10 minute read
FELIPE RIVAS SAN MARTÍN
decodificar la genealogía queer
El ingreso de las tecnologías a la sexualidad y la intervención de archivos históricos, ambos ligados a las prácticas de la disidencia sexual, son los temas tratados mediante la pintura, videoperformance e intervenciones. Lo primero muestra los cambios que se han producido sobre los sujetos y cuerpos marginados, mientras que lo segundo permite replantear la memoria de la propia comunidad LGBTIQA+.
Si Internet no existiera, el trabajo de Felipe Rivas San Martín habría tomado otro camino. En 2008 creó sus primeras obras net.art (género artístico digital que se construye con la interacción entre usuarios) con el grupo de Facebook Tengo un amigo heterosexualy lo apoyo, parodia que generó asombro y polémica, aunque no tanta como la que causó Ideología, videoperformance donde el artista contrapone imágenes de la izquierda chilena con pornografía homosexual y termina con una eyaculación sobre la fotografía de Salvador Allende y que en 2016 fue censurada por el gobierno de Michelle Bachelet.
Activista de la disidencia sexual e investigador, a Rivas San Martín le interesa mezclar nuevos medios con viejos medios. Una de las obras que mejor lo ejemplifica es la serie Queer code: pinturas en acrílico de códigos QR que, una vez que la gente lo escanea con su celular, lo lleva a otro contenido también de su propia autoría, pero visto desde otro soporte. ¿Y por qué lo queer en el título? Porque las expresiones queer han tenido que codificarse todo el tiempo para poder existir, explica en esta entrevista.
CONSUELO OLGUÍN: Cuando Facebook se masificó ocupaste la FELIPE RIVAS SAN MARTÍN : En esa época plataforma para producir obras de net.art como el grupo Tengo un estaban muy de moda los grupos de Facebook. amigo heterosexual y lo apoyo . ¿Qué te interesaba desmantelar? Un día me llegó una invitación de uno que se llamaba Tengo un amigo gay y lo apoyo, que me molestó mucho porque ese tipo de discursos integracionistas mantienen las estructuras de poder intactas. Entonces decidí parodiar el grupo, cambiando la palabra “gay” por “heterosexual”. Cerca de 30 mil personas participaron. Algunos seguían el juego de la ironía, subían memes, también había gente que se sumaba para aclarar el “error”, eso era muy gracioso. Visto retroactivamente puede entenderse como una pieza de net.art porque ocupaba tácticamente la plataforma Internet, su existencia era esencialmente digital y al mismo tiempo la “obra” se construía en base a la interacción participativa de los usuarios. Pero fue la traducción de un malestar, básicamente una respuesta crítica e irónica a esa incomodidad.
CO : Internet pareciera ser un lugar donde la comunidad FRSM : Hay un doble juego LGBTIQA+ puede desenvolverse con más libertad. ¿Qué y hay que entenderlo así. hay tras esa integración que se presenta como amistosa? Es innegable que las redes han dado visibilidad a los cuerpos excluidos. Hoy somos receptores y productores de información a la vez. Además creo que hay ciertas condiciones en el tipo de medio, lo económico y sencillo de producir contenido, la forma rápida en que se recepciona la información, la relación más íntima entre el cuerpo del usuario con el dispositivo digital, que hace que sea un tipo de tecnologías donde los sujetos marginados, tal vez, se pueden sentir más seguros. Pero esa misma diversidad empieza a ser parte de la lógica neoliberal. Es paradójico: los sujetos marginados son más visibles en las redes, pero al mismo tiempo lo son a costa de más control. Las disidencias sexuales podemos ser parte del sistema porque estamos siendo reducidos a datos. Y los datos son valiosos en sí, no tienen moral. En este plano del poder, desde los heterosexuales más conservadores hasta los cuerpos más transgresores entregamos por igual los datos asignificantes de nuestras acciones, que son luego procesados para predecir comportamientos.
