José N. Méndez (Para los que, en medio de la ansiedad, no se han rendido) Se trata de la sensación de rebeldía de tus entrañas antes de que llegue la hora en que las miradas habrán de cruzarse. Se trata de dibujar en la psique la molestia de los líderes incluso si tu labor fuera exacta garra de jaguar acometiendo a su presa. Se trata de las mil lecturas de aquellos mensajes e incluso después de ellas, oír a las voces internas decir que algo estuvo mal. Se trata de lo invisible y de lo angustiante por encima de todo aquello que reciba el roce de tus dedos. Se trata de preocuparse por la cena del viernes apenas llegado el martes y sumarle al lunes cuatro juntas del jueves y pedirle al fin de semana un respiro para ser humano, un respiro para el caos interno. Y sabes bien que se trata de temblar, caerte, tener ascos, toser hasta la dolencia del hueso, llorar siempre a la una de la mañana, buscar, preguntarte 20
y ser incapaz de responderte y confrontarte con quienes amas porque el ánimo es insuficiente y se te dijo que afuera alguien al mismo tiempo la está pasando peor y deberías estar avergonzado por lo que sientes.
Porque el ojo y el oído ajeno un día se hicieron insuficientes para que las ideas y la calma sean completamente libres no sólo a base de lágrimas y ni Piaget discutiendo con Freud sabrán el modo en el que diariamente estás restaurando todas las grietas internas.