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Opinión: ALBERTO BANUET ABHARI
Ganadero/Agricultor ranchobuenavista@gmail.com
Divorcio
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El evento siempre tiene consecuencias no deseadas y con daños colaterales, la mutua incomprensión se lleva entre las espuelas a muchos inocentes.
Pues bien, estamos ante un proceso de divorcio en el que intervienen tres partes, dos de ellas formadas por ganaderos que no comparten la visión de la utilidad de los aretes de SINIIGA y la tercera, en este caso la autoridad ganadera, que es juez, parte y causante del divorcio.
Hasta este momento, esta tercera parte implicada en la disolución del vínculo, se ha declarado tácitamente incompetente para resolver en la materia.
La historieta se resume de la siguiente manera
Un grupo amorfo ha decidido que por sus pistolas o cuando menos insistencia, se deben eliminar los aretes del SINIIGA, así nada más, sin mayores trámites. Aducen con razón, hay que reconocer, que el programa ha perdido su esencia, que desde su perspectiva es caro, ineficiente, que campea la corrupción, que obstaculiza su libertad para transportar y vender sus animales y como resultado, afecta a sus intereses.
Por el otro lado está otro grupo de ganaderos con una perspectiva distinta sobre este problema real, este segundo grupo está de acuerdo con las razones que esgrimen los primeros hasta el punto en donde exigen la eliminación del arete, hasta allá, estos ganaderos no van, y al parecer no irán o concederán esa posibilidad bajo ninguna circunstancia.
Para efectos de mayor entendimiento al primer grupo lo podemos llamar radical y al segundo grupo moderado, sin que las denominaciones sean calificativo alguno, es sólo una propuesta de nombre que no busca etiquetarlos.
La eliminación del famoso arete es, por decir lo menos, imposible a menos… y con unos “asegunes” muy grandes… hubiese alguna alternativa para continuar con la trazabilidad.
La discusión ha sido álgida, al grado que algunos que se dicen ganaderos han sacado de contexto el tema y van más allá proponiendo una serie de barbaridades que no vienen al caso y que, lejos de abonar a la solución de un problema real y de urgente resolución… dirían en el congreso… complican el escenario porque siempre hay gente desinformada y de escaso criterio que les sigue la corriente.
Estos individuos han sugerido que ahora el distanciamiento es entre quienes crían ganado de registro y quienes no, desde su perspectiva, los criadores de ganado de registro no tienen problemas, dicen con absoluta tranquilidad, que a los criadores de registro, hasta el rancho les llevan los aretes y se los ponen a su ganado sin chistar, cosa absolutamente fuera de la realidad, mientras que ellos tienen que perder días haciendo filas interminables para comprar unos cuantos aretes y que a veces, cuando finalmente llegan a la ventanilla, les dicen que no hay y que se tienen que esperar dos meses. Situación enteramente real. Lo que no es aceptable es emular el esquema que promueve el gobierno federal de buenos contra malos o ricos contra pobres, en la ganadería eso simplemente no va.
Como en todo problema, lo primero es reconocer que dicho problema existe y en el caso de los desdichados aretes el asunto es real, lacerante, frustrante y ha llegado al límite de la paciencia de todos, de quienes están en contra y a favor.
La discusión no debe ser si el arete desaparece, simple y llanamente no puede desaparecer mientras no tengamos una alternativa que lo sustituya para que siga la trazabilidad, lo que si debe estar en la mesa, es la discusión de cómo mejorar la operación para que sea profesional y sensata. Hay varios puntos que deben quedar claros:
TODOS estamos de acuerdo en que la operación del SINIIGA es ineficiente, cara y corrupta, que el asunto ya rebasó a la Confederación y que se tiene que buscar una solución.
NO TODOS estamos de acuerdo en que el arete debe desaparecer, porque el arete no es, ni debe ser el problema, la operación y el operador del programa son los problemas.
CASI TODOS los que sugieren la desaparición del arete son ganaderos que no necesariamente tienen toda la información que concierne a la trazabilidad y al beneficio de la ganadería en su conjunto, de cómo esto interviene en las campañas sanitarias y demás, por lo que sus opiniones son la consecuencia de esa limitante. En este punto está el problema mayor, porque hay ganaderos desinformados que de plano quieren que el arete desaparezca y hay otro grupo igual de necio, pero con más información que sostiene que de ninguna manera se logrará.
Una gran diferencia entre los criterios que mueven a estos dos grupos es que, los radicales, quienes pugnan por la desaparición - aquí es importante mencionar que en este grupo hay ganaderos de registro y comerciales- es que no están proponiendo absolutamente algún mecanismo o proyecto al menos para sustituirlo, no hay alternativas, están completamente cerrados y lo único que quieren es que desaparezca y así es muy difícil llevar una discusión civilizada.
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El otro grupo, los moderados, tienen una visión distinta del problema, lo reconocen, acreditan que hay que resolverlo y proponen alternativas positivas en bien de la ganadería de TODOS, su postura es, SÍ, mientras que la primera es tajantemente, NO.
Resolver esto pasa por un ejercicio de eliminación, es decir, para ahorrar tiempo y discusiones; veamos qué instancias no pueden ni deben intervenir en el proceso:
Primero, la Confederación, no es necesario ni discutirlo. Segundo, la Secretaría de Agricultura o como sea que se llame hoy, porque simplemente no tiene ni los recursos ni la estructura para hacerlo y no se ve que en un futuro próximo eso pueda cambiar. Tercero, SENASICA si es que aún existe, porque es posible que haya desaparecido y ni nos hemos enterado, por ningún lado da señales de vida.
Sería incongruente de mi parte no terminar la columna con al menos una propuesta de solución, una sugerencia simple. Creo que la operación y control de las movilizaciones debe estar en manos de los gobiernos estatales bajo la rectoría de la estructura burocrática del SINIIGA que ya existe, no es muy grande y está en la nómina de la SADER (ya lo busqué en Google, así se llama lo poco que queda de la Secretaría de Agricultura), para que continúe la misma secuencia.
En otras palabras
Las casetas de control fito zoosanitario dependen, en muchos estados, de los comités de fomento y protección agrícola y pecuaria, es decir, la estructura de control ya está en funciones, son las que nos revisan durante los trayectos. Lo mismo sucede con las volantas, ya están trabajando bajo un esquema que camina razonablemente bien.
Todos los gobiernos tienen una Secretaría del Campo o de Desarrollo que generalmente ocupa a muchos empleados sin funciones específicas que están sentados rascándose la cabeza, comiéndose las uñas y leyendo el diario y que pueden poner a trabajar sin muchos problemas.
Los folios o secuencias de los aretes deben seguir saliendo de SINIIGA y enviarlos a los estados con el consiguiente regreso de la documentación para los controles correspondientes.
Por jodido que esté un estado, difícilmente se niegue a invertir, en un fondo revolvente, un millón de pesos para comprar aretes, dinero que va a regresar una y otra vez cuando los ganaderos los paguemos.
Las ventanillas para la adquisición de aretes se colocarán en los municipios o por regiones de acuerdo a la estructura de cada gobierno estatal. Si hay corrupción, ineficiencia, desabasto, mercado negro de aretes etc, los gobiernos estatales serán los responsables y si el gobierno de cada estado decide coordinarse con sus Uniones y Asociaciones ganaderas para el programa, será bajo su responsabilidad. En el tema de la trazabilidad, o cabresteamos o nos ahorcamos y como sea…
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