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ENRIQUE FLORES

¿qué lugar es chile?

Humor, investigación y los materiales y habilidades que estén al alcance de la mano, son las herramientas que este artista utiliza para realizar obras sobre la cultura popular. Creó una galería de arte con el nombre de un futbolista, armó un museo para reírse de Carabineros y viajó más de 2.300 kilómetros instalando piezas de arte en el desierto, playas y estadios deportivos de Chile. “Me gusta que se privilegie la energía de hacer una obra por sobre su calidad”, dice Flores.

Img. 1 ¿Puede una persona reírse de todo y tomarse en serio al mismo tiempo? Esa es la sensación que dejan las obras de Enrique Flores, que pasó de trabajar en un taller automotriz en Copiapó –donde le exigían mentirle a los clientes para cobrar más dinero por los arreglos de los autos–, a trabajar en su propio taller de arte, espacio donde crea obras que nacen desde la sinceridad de la parodia, el imaginario popular y el cuestionamiento a las autoridades y sus símbolos.

–Como mecánico de formación siempre he tenido que hacer trabajo de taller. Pero en el arte durante varios años me fue muy mal, así que tuve que dejar mis cosas de lado y hacer de asistente de otros artistas –cuenta desde Copiapó, ciudad en la que se instaló durante la pandemia del Covid-19.

Ahí, perdidos en la casa familiar en el desierto de Atacama, descubrió decenas de antiguos ejemplares del diario Proa de San Antonio, que costaba solo $100 y donde su padre escribía una columna de opinión cuando vivían en el puerto. Así que durante la cuarentena decretada en el país se motivó a hacer un periódico, pero no uno cualquiera, sino que uno con la estética de las publicaciones de provincia, de papel barato y mal impreso, como los primeros medios escritos que lo entrevistaron durante una gira artística que hizo por Chile en 2016, y que guarda como un extraño tesoro.

A los pocos días publicó el primer número de El mundo perdido (no se gana pero se goza) –que se encuentra vendiendo actualmente por correo–, y que tras el titular “¿Qué hay más allá del horizonte?” se pueden leer noticias falsas, publicidad antigua, poemas de artistas invitados y curiosas entrevistas, como la conversación con un cientista político que viajó por el mundo en un chevette del año 81. “Si habré ganado algo de plata no creo que fuera más de $50, pero no importa, al principio siempre es así. Y pucha, ante la dificultad de no ser periodista, lo empecé a hacer patudamente desde la ignorancia, que es un lugar desde el que me interesa trabajar. Soy un multidisciplinario pero ignorante, como un maestro chasquilla. Ese personaje popular que a pesar de no saber mucho intenta solucionar las cosas de la manera que puede”, explica.

"Soy un multidisciplinario pero ignorante, como un maestro chasquilla. Ese personaje popular que a pesar de no saber mucho intenta solucionar las cosas de la manera que puede".

MATÍAS C. CHANDÍA : ¿Te ves como el maestro chasquilla del arte contemporáneo? ENRIQUE FLORES : Me encantaría. Por ahí se dice que la ignorancia es la mayor virtud del valiente. Me gusta eso, que se privilegie la energía de hacer una obra por sobre su calidad, y ese ha sido mi interés al hacer distintas cosas en esta búsqueda eterna del país, al igual que todos los chilenos que siempre están buscando algo. Claramente un actor va a decir que actúo pésimo, un pintor que pinto mal, y un periodista que escribo horrible. Pero no me importa esa idea de dedicarse a una sola cosa para ser virtuoso, me parece que es propia del sistema capitalista. Prefiero ser más libre y hacer las cosas con amor.

En esa búsqueda de crear desde la libertad y el amor, su forma de trabajo durante el año 2016 consistió en salir a la Ruta 5 y viajar de manera autogestionada por unas 20 ciudades y localidades del país. Desde Tocopilla en el norte hasta Paillaco en el sur, durante tres meses recorrió 2.395 kilómetros en autos, buses y botes, en que solo se desviaba del camino para realizar acciones de arte que ideaba en medio de esta travesía que llamó Buscando Chilenos. Como la canción de 1991 en que Sexual Democracia cantaba: "No nos ocultaremos más (…) Si buscas tu identidad, por aquí por allá la puedes encontrar".

Imagen 3. Buscando chilenos, 2016. Santiago, Chile.

