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CHERIL LINETT

desobediencia y revolución anal

Hace cinco años que esta artista salió a la calle para hacer su primera performance y no ha parado desde entonces. Con acciones colectivas en las que dirige todos los movimientos para enfrentar con sus cuerpos y colas artificiales a la iglesia católica, las policías y la violencia de género, ha llamado la atención de los peatones que de manera involuntaria se han transformado en su público.

Img. 1 “No, no dicen nada y tampoco se mueven. No, tam- poco tienen armas, solo unas flores y están todas acostadas con los calzones abajo. ¿Qué hacemos?”, preguntaba por radio el carabinero que estaba de guardia afuera del Palacio de La Moneda el 25 de noviembre de 2016. Cheril y otras cuatro mujeres habían saltado las rejas desde la Alameda para hacer una performance –de su serie fúnebre– en que la artista denunció la cantidad de femicidios durante ese año: 55, según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.

–La premisa era llegar al lugar donde nos íbamos a tender, bajarnos los calzones y agarrar muy fuerte la cruz de flores para que no nos la quitaran, todas tie- sas y en silencio. Ya sabíamos que nos iban a detener, así que la idea era ocupar la detención para que los pacos se tuviesen que hacer cargo de nuestros cuerpos ahí tirados. Y tuvieron que hacerlo como yo quería que ocurriera: nos tuvieron que sacar como muertas, tomadas desde los pies y los brazos hasta un furgón.

Desde ese día Cheril Linett, actriz y performer, usa la calle como escenario de sus acciones colectivas de arte: contra la violencia de género y el patriarcado, las imposiciones de la iglesia católica, la hetero- normatividad y denuncias por la violencia política y sexual de Carabineros y las Fuerzas Armadas durante el estallido social del 18 de octubre. El esce- nario es la calle y su cuerpo. El público, los peatones que deambulan por distintos espacios de la ciudad.

El salto fue rápido. Un año antes de salir y tomarse las avenidas y plazas con sus composiciones de cuerpos en movimiento, Linett recién experimentaba en encuentros privados de performance que se hacían en las casas de los participantes. De hecho vive actual- mente en la misma casa en la que hizo su primera acción en 2015.

“Me golpeaban el cuerpo con corazones de vacas y la gente creía que era una marioneta porque estaba amarrada desde una trenza larga que tenía, bien es- tática y con las manos puestas como para rezar, pero en vez de adelante las tenía atrás”, recuerda sobre esa tarde, y agrega que: “Con ese trabajo siento que me inicié, pero investigué y busqué durante mucho tiempo antes de hacerlo. Le tenía mucho respeto a la práctica. No quería llegar y hacer cualquier cosa”.

En ese período de investigación sobre la performance, Cheril se cambió de la Licenciatura en Artes Visuales para estudiar Teatro, caminaba hasta calle Matucana para buscar libros sobre artes escénicas en la Biblioteca de Santiago, se colaba en las clases del Magíster en Artes de la Universidad de Chile y se dedicaba a observar. Como tenía tiempo, se instalaba en la calle a mirar los movimientos de las personas, a descubrir sus gestos. Una costumbre que aprendió cuando era una niña en la población La Pincoya, donde salía de su casa para mirar los encuentros políticos y los pasacalles culturales que se hacían los fines de semana, y a los consumidores de drogas que paseaban por las calles del barrio.

–Empecé a ver esa crudeza y me atrajo mucho, por eso creo que estuve tanto tiempo ahí, hasta el punto de dormir en la calle algunas veces. Cuestiones de la vida nomás po, de la locura y rebeldía de la adolescencia. Pero después empecé a llevarlas al plano de la investigación creativa, y luego con el teatro vi mucho mejor ese trabajo de leer los cuerpos y de observar cosas que antes, tal vez, solo veía por encima, y que al ir estudiando se va profundizando mucho más. Entre los estudios de movimientos y la investigación más académica, Linett comenzó a fijarse en la belleza de los caballos que montaban los carabineros para desarmar las marchas y las manifestaciones sociales y gremiales. Además, sus dos abuelos habían sido integrantes de la policía, lo que influyó en la educación que recibió en su casa y de la que siempre se intentó rebelar.

“El 2017 empecé con Yeguada Latinoamericana en la Marcha por el orgullo de ser tu misme. Fuimos cinco chiquillas frente a unos pacos, vestidas de jumper verde olivo o de verde paco, como le digo yo, y con las colas colgando”, dice sobre la performance que realizaron cortando el tránsito en la Alameda, y agrega: “Yo quería que fuéramos con un plug anal al tiro a la calle, pero me di cuenta que eran muy caros y varias de las chicas que había invitado me dijeron que no. Entonces tuve que inventar esta cola de colaless, que es de kanecalon (material que se usa para alargar las trenzas) y que compro al por mayor en Patronato. Siempre que voy compro muchas, no sé qué se imaginarán. Pero con el tiempo igual me conseguí mi cola plug”.