CO : ¿Cómo eso podría afectar a la lucha por obtener espacios de la FRSM : Es que yo no veo diferencia comunidad LGBTIQA+ que históricamente se han dado en la calle? entre la calle y el espacio digital. Incluso se han interrelacionado. En las sociedades con acceso masivo a la red y a los dispositivos digitales, los sujetos más precarizados han hecho de esos medios una herramienta muy potente. Son económicas, permiten visibilizar discursos, fortalecer identidades. Pienso que la red también permite cuestionar la historia. Recordemos a Sylvia Rivera por ejemplo, que tiró la primera piedra en la revuelta de Stonewall, una activista trans, migrante, racializada. Su figura hoy ha sido recuperada precisamente en el espacio digital, porque las redes posibilitan la circulación de los archivos excluidos. Esto nos ha permitido replantear nuestra propia memoria, como por ejemplo la de Stonewall que había sido contada como un acontecimiento protagonizado por gays blancos.
CO : ¿Cómo ha cambiado la sexualidad de las personas con las tecnologías? FRSM : Una de las cosas que he ido asimilando en el proceso de investigación y activismo, es que las transformaciones no son lineales en un sentido determinista. No se trata simplemente que el predominio de los algoritmos esté transformando la sexualidad, es más complejo. Trato de traducir esto en mi trabajo con la genealogía queer de los algoritmos, en pensar cómo lo que ocurre hoy se conecta con cosas del pasado y cómo eso se relaciona con cuestiones como el archivo, la memoria, la temporalidad.
CO : Yo no sé si habíamos entregado tanta información de manera voluntaria al sistema como ahora. FRSM : La datificación del VIH es Pienso en lo que planteas en el libro Internet, mon amour sobre aplicaciones como Grindr (app de citas parte del fenómeno general que cogeolocalizadas para gays) que te da la opción de comunicar tu condición de VIH. mentábamos antes. En ese texto que mencionas analizo esa datificación en relación al estatus de la práctica del bareback, el sexo sin condón entre maricas. Se trata de una práctica muy polémica y que fue condenada dentro de las comunidades homosexuales, sobretodo por efecto de la pandemia del Sida. Hoy lo sigue siendo y es muy cuestionada por bastante gente, pero he notado que en contextos digitales como Grindr se ha vuelto una práctica posible. Pienso que eso tiene que ver con la aparente neutralidad de los datos y con el hecho de que han aparecido nuevas categorías del cuerpo en su relación con el virus: la indetectabilidad y el consumo de PrEP (medicamento que previene el contagio del VIH). Ya no sólo hay cuerpos negativos o positivos.
CO : ¿Qué significado tiene en tu vida como usuario el código QR? FRSM : Aunque no lo parezca, soy muy poco tecnológico y casi nunca escaneo los códigos QR. La primera vez que vi uno, me pareció muy atractivo como dispositivo visual. Era la visualización de un enigma. Sabías que eso era algo por descifrar y al mismo tiempo necesitabas un dispositivo tecnológico o un conocimiento ancestral olvidado, como ocurre con los quipus andinos. Hay una condición post humana del descifrado que me pareció muy interesante, pero en primera instancia lo que me llamó la atención fue la imagen del código, que me recordaba a los textiles precolombinos, o a la abstracción geométrica del arte del siglo XX. Y luego estaba toda esta cuestión de lo enigmático, tú ves el código pero no sabes qué hay más allá, puedes encontrar cualquier cosa. Hay una dimensión de riesgo en los códigos, ocultan información encriptada. Y por otro lado, me pareció que había algo queer en esos códigos.
