COVID – 19, con tendencia a fortalecer bloques regionales, ello en detrimento de la globalización del mercado, eventualmente favoreciendo a México en su comercio con Estados Unidos sobre países de otras latitudes.