Imagen 2. Buscando chilenos, 2016. Concepción, Chile.

–Mis circunstancias deben ser similares a las de muchas personas que les tocó nacer en Santiago y a temprana edad trasladarse por varias ciudades de Chile porque sus familias buscaban fortuna en el norte, en el sur o en el centro, sin nunca encontrar nada –dice Enrique, que nació en Santiago en 1982 y que a los pocos años, siguiendo el trabajo de sus padres, dejó la capital y se fue a vivir junto a su familia a Temuco, El Tabo, Cartagena y Copiapó.

¿Qué lugar es Chile? Fue una de las preguntas que se planteó el artista, que después del viaje por los distintos territorios intentó responder con la activación de una exposición interactiva en Galería Metropolitana. Ahí se instaló a atender un kiosco para conversar con el público en medio de una carretera de autos de juguetes, la que daba vueltas alrededor de unos televisores que transmitían los videos que grabó durante su paseo por el país.

Buscando Chilenos fue una gira artística de acciones mínimas y efímeras, como la denuncia sobre la extracción ilegal de mariscos que hizo al escribir “loco” con unas conchas que los pescadores botaron en la orilla de una playa perdida en el norte; el partido de un deporte que inventó entre cuadros de pinturas verdes y rojas, que se disputó en el gimnasio de Temuco y que solo fue visto por los trabajadores de aseo del recinto; o la colección de guantes que encontró botados en el suelo durante una caminata de 20 kilómetros, desde el centro de Santiago hasta la Plaza de Puente Alto, donde se ubicó al lado de los vendedores de ropa, mezclándose con ellos, y generando confusión en los compradores al ofrecer una serie de guantes huachos y sucios.

Desconcierto similar al de los transeúntes de Nueva York, que en 1983 encontraron a David Hammons vendiendo bolas de nieve en la calle (Bliz-aard Ball Sale). Hammons, que proponía la discusión sobre el rol del artista y el valor del arte más allá del espacio seguro de los museos y las galerías, es uno de los creadores que lo inspiraron en sus inicios a trabajar con los materiales que tuviera al alcance de la mano.

–Ahí empezaron a llegar algunos coleccionistas, los que obviamente no me compran una instalación de piedras en el desierto, pero sí una pintura u otra cosa. La gente que me ha comprado obras no lo hace solamente porque le guste una en especial, sino que lo hacen porque apoyan mi manera de trabajar.

"No me importa esa idea de dedicarse a una sola cosa para ser virtuoso, me parece que es propia del sistema capitalista. Prefiero ser más libre y hacer las cosas con amor".

Img. 4 Imagen 5. Museo Paco, 2019. Proyecto junto a Nicolás Grum. LOCAL Arte Contemporáneo. Santiago, Chile.

Imagen 4. Control Policial, 2018. Cerámica. Exposición Coletazos de la recesión. Galería NAC, Santiago, Chile. Fotografía: Paulina Mellado/ Javiera Gómez.

Si no hay espacios, se inventan. Esa es otra de las premisas que definen el trabajo de Enrique Flores, ya que cuando terminó la carrera de Arte –sin familiares ni conocidos en la elitista escena local– se puso a trabajar seriamente, imaginando una fórmula para poder exponer obras sin contar con un galerista o una curadora que lo respaldaran. Así que tomó el nombre del ex arquero que fue campeón de América con Colo Colo y creó la Galería Daniel Morón, en conjunto con sus ex compañeros Kenfa Wong, Fabiola Alarcón y Sebastián Salfate. Que funcionó como proyecto itinerante de exposiciones –que llegó hasta Europa–, colectivo de arte y una obra en sí misma, todo y nada al mismo tiempo, y que fue inaugurada con la presencia del mítico futbolista en 2008.

Museo Paco es producto de esa misma actitud. Espacio que inventó junto al artista Nicolás Grum el año pasado, donde instalaron una exposición en LOCAL Arte Contemporáneo –ubicado frente a la 35ª Comisaría de Menores de Providencia– con obras que aludían al consumo de drogas, los robos y enredos en que se han involucrado los uniformados y la intervención de sus símbolos.

Para ello investigaron de todo: la tienda donde venden los uniformes, el cementerio de los perros mártires de Carabineros, el museo de la institución y también consultaron a ex funcionarios para saber lo que podían o no podían hacer. Así, informados y sin miedo, pintaron la fachada de la galería de arte con los colores institucionales de Carabineros. Muro que a los dos días amaneció pintado de blanco.