Img. 1
CO : ¿Con tu obra Queer code te refieres al enigma que rodea a ambos conceptos? FRSM : José Esteban Muñoz (académico dedicado a los estudios culturales, la performance y teoría queer) decía que las expresiones queer han estado marcadas por lo efímero, porque son manifestaciones que ocurren en contextos heteronormativos de mucha censura. Por ejemplo, imagínate en el Chile de los años 70, dos hombres ligando en un baño público, dos estudiantes secundarias lesbianas tomadas de la mano en la sala. Esas expresiones eran frágiles, porque bastaba con que llegara otra persona, cualquiera que no fuese parte del código, para que desaparecieran. Por eso la idea de la codificación se relaciona con la experiencia queer, que ha tenido que codificarse todo el tiempo para poder existir. Ahí hay una relación que tiene que ver con el enigma, con que muchas expresiones queer son difíciles de identificar. Entonces los primeros ejercicios que hice fueron una serie de pinturas, que enlazaban a videoperformances de mi autoría, que tenían contenido sexualmente explícito o trataban temas sexodisidentes. Esas pinturas codificaban un contenido queer, transgresor, en una imagen muy abstracta, que aparentemente no te decía nada. Pero a la vez, yo las planteaba como obras queer porque había una especie de indefinición: si la pintura enlazaba a otra obra de mi propia autoría, entonces ¿cuál es la obra, la pintura (el objeto material) o el video codificado (archivo virtual)?
Img. 2 Imagen 3. Niveles de resistencia al daño. 2013.
Imagen 2. Diga queer con la lengua afuera, 2010. Videoperformance. Fotografía: Felipe Rivas San Martín.
CO : Has hecho superposición de códigos QR sobre fotos de la dictadura, ¿qué cruce hay ahí? FRSM : Uno de lo algoritmos que participan cuando se produce un código QR es el Reed-Solomon, que produce redundancia de contenido. Es decir, la información se codifica varias veces en el código-imagen como una manera de resguardar el contenido cifrado. El código QR está pensado para ser materializado. Esa idea me parecía muy potente, poética y política: un código-imagen que al producirse es consciente de su vulnerabilidad, que está siendo hecho para un soporte físico y por tanto es susceptible de sufrir daños físicos, que también son daños en su visualidad. En la obra Resistencia al daño trabajé con imágenes de la dictadura chilena, coincidió con los cuarenta años del golpe y un fenómeno de saturación de archivos. Me preocupó que esa sobreabundancia implicara un efecto de banalización de la memoria. Entonces hice este ejercicio muy simple de tomar la foto, ponerle un código QR y vincular eso con un contenido que dialogue de manera no obvia con cada imagen.
CO : ¿Qué función tiene la memoria y el archivo en la identidad de grupos queer? FRSM : Creo que ayudan a construir una genealogía distinta a la que se ha trazado desde los centros de poder sobre la historia marica, lesbiana, trans, queer. Hay una potencia decolonial en el trabajo con el archivo y la memoria local. También han servido para desaprender los discursos queer vanguardistas en los que a veces muchxs caemos, me refiero a esa retórica que insiste en destruir el pasado como si estuviéramos haciendo algo nuevo, desconectado con lo antiguo. Hay experiencias del pasado, incluso del pasado ancestral, que son súper potentes.
CO : Sobre los efectos que generan las obras, Ideología fue censurada por el ministro de Cultura de Michelle FRSM : Cuando produje ese video Bachelet y molestó a algunas personas, como a Pedro Lemebel. ¿Era el objetivo producir una alteración? quería abordar la representación hegemónica que se hace de Salvador Allende contraponiéndole un imaginario sexual. Es un gesto que se conecta con una crítica ya instalada hace bastante tiempo de la disidencia sexual hacia la izquierda latinoamericana, sobretodo en la literatura y la política activista. Tal vez por eso se podría describir como una obra antagónica, que obliga a tomar posición y que ha tenido un par de momentos polémicos, como la molestia de Lemebel en 2011 o la censura del Ministerio de Cultura en 2016, que personalmente fue intenso y desgastante, pero también removedor porque me obligó a repensarla. Todo lo que le ocurre a una obra se hace parte de la historia de la obra y afecta la manera en la que se lee. Eso es lo fascinante del arte: que no es cerrado, un trabajo no se termina cuando lo acabas. Sigue haciéndose.