da; y con malos recuerdos como Finding Dory (2016) o Cars 3 (2017), las expectativas en Onward no podían ser muy altas. Sin embargo, con la guía de Dan Scanlon, quien además de director también es coescritor de la idea original y del guión, Pixar logró consolidar una excelente historia llena de aventuras, transformaciones y, desde luego, con la fórmula clásica: colores brillantes, música pegajosa y lecciones sobre la familia o la amistad. En esta película animada, asistimos a la configuración de una historia emotiva que nunca llega a rayar en lo cursi. Por el contrario, la naturalidad en el diseño de personajes amparado por un guión en donde cada uno de los nuevos retos nos muestra una faceta distinta de ellos, consigue adentrarnos en las distintas personalidades, emociones y deseos que los forman y los convierten en figuras entrañables. Aunque la estructura narrativa sigue el clásico camino del héroe, ya tratado por autores como Campbell o Propp, las bondades técnicas del trabajo digital procuran mantener la atención en el seguimiento de la historia y los personajes, cuya credibilidad deriva de sus perfiles psicológicos complejos que llaman a la inteligencia del público y logran generar empatía con el espectador a través de situaciones creíbles, conmovedoras o graciosas.
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