MATÍAS C. CHANDÍA : ¿Cómo ha sido la respuesta del público CHERIL LINETT : Nos observan en la calle? Porque además de encarar a Carabineros y militares, en silencio, pero en las redes so- han hecho performances de la Yeguada Latinoamericana en la ciales sí opinan. Ahí noto que Catedral de Santiago ( Sacrilegio) y también infiltrándose en la muchas personas se escandali- procesión de la Virgen del Carmen ( Virgen del Carmen Bella). zan y nos tratan de ordinarias, inmorales, vulgares. También me escriben para decir que esto no es arte, que soy una ignorante. Y desde algunos feminismos nos critican y dicen que estamos trabajando para el patriarcado, por la manera en que ocu- pamos el cuerpo. Sobre todo de feministas que se denominan radicales y hablan en contra de las personas trans y que son abolicionistas con el trabajo sexual, porque aquí a veces participan chicas trans y trabajadoras sexuales. Pero me he fijado que después de la revuelta del 18 de octubre empezaron a aparecer muchos comen- tarios en defensa de lo que hago y he sentido más apoyo. Así que hay espacios donde sí es una propuesta que se acoge o que, al menos, se intenta interpretar. De hecho hay personas que me han depositado plata a la Cuenta RUT para apoyarme y he obtenido unas becas de la Fundación Teatro a Mil y el Goethe Institut.

MC : ¿Y cómo ha sido el trato de Carabineros? CL : Nos han detenido varias veces y pasado partes por obstrucción de la vía pública y por la moral y las buenas costumbres. Pero el 2018 me empezaron a hostigar, a ir a buscar a la casa y a una amiga igual porque es- tábamos con orden de arresto. La Defensoría Popular nos empezó a prestar servicios y pudi- mos resolverlo. Y en las acciones que hicimos durante la revuelta, obviamente que tuvimos que arrancar de los pacos como toda la gente.

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"Nos han detenido varias veces y pasado partes por obstrucción de la vía pública y por la moral y las buenas costumbres".

MC : ¿En qué consiste el proyecto Yeguada Latinoamericana? CL : Me parece importante aclarar que no es un colectivo, es un proyecto de performance donde yo creo la propuesta y luego convoco a las demás a participar y las hago pasar por entrenamientos. Es una invitación a desobedecer y a volverse una mitología, una trans-especie. También es una crítica al binarismo con una propuesta contra sexual desde lo anal. Esto surge porque estaba explorando la danza Butoh (danza japonesa) y empecé a buscar otras maneras de desplazarme, como un retorno a la animalidad y ahí me empecé a imaginar como una extensión del ano, a preguntarme qué significa esa zona, que a mí me atraía más hablar desde un feminismo en que el símbolo no fuese la vulva o las tetas. Ahí lo conecté con los pacos que veía en la calle arriba de las yeguas, cómo se les veía el culo. Y al hacerme la primera cola, me miraba y era como un animal.

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"Me interesaba hablar del placer anal de todes, tratando de subvertir la concepción de la sexualidad de este régimen heteropatriarcal".

MC : No se habla comúnmente de esa zona del cuerpo. CL : En primera instancia a la gente le causa extrañeza que estemos utilizando esa zona y no otra para experimentar, y luego por lo que significa el culo de una mujer en la publicidad y en los medios de comunicación. Se ve casi siempre desde una sexualidad hegemónica masculina en que se habla solo de ese culo, pero no se entra al ano y tampoco se habla de un placer anal, a menos que se relegue el ano a la homosexualidad masculina, que ahí sí se hace. Entonces también me interesaba hablar del placer anal de todes, tratando subvertir la concepción de la sexualidad de este régimen heteropatriarcal.

MC : Lo haces en unas fotografías en que posan en un café con piernas y otras en un night club, CL : Con la Yeguada empezaque son lugares íconos de la masculinidad hegemónica. Ahí están con plugs anales, que pueden mos a investigar en conjunto y generar otros movimientos y placer sexual al mismo tiempo. ¿Cómo es ese proceso en colectivo? les pedí que escribieran a partir de su ano. Siento que no hay tanta experiencia en esa zona, que es un órgano del que no se habla y del que solamente debe salir algo, pero no debe entrar nada. La idea es que sea un lugar en que nos metamos los dedos y escarbemos, nos busquemos y que podamos olernos. Por ejemplo, hay ejercicios que grabé en la intimidad y los mandé para que los probaran. Tiene que ver con innovar con esta cola y sentir qué es lo que genera la prótesis, que se vuelve como un motor de movimiento, como si fuera una máscara de teatro, solamente que esta máscara va en el culo. De hecho, esta propuesta nueva en que estoy trabajando durante la cuarentena está mutando en una bestia lúbrica, que tiene otra caminata porque en esta exploración descubrí nuevas maneras de desplazarme, que es con el metatarso (huesos del pie) como quebrado, para que te hagas una idea.

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MC : ¿Cómo es esa bestia lúbrica? CL : Es un concepto que estoy explorando desde que tengo la cola, que ahora lo he separado de la Yeguada y lo estoy trabajando para hacer una obra. Se podría decir que como una obra de teatro, pero obviamente va a tener muchas herramientas de la performance. Para eso partí con una especie de adaptación de la tragedia de Eurípides, Las bacantes, y ahora estoy en ese proceso con un elenco de trece personas. Pero no lo quiero hacer en una sala de teatro convencional, así que espero conseguir un night club y que la gente tenga que ir a ese local a ver la obra. Esa es mi plan como directora, que esta es la primera vez en que veo todo desde afuera, porque en todas las performances dirijo desde adentro.

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