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EMPRESAS DE FAMILIA
from Edición 188
by LATINPYME
Hasta dónde avanzar sin consultores
Las empresas familiares deben analizar hasta dónde pueden por sí mismas, sin acudir a consultores, solucionar sus problemáticas o impulsar sus oportunidades de mejoramiento continuo, y cuándo contratarlos como aliados fundamentales para sus negocios.
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Por: Melquicedec Lozano, Ph.D. Investigador, Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial. Universidad Icesi. La consultoría de empresas no intenta reemplazar ni desplazar a nadie, ni tampoco imponer criterios como verdades absolutas. Su papel es brindar consejería y acompañamiento.
La consultoría empresarial es un campo en permanente evolución, del cual se valen las organizaciones para el aprendizaje complementario y para potenciar sus capacidades institucionales. Sin embargo, por diversas razones un buen porcentaje de empresas no recurren a la consultoría o se valen esporádicamente de ella, a cambio de utilizar su propio talento humano en el logro de algunos objetivos que podrían alcanzarse más eficientemente con el apoyo de consultores. A este respecto es útil entender hasta dónde es posible y conveniente avanzar sin consultores.
El propósito
La consultoría de empresas no intenta reemplazar ni desplazar a nadie, ni tampoco imponer criterios o promoverse como fuente de verdades absolutas. Su papel es de consejería y acompañamiento, con el propósito de contribuir a que los procesos, sistemas y personas de la organización, o los factores externos implicados, se mejoren, se tornen más eficientes, y conduzcan a buenos resultados; con lo cual, muchas veces, su apoyo trasciende a la ejecución y a tener en cuenta el entorno en cuestión. Sus bondades más visibles se pueden resumir en las siguientes: Complementa y transfiere conocimiento. Se involucra con temas, hechos o situaciones que requieren habilidades y experiencias específicas. Aclara caminos o hace ver otros alternativos. Aborda situaciones para las cuales la empresa no se siente preparada o considera que, al encararlas, se desvía de sus tareas de rutina. Incorpora metodologías propias de exploración y análisis. Dedica tiempo a circunstancias para las que la empresa tendría limitaciones. Examina con ojos externos y bajo otras perspectivas. Incorpora experiencia adquirida en diferentes ámbitos y con diversidad de variables. Analiza problemáticas para proponer o implementar soluciones o, también, contribuye a identificar oportunidades para potenciar su aprovechamiento. Colabora y educa en la identificación y puesta en marcha de mejores prácticas. Diseña estrategias más contundentes mediante el trabajo conjunto con su cliente.
¿Por qué algunas empresas no la usan?
Si bien es evidente el influjo positivo de la consultoría en las organizaciones, sean o no de propiedad familiar, no se recurre como se debería a esta posibilidad. No obstante, hay razones claras que explican por qué no se acoge con la amplitud y soltura que pareciera razonable. He aquí algunas.
Porque generalmente los costos no son bajos, excepto cuando se incorporan subsidios por intervención de entidades gubernamentales o fondos multilaterales para responder a políticas o convenios temporales, lo que no suele darse con mucha regularidad.
Por desconfianza en la profundidad y calidad del aporte que pueden brindar las consultorías.
Porque les ha ido mal con algunos consultores, provocando la generalización del mal concepto hacia el resto.
Porque creen tener recursos y capacidades internas para resolver sus asuntos, lo cual puede o no ser cierto.
Porque efectivamente les ha ido bien sin valerse de consultores o recurriendo muy rara vez a ellos.
Por el desconocimiento de las verdaderas capacidades de los consultores.
Porque tradicionalmente se ha recurrido a resolver las situaciones por sí mismos. Se ha arraigado en la cultura organizacional una especie de autonomía casi absoluta.
Los factores
Por consiguiente, los resultados que puedan conseguir las acciones autónomas de las empresas, sin recurrir a consultores, estarán sujetos a factores como los mencionados a continuación.
El tipo de hecho, situación o caso tratado, y los entramados que los componen. Las capacidades internas que se posean. Los talentos del personal, las profesiones, las habilidades, las áreas de dominio, su capacidad de integración y armonización, el flujo de la comunicación, su capacidad de diálogo, su perspicacia, su madurez para la toma de decisiones, se constituyen en variables relevantes. El tiempo disponible del personal de la empresa para dedicar a acciones específicas diferentes a las rutinas de trabajo. Los costos que se comprometen al obrar de manera independiente. El uso de metodologías cuya lógica y funcionalidad hayan sido probadas. La experiencia necesaria o requerida para enfrentar temas o hechos difíciles. La falta de objetividad o neutralidad por el mismo hecho de tener vinculación laboral. La singularidad del tema o evento a tratar. El interés por parte del talento humano de la empresa. La capacidad de diálogo y la fluidez de la comunicación, sin peleas ni conflictos interpersonales. El apoyo desde la gerencia al personal que se involucre en la búsqueda de soluciones. Las limitantes internas de equipo, instrumentación u otros que una consultoría sí podría brindar.
¿Se puede avanzar de manera independiente?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo sí, aunque con limitaciones. Respuesta que para algunos puede resultar extraña, debido a la creencia suprema de que las empresas no pueden avanzar en la solución de sus problemas sin consultores.
En realidad, de manera más precisa, las empresas en su mayoría lo pueden hacer, pero, debido a la complejidad promedio que caracteriza a la problemática de las empresas, los avances se ven frenados al arribar a puntos clave del avance. La atención al total de situaciones sensibles y, además, con éxito indiscutible, se ve truncada a medio camino cuando se procede de manera independiente en razón a la complejidad mencionada.