Joel H. Orozco La habitación cubierta de luz, el polvo meciéndose en el aire, los zapatos boleados en el mismo lugar y un olor a cigarro amotinado. En el suelo latas de cerveza vacías como vestigios de una noche en brama. Tu silueta ceñida a las sábanas y en la cama el desvelo de nuestras caricias.
Te has marchado y una perra soledad clava sus colmillos desgarrándome. Y en el opaco cenicero de cristal, el humo dibuja tu cuerpo
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