–La idea era recrear con mucho humor un museo que fuera todo lo contrario del museo oficial, que te imponía una visión única y grandiosa, omitiendo aspectos importantes de períodos oscuros de la policía. Entonces, durante unas semanas, creamos ese museo que no existe.

Camiroaga: un nuevo santo para Chile

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Enrique tenía un pequeño presupuesto de $80.000 para hacer una obra y se embarcó en lo que cualquier productor cinematográfico calificaría como una locura: hacer el rodaje de una película. Sin más que ese fondo inicial, grabó durante siete días una historia sobre su personaje favorito de la televisión, el Washington. Referente popular interpretado en los años noventa por el animador Felipe Camiroaga con un vestuario tan simple como real.

–Siempre que andaba por la calle veía gente que era como el Washington: con el pelo largo, el gorro de lana y la cotona azul de trabajo. Así que apenas tuve esa plata hice un guión sobre el personaje de Walter, que es un primo del Washington que viene a Santiago desde la provincia y no puede encontrar trabajo porque no tiene estudios. Y eso pasa, no es broma, entonces tampoco es una historia tan surreal –explica el artista sobre el proceso de creación de Se me rompe el corazón en mil pedazos.

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Película que también dirigió, editó y protagonizó junto a artistas invitados, con los que grabó en distintas locaciones de Santiago que ocuparon sin pedirle permiso a nadie. Incluyendo una escena en un avión en el Museo Aeronáutico, custodiado por la Fuerza Aérea de Chile (FACH).

–Me interesan los universos paralelos de las cosas y para eso hay que recordar, pero también hay que poner algo propio, que es la imaginación –dice, y luego se acuerda que fue varias veces a buscar al animador afuera de TVN para grabar un saludo para sus proyectos de arte. “La última vez que lo intenté fue un día lunes y el viernes de esa misma semana se cayó el avión. La historia que sigue ya la conoces”.

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Y la historia indica que ese 2 de septiembre de 2011 el Casa 212 de la FACH cayó al mar en las cercanías del archipiélago de Juan Fernández, provocando la muerte de unas 20 personas. Han pasado los años, pero los vendedores ambulantes siguen ofreciendo fotos, calendarios, toallas, tazones y cuanta superficie puedan estampar con el rostro de Camiroaga. “Me gusta que se ha ido convirtiendo en una especie de santo popular levantado por el cariño de la gente, ya que justo antes de morir encaró a algunos políticos en televisión y adoptó un rol más social”.

Enrique hizo un primer homenaje en 2016 regalando una pintura del Washington al museo de Felipe Camiroaga en la localidad de Villa Alegre (Región del Maule), que exhibe la ropa que vestía en los programas de televisión, como el Festival de Viña del Mar, y los premios que obtuvo a lo largo de su carrera. Así, mientras los artistas de su generación se fotografiaban con importantes coleccionistas que adquirían sus obras, él cuestionaba esas poses con su donación a un museo que está fuera del circuito del arte contemporáneo.

Un par de años después el artista viajaba por la Ruta 5 y decidió desviarse del camino para ver la obra en exhibición. Pero una vez en el lugar las funcionarias del espacio fingieron no conocerlo hasta que le dijeron que la pintura se había perdido.

Su segundo homenaje, la película Se me rompe el corazón en mil pedazos, tuvo que suspender sus funciones por el estallido social del 18 de octubre pasado y ahora está disponible en YouTube. Quién sabe por cuánto tiempo. Quién sabe si también desaparece y Enrique debe crear un nuevo espacio y un nuevo homenaje con los materiales que encuentre en ese nuevo camino.

A nuestrxs lectores, agradecemos el tiempo de revisar estas páginas. Les invitamos a compartir el contenido de manera libre y a visitarnos en nuestra web:

WWW.MARGINAL.CL

Revista Marginal se terminó de imprimir el 1 de septiembre de 2020, a 319 días del estallido social del 18 de octubre de 2019.

A la fecha, todavía no hay condenas a ninguno de los 466 efectivos de las policías y las distintas ramas de las Fuerzas Armadas que están siendo investigados por Fiscalía, en los casos de violaciones a los Derechos Humanos que ocurrieron durante la revuelta